Durante el tiempo que me arrojaron
*
al cielo raso me moví como un cernícalo
cacé otros cuerpos
dije que no
fui grosera fui fácil de ver
algunos se acordaron de mí
quisieron que me alejara
pero yo seguí cazando cuerpos
sin culpa no sentía culpa
estoy tan sola
con ternura
todos asentían con ternura
~
Poema para cruzar el estrecho de Bering
*
Ante la espalda tenaz de mi amante creo
en un dios bueno y he de
ahogarme si cierra su cara
en los lugares que nunca se defienden
sus genitales gobiernan la posibilidad
de otra luz
amo a un hombre que parece un enunciado
levanto mi falda, inicio una reparación
atenta a él y a su anécdota
le abrimos paso a lo nuevo, al giro
estético, a los principios básicos del frío
nos movemos porque el amor
es un cambio de lugar a otro más chico
siempre reduciendo, siempre hacia
lo justo
precisando: aquí nadie cabe, excepto
las economías de tu esternón, querido
mío creo en tu escroto y en aquella irregularidad
de las cosas menores
qué hay del orden herido qué hay
del otro pelaje
las veces que vi
hermoso tu rostro, su tiempo leve
todo
se enorgullecía todo
se retorcía
alrededor de nosotros todo
decía sí
María Belén Milla (Lima, 1991)
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