Y estuve vivo
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Y estuve vivo en la tempestad del peral en flor,
Yo mismo me erguí en la tormenta del cerezo aliso.
Todo era natura y lluvia de estrellas, certero y autodestructivo poder
Y todo me apuntaba a mí.
¿Qué es esta extrema delicia fluyendo, huyendo siempre de la tierra?
¿Qué es ser? ¿Qué es verdad?
Los florecimientos rompen y arrebatan el aire
Todo flotar y el martillo,
Tiempo que se intensifica y tiempo intolerable, decaimiento del deshilarse del dulzor.
Es ahora. Ahora no.
(Mayo 4, 1937)
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Leer sólo libros infantiles...
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Leer sólo libros infantiles,
Acariciar sólo pensamientos incautos,
Disipar todo lo que huela a solemne,
Sublevarse contra la honda tristeza.
Yo estoy mortalmente cansado de la vida,
No admito nada de ella,
Pero aún así amo esta pobre tierra
Porque no conozco otra.
De niño, en un jardín remoto, solía mecerme
Sobre un columpio de madera sencilla,
Y recuerdo los altos y oscuros abetos
En medio del delirio brumoso.
1908
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¿Qué puedo hacer con este cuerpo mío irrepetible...
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¿Qué puedo hacer con este cuerpo mío irrepetible,
que me ha sido dado?
¿A quién, dime, debo agradecer,
por la apacible alegría de respirar y vivir?
Yo soy el jardinero y soy la flor,
En la mazmorra del mundo no estoy solo.
En la eternidad del cristal ya se ha esparcido
Mi aliento y mi calor.
En él está impreso un signo,
Irreconocible hasta hace poco tiempo.
Ojalá la bruma se diluya en los instantes
Para que no borre el signo amado.
1909
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Yo he regresado a mi ciudad, que conozco...
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Yo he regresado a mi ciudad, que conozco
hasta las lágrimas,
Hasta las venas, hasta las inflamadas glándulas
de los niños.
Tu regresaste también, así que bébete
aprisa
El aceite de los faros fluviales
de Leningrado.
Reconoce pronto el pequeño día decembrino,
Cuando la yema se mezcla a la brea
funesta.
Petersburgo, todavía no quiero morir.
Tú tienes mis números telefónicos.
Petersburgo, yo aún tengo las direcciones
En las que podré hallar las voces de los muertos.
Vivo en la escalera falsa, y en la sien
Me golpea profunda una campanilla agitada.
Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada
Moviendo los grilletes de las puertas.
Osip Mandelstam (Varsovia, 1891-Gulag, 1938)
Versiones de Gustavo Osorio de Ita y Jorge Bustamante García
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