La lisura
*
Amanece con crecida, el agua cubre
la mitad de los pilotes de la casa;
cuento sólo dos escalones de aquí al río
como si la galería hubiese sido ganada
por la línea de los muelles;
el silencio temprano tiene
brazos inquietantes de recibimiento
Impasible,
mi vecino Luis
extendió su reposera
y toma sol
(hace veinte años
que vive en la isla);
relaja el cuerpo
del otro lado del arroyo
sin percepción del drama en esta
desdibujada margen
Preparo los primeros mates
con un ojo puesto
en las mecidas del caudal,
el comienzo de la espera
sin indicios
de bajante, sin noticias
de las lajas en el sendero
Lo que era jardines
y ligustros demarcando territorio
se ha hundido
bajo la nueva lisura del río
Mi vecino se pone
protector solar
y en su mudez de movimientos
pausados
enlazo notas
retomo la lectura;
acompañada, me voy
recostando también
bajo el mismo sol
acariciante
En esta pequeña escala
el exilio se prueba
como es, ambivalente:
encierro, orden sublunar
de las aguas y los límites
y marea, soplo transformador
que trae
un paisaje del Paraíso,
el mundo como tentación
Está bajando, me despabila
el grito de Luis
mientras me señala
una ramita suelta
empujada en el imperceptible
descenso de las aguas
Le hago señas de victoria
y él pliega la reposera,
lo quieto desaparece
el tiempo se rearma
En la tapa presionada del termo
por fin descubro los intermitentes
misteriosos sonidos,
no eran como supuse
animales agazapados,
amenazadores ofidios.
~
Danza en el mismo eje
*
…y así sigo hasta Frisco, luego a L.A;
después a Nogales, después a Guadalajara,
por fin a la Ciudad de México…Y todavía el
vacío será inmóvil y nunca se moverá…
Jack Kerouac
Otra vez, otra vez, la repetición
puede ser una virtud.
De nuevo la llanura de la ruta
y sus horizontes difuminados
reproduciendo el paisaje
de tu necesidad.
Un sinfín aplanado que inicia
la danza silenciosa,
sus serpentinas agitándose
en el vapor amanecido que se levanta
desde el macadam.
Sobre el relente del asfalto
la desolación es una danza desnuda.
Otra vez aquí, otra vez,
el desplazamiento cambiará la forma
de lo que puede hacerte feliz.
El cuerpo inmóvil resiente
las cifras del millaje
pero el espacio se alza
hacia adelante.
Sos
entre los pastos doblegados
de las banquinas
lo que queda en pie.
Después de la velocidad
que no se interrumpe en los límites
después del vacío sin órbita,
y la ebriedad que trae
su desamparo,
la distancia como una fuente.
La danza sigue
sus vueltas incesantes,
el giro perpetuo en un mismo eje
que los derviches seguían.
Ese otra vez, otra vez
como el relato monocorde
de un rapsoda. El corazón
es un rapsoda también
y repite frases.
Otra vez, otra vez,
algo puede deshacerse.
Muy entrado el camino casas bajas,
piedras partidas
expuestas al pulido de su caer.
Seguís
inmersa en la ruta,
en la pérdida,
entre preguntas olvidadas
¿hacia dónde? ¿cuál, el lugar?
En el cansancio testeás tu fuerza,
no hay refugio.
La danza es lo único,
para la soledad que no calla.
Seguís
bajo las nubes de polvo
la ventolera, la esfera celeste
y toda esa nada
que parpadea alrededor.
***
Alicia Genovese (Lomas de Zamora, 1953)
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