viernes, 2 de marzo de 2018

josé kozer / dos poemas













Algunos poetas muertos nos plagian...

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Algunos poetas muertos nos plagian.
Su negro abrazo nos ciñe.
Afincan, abren las fauces.
Recobran el don que perdieron.
Mis minutisas poseen.
Poseen mis saetas el calicó y la gualdrapa.
Se apropian de mi padre el sastre.
Marcan con jaboncillo (rojo) la casa del judío.
A mi madre bordando junto a un brocal usurpan.
De su útero extirpan mi voz la destejen.
Sus letras negras exudo la carcoma de sus palabras.
De sus plagios, yo. De su continuidad, mi muerte.
Ante la puerta de bronce con el guardián de caftán.
Sombrero de castor (rapada, cabeza) otra puerta de bronce.
Entre paréntesis me plagian los poetas muertos.
Entre paréntesis revuelven mis estertores.
De mis cenizas, resplandecen.
Sus negros versos ( témpanos, de carbón).
Escoria este baile de máscaras los cubos de mis ideogramas (desbordados).

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En la vieja ciudad los canales de desagüe bordean los contenes...

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En la vieja ciudad los canales de desagüe bordean los contenes
La vaca se inclina a lamer gozosa de moho.
Y mi madre estrellada tras los blancos sanguiñuelos en flor suma las lentejuelas
               de su vestido se ríe delante de una coqueta.

A punto de salir, la llaman (o será que la denominan): bailó. Las lentejuelas de
               su vestido se deslizan fulgurando por
               los desagües de la ciudad (trizas)
               las estrellas.

Llámala (llámala) vaca, tu lengua es verde: síguela bordeando los contenes mi
               madre desemboca en los antiguos canales
               de irrigación (sólo queda vida en
               las afueras, de la ciudad): revístela.

El único recurso del agua que corre o se estanca será sentarnos (yo mismo,
               contigo) pasados los cuadros de labranza,
               en la linde del bosque: besarte en
               la frente (madre) estrellada (asistir)
               a la formación de las aves en
               primavera (ver) marcar tu frente al
               rojo vivo: baja dos veces el testuz;
               recibe primero la corona en el
               pescuezo (flores, de cerezo): y
               luego el vestido largo de faya
               (recién casada) a tus espaldas
               (rehecha) la trenza (roto, saco
               de aguas).

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José Kozer (La Habana, 1940)

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