mediateca de poesía personal-universal del ayer y del mañana desde MMXVII/
lunes, 12 de marzo de 2018
alfredo veiravé / cinco poemas
Rainy Taxi
*
Llueve sobre las mujeres solitarias
cometas de plantas hechizadas
vienen corriendo entre los
gigantes gemidos
delirios fúnebres
bocas pintadas en forma de corazón
y al mismo tiempo
no sé por qué —alegres, empapadas—
con un paraguas negro
y unos guantes deliciosamente muertos las manos adentro
sus uñas violetas sus espaldas comidas por los caracoles.
¿Desde qué antiguo esplendor viene este taxi
bajo la lluvia
en la desnudez de las dos mujeres solitarias?
Podría decir que van para un museo
si no fuera que naufragan constantemente en los círculos
[del Dante.
~~~
Mi casa es una parte del universo
*
Los que la vieron dicen que la tierra
es una esfera en el espacio, un planeta
más bien pequeño
del tamaño del dedo pulgar de los astronautas.
Yo no lo dudo porque he visto las fotografías
y porque ahora estoy a casi medio planeta de mi casa.
Lo mejor de todo esto es que en ese pulgar
también mi casa es una parte del universo.
Cómo no serlo si en el patio del fondo
hay un filodendro de gigantes hojas y también gusanos bajo
la tierra
aptos para la pesca, y ahora que me acuerdo
el olor de los helechos contra la pared
la cara de Delfina o Federico entre los árboles
y aquel canario que se nos voló de noche.
~~~
Poema
*
Claudia Cardinale ave de grandes plumajes y sus pechos
como torres me despierta temprano
se pasea por el hueco que dejamos los dos entre medio
y pone en la vitrola discos de Gardel o Joan Baez
me lee —es un decir— los últimos poemas ya borracho
alucinatorio Dylan Thomas A propósito escribe mal su
apellido y de
pronto un golpe de amigos lejanos me sube por las
[piernas
pido un mate y la veo pasearse desnuda entre
los huecos del tango
“las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo,
[¿viste?”
y me digo con alegría hoy no iría para nada al empleo
si no estuviera realmente
piantao piantao como ella me dice pero Claudia Cardinale
[me
consuela me
arregla el pelo con ternura italiana
me cuenta con sus dedos larguísimos y sus uñas violetas
las seis o siete arrugas horizontales de
la frente (casa de los gusanos en la morera
templo del dios del trópico
escritura de puertas cerradas
el lugar donde los pensamientos eróticos se
[sientan
en cuclillas mariposa que imagina rápidamente
[el golfo estrecho
de Magallanes de tu cintura la magia
[de esos pantalones
ajustados)
después se mete en el pecho
(departamento horizontal en pleno campo con
vistas
a las
vacaciones anuales a los días sin nada y sin nadie
la máquina del mundo que pusiste a andar adentro
de mí, gramaticalmente correcto)
y me dice con tranquilidad no exenta de ironía
(la inocencia como estado ahistórico)
que no tengo la obligación de escribir poesía de
[compromiso
o canciones de protesta que
nuestro amor es puro
y que nada nos salvará
cuando ella se haya ido cuando yo detenga los dedos
[sobre
los broches de su corpiño Inútilmente me dejo arrastrar
por las dudas y después me siento a escribirle este poema
que le dirá “buen día Claudia” “tomemos juntos el
desayuno” No sé por qué la historia contemporánea
[de América
Latina no consigna estos detalles feroces
pero lo que sé
muy bien es que Claudia y yo nos amamos como dos
[buzos
bajo el mar como dos caracoles bajo la playa
como dos turistas en Venecia como dos espinas de la
corona
de Cristo en un relicario como dos
sombras revolucionarias de espaldas en la tierra.
~~~
Reportajes sobre la realidad
*
Al ver caer las flores rosadas del lapacho sobre las
[imágenes
de este árbol que anuncia en sus cielos la actividad de la
mirada sentimental, el elogio simple de un espectáculo
[que
no es sintáctico, cualquier novelista diría que ellas (las
[flores)
son personajes delicados, seres emergentes de voces que
[descubren
la realidad de los objetos, en este caso hermosos para la
[escritura
de las estaciones del año, el recuerdo guardado en el
[pecho de sus criaturas
inventadas. El poeta que transgrede los géneros literarios
cerraría los ojos y en sus frases respondería con otros
[resultados
a la ansiedad de sus lecturas compartidas en un reportaje
circular: ¿qué es lo que veo, qué es lo que quiero ver,
[qué es lo que
no puedo ver de estas flores del lapacho sobre
la alfombra rosada de la vereda, que aquí se ha formado
[hoy como
una metáfora de la vida o de la muerte?
La idea simple de una alfombra tejida de rosadas flores
[volátiles
es una antimonia de la realidad, una respuesta posible al
[cuestionario,
una metáfora de la imaginación o de la inteligencia,
[quizás,
simplemente, un homenaje al amor distante de quien las
[mira:
—El significado de un poema sólo puede ser otro poema,
[pero ¿cómo
diferencia usted a la poesía de estas flores del lapacho?
—Es muy simple, porque el poema tiene el aspecto
[geométrico
de la poesía.
—¿Y cómo la reconoce?
—A primera vista, por el sonido mental de ese momento,
[y además
porque la poesía nos enriquece la realidad, como el
[lapacho.
~~~
Los lapachos han vuelto a florecer
*
Los lapachos han vuelto a florecer en este mes de agosto
como si fueran el eje de la historia, y la explosión de
sus flores rosadas un movimiento circular de suaves
[rotaciones
¿qué
piensan dentro de sus ramas (aparentemente
imperturbables) sobre
lo que pasó este otoño en los mares del sur bajo un
manto
[de
neblinas?
Pero de pronto los lapachos florecieron y luego dejaron
[caer
sus flores en el sueño de esa llovizna sin noticias,
y los albatros quedaron sepultados en las Islas.
Y los padres nos quedamos mirando en el aeropuerto
cómo nuestros hijos subían a los aviones de transporte
con armas y cascos y mochilas y fuertes
borceguíes para el frío del sur abajo del planeta que se
iba cantando la marcha de San Lorenzo pero a él no lo
[podíamos distinguir
cuál era desde la terraza porque
ya no era nuestro hijo sino un soldado que iba hacia la
[guerra
y a mí se me cruzaron todas las palabras
rotas
tartamudas
y todavía siento que en aquella madrugada
cuando los aviones se perdieron en el cielo a las seis de la
[mañana
supe que ya podía escribir rabiosamente
la palabra cibilización con be larga, por lo menos.
Y como si nada hubiera ocurrido, en agosto los lapachos
[han vuelto a florecer
sobre nuestros corazones con armas de papel “igual que
[sobrevivientes
que vuelven de la guerra”.
***
Alfredo Veiravé (Gualeguay, 1928-Resistencia, 1991)
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