Al Presidente de Chile
La “Dictadura” no se terminó con la salida del Tirano Visible. Continuó un proceso de Post (paraíso de los juguetes) y actualmente de Hiper (infierno de la seguridad).
La Hiperdictadura reduce las libertades personales y sociales con su enfermiza obsesión por la protección y la vigilancia; Hiperdictadura (sujeción política), hipercontrol (cámaras de seguridad), hiperrepresión (abuso legal de poder) matan la relación libre y creativa de la comunidad en los espacios públicos e íntimos. No nos encierren en nuestras propias ciudades.
La economía de mercado tiene agarrado del cuello a los enfermos, a los profesores y alumnos, a los agricultores, a los artistas, a los indígenas, a los homosexuales, a los pequeños comerciantes, a los refugiados, a los gestores culturales comunales, a los soñadores, a los que no quieren usar tarjetas. El libre mercado es un sueño americano convertido en una pesadilla chilena.
La buena voluntad de los parlamentarios y la tecnología verde podrían rehabilitar la Tierra. La buena voluntad de los parlamentarios y una decidida campaña pública podrían crear hábitos ecológicos en los niños y jóvenes. La buena voluntad de los parlamentarios se demostraría si renunciaran a sus beneficios económicos y abrieran cupos ‘no políticos’ para que la sociedad civil esté verdaderamente representada en el Congreso. Esto es ecología social.
Los combustibles derivados del petróleo intoxican a nuestra gente. Desenvenenar el país: el humo nos asfixia, la basura y losquímicos de las industrias contaminan el agua y el aire. No olvidemos a los cisnes muertos, los ríos muertos, los cielos muertos, los niños y ancianos muertos. Limpiar la nación es tarea del gobierno, pero limpiarnos a nosotros mismos es tarea de cada día.
Insistir en las medicinas no tradicionales en los servicios de salud pública y tener una previsión proporcional a las necesidades y no obligatoria. Como dice una machi: “las plantas son la farmacia de Dios”. Koliu Rayen para esos días de la mujer, Leliantu a los que se les muere el pajarito, Frokin para los que van camino a Pelequén, Trapi para las pasivas, Liglolkin para los que no pueden dormirse, Kalchakura para los sordos, Pelu para los huesos, Pengo para los borrachos.
Aprobar las leyes que modernicen y democraticen el Estado, disminuir la injerencia de las minorías morales ortodoxas en cuanto a temas valóricos. Financiar canastas de alimentos para las familias más pobres. Dar a conocer de manera fraternal y humana la triste realidad de las enfermedades terminales. Construir servicios descentralizados de salud, arte y cultura, credos, etnias, organización social. El bienestar de una sociedad no sólo se logra con inyectarle recursos sino también con aprender a escucharla.
Coordinar un Programa de emergencia para abaratar los costos de los tratamientos de las enfermedades terminales. Legalizar el derecho de las mujeres con respecto a su cuerpo. Permitir el cambio de nombre de los y las transgéneros para que dejen de ser humillados por su identificación civil. Ponerse en el lugar de ese otro, ponerse en sus pantalones, ponerse sus vestidos, ponerse su peluca y sus tacos, ponerse su bigote. Vivir en paz consigo mismo es vivir en paz con los otros.
Apartar la influencia religiosa, no la espiritual que sí es necesaria, del arte, la educación y el derecho civil. Crear de una vez el Ministerio de la Cultura y las Artes y enseguida una Imprenta Nacional subvencionada, de calidad, libre y sin mafias.
Aumentar los cabildos culturales para el desarrollo de la autogestión local. La cultura y el arte serán los que permitan seguir soñando. Le da oxígeno libre y creativo a la sociedad de mercado. Nos recuerda que somos humanos cuando ser humanos es creer en que mañana será un día mejor si lo queremos.
La sexualidad no tiene nombres, es móvil, no es identidad fija sino circulación plena. Liberarla.
Despenalizar la imagen pública de los drogadictos, los homosexuales, los inmigrantes, los pobres. Los políticos deben tener más contacto real con la gente. Reducir los millones que se gastan en la puerta giratoria de la justicia. La venta de anestesias orgánicas es un tema médico. Las enfermedades sociales son igual de urgentes que las otras, pues son silenciadas por los medios de comunicación y los malos gobiernos.
Despenalizar la opción de fumar marihuana: sus ventajas terapéuticas son reales y es menos dañina que el tabaco; no monopolizar la venta de anestésicos orgánicos y propinar su cultivo en zonas agrícolas pobres.
Confiar en la ternura y el delirio como vías de expresión libres y creativas. Terminar con el monopolio del amor que es puro mercado y rating edulcorante para las telenovelas de clase. Querer lo mejor para mi grupo, para tu grupo, para el grupo de los peruanos, bolivianos, ecuatorianos, palestinos, tibetanos, hermanos de mis hermanos, hermanos de mí.
Reducir radicalmente los ingresos del cobre para las Fuerzas Armadas; reinvertir ese dinero. Los ex militares que son dueños de universidades privadas podrían tomar cursos de ética, de arte y de literatura.
Incentivar con publicidad de calidad una dieta saludable y rica en alimentos sanos y naturales. Alertar sobre los reales efectos del consumo de carne y de grasas saturadas, pues aparte de ser un desastre ecológico es un desastre alimenticio. Prohibir los colorantes y preservantes como la Tartrazina y el Amarillo Crepúsculo pues está confirmado que producen cáncer y están en el 90% de lo que compramos en el supermercado.
Reforestar con especies nativas las zonas rurales y devolverles más terrenos a las comunidades indígenas para que puedan sembrar y cosechar libremente. No exterminarlos, no criminalizarlos más. Un indígena siempre será el hermano mayor de un poeta.
Establecer la noción de granjas urbanas para que cada familia pueda plantar sus propios vegetales en su jardín y así se reduce la manipulación de los precios de los alimentos de la tierra, pues son sagrados.
Alentar el comercio internacional de tecnologías verdes en vez de los TLC que sólo hacen ricos a los más ricos y pobres a los más pobres.
Iniciar programas regionales que incentiven la creatividad en todas las edades, se enseñen los derechos sociales que tenemos cada uno y que se asegure la libertad como voluntad suprema. Devolverle las ganas de vivir a los ancianos, a las mujeres solas, a los niños pobres. Una nación alegre es el Paraíso Terrenal.
Incentivar a nivel de país el uso del reciclaje de la basura, de los desechos químicos, del papel y el cartón para potenciar instancias como editoriales cartoneras que usen material reciclado, artesanías en vidrio o plástico, etc. La metáfora del arte es convertir la basura de este mundo en belleza. Seamos todos artistas desde nuestro propio don.
Mejorar las condiciones laborales de profesores de todos los niveles educativos, que se valorice su trabajo; premiar los buenos desempeños y los buenos resultados a escala de bienestar humano. Prohibir los uniformes y la separación de niños y niñas: afuera la vida no es así.
Disminuir la importancia del dinero en la sociedad y fomentar formas de trueque. Devolverle el valor al cariño, la confianza, la amistad, la lealtad, la honestidad, la justicia cotidiana de las pequeñas cosas. Lo que más vale en cada ser humano es su don individual.
Aceptar y reconocer no sólo los crímenes cometidos por los militares sino también las complicidades de los civiles y juzgarlos. Abrir los procesos contra todos tipo de criminales impunes y darle paz a los familiares de los asesinados políticos. También juzgar los delitos económicos en la Transición. Una justicia ciega y sin memoria es una forma de perpetuar el daño.
Abrir los archivos históricos de dos siglos y repensar críticamente todo lo sucedido para aprender de los errores y renovar los aciertos y los logros en todo ámbito. El Bicentenario que queremos es una nueva herramienta para aprender a vivir en paz, libres y con justicia los próximos cien años.
Enseñar a la policía a respetar a las personas según su edad, su género, su raza, su religión, su clase social, su salud; sólo así tendremos una nueva paz ciudadana y habrá menos delincuencia.
Por último, comprometerse la derecha a respetar a la mayoría menos poderosa, a no querer imponer su moral y a recordar que el dinero sube y baja como el frío y el calor. Comprometerse la izquierda a escuchar nuevamente a la sociedad civil y no a los presidentes de sus partidos, a renovar su pacto con la justicia social, con la calidad de vida, a ser más progresista y sobre todo, pero sobre todo a forjar nuevos sueños para este nuevo siglo.
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Héctor Hernández Montecinos (Santiago de Chile, 1979) Debajo de la lengua. Santiago de Chile: Cuarto Propio, 2009.
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