viernes, 9 de marzo de 2018

pedro montealegre / selección de poesía



Los hermanos

*

1

No trates de hacer tu cama sobre el frío, que los gorriones dolerán:
yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que tienes frío: y las jaulas torcerán sus barrotes sobre mi cara
si es que no te prevengo, si es que yo no te tapo con un trozo de pan.
Sobre un gorrión dormido en la estrella polar, yo no haré mi cama,
y no me haces caso. Tú no me sigues y caes sobre el viento,
y le mendigo a la noche un pedazo de cobija. Y te vuelves morado.
Le mendigo a los perros un trozo de piel para no ver tus dientes.
No trates de hacer tu cama sobre el frío ¡No estaré para lavarte!
No estaré para darte el vapor en la frente, leyéndote las aguas.
No estaré para contarte la saga de mis padres que un día partieron
a la aurora boreal -más allá de estos pastos- con zapatos de hielo.
Yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
si es que yo me olvido y no fundo los zapatos que tú te pusiste.

2

Yo tengo en mi casa una estrella de mar. Yo mismo la busqué:
puse aire en la alforja y fui a lo abisal a encontrar esa estrella,
porque la quería en tu barba, para que me vieras la albura
por debajo de la ola: yo quería también que tocaras la medusa
que me late acá adentro.Y si era dado de que a ti te gustara,
si es que te araba esa estrella y te la guardabas al fondo,
no tendríamos frío y cantaríamos la espuma igual que delfines.
Me dirías lo mucho que sabe una sal en los ojos: el mar,
ese ojo que espera tragarnos como yo. Tan igual. Otro ojo:
y espero tragarte. Y espero que sientas la estrella marina,
porque mi casa es la estrella, porque mi casa es el mar.
Y espero que haya un mar que te extienda hacia adentro.

3

Yo tengo en mi casa una página de libro: y tú lees y lees,
y como si fuera metáfora, veo que vas por el borde de una hoja,
como si fuera por el borde del tintero celeste, del mismo
que marca tus huellas y deja una estela de su propia saliva.
Digamos que tú te querías celeste, porque la tinta lo puede:
te quería en la impudicia, con la hombría de mi esposa.
Tu longitud de niño que se tienda en la tinta igual que en su cama,
y por más que chapotee, no vea reseca ni oleada su cal.
Pero no quieres leerte en mi casa, y te leo: asimismo te abro.
Imagino el jardín y las manzanas podridas por tanta llovizna.
A ti no te importa, porque vas colocando sobre ti las manzanas,
y las cuentas de a una mirando lo que hago. Y yo no hago más
que imaginarte -y te leo-; te lavo -y te leo-; y te quito el barro,
porque en mi casa no hubo barro más que yo y mi tinta.
Y lo sabes bien, y por eso vienes sobre un insecto y cuidas
que la tinta se espese. Y que yo me espese. Y me quede quieto.

4

Yo tengo en mi casa un puñado de hojas, y veo que el día
me las hace tierra. Yo veo que el día desnuda su esqueleto,
y las vuelve óxido. Y a ti no te importa porque vas desnudo:
tu nervadura articula el lenguaje del silencio. Y sabes que ella,
la muerte redonda, cabe en el clavo que afirma mi casa:
un pilar, una esquina, el cajón de un mueble. Y tú vas desnudo,
porque la muerte es el ropaje que no logra cubrirte,
así como mi casa me cierra los ojos y roza mi mejilla
con el mismo soplo con que apaga la vela. Yo tengo en mi casa
un puñado de hojas y vas con tus párpados y ya las barres.
Y todo el misterio es claro como un huevo, y la cáscara de calcio
te será nutritiva si la mueles con las palmas. Y todo el misterio
es tu voz de muchacho, tus cimientos de muchacho: esas manos
que saben tomar el insecto de la muerte y treparlo por los dedos
hasta que vuele a la bujía. Mi casa es la bujía. Y adentro te llamo.

~~~

Alt. Lit.

*

Lo mismo que los eternos grafitis de los baños públicos
pero con bytes de por medio.

~~~

Punk

*

Me dijeron esta noche un piropo
que yo era duro pero tierno que
mi poesía era punk gracias
en fin gracias añadí yo
no soy punk soy un jipi triste
estoy solo me pesa
la biografía entonces
si llegamos a conocernos
protejámonos dijo

~~~

Facebook

*

A dónde crees tú que vas
robándole a los poetas
un poco de ternura
lasciva amarilla caduca suicida

~~~

Mani-festo

*

Yes, my sisters, yo soy cola,
soy gay, soy marica, homosexual,
soy una mina, una nena, todo.
Y cuando bailo giro, giro, giro
sin parar, del mismo modo
que escribo, y ni vuestros
calzones de lana, ni vuestra envidia
ni vuestros primarios recelos,
pondrán detenerme en mi propio cielo,
ni en mi ritmo, ni que en mi eterna pulsión
de bailar como que la peonza que soy
o chilean trompo deje
ni en medio de su rito centrípeto y concéntrico,
deje en el suelo un enorme agujero,
en el que os caigáis bien dentro
bien al fondo. Muak:
el beso
del diablo.

~~~

Soneto Mudo

*

No quiero desligarme de este nudo
estéril que me viene por la vía.
No es fácil calcular lo que valía
cuando me imaginaba fuerte y rudo.
Soy un señor vital que nunca pudo
hacer de sí otro peso, noche y día.
Te juro, yo fui fuerte, y fue tardía
mi pobre gracia de ir por el embudo.
Es frágil el momento cuando sudo
y veo mi dudosa asimetría
quedándome sin símbolo y desnudo.
Es fácil desdecirme, de mí, viudo,
por más que rime en mí lo que yo hería
quedándome sin cuerpo, muerto y mudo.

~~~

Arder. Arder. Sabor del salitre que abandona el cuerpo. Hedor. Piel quemada
en medio. Y el beso. Fugar. Fagocito. Fuego. Fatiga. Y la Sal. El recuerdo
contamina. El recuerdo. Égloga del solo que lee las llamas. Yo llamo, él siente
el abrazo del poema. La inanición del poema, similar a él mismo. Sobrevívete, oye
el crujir de maderas, el crujir del hueso cuando se encuentra con hueso.
Todo arde con el incendio. El agua es incendio. Lo indecente reclama
su lugar en el incendio. Lo puro y lo sacro. Arder. Arder. Diga, ¿qué sube
en el termómetro del ojo? Una araña de vapor. Una araña de flúor, de fósforo, dos
átomos de oxígeno y uno de carbono -así se crea un fantasma. Se trata de tierra.
Países como hornos, fraguas de pan, dientes de lava -dulces- miel, delito, dáctilo
de quien estira los labios y quema el placer. Pero hay engaño. Hay doler
en la gramática de quien come. Y otro no. Y otro huele. Perros podridos,
dentadura de perros como flores siniestras, gusanos bellísimos parecidos a hielo
formando estalactitas. La oquedad. La memoria. Arder. Arder. Sudar la hiel.
Pedazo de vidrio llamado ciudad. Tu fuego y tu fuga. Fagocito. Fatiga. Fe, y más
que fe: falacia. Todo arde con el incendio -de sílabas, hombres. Y tú, allí,
revoluciona el repertorio, ¿es de hierro?, ¿es ladrillo? Construcción, no me sirves
para poder vivir. Yo quiero ser todos, llamarada sin causa, más que arder
en direcciones del hábito. No habito. Ser. Manga de polillas contra el lucero. Ser
de polillas destrozadas por la palabra electricidad. Pero hay engaño. Ah, tierra:
con mujeres, hombres, todos aplastados por la bota: Ver: hombres, mujeres.
Muéranse de hambre, la pólvora cante con verdadero esternón. Esternón de ti
golpeando el gong del contramaestre. Yo caigo. Yo caigo. Y tú, ¿qué haces aquí,
si no hay más que arder? Arder. Arder, así la marejada vista desde dentro.
Hambre de palabras, lenguaje cuya estructura es una brasa en llamas, fría, sal
depositada en la lengua y, sin embargo, glaciar. Salitre que abandona.
Niñas entumecidas sin saber qué decir. Ciudad. Cíclope. Hombre. Desterrado.
Delito del poema que se cae de la boca, ya diente, saliva. Vergüenza del aire,
presto a desaparecer. Lo puro y lo sacro. Arder. Arder. Llama el beso
conservado en formalina. Pudrición necesaria. Olor chamuscado. Y fe. Y fin.

~~~

La peste de nombrar: erigir el mañío donde se empala a un clérigo:
la peste de poner Nombre: Casa: el falo delicioso con forma de pez,
poliedro, crustáceo, animal oscuro enterrado bajo tierra. Qué peste, ésta:
nunca saber ¿qué punto pisas? Yo piso grava. Yo piso leche
derramada de establo. Yo piso el panal en la boca de Píndaro.
Tú podrás ser el tallo que quieras, el brazo que quieras, la rosa boreal,
la planta sola que flota en la espuma, escarcha de la hora,
visión del perro dejando su huella y diciendo: perro, la peste de ladrar,
la peste de mear -poste, ciudadano- oh, la peste. Lenguaje inflado de la peste:
siempre la P: releer la bitácora: el día -la crucifixión- la marca un ciempiés.
El día -el crimen-lo marca un escarabajo ¿hay vida en el ámbar?
El día, la coronación -ah- punto invisible: Chile presume:

soy punto visible. Hola, yo me llamo Chile. Soy niña encaramada
en la punta de una ola. Soy chico sentado al borde de éxtasis.
Tengo esta cara y ya no la ves. Yo tengo una herida: hola, soy Peste,
y me dicen Herida. Yo tengo una herida, la otra bala de Chile.
Hola soy Chile, mi balido es éste ¿no se llama yo? Hola soy Yo:
yo tengo un dolor, la memoria, la noria. Defíname, usted,
cuántos muertos bastaron, fina y larga alcancía, bracitos de cobre,
boca abierta: ah. Yo digo: ah: soy niña mirando, el volantín se pierde.
Yo digo: ah: mi boca recibe: hola, moneda, me llamo Batracio:
mi boca es todo -el circo es pobre. La peste del pobre
¿no te hace llorar? Yo le dije a un Pobre. Hola, Batracio,
yo leo -yo- lamo textos -no huyen ¿no es milagro el cieno?

Leí a Marx, y lloré. Con Trotsky lloré. Leí a Althusser -lloré
y caía nieve. La nieve es leer. Me leí a mí mismo y sigo pobre.
Al no saber letras, me puse a silbar. Hola, soy Letra:
lloro sangre, el mendigo ¿qué letra es? Mi sangre es tinta.
Ve peste de tinta, el trazado cartógrafo. La peste de ser
el único punto. No lo halla ni entiende el mismo cartógrafo.
Tráceme el mapa que no se ve -le dijo la niña: el profesional soñaba.
El mapa existe en un país sin moneda, niña mía, tú
que luces la moneda en tu boca larga, un país con medusas:
la escritura entendida con la sola fotosíntesis, un gran útero, niña,
donde Chile espejea lo que Pedro no. Hola soy Pedro,
yo escribo esta peste -así asalto la miel: oh, la peste de Píndaro.

***
Pedro Montealegre (Santiago de Chile, 1975-2015)

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