martes, 18 de abril de 2017

federico garcía lorca / la cogida y la muerte










A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde. 
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde. 
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde. 
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde. 
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde. 
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde. 
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde. 
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde. 
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde 
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde, 
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde. 
A las cinco en Punto de la tarde. 

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde. 
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde. 
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde. 
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde. 
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde. 
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde, 
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

***

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898-Alfacar, 1936) Antología poética. Buenos Aires: Losada, 1998.


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