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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

martes, 22 de julio de 2025

wendy cope / pastoral













Ojalá fuese una poeta provinciana
que hablase de la naturaleza.
Cuando pensase en los poetas de Londres
murmuraría siniestra: “los odio”.

Y fuera saldría a patear el campo, senderos salvajes
con mis vaqueros y botas camperas.
Una poeta provinciana no necesita carmín
ni medias ni chaquetas respetables.

El desorden de la vida urbanita, qué maravilla
deshacerse de ello
y pasar el tiempo en comunión con el todo,
sentada sobre un muro seco de piedra.

Y después de un largo día en comunión
deambular de vuelta a casa para un bocado,
luego al pub con gente de la auténtica,
que se pimpla doce pintas cada noche

para pasar las noches provincianas
sin tanto aburrimiento ni dolor.
¡Gente de verdad, tan sólida y tranquila
como un autobús de Londres bajo la lluvia!

Algún día iré a vivir al campo
y muchos cuadernillos llenaré
con mis observaciones sobre animales (todos
muertos porque están más quietos).

Ovejas muertas y conejos aplastados. Oh, me encantará.
Mi rostro estará calmo y bronceado
y brillará de amor por toda la creación
exceptuando a los poetas urbanitos.

***
Wendy Cope (Kent, 1945)
Versión de Jorge Borja Menéndez-Díaz

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PASTORAL

I wish I was a provinicial poet,
Writing a lot about nature,
Whenever I thought about London poets,
I'd mutter darkly, 'I hate yer.'

And off I'd stomp down the wild, wild lanes
In my jeans and my wellington boots.
A provinicial poet doesn't need lipstick
Or tights or respectable suits -

The clutter of urban life. How wonderful
Just to discard it all
And spend one's time communing with everything,
Perched on a dry-stone wall.

And after a busy day communing
To amble back home for a bite,
Then go to the pub with some real people,
Who manage twelve pints in a night,

Which helps them get through the provincial evenings
Without too much boredom or pain.
Real people, as solid and ruddy and calm
As a London bus in the rain!

Some day I'll go and live in the country
And many a notebook I'll fill
With keen observations of animals (mostly
The dead ones because they keep still).

Dead sheep and squashed rabbits. Oh, how I shall love it.
My face will be peaceful and brown
And shining with love for all of creation,
Excepting those poets in town.

(de Serious Concerns, 1992)

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