martes, 29 de diciembre de 2020

henri michaux / dos poemas


Primeras impresiones

*

Como de niño no quise jugar con la arena de las playas
(terrible carencia de la que me resentí toda la vida)

 
ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar y, en este momento, de jugar con los sonidos.

 
¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se manifiesta, ese líquido inesperado,
ese pasaje portador, en sí, siempre y que estaba.
Ya no reconocemos ningún entorno (lo duro ha desaparecido.)

Hemos dejado de tropezarnos con las cosas. Nos convertimos en capitanes de un Río…

Nos encontramos poseídos por una extraña (y peligrosa) tendencia a los buenos sentimientos.
Todo es cuesta. Los medios son ya paraísos.
No encontramos los frenos; o no tan deprisa como encontramos lo maravilloso…
Ponemos en circulación una moneda de agua.

Como una campana que anuncia una desgracia,
una nota,
una nota que sólo se escucha a sí misma,
una nota a través de todo,

una nota baja como una patada en el vientre,
una nota añosa,
una nota como un minuto que tuviera que taladrar un siglo,
una nota sostenida a través de la discordancia de las voces,
una nota como una advertencia de muerte,
una nota me avisa durante toda esa hora.

En mi música, hay mucho silencio.
Hay sobre todo silencio.

Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.
El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave… signo que no me agota que en mí se nutre.

 
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí se acuesta.

Cuando nada llega, siempre hay tiempo que llega,
tiempo
sin altibajos,
tiempo,
sobre mí,
conmigo,
en mi,
por mí,
pasando sus arcos dentro de mí que me consumo y espero.

El tiempo.
El tiempo.
Yo me ausculto con el Tiempo.
Me palpo.
Me pego con el Tiempo.
Me seduzco, me irrito…
Me enredo,
Me sublevo,
Me transporto,
Me pego con el Tiempo…

Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
¿Qué hago aquí?

Llamo.
Llamo.
Llamo.
No sé a quién llamo.
A quien llamo no sabe.
Llamo a alguien débil,

alguien roto,
alguien orgulloso a quien nada ha podido romper.
Llamo.
Llamo a alguien de allá,
alguien a lo lejos perdido,
alguien de otro mundo.
(¿Así que mi solidez era mentira?)
Llamo.
Ante este instrumento tan claro,
no es lo mismo que con mi voz sorda.
Ante este instrumento cantarín que no me juzga,
que no me observa,
llamo, perdiendo toda verguenza, llamo,
llamo desde el fondo de la tumba de mi infancia que se enfurruña y
se contrae aún,
desde el fondo de mi desierto presente,
llamo, llamo.
La llamada me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, llamo.
Sobre todo para reventar mi techo.

Para romper la tenaza tal vez,
para ahogarme tal vez,
ahogarme sin asfixiarme,
ahogarme mis piques,
mis distancias, mi inaccesibilidad.
Para anegar el mal,
el mal y los ángulos de las cosas,
y lo imperativo de las cosas,
y lo duro y lo calloso de las cosas,
y el peso y la acumulación de las cosas,
y casi todo de las cosas,
excepto el paso de las cosas,
excepto el fluido y el color y el perfume de las cosas,
y el espesor y la complicidad a veces de las cosas,
y casi todo del hombre y tanto de la mujer,
y mucho, mucho de todo y de mí también
mucho, mucho, mucho

… para que pase al fin mi torrente de ángeles
en paz, en fluido, me descompone.
Mis piedras, mi muela se descompone,
mi obstinado resistente se descompone
y me extiendo hasta el dolor de los demás.
Abandonando todo respeto humano,
tranquilizo, consuelo, sano,
resucito a la muerta, abro las puertas,
avanzo para bendecir,
hablo en nombre de todos.
Arco iris.
No más procesos.
Planto el árbol del pan.

~

Yo remo

*

Maldije tu frente tu vientre tu vida
Maldije las calles que tu andar recorre
Los objetos que recoge tu mano
Maldije el interior de tus sueños

Puse un charco en tu ojo que ya no ve
Un insecto en tu oreja que ya no oye
Una esponja en tu cerebro que ya no comprende

Te he enfriado en el alma de tu cuerpo
Te he congelado en tu vida profunda
El aire que respiras te sofoca

El aire que respiras tiene aire de sótano
Es un aire que ya ha sido expirado
Que ha sido expulsado por hienas
El hedor de ese aire ya nadie puede respirarlo

Tu piel está completamente húmeda
Tu piel rezuma el agua del gran miedo
Tus axilas desprenden desde lejos un olor a cripta

Los animales se detienen a tu paso
Los perros aúllan por la noche, levantando la cabeza hacia tu casa
No puedes huir
No tienes ningún hormigueo en la punta del pie
Tu cansancio pone raíces de plomo en tu cuerpo
Tu cansancio es una larga caravana
Tu cansancio llega hasta el país de Nan
Tu cansancio es inexpresable

Tu boca te muerde
Tus uñas te arañan
Ya no es tuya tu mujer
Ya no es tuyo tu hermano
Una serpiente furiosa le ha mordido la planta del pie
Han mancillado tu progenitura
Han mancillado la risa de tu niñita
Han mancillado al pasar el rostro de tu morada

El mundo se aleja de ti

Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tu vida
Yo remo
Yo me multiplico en remeros innumerables
Para remar con mayor fuerza contra ti

Caes en lo impreciso
Estás sin aliento
Te cansas aun antes de hacer el menor esfuerzo

Yo remo
Yo remo
Yo remo

Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo
La ebriedad como un inmenso quitasol que oscurece el cielo
Y convoca a las moscas
La ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares
Comienzo mal escuchado de la hemiplejía
La ebriedad ya no te abandona
Te tumba hacia la izquierda
Te tumba hacia la derecha
Te tumba sobre el suelo pedregoso del camino
Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tus días

En la casa del sufrimiento entras

Yo remo
Yo remo
Sobre un lazo negro tus acciones se inscriben
Sobre el gran ojo blanco de un caballo tuerto rueda tu porvenir

Yo remo

***
Henri Michaux (Namur, 1899-París, 1984)
Versiones de Julia Escobar

/

Premières impressions

*

Ne m’étant pas, enfant, prété à jouer avec le sable des plages
(manque désastreux dont je devais me ressentir toute la vie),
il m’est venu, hors d’àge, le désir de jouer et présentement de jouer avec les sons.
Oh! Quelle étrange chose au début, ce courant qui se révèle, cet inattendu liquide,
ce passage porteur, en soi, toujours et qui était.
On ne reconnait plus d’entourage (le dur en est parti).

On a cessé de se heurter aux choses. On devient capitaine d’un FLEUVE…

On est pris d’une étrange (et dangereuse) propension aux bons sentiments.

Tout est pente. Les moyens déjà sont paradis.
On ne trouve pas les freins; ou pas aussi vite qu’on ne trouve le merveilleux…

On met en circulation une monnaie d’eau.

Comme une cloche sonnant un malheur, une note,
une note n’écoutant quelle-mème,/une note à travers tout,
une note basse comme un coup de pied dans le ventre,
une note àgée,
une note comme une minute qui aurait à percer un siècle,
une note tenue à travers le discord des voix,
une note comme un avertissement de mort,
une note, cette heure durant m’avertit.

Dans ma musique, il y a beaucoup de silence.
Il y a surtout du silence.
II y a du silence avant tout qui doit prendre place.
Le silence est ma voix, mon ombre, ma clef… signe sans m’épuiser, qui puise en moi.
Il s’étend, il s’étale, il me boit, il me consomme.
Ma grande sangsue se couche en moi.

Quand rien ne vient, il vient toujours du temps, du temps,
sans haut ni bas,
du temps,
sur moi,
avec moi,
en moi,
par moi,
passant ses arches en moi qui me ronge et attends.
Le Temps.
Le Temps.
Je m’ausculte avec le Temps.
Je me táte.
Je me frappe avec le Temps.
Je me séduis, je m’irrite…
Je me trame,
Je me soulève,
je me transporte,

Je me frappe avec le Temps…

Oiseau-pic.
Oiseau-pic.
Oiseau-pic.
Qu’est-ce que je fais ici?

J’appelle.
J’appelle.
J’appelle.
Je ne sais qui j’appelle.
Qui j’appelle ne sait pas.
J’appelle quelqu’un de faible,
quelqu’un de brisé,
quelqu’un de fier que rien n’a pu briser.
J’appelle.
J’appelle quelqu’un de là-bas,
quelqu’un au loin perdu,
quelqu’un d’un autre monde.
(C’était donc tout mensonge, ma solidité?)
J’appelle.
Devant cet instrument si clair,
ce n’est pas comme ce serait avec ma voix sourde.
Devant cet instrument chantant qui ne me juge pas,
qui ne m’observe pas,
perdant toute honte, j’appelle,
j’appelle,
j’appelle du fond de la tombe de mon enfance qui boude et se contracte encore,
du fond de mon désert présent,
j’appelle,
j’appelle.
L’appel m’étonne moi-méme.
Quoique ce soit tard, j’appelle.
Pour crever mon plafond sans doute surtout
j’appelle.

Pourquoi faut-il aussi que je compose?
Pour briser l’étau peut-étre,
pour me noyer peut-étre,
pour me noyer sans m’étouffer,
pour me noyer mes piques,
mes distances, mon inaccessible.
Pour noyer le mal,
le mal et les angles des choses,
et l’impératif des choses,
et le dur et le calleux des choses,
et le poids et l’encombrement des choses,
et presque tout des choses,
sauf le passage des choses,
sauf le fluide des choses,
et la couleur et le parfum des choses,
et le touffu et la complicité parfois des choses,
et presque tout de l’homme,
et tellement de la femme,
et beaucoup, beaucoup de tout
et de moi aussi
beaucoup, beaucoup,
beaucoup

pour que passe enfin mon torrent d’anges.
Peu ici compose.
Tout le contraire,
m’y décompose,
en paix, en fluide, m’y décompose.
Mes pierres, ma dent y décompose,
mon obstiné résistant y décompose
et m’étends,
et m’étends à la peine des autres.
Làchant tout respect humain,
je calme, je console, je guéris,
je ressuscite la morte,
j’ouvre les portes,
j’avance pour bénir,
je parle au nom de tous.
Arc-en-ciel.
Plus de procès.
Je plante l’arbre à pain.

~

Je rame

*

J‘ai maudit ton front ton ventre ta vie
J’ai maudit les rues que ta marche enfile
Les objets que ta main saisit
J’ai maudit l’intérieur de tes rêves

J’ai mis une flaque dans ton œil qui ne voit plus
Un insecte dans ton oreille qui n’entend plus
Une éponge dans ton cerveau qui ne comprend plus
Je t’ai refroidi en l’âme de ton corps
Je t’ai glacé en ta vie profonde
L’air que tu respires te suffoque
L’air que tu respires a un air de cave
Est un air qui a déjà été expiré
Qui a été rejeté par des hyènes

Le fumier de cet air personne ne peut plus le respirer

Ta peau est toute humide
Ta peau sue l’eau de la grande peur
Tes aisselles dégagent au loin une odeur de crypte

Les animaux s’arrêtent sur ton passage
Les chiens, la nuit, hurlent, la tête levée vers ta maison
Tu ne peux pas fuir
Il ne te vient pas une force de fourmi au bout du pied
Ta fatigue fait une souche de plomb en ton corps
Ta fatigue est une longue caravane
Ta fatigue va jusqu’au pays de Nan
Ta fatigue est inexpressible

Ta bouche te mord
Tes ongles te griffent
N’est plus à toi ta famme
N’est plus à toi ton frère
La plante de son pied est mordue par un serpent furieux
On a bavé sur ta progéniture
On a bavé sur le rire de ta fillette
On est passé en bavant devant le visage de ta demeure

Le monde s’éloigne de toi
Je rame
Je rame
Je rame contre ta vie
Je rame
Je me multiplie en rameurs innombrables
Pour ramer plus fortement contre toi

Tu tombes dans le vague
Tu es sans souffle
Tu te lasses avant même le moindre effort

Je rame
Je rame
Je rame

Tu t’en vas, ivre, attaché à la queue d’un mulet
L’inverse comme un immense parasol qui abscurcit le ciel

Et assemble les mouches
L’ivresse vertigineuse des canaux semicirculaires
Commencement mal écouté de l’hémiplégie
L’ivresse ne te quitte plus
Te couche à gauche
Te couche à droite
Te couche sur le sol pierreux du chemin
Je rame
Je rame
Je rame contre tes jours

Dans la maison de la souffrance tu entres

Je rame
Je rame
Sur un bandeau noir tes actions s’inscrivent
Sur le grand œil blanc d’un cheval borgne roule ton avenir

Je rame

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