viernes, 18 de diciembre de 2020

bertolt brecht / si los tiburones fuesen seres humanos











¿Si los tiburones fuesen seres humanos? preguntó al señor K la hijita de su casera, “¿serían más amables con los pececitos?”

“Seguro que sí”, dijo él. “Si los tiburones fuesen seres humanos, harían en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, plantas y animales. Se asegurarían que las cajas siempre tuvieran agua fresca y tomarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lesionase una aleta, de inmediato se le vendaría, para que no se pierda ni muera prematuramente a manos de los tiburones.

Para que los pececitos no estén tristes, de vez en cuando se organizaría un gran festival de agua, puesto que los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes.

Por supuesto que también habría escuelas al interior de las cajas enormes. En estas escuelas, los pececitos aprenderían a nadar en las gargantas de los tiburones. Ellos necesitarían saber, por ejemplo, geografía, para poder encontrar a los grandes tiburones que andan por ahí flojeando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que para un pececito no hay nada más grande y hermoso que sacrificarse con voluntad; también se les enseñaría que tendrían que creer en los tiburones, especialmente, cuando digan que les asegurarán un futuro esplendor. Se les daría a entender que ese futuro que se les auguraba solo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececitos deberían cuidarse de todas las bajezas e inclinaciones materialistas, egoístas y marxistas. Si alguno de ellos muestra algún comportamiento tal, deberá darse aviso inmediato a los tiburones.

Si los tiburones fuesen seres humanos, se librarían naturalmente guerras entre ellos para conquistar cajas y pececitos extranjeros. Dejarían que sus propios pececitos libren sus guerras. Les enseñarían que entre ellos y los pececitos de otros tiburones existe una diferencia grandísima. Aunque los pececitos son mudos, se pronuncian, pese a que callan en idiomas muy distintos y se les hace imposible entenderse. A cada pececito que durante la guerra matase a un par de pececitos hostiles, que callan en otro idioma, se le concedería una orden al mérito y se le otorgaría el título de héroe.

Si los tiburones fuesen seres humanos, por supuesto que también tendrían arte. Habría cuadros hermosos que muestren los dientes de los tiburones en colores magníficos, sus gargantas como jardines de puro placer en los que es maravilloso pasarlo bien.

Los teatros en el fondo del océano mostrarían cuán heroicamente los pececitos nadan entusiasmados a la boca del tiburón. Y la música sería tan hermosa que los pececitos, bajo sus melodías, arrullados por los pensamientos más agradables, como en un ensueño, delante de la orquesta, se precipitarían a la boca del tiburón.

También habría una religión si los tiburones fuesen seres humanos. Enseñaría que, para los pececitos la vida de verdad solo comienza en el estómago de los tiburones.

Por cierto, también los pececitos dejarían de ser iguales como lo son ahora. Algunos de ellos recibirían un cargo y se colocarían por encima de los demás. A los pececitos que fuesen un poco más grandes se les permitiría tragarse aun a los más pequeños. Esto solo sería agradable para los tiburones, ya que a menudo también comerían trozos más grandes. Los pececitos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de preservar el orden entre los demás pececitos, y se harían profesores u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etcétera.

En síntesis: solo habría una cultura en el mar si los tiburones fuesen seres humanos.”

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Bertolt Brecht (Augsburgo, 1898-Berlín Este, 1956)
Versión de Nicolás López-Pérez


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Wenn die Haifische Menschen wären

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"Wenn die Haifische Menschen wären, fragte Herrn K. die kleine Tochter seiner Wirtin, "wären sie dann netter zu den kleinen Fischen?"

"Sicher", sagte er. "Wenn die Haifische Menschen wären, würden sie im Meer für die kleinen Fische gewaltige Kästen bauen lassen, mit allerhand Nahrung drin, sowohl Pflanzen als auch Tierzeug. Sie würden dafür sorgen, dass die Kästen immer frisches Wasser hätten, und sie würden überhaupt allerhand sanitärische Maßnahmen treffen, wenn z.B. ein Fischlein sich die Flosse verletzten würde, dann würde ihm sogleich ein Verband gemacht, damit es den Haifischen nicht wegstürbe vor der Zeit.

Damit die Fischlein nicht trübsinnig würde, gäbe es ab und zu große Wasserfeste; denn lustige Fischlein schmecken besser als trübsinnige.

Es gäbe natürlich auch Schulen in den großen Kästen. In diesen Schulen würden die Fischlein lernen, wie man in den Rachen der Haifische schwimmt. Sie würden z.B. Geographie brauchen, damit sie die großen Haifische, die faul irgendwo rumliegen, finden könnten. Die Hauptsache wäre natürlich die moralische Ausbildung der Fischlein. Sie würden unterrichtet werden, dass es das Größte und Schönste sei, wenn ein Fischlein sich freiwillig aufopfert, und sie alle an die Haifische glauben müßten, vor allem, wenn sie sagten, sie würden für eine schöne Zukunft sorgen. Man würde den Fischlein beibringen, dass diese Zukunft nur gesichert sei, wenn sie Gehorsam lernten. Vor allen niedrigen, materialistischen, egoistischen und marxistischen Neigungen müßten sich die Fischlein hüten, und es sofort melden, wenn eines von ihnen solche Neigungen verriete.

Wenn die Haifische Menschen wären, würden sie natürlich auch untereinander Kriege führen, um fremde Fischkästen und fremde Fischlein zu erobern. Die Kriege würden sie von ihren eigenen Fischlein führen lassen. Sie würden die Fischlein lehren, dass zwischen ihnen und den Fischlein der anderen Haifische ein riesiger Unterschied bestehe. Die Fischlein, würden sie verkünden, bekanntlich stumm, aber sie schweigen in ganz verschiedenen Sprachen und könnten einander daher unmöglich verstehen.Jedem Fischlein, das im Krieg ein paar andere Fischlein, feindliche, in anderer Sprache schweigende Fischlein, tötete, würden sie Orden aus Seetang anheften und den Titel Held verleihen.

Wenn die Haifische Menschen wären, gäbe es bei ihnen natürlich auch eine Kunst. Es gäbe schöne Bilder, auf denen die Zähne der Haifische in prächtigen Farben, ihre Rachen als reine Lustgärten, in denen es sich prächtig tummeln läßt, dargestellt wären.

Die Theater auf dem Meeresgrund würden zeigen, wie heldenmütige Fischlein begeistert in die Haifischrachen schwimmen, und die Musik wäre so schön, dass die Fischlein unter ihren Klängen, die Kapelle voran, träumerisch, und in die allerangenehmsten Gedanken eingelullt, in die Haifischrachen strömten.

Auch eine Religion gäbe es ja, wenn die Haifische Menschen wären. Sie würde lehren, dass die Fischlein erst im Bauche der Haifische richtig zu leben begännen.

Übrigens würde es auch aufhören, dass alle Fischlein, wie es jetzt ist, gleich sind. Einige von ihnen würden Ämter bekommen und über die anderen gesetzt werden. Die ein wenig größeren dürften sogar die kleineren fressen. Dies wäre für die Haifische nur angenehm, da sie dann selber öfter größere Brocken zu fressen bekämen. Und die größeren, Posten innehabenden Fischlein würden für die Ordnung unter den Fischlein sorgen, Lehrer, Offiziere, Ingenieure im Kastenbau werden.

Kurz, es gäbe erst eine Kultur im Meer, wenn die Haifische Menschen wären.

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