jueves, 23 de mayo de 2024

julio barco / la niña-mujer poesía













Vivo en la casa de la poesía
a veces ingreso por la ventana ebrisimo
(a veces no pago la luz y todo está oscuro)
prendo un foco y empiezo a ver
el sentido axial del poema
y no hay amigos para compartir un café
solo la niña de la lámpara azul 
y la poesía. La poesía abre una ventana.
Yo abro la mente. La niña de la lámpara
azul entra a internet y busca el sentido
del poema. Y no encuentra nada
que no sea ya sabido por la poesía. 
La poesía ama los tallarines rojos,
yo los verde; pero la niña de la lámpara azul
ama los dos. Así nos quedamos solos.
A veces me acuerdo de salir
de bajar las escaleras de subir las ventanas
del viento del atardecer ladrando por mi casa. 
Pronto, prendemos otra. Pronto
siento que no deseo ya vivir de la poesía
no deseo ser el que prenda las luces
(ni pague las deudas mensuales)
ni beba su café caliente por las tardes
no, a veces, la poesía sabe que estoy triste
o aburrido
y me pongo a ver el cine del cielo
los colores de un alfabeto roto
que hace miles de siglos se escribía
en las plantas, animales o cosas
y la mariposa blanca que pasa
dice un lenguaje, y la lluvia repite
otro
acaso la oyes poesía
y entonces
le pregunto si es de verdad o de mentira
ese jaspeado resplandor que me provoca
esa sutancia que corre por mi sangre
a borbotones
si es verdad su aliento y su voz
entre las espinas
y si esa voz sacude mi mente 
es suya o yo la inventé primero:
ella no sabe qué decir, 
es una mujer tan
severa, es tan oscura que
a vecces
la niña de la lámpara azul corre.
Calla. Tiene miedos, ojeras ojedas 
(y en un mágico pasaje de Estambul)
yo veo que seguiré habitando
las estrellas rotas
los vasos ardientes las manos taciturnas
los colores vivos las historias de la rima.
Escribo: habito ese relámpago de pájaros
esa sílaba marchita y las flores
en los ojos de la totalidad. 
Ella,
la poesía,
ella la niña de
la lámpara azul 
saben que no tengo dónde caerme muerto
salvo en sus regazos con regocijo salvaje.


A R. Di Paolo, por la inspiración.

***
Julio Barco (Lima, 1991)

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