lunes, 27 de julio de 2020

enrique verástegui / dos poemas










Primer encuentro con Lezama

*

Llevo un sol en mis bolsillos
pero ya no tengo nada en mí
no puedo soñar cantar pensar en cosas concretas
no puedo soñar cantar escribir ese poema para ti mi gatita
                arañándome el hombro
y mis vecinos me tienen controlado
me ven llegar como una peste
y hablan de mí
entre comillas soy el ocioso el paria el que llega tarde en la noche
y corro por estas calles de Lima
buscando recordando a Vivian
cayéndome en pedazos consumido por mí mismo y tu no hacías nada
                por mí, viejo Lezama, estás ya viejo, pero te guío por estos
                sitios
Vivian solía aparecer desnuda con sus enormes muslos de cedro
y mira acá esta foto: es Jericó devastada por el mal uso de los sebos,
                por la droga, las flores de plástico
y sal un poco de tus páginas, de esos aires, Lezama, sé que el asma
                es tu paraíso
pero comparando nuestros árboles, nuestra sana manera de tendernos
                en la yerba
yo habito más que el infierno
y debo caminar pudriéndome por quedar bien contigo mientras
                vamos paseando por Tacora
entre prostitutas y ladrones
que no logran robarnos nada porque nada tenemos pero tenemos
                hambre y comemos ciruelas
y corremos fugándonos sin cancelar la cuenta
y otra vez estamos en la plaza San Martín frente al caballo inmovilizado
                por las cámaras de los turistas
sin saber dónde ir ni qué ómnibus tomar
sin saber cómo ni cuándo apareciste en Lima sorpresivamente como
                esas pocas lluvias que llegan para lavamos de la duda
y ahora estamos contigo en el café Palermo
ahora ya puedo decir que tus palabras huelen a manzano y los
                manzanos son gente sencilla que ignora el uso de la palabra
                gente que ignora el mal uso de la palabra
ahora sé que nada se perdió
y aprendí que el verso más claro está garabateado sobre la pared
                de los baños
y voy recitándolo con voz sonora en medio de la calle
mientras me alejo y llevo a Lezama prendido como un laurel sobre
                el ojal de mi camisa
                yo no quiero brillar con esa intensidad de aviso Phillips
                                yo tengo un brillo en las pupilas
tan claro como el verso más claro que ahora voy gritando por estas
                páginas sórdidas
                y somos arrojados uno al lado de otro sobre esta gran ciudad caminan
…………un par de iguanas
reptando y comiéndose la luna
                                uno más joven que el otro
uno más flaco y pálido y callado y con las alas cortadas por la
                rutina de estar continuamente dando batallas a la rutina
dando vueltas
                                y más vueltas encima de los cables
                                                                                    otra vez solo
sin nadie con quien cruzar unas palabras, una idea,
y los ojos están ardiéndote,
todo lo que miras es alcanzado por el fuego,
como en la hora del Juicio Final,
he llegado a mí después de haber gritado en las praderas porque
                todos huían de ti pero ya tu habías huido de todos
y el corazón te quema más que un buen vaso de brandy en el
                estómago
más que todos los fogones ardiendo juntos de noche sobre los campos,
el corazón es mi palabra y más que mi palabra soy yo ardiendo de
                noche sobre los corazones que aún no han conocido el
                amor
y están desesperados gimiendo arrancándose los cabellos.

~

Salmo

*

Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres
                carcomidos por la neurosis,
hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
                confundidos y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a estas pobres gentes con el ruido de los claxons
                sapos girasoles sarna asma avisos de neón
                noticias de muerte por millares una visión en la Colmena
y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana
                a los senos de la vida
y sin embargo continúan aferrándose entre
                marejadas de Válium
y floreciendo en los maceteros de la desesperación.
Esto lo escribo para ti animal de mirada estrechísima.
                Son años-tiempo de la generación psicótica,
hemos conocido todas las visiones de Kafka y Gregory Samsa
                pasea con Omar recitando silbando fumando mariguana
junto al estanque en el parque de la Exposición – carne
                alienada por la máquina y el poder de unos soles
que no alcanzan para leer Alcools de Apollinaire(1).
Recién ahora comprendo mañana reventaré como esos gatos
                aplastados contra la yerba
y las cosas que ahora digo porque las digo ahora
                en tiempos de Nixon – malísimos para la poesía
– corrupción de los que fueron elegidos como padres – gerentes
                controlando el precio de los libros
de la carne y toda una escala de valores que utilizo
                para limpiarme el culo.
Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
                y la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a muchos gritando por más fuego desde los auto-
                buses(2)
                y entre tanto afuera
el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,
                por palabras como estás que son una fruta para la sed.

(1) Unos soles de más o de menos son unos soles, son unos soles de más o de menos en las arcas del espanto.
(2) pero nadie tuvo una luz para aliviar la pesadilla para aliviar el horror.

***
Enrique Verástegui (Lima, 1950-2018)

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