sábado, 2 de septiembre de 2017

eugenia brito / tributos para la horca











La Primera María avanza a la extinción.
Va sola

Está sola

Pero ella guarda en su corazón el secreto de las tres Marías

De modo tal

que su marcha es para ellas la negación a la calma

Su marcha es un temblor

¿Por qué se va?

Adónde

Los vientos de la noche buscan un perfume
El perfume de ese secreto, de esa triple cifra
es vago y es compacto.

Y los vientos nocturnos esplendentes, ruidosos
decoran a la muerte

Triunfal es el jadeo de su ornamento
Mortal y sacro.


Así te invocaron Primera María

  Bruja

  Joya

  Diosa



Así te llama María la segunda en su desespero:

  Sueño

La casa en mi mente cruza el abismo
y éste me alcanza

Me cubre y todo el cabello se me prende
entre las piedras.


Me miro: qué figura más seca la que aquí se me expande
yerta y extendida como un cosmos sin alas


Pintada de azul, cruza Santiago
Dos tubos de neón son sus crayones
virulentos, plásticos, viciados
turban este cielo en un solo flash como una
ultracontaminada.

Para su clamor en rosa los anuncios responden. Se amortigua en gases metalizados pero su resistencia es cierta.

Desde su traje salen las letras, daría mi vida por una canción, susurra, Una canción aunque fuera breve.
Y la fiesta no se tarda.
Aclamada por la muchedumbre que no la reconoce, parcelada de brillos y de escamas metálicas, aparece, en una emisión de virus violento, de ácido lisérgico derramado enteramente en los espectadores:

Mi teatro favorito, piensa, las pinceladas nacen desde los acueductos
justamente en el punto en que la tierra es agua.



Se retiene, se palpa el brazo
hunde la mano en la cadera y gime

"Yo, protagónica -primera figura de un baile sinuoso-

me escriben con un lápiz tan negro que voy a abrir un agujero infinito
será un hoyo profundo, una gran escalada, mis edificios se cimbrearán y moverán la arquitectura moderna"
   Un joven maquillado la sorprende y la besa
      "Mi escena, le dice "
      - la contemporánea-

Mas ella se detiene :
Soy sólo una cita,

la efigie del terror,
   la gran drogada



Desaparecida en una vidriera, se carga

      Ahora parece una beata bucólica, un ícono, una síntesis recia
del Altiplano, una estrella desencarnada, una llama

Su preferencia es por el paseo público
por las cintas que colman su cintura
dorada y negra,
por una sintaxis previa, que se precia de poner el lomo,
a horcajada en la piel, firme y a golpes como una pantera
o un tigre de Bengala


Si animal ella fuera, mostraría su laxitud que se mezcla con las tonalidades del paisaje, así de fértil la suspensión que la metaliza en la barriada general de las aguas.


Rostros pintados observan

(¿serán los mismos que inauguraran el alba de los coya?)

 

¿Será la misma la que aterriza volátil, feble, un líquido totémico que ausculta con su fuerza la preciada galería en esta madrugada?


Desde un sueño, la primera María les responde:

  Ah, rostros quiméricos
aviso de mis mudas
mi rotación ha sido total

     Duerme en vela la siesta de los encarnados rasgos
       antorchas fugaces que precisan la guerra.


Vuelve a seguirla el orfebre dérmico

   Te tallaré como una joya
te haré brillar.

—le pide—

      Yo ya he sido plasmada
      con las vetas de mi tierra
         musita

 

   Te tallaré, te haré brillar
sobre todas las manos o sobre los rostros
como tú lo pidas
    serás una cubierta esplendorosa
   una confesa gloria mi revuelta

   La tinta que reúna tus pigmentos
  será el color que ceñirá la patria


  Palabras que la asedian a ella.
  La multiplican en su narrativa


Trastorno híbrido y veloz
nieva y lúcida:

         emano/emano


       Para atrás ese brillo


        Mi viaje fue hacia el Sur
un trastorno epidérmico.

        Vengo desde el Norte
soy un esmalte antiguo.



Mi guerra ha sido brindar
un nombre al deseo voraz de la memoria
a su obstinación que quiebra los sentidos
al milenario goce


Mi guerra ha sido asistir a mi propio duelo
en el orden del mundo
Y mi duelo consiste en abrir las materias
a su propia espesura y su anchura de roce.


       No quise permanecer en esta tierra ingrávida.
No quise la hostilidad de sus habitantes.

No quise arar más la vida entre los páramos
ni escuchar este viento.


     Primera María, terror que obtura el espejo del habla

     María, la primera, pasión de su verdugo, el ensayo del crimen sobre la patria indemne.

     Primera María: eco, suburbio de los ecos

     ¿Consideraste tu propia épica del tamaño de un hueso
para partir y legar tu diván milimetrado en el asombro del tiempo?


Legar la imagen suntuosa de tan opaco sino
Legar la noche y la expresión gravosa.
Legar la cara

Legar la noche y su pantomima
Legar el olor y su llamado al tacto

Su condición precaria
irreverente al discurso

Tácita.

***
Eugenia Brito (Santiago de Chile, 1950)

Fotografía: memoriachilena.cl

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