domingo, 3 de septiembre de 2017

david rosenmann-taub / de cortejo y epinicio



Continuo éxtasis (fragmento)

*

De hinojos, las visiones deslumbradas
oscuramente, así como has pedido,
con el hosana diáfano escindido
sobre las palmas apesadumbradas

en el amplio reposo apetecido
desde que padecí las empapadas
vigas de siervo, hasta que tus espadas
rebanaron mi intrépido latido

en mi lecho final aquí me tienes.
No sé si acudirás y tengo miedo
de que no vengas a mis pobres sienes

a tomar este fuego de viñedo
tuyo que por la tierra he sustentado
aprisa, quiero aprisa tu llamado.

~~~

Impromptu

*

   Ilumínate, labio, inúndame, desátame;
de púrpura es el canto, y el cálamo, de hiel.
Te saciará de zumos la jarra de mi pecho.

   Inúndame: la fosa persevera sedienta.
Desátame: mis brazos no son sino semillas.
La orgía de rubíes abarcará mi fuego.

   Complétame y restaña, bocanada, en la estrofa
de azar, los vasallajes de eternidad frutal.
Eleva, para mí, tus huellas de fanales.

    Abatido, el centauro del ocaso, en agraz,
derribará el tendón que mi asombro prefiere.
Brizna de regocijo: mi carne no es mi carne.

    Destrúyeme en el éxtasis, pantano de indelebles
gargantas o cadenas: definitiva sílaba.
Escanciaré del todo la maga medianoche.

    Por crear hendeduras en el templo arrasado,
entre constelaciones zurcidas, cortezuela
de tu tronco de lepra, se parte el horizonte.

    Ilúminame, labio: mi corazón gotea.
Los luctuosos renuevos trituran sin descanso
mis liturgias. Inúndame: las laderas vacilan

    Aluvión y prodigio, tus mieses me blasonan.
Es más púrpura el canto en el amanecer.
Desátame: mis brazos no son sino semillas.

~~~

Schabat

*

Con los ojos sellados, vesperal,
ante los candelabros relucientes
de sábado, mi madre. La penumbra
lisonjea sus cuerdas. Desfallece

la hora entre las velas encendidas.
Los muertos se sacuden -fiebre-: huestes
de fiesta, sin piedad, cual candelabros,
peregrinan espejos. Desde el viernes,

avara, la agonía. En los cristales,
atolondrado de fragor, el sol,
filactería de adiós, cree soñar.

La casa es un sollozo. El horizonte
cruza la casa: rostro del crepúsculo
ido entre lo jamás y lo jamás.

***
David Rosenmann-Taub (Santiago de Chile, 1927) Cortejo y epinicio. Santiago de Chile: LOM, 2002.

Fotografía: memoriachilena.cl

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