miércoles, 10 de mayo de 2017

sylvia plath / últimas palabras









No quiero una caja cualquiera, quiero un sarcófago
con rayas de tigre, y una cara redonda
como la luna para poder contemplar.
Quiero estar mirándolos cuando vengan
juntando los minerales estúpidos, las raíces.
Ya los veo - con las caras pálidas, lejanas como estrellas.
Ahora no son nada, ni siquiera bebés.
Me los imagino sin padre ni madre, como los primeros dioses.
Se van a preguntar si fui importante.
¡Tendría que azucarar y conservar mis días como frutas!
Mi espejo se está empañando --
Unas pocas respiraciones, y no reflejará nada más.
Las flores y los rostros se blanquean como sábanas.

No confío en el espíritu. Se escapa en sueños
como vapor, a través de la boca o del ojo. No puedo detenerlo.
Un día no volverá. Las cosas no son así.
Se quedan, sus brillitos especiales
se calientan de tanto uso. Casi ronronean.
Cuando se me enfríen las plantas de los pies,
el ojo azul de mi turquesa me va a consolar.
Dejen que me lleve mis ollas de cobre, dejen que mis potes de rouge
florezcan sobre mí como flores nocturnas, perfumadas.
Me van a envolver con vendas, van a guardar mi corazón
bajo mis pies en un paquete prolijo.
Difícilmente me reconoceré. Va a estar oscuro,
y el brillo de estas pequeñas cosas será más dulce que la cara de Ishtar.

***

Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963) The Collected Poems. Nueva York: Harper, 2008.
Versión de Sandra Toro.

/

Last words

I do not want a plain box, I want a sarcophagus
With tigery stripes, and a face on it
Round as the moon, to stare up.
I want to be looking at them when they come
Picking among the dumb minerals, the roots.
I see them already–the pale, star-distance faces.
Now they are nothing, they are not even babies.
I imagine them without fathers or mothers, like the first gods.
They will wonder if I was important.
I should sugar and preserve my days like fruit!
My mirror is clouding over —
A few more breaths, and it will reflect nothing at all.
The flowers and the faces whiten to a sheet.

I do not trust the spirit. It escapes like steam
In dreams, through mouth-hole or eye-hole. I can’t stop it.
One day it won’t come back. Things aren’t like that.
They stay, their little particular lusters
Warmed by much handling. They almost purr.
When the soles of my feet grow cold,
The blue eye of my turquoise will comfort me.
Let me have my copper cooking pots, let my rouge pots
Bloom about me like night flowers, with a good smell.
They will roll me up in bandages, they will store my heart
Under my feet in a neat parcel.
I shall hardly know myself. It will be dark,
And the shine of these small things sweeter than the face of Ishtar.

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