Alguien tiene un tenedor mientras agoniza su vecino.
Alguien se ha puesto más verde que el color.
Alguien, a gatas, busca un recuerdo que se ha perdido.
Alguien se olvidó de tomar su caldo: muerto está.
Alguien le da cuerda a la noche, impaciente
Alguien, si pudiera, volvería a nacer y llamarse Isaías.
Alguien no quiere saber nada con sus manos.
Acurrucado en un rincón, no quiere.
Alguien canta un salmo en la boca del cadáver.
Alguien que dibujara un día fantásticas ecuaciones sobre la luz del día,
está, contando ahora, uno a uno todos sus piojos.
Alguien ora en silencio, vomita. Vuelve a orar
sobre su vómito (pero el ave ha dejado su ala en el exilio).
Alguien acaba de nacer y ya espera
en el banquillo de los acusados. Vinagre.
Alguien quiere venderle su alma a Dios.
Pero Dios ni siente ni padece.
Alguien pudo ser pianista
en una gran ciudad sobre una gota de agua
aúlla sus bemoles más oscuros, pierde los molares.
Alguien que tuvo un maestro, una guitarra
frente al mar;una enamorada de muslos lánguidos
se ha perdido, irremediablemente.
Alguien traiciona; muérdese el alma
en el dorso de la mano: acecha
entre dos latidos. Tiene frío.
Alguien, en el jergón del tifus, ha vivido
los tres días difuntos de su madre.
Alguien vio entrar el cordero en la boca
del lobo: Tiene hambre. Sácase los ojos.
Alguien, en cambio, no puede sacarse el clavo;
tararea en la oreja del tísico el “Actus trágicus”
(Recuerda tantas cosas)
Alguien cava una fosa, la suya, honda,
honda para enterrar todas sus palabras.
Alguien se ha quedado sin hermana mayor
arrodillada. Alguien no sabe qué sucede. Querría escribir
una carta, una larga carta a través del mar,
pero esto tampoco se puede.
Alguien necesita – urgentemente- un arma
en defensa propia.
Alguien quiere vivir a pesar de todo,
a pesar de la poesía que nada, nada hizo:
que se lavó las manos.
Alguien ya no puede más!
Sarina Helfgott (Chiclayo, 1928-Lima, 2020)

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