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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

miércoles, 18 de junio de 2025

sarina helfgott / alguien













Alguien tiene un tenedor mientras agoniza su vecino.
Alguien se ha puesto más verde que el color.
Alguien, a gatas, busca un recuerdo que se ha perdido.
Alguien se olvidó de tomar su caldo: muerto está.
Alguien le da cuerda a la noche, impaciente
Alguien, si pudiera, volvería a nacer y llamarse  Isaías. 
Alguien no quiere saber nada con sus manos.
Acurrucado en un rincón, no quiere. 
Alguien canta un salmo en la boca del cadáver. 
Alguien que dibujara un día fantásticas ecuaciones sobre la luz del día, 
está, contando ahora, uno a uno todos sus piojos.
Alguien ora en silencio, vomita. Vuelve a orar
sobre su vómito (pero el ave ha dejado su ala en el exilio). 
Alguien acaba de nacer y ya espera
en el banquillo de los acusados. Vinagre. 
Alguien quiere venderle su alma a Dios.
Pero Dios ni siente ni padece. 
Alguien pudo ser pianista
en una gran ciudad sobre una gota de agua
aúlla sus bemoles más oscuros, pierde los molares.
Alguien que tuvo un maestro, una guitarra
frente al mar;una enamorada de muslos lánguidos
se ha perdido, irremediablemente. 
Alguien traiciona; muérdese el alma
en el dorso de la mano: acecha
entre dos latidos. Tiene frío.
Alguien, en el jergón del tifus, ha vivido
los tres días difuntos de su madre. 
Alguien vio entrar  el cordero en la boca
del lobo: Tiene hambre. Sácase los ojos. 
Alguien, en cambio, no puede sacarse el clavo;
tararea en la oreja del tísico el “Actus trágicus”
(Recuerda tantas cosas)
Alguien cava una fosa, la suya, honda,
honda para enterrar todas sus palabras. 
Alguien se ha quedado sin hermana mayor
arrodillada. Alguien no sabe qué sucede. Querría escribir
una carta, una larga carta a través del mar,
pero esto tampoco se puede. 
Alguien necesita – urgentemente- un arma
en defensa propia. 
Alguien quiere vivir a pesar de todo,
a pesar de la poesía que nada, nada hizo:
que se lavó las manos. 
Alguien ya no puede más!

***
Sarina Helfgott (Chiclayo, 1928-Lima, 2020)

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