A Seremsa
Barrio mío del que no he huido
Y del que ya no podré escapar jamás.
Atardeceres de verano con el viento fresco
¡Noches Inmensas! ¡Parque del Colegio 1047!
Reciban la canción de su poeta.
Vivir quisiera siempre y ver desde aquí
sabrosa entonación de los rituales del fuego.
Eternamente vivo de poema y belleza
arrancar dientes de león de El Verde
Y sentarme en El Cañito a ver la carretera Prialé.
Cerros, Jardines, Muchachas, Armonía,
Avenida los Puquiales y Río Surco.
Puentes peatonales, altas torres eléctricas
y perros flacos, yo los amo con ternura.
La flora y fauna de mis células son la sombra de
Los árboles de la avenida Principal Atarjea.
Yo aquí me dediqué a destejer el universo
y a tornar plastilina la realidad perfectamente visible.
Yo no quiero partir a un edificio con rejas y control,
yo no quiero abandonar los arenales de mi casa,
yo no quiero despertar en un lugar pulido,
quiero crecer desde aquí y no ser vencido.
Yo quiero sembrar mi pequeña esperanza
entre mi gente, mis amigos, las esquinas y mototaxis.
Entre chibolos achorados, albañiles,
Entre señoras que venden salchipapa,
Entre niños maltratados y abandonados por sus padres
y bodegueras, panaderas, y más eras
y entre tantas eras, sentir el corazón de todos
y cantarlo en mi pequeña sílaba ardiente.
Por la cruz de Sagrado Madero
celebramos en mayo las plurales verbenas.
Se recuerda entonces el peregrinaje
de la Atarjea a Seremsa.
Seamos bienvenidos
a la noche de las fiestas y cebadas
Y al solidario plato delicioso
de carapulca con sopa seca.
Barrio mío, te miro desde la sombra
de mis libros libres
Y sin ápice de tedio,
aún respiro y ardo
y entrego para siempre mi fresco corazón
a tu gente, tu tierra, tu futuro
como una semilla cósmica
en la vasta arquitectura,
Seremsa, lila del Perú.
***
Julio Barco (Lima, 1991). Inédito.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario