sábado, 6 de julio de 2024

eavan boland / ámbar









Jamás importó que alguna vez hubiera un inmenso duelo:

Árboles en las faldas de las colinas, en sus pequeños bosques, llorando
algo de plástico dorado cayendo

al suelo a través de estaciones y siglos –
hasta ahora.

En esta agradable tarde de septiembre en la que estás ausente
sostengo, como si mi mano la pudiera guardar,
un ornamento de ámbar

que alguna vez me diste.

La razón dice:
los muertos no pueden ver a los vivos.
Los vivos nunca volverán a ver a los muertos.

El aire diáfano que necesitamos para encontrarnos se
fue para siempre, sin embargo

esta resina una vez
recolectó semillas, hojas y hasta pequeñas plumas mientras caía
y caía

que ahora en la atmósfera soleada parecen
tan vivas como
alguna vez lo fueron

como si el pasado pudiera ser presente y
memoria misma
una miel báltica –

una raspadura en los bordes de lo visible, un lucirse apenas de
cuanto podemos cuidar

en una transparencia fallida.

***
Eavan Boland (Dublín, 1944-2020)
Versión de Iván Ivanissevich

/

Amber

*

It never mattered that there was once a vast grieving:
trees on their hillsides, in their groves, weeping –
a plastic gold dropping
through seasons and centuries to the ground –
until now.
On this fine September afternoon from which you are absent
I am holding, as if my hand could store it,
an ornament of amber
you once gave me.
Reason says this:
the dead cannot see the living.
The living will never see the dead again.
The clear air we need to find each other in is
gone forever, yet
this resin once
collected seeds, leaves and even small feathers as it fell
and fell
which now in a sunny atmosphere seem as alive as
they ever were
as though the past could be present and memory itself
a Baltic honey –
a chafing at the edges of the seen, a showing-off of just how much
can be kept safe
inside a flawed translucence.

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