miércoles, 19 de junio de 2024

julia wong / tarde de mujeres satisfechas jugando vóley ball en un jardín













Es verano donde tú estás
El jazmín rebelde cuelga de un temor vespertino
la sombra empuja los tonos agujereados de la luz hasta verdearlos
los cuerpos opacos imitan una onda sonora,
(recuerdas un beso arenoso cerca al Pacífico).
Me recuesto aletargada en una barca de vidrio
Me permites observarte como un ladrón de ganado
Las imágenes sagradas de nuestro éxodo
Cubiertas por mantas funerarias
Es un domingo envuelto en aire
Cada mueble perfecto está en el lugar de la rosa.
No aparece tu rostro, ni como en la canción de Charly García
No hay pared, ni flor en luto, sólo esa nostalgia por la velocidad.
Mi cojín, duro como piedra, es un arlequín que no ríe
Aquí hay otro hombre cavando tumbas para palabras no dichas
Es alto y más huesudo que tú
También tiene canas
A estas alturas todos tenemos canas
Músculos incandescentes que volaban sobre las olas
La amistad con seres hechos de agua es portentosa
pasos triples del exorcismo
en las almas vacías de las mujeres satisfechas, aparece un destello
la oportunidad de destruir al sol nos convierte en verdugos
Los sabios italianos conocían ese punto de fuga
                                                                               en un paisaje doméstico
Soy la razón para esta partida tardía con una pelota de trapo
las esposas juegan en ese patio grande condenado a la bondad
Diente careado de ballena carmesí
Mis aletas puntudas, multiforme
Mi lomo índigo pintado de cangrejos ciegos
Siguen puliendo la loza, buscando su salud en mi imperfección
Mis brazos cargan sonidos imposibles de pronunciar
Romper la barrera del tedio
O entrar en el ojo del brontosaurio y descubrir
que el primer presidente de Canadá
se alimentaba de carne de oso.
Dormito, en la paciencia de una hormiga
aunque un motor de guerra anuncia la desaparición de la especie
Las mujeres saborean tortas rellenas de chantilly vegana
Maridos de bien, meten una mano en mi vientre
y la otra en el orificio que suplanta mi oreja,
La temperatura del olvido es desalmada
Por si el trapecio nunca volviera a su lugar
y yo tuviera que caer en picada.

***
Julia Wong (Chepén, 1965-Lima, 2024)
Fotografía de Dirk Skiba

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