sábado, 6 de abril de 2024

julia wong / año del cangrejo











No aparezcas más, Cangrejo
Tus pinzas aprietan mi encéfalo y mi peritoneo
Seduces nuestros ojos nublados de ciudad.

Vagamos en el sueño que tu hambre dibuja.
El mundo es frío, desvaído y me avasallas
en tu ola. Avanzas hacia atrás: un camino seguro.

Los que no pueden ver los amaneceres en Pisco
estremecerse lentamente en la hojarasca
ni los crujidos que se retuercen bajo las piedras

Los que no oyen tu rumor cuando enrojece el cielo
no saben que tuyo es el reino de este tiempo.

Ulula tu sombra en los Vecindarios,
se asombra de tu rostro el panadero, las flores
y los códigos susurran tu danza

Amanezco, voy al doctor, con su usual santidad:
Me peso con ternura, siento el gélido vocablo
estallar entre mis labios, la siento con su volumen
de ganglio revueltas bajo el pavor y el cansancio.

No sé por qué la lengua vibra: cáncer es
un símbolo de amor. El mejor signo del zodiaco.
Dice 1 horóscopo de mil:

“Representa las altas y bajas emocionales que se
mueven como el cangrejo y que finalmente se
esconden en su caparazón. La maternidad, los partos,
el amor maternal, la familia, la patria, la casa, la
cocina, las masas, las mujeres, los ríos, el sentimiento
y la imaginación”.

He imaginado al mundo sin casa, sin amor, sin familia,
sin patria, sin cocina, sin masa, sin hombres, sin río
ni serpiente ni estrella
y es allí donde aparece el Cangrejo
elevando su tenaza, sosteniendo su caparazón.

Nada más estúpido: llamar cáncer a un malestar
que usa el dolor para manifestarse
cuando es un crustáceo con muchas patas.
La falta de rio, la falta de río me mata.
Nadie lo sabe. Ya tengo un río cerca de otra casa,
de otra patria donde soy menos amarilla,
menos negra. Más legal.

Pago mis impuestos y respetan los horarios del
Intestino Dorsal-simetría de la paz
ansiosamente buscada- en cada visita al consultorio
salgo menos mujer y más una ficha médica
con un código que recibe indicaciones.

Esa no soy yo, ese linfoma no es mío
Ese cáncer es de la señora que acaba de pasar
Del joven que huye a ver a su enamorada
Del heladero solitario que cruza el parque
De Susana, mi mejor amiga de la infancia.

Quisiera devolverle señor su patria, su familia,
Sus panes calientes, sus torrejas de atún
Sus juguetes de plástico, sus adornos
made in china devolverle su ilusión de tener
un barco camino a Venecia.

En la sala de espera, las moscas se retuercen
alrededor de los oxidados ventiladores. Los pacientes
Aguardan. Titilan anaranjados faroles. Nadie posee
calma.

Sueñan otra Venecia, no con su familia. El viaje de sus
cuerpos
estallando en otras aguas, de repente
solitarios errando en otra ciudad.

No saben amasar pan ni cortar algodón para hacer
oraciones
Es quebradizo y telúrico este tiempo
Incendios, caos, vidas convertidas en códigos.

Es el tiempo de un crustáceo que pudre los cuerpos
Ya perdí un pedazo de mí , hilachas de tumores,
dos huevos, dos ganglios

Muchas radiaciones y muchos presidentes
Sin comprender el cuerpo ni la dicha del hombre
        Ni el cuerpo ni la dicha de la mujer
        Ni los cuerpos de arena
        Ni los gladiolos en Guerra en Ucrania
        Ni la convulsión de nuestra mente
                                    mirando el Amanecer.

Entonces construyen un dron que sea capaz de
aniquilar la Historia

Todo estalla. Subes la luna del taxi. Los koalas maman
fuego,
            se incendian en su inocencia
Su inocencia es un puñado de hojas rosadas flotando en el
            asfalto
Sucumbimos ante un pie de limón lleno de azúcar
mortal
y ante un amigo que nos dibuja
una felicidad perfecta para cerdos con crayolas
            -la dulce vida-
el Cangrejo se llevará la casa, los hijos, la mujer , los
hombres buenos, los besos, el pan, las torrejas de
maíz, las arepas, los alfajores
            y nuestros huesos sin abrazo.
Ni siquiera servirán de alegoría para los
embriones que
                    hoy se ondulan en una noche de
fiesta
                    estallarán buscando
                   latas frías de cerveza frente a un
                    atardecer ocre.

Huelo el pasto de la ciudad, sus gritos.
Se desvanecen los rumores del tráfico.

Ellos serán embestidos por una manada de canguros
sin hijos
Enloquecidos en su desesperada búsqueda de agua
Aferrados a dioses y sueños Extraviados de sí mismos
Que regentan los drones dirigidos por otros príncipes
del desierto.

Del último hielo
                    Vendrá la escritura de Siberia que
dice
Tara, mi amor, Tara diosa de la verdad y la belleza
                    No dejes que el imperio de la
química me
                    subsuma en su basurero glaciar
                    Y un cangrejo pequeñito, jocoso y
voraz
                    como una rosa
                    será el único sobreviviente
                    de la especie.

***
Julia Wong (Chepén, 1965-Lima, 2024)

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