miércoles, 28 de noviembre de 2018

sayaka osaki / dos poemas













Suihanki [arrocera eléctrica]

*

Aunque debo haber tenido mi pintor favorito, se me olvidó
Aunque debo haber tenido mi canción favorita, se me olvidó
Sin poder hacer nada, me puse a cocer el arroz en el Suihanki aunque no me gustan esas malditas Suihankis
Nadie puede saber qué tiempo hacía el día de su nacimiento
Nadie puede hablar con quien murió el día de su nacimiento
Decidí creer en lo que alguien enseñó después
y salí en busca del papel de baño, que se me acabó

Mientras buscaba la manera de resistir, anochecía
Mientras ponía todos mis esfuerzos en sobrevivir, amanecía
Como no podía acordarme de qué iba a decir
tomé tu mano, ya que estabas respirando ante mis ojos
Las palabras que anotas en tu cuaderno de doble página y las del libro que me hizo llorar no son las mismas

Aunque te parezca extraño
me sentí tan feliz por eso que me puse a reír
Acerca del tiempo del día de tu nacimiento lo contaré como me dé la gana
Acerca de la persona que murió el día de tu nacimiento lo contaré con exageraciones y errores
Al principio me creerás enteramente y te sorprenderás y luego te decidirás por no tener buenas creederas
El hecho de que no me creas
me reconforta a mí, quien vive con el Suihanki
No perderé la calma aunque olvide mi cuadro favorito Tendré confianza en mi alma salvaje

Encima de la estera azul ponemos
las bolas de arroz y los productos cotidianos, traídos por cada uno y dices que es como el Hanamí
mientras vives tu vida

/Versión de Eiko Minami y Ximena Sánchez Echenique

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Los que fabrican tinieblas

*

Esta persona reparaba tinieblas.
Reparar tinieblas es fácil y cualquiera puede hacerlo.
Mucha gente deseaba conseguir trabajo de reparación de tinieblas. Creo que yo también soñaba con conseguirlo.
Después pasó largo, muy largo tiempo.
Esta persona reparaba tinieblas.
Hizo un buen trabajo por aquel entonces
y su nombre se divulgó entre las personas relacionadas con la reparación. A mí también me enseñaron su nombre.
Pensé que quería verle algún día. Quise verle y tocar sus manos.
Conseguí un trabajo relacionado con la reparación. Esta persona reparaba tinieblas.
Las tareas relacionadas con la reparación eran diversas y yo trabajaba y trabajaba, todos los días, todo el día
hasta cansarme tanto que casi no pude levantarme al despertar las mañanas.
Sin embargo continué con mi trabajo relacionado con la reparación esperando tareas relacionadas con la reparación de tinieblas.
Pasaron muchos, muchísimos años.
Un día esta persona fue a morir acurrucadita en su taller de reparación de tinieblas.
Me enteré de eso en mi taller y lloré a gritos sin cesar.
Nunca le había visto.
Nunca le había mandado un email. Nunca me había dedicado a las tinieblas.
Me miraban furtivamente las personas relacionadas con la reparación. Al final, alguien dijo que ya podíamos irnos.
Dejé mi trabajo relacionado con la reparación.
Al día siguiente me llegó una postal que me encargaba
la reparación de una tiniebla.
Desde entonces empecé a reparar tinieblas. Fue un trabajo fácil y además apasionante.
Fue un trabajo que no quisiera enseñar a nadie.
Yo reparaba tinieblas estropeadas que había reparado esta persona. Ya hacía mucho tiempo que murió esta persona.
Un día yo fui a morir alargadita en mi taller de reparación.
Unas personas lloraban a voces para mí pero no oí ninguna de sus voces.
En cambio
al cabo de un rato apareció esta persona.
Me alargó su mano derecha con sonrisa pícara
para darme una herramienta que tenía una forma extraña. Nos estrechamos las manos rápidamente.
Y en seguida
nos fuimos derecho a nuestros respectivos talleres donde se fabricaban las tinieblas.

/Versión de Azusa Tanase y Ernesto Pérez Zúñiga

***
Sayaka Osaki (Kanagawa, 1982)

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