miércoles, 18 de julio de 2018

felipe cussen / efectos personales









UN ESTUCHE.
En este poema pueden caber todos los demás, a pesar. Lo importante es que todos
se mezclen indistintamente, y que sumen un número impar si es posible.
El fondo, por supuesto, no es doble y, por supuesto, no es la noche.
Cabe señalar que este poema sólo se abre los domingos.

UNA ESPONJA.
Este poema es húmedo como un beso que no dura. Es un verano ante el cual se han
plantado cien arqueros con sus flechas.
Nunca es prudente apretar.

UNA CUCHARA.
Si quisiera, con este poema podría recoger una por una todas las letras que han
sido descartadas de los nuevos alfabetos.
Es tan difícil tragar todo esto.

UN RELOJ.
Este poema, obviamente, sólo marca las excusas, y de ese modo se equivoca todos
los segundos.
La mejor manera de colocárselo es lanzarlo desde un edificio.

UN DIAPASÓN.
Prefiero guardar este poema en un bolsillo. ¿A quién le ha servido alguna vez un
diapasón?

UN ANILLO
Este poema se saca del dedo y uno lo puede enviar dentro de un sobre a muchas
personas para ver qué pasa, si es que pasa algo. Es como lo que ocurre con las
monedas de la suerte: ninguna moneda da suerte.

UN TROMPO.
Si uno tira del cordel no encontrará nada al final de este poema. Pero al mirar
hacia la tierra siempre queda marcado algún nombre para que alguien lo pise
alguna vez.

UNA GOMA DE BORRAR.
Quizás éste es el único poema que soy capaz de escribir por el momento.
Me gustaría comenzar ocupándolo sobre las fotos de las caras de ustedes, pero lo
más probable es que no termine.

UNA PISTOLA.
Este poema es de mentira, pero es el único que funciona.

UNA LLAVE.
Con este poema no se abre ninguna puerta, ni siquiera otro poema.

***
Felipe Cussen (Santiago de Chile, 1974)

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