A veces no soporto la vida
Y me emborracho
Solamente eso y sé que nada salvará la belleza de mi alma de mi destrucción.
Los amigos han partido.
La belleza es un lugar poco común en este lupanar llamado país.
Un lugar común cercado por las ratas.
Escribir siempre atroz.
Siempre perdido en las volutas de mi mente.
¿Por qué no arrojarme del Puente Trujillo
Contra las aguas del Rímac?
Porque quiero vivir pese a todo.
¿Para qué la consecuencia poética
En este jardín de moluscos infinitos?
De combis donde suelo despertar atado al caos.
¿Por qué, para quién, con qué pretexto seguir calibrando versos en medio de los peajes
el tráfico la enemistad la soledad y el amor?
Estoy harto de la poesía.
Harto de tanta gente huevona escribiendo cualquier estupidez por redes.
Harto de tener que vivir de perfil bajo.
De los satélites de los equinoccios de los ojos perdidos de las aves en mi mente.
Estoy harto de la hipocresía de mi Perú.
La señora que hace once años vende tamales en las escaleras de la UNFV sigue ahí.
Sentada, pretendiendo que hay un sentido mayor
Al apuro de los peatones.
Pero no hay otro que su pobreza.
Que las páginas de sus ojos y su hijo, a su lado, intenta hacer su tarea.
Mientras yo voy a estudiar
Siempre apurado aburrido sin ganas de ir
Pensando en todos los tiempos idos en la licencia la pendejada de vivir
De la poesía del arte x el arte
Ahora escribo en las líneas de mi block de notas
Un cuaderno peruano más en la tierra de los escritores
Arrojados al horror de no tener mayor sentido que la tinta de su sangre
La embriaguez como una forma asumir la vida.
Asumir las cosas cotidianas.
Este no escribir para trabajar para vivir.
Este no escribir para buscar los crepúsculos en las trepanaciones de mis letras.
Y siento que el tiempo se agota
Como los buses completamente llenos
Como las calles completamente sucias
Como los corazones destrozados
Como cualquier equinoccio entre los ojos.
Estoy harto de todo esto de la Literatura.
Siempre me siento solo.
Siempre siento que mi arte fue arrancarme la oreja en una iglesia vacía con el sol sobre los ojos.
Siempre siento cólera por no tener mil yo poéticos
Sino mi vertiginosa locura envuelta en kilómetros de páginas.
Y quiero desgraciarme. Y quiero destrozarlo todo.
No hay ganas de crear algo explosivo ultra desconcertante para una tradición
Hecha de lirismos de llantos de semen
Ya no hay ganas de nada salvo de volver a casa
Embriagarse a solas
Las nubes siempre será el tema predilecto de los poemas que contemplan sobre su propio corazón el cielo la hierba
Este lamento esta forma de no llorar.
Hoy lunes de cualquier año
Atrapado en cualquier abecedario en cualquier desamor ajustado
Atrapado en los microbuses terribles
En la embriaguez que se muerde la cola
En las ventanas herrumbrosas de mi semblante
En Seremsa
En la av. La Atarjea
En mis camisas a cuadritos y mi Pilsen y el saxo de Cannonball
A la realidad
al endecasilamiento de mis arterias en lo que es un mundo.
Y debo añadir mi tragedia a este escenario
A las venas de la avenida Tacna
-Donde tantas veces caminé extraviado-
Ahora solo soy un alumno que va tarde a clases desanimado
Sin nada más que la convicción de sacar un título
(que, en verdad, no sirve para nada
Como no sirve estudiar ni leer la obra completa de Martín Adán ni contener nada más que un mundo destrozado).
Nadie a mi alrededor lee poesía.
Las adolescentes toman cincuenta pastillas en sus habitaciones.
Un joven asesinó a dos muchachas en Av. Perú.
Un poeta se suicida en Lince.
Estoy atrapado en la desilusión y el hartazgo.
¿Debo acaso soñar con el retorno ahora que estallo contra el asfalto?
Me parece tan absurdo rimar las palabras
Buscar ese juego de ritmo y sentido.
Bienvenidos a mi borrachera.
Estos versos suenan a mi mente locamente compleja y abrumada
En lo que terminó siendo mi vida.
El artista se copia así mismo (se dibuja todos los laberintos que puede ser) persigue en su propia marea.
Los laberintos se copian a sí mismos, organizan su taxonomía, se consumen a sí mismos.
Mi hija juega en su corralito.
Yo me siento tan solo.
Y escribo por la soledad de todos.
Mi hija dice abruuu, abruuu
Escribí locamente desquiciadamente todo lo que quise.
Déjenme aburrirme por las calles.
Déjenme odiar con melancolía a mis docentes catedráticos míos.
Déjenme sentirme una mierda en este punto del universo al que me destinó la existencia.
Hay que sacarse del cuerpo los poemas o se terminan pudriendo adentro.
Y, aunque tengamos dinero, morimos.
El arte es así.
Es urgente.
Es vital.
Es más veloz que todas las balas penetrando los cuerpos en estos instantes.
Aunque sea mentira.
Aunque no exista nada.
Se pudre en el cuerpo: el poema nos destroza si no lo escribimos.
Tuve que escribir más de mil libros antes de ser este cuerpo redactando la tragedia de vivir.
La escritura siempre es un origen
Nos devuelve a lo primario. Estados de mi alma en stickers pegados a los vidrios de las combis.
Perdónenme si muero por vivir de esta manera
Por poner mis deseos de goce y arte por encima de cualquier convención.
Mi pelo largo incomoda.
Mi indómita mirada contra las formas convencionales comprando piña en las mañanas.
Y en las tardes, vamos con Alba al parque
Donde baila una canción de Navidad mi pequeña hermana.
Bajo el cielo del verano, Alex corre suda nos saluda.
Un helado de camu-camu entre mis manos es un goce taciturno como la poesía de Eliot.
Sin embargo, pese a mi caos, yo amo,
yo trenzo mi música entre los jardines metálicos del siglo XXI.
Yo escucho la voz de todos los ritmos y ríos siderales
dando vueltas retozando en la gravitación
de las cerezas.
Y mi literatura la escribí en el cielo meteorito errante:
Palabras como la estela de fuego del que deambula entre los años y mi voz se comba
cimbra el espacio de las cosas los omóplatos del cosmos
en esta dulce sinrazón que es vivir
encontré los ojos de Leydi.
Y la dictadura de los cuerpos trenzó esta música en las palabras que ahora lees.
No perdí nada, seguí siempre la música de la poesía
Río del ser, furiosa melodía que desata mis pupilas
Y no he olvidado que vivir es siempre una forma de escritura.
Vivir es el poema.
Ahora que me veo tan lejano de aquellos días en Breña
Para después cursar estudios pre universitarios en ADUNI de la avenida Bolivia.
Y conocer a Oscar, a Yanel, a tantos amigos, y
editar mi primera revista de poesía (Albatros) aquello
tan lejano como mi examen de admisión con mi abuela esperándome en las veredas de la av. Alfonso Ugarte
y yo me dije que de entrar a UNFV sería poeta
(de entrar a San Marcos sería novelista)
Y ahora (miles de páginas) no sé qué xuxa soy.
Yo quería simplemente salvarme escribir para salvarme algo así como poder crecer en algo
Todo era y es caos
menos la luz que encontraba en las hojas de Word
En la blancura dando directamente a mis pupilas.
Y todo es una mierda salvo leer, escribir
Salvo intentar escribir para salvarse a uno mismo.
Y leer a Bécquer bajo la cama, faltar a clases para sumergirme por los mares de Melville.
Mi corazón es un chibolo punk y escucha Nid.
Puchos de mentol y soledad.
Quiero ser un gran escritor.
¿Cómo hacerlo realidad?
Escritura del viento, del cuerpo, del sexo.
Hice una obra de teatro en dos noches usando de personajes a mis patas del barrio.
Qué loco todo.
Mis compañeros me hicieron bullying.
Me dijeron que era cursi.
Escribieron mi nombre en la pizarra y dijeron que nunca sería escritor,
O sería uno malo
Aburrido…
A la mierda lo que digan los demás.
Seguí leyendo.
Novela Latinoamericana. Boom.
Y todas esas técnicas literarias que no sirven un carajo.
Ahora creo que la literatura es algo en la sangre
Miles de caballos galopando a toda velocidad.
Siempre quiero vivir atado a la música del fuego
Los cuerpos y sus bocas. Bésame ahora mismo.
Escribir nos desgasta pero nos da vida.
Una vida más vital y menos huracanada.
Parques de Santa Anita donde anduve buscando amor.
¿Ahora somos acaso un campo de violetas?
Una balada en la boca de la madrugada.
Si escribí tanto, si viví a mi manera
Ahora solo mato a las polillas de mi cuarto colocando una vasija con agua contra el foco
Y recuerdo tantas cosas
Con estos ojos de loco que me dio la vida
Con este talento insensato que es mi corazón
Y todo late y se desata en las ardientes oraciones.
Y en el poema van los edificios, entran
Las señales, los rituales, las playas, los viajes, los corazones dibujados en las bocas
y en todo va mi voz.
Entran los siglos y se aprietan.
Yo tomaba algunos versos para disipar la neblina de mi corazón.
Ahora todo convulsiona.
Bienvenidos a este abecedario de yuyos y desacatos.
Bienvenidos al universo Barco.
Estas calles tragaron mi juventud.
Ahora solo hay un meteorito en mi escritura:
¿Meteorito en mi escritura es una metáfora perfecta que tu mente atrapa?
La noche se atraganta de símbolos.
Mi primer libro lo publiqué con Jorge Luis Roncal
Que me invitó un café y respetuosamente me dijo:
“Hay talento, tenemos que sacarlo en Arteidea”
Para ese entonces mi PC Windows Vista
apestaba a versos a cuentos que se sorteaban entre mis dedos.
Bosques de palabras prosa de mi propia individualidad
El yo como tema los otros como método
Poemas sobre todo lo vivido,
¿Acaso el poema no es en esencia un estado de vida?
¿Acaso seguiría la senda de Juan Ramírez Ruiz astroso al norte del Perú?
¿Acaso la de Chocano acuchillado en el sur?
Cada poeta lleva en su destino todos los destinos anteriores
Y los derrama en su propio caminar.
Ahora despierto y veo los ojos de mi bebé.
¿Ella qué mira al mirarme?
¿Qué esencia permea su sonrisa en este instante?
Papilla de fruta. Cortamos la piña en el desayuno.
El arte de amar es el arte de pelar frutas.
Yo no sabía que la escritura es una forma de canalizar el dolor.
Mi bebé me sonríe, llora, se estira, se aburre.
Yo también me aburro.
Los asteroides brillamos antes de cubrir el horizonte con su brillo.
La poesía es acaso este instante donde me pierdo
En su sonrisa.
Yo también crecí en esta casa.
En este barrio.
Entre estos cerros.
Frente a Evitamiento
Con el tren de madrugada
Y las mariposas blancas
Y dientes de león navegando en el viento.
Ahora despierta: llora, se queja, busca el pecho
De su amá.
Un sol tibio entre sus labios.
Leche dulce y lírica.
Amor es este silencio en medio de la noche en medio
del dormir de los cuerpos.
En medio de las gotas de la ducha descompuesta.
Acaso mi palabra me conduce lejos del hartazgo.
Quiero paz, quiero elevar esta consigna a todos lados,
La paz de las madrugadas.
Paz en las casas de la ciudad
donde se viola a niños y se asesina.
¿Qué mierda pasa en el Perú?
¿Debo rimar mis versos ahora que todo es caos?
Mi poesía también es el silencio de las camas de los hoteles.
El olor a creso de los baños hediondos.
La moneda que permite que la voz de Charly García
Suene en los timbres de jóvenes borrachos.
Los micros aburridos y ojerosos.
El hartazgo de la ciudad de los cuerpos caminando por la ciudad.
Mi poesía perdió todos los concursos literarios y no fue llevada a la Feria Internacional de Guadalajara
Pero habitó mi boca como una estrella.
Como el fuego vertiginosamente límpido.
Pasaron los años y escribí El nuevo fuego y me acusaron de kilométrico.
Pasaron los meses y saqué Chaufas y me atacaron por ser breve.
Jamás gustaré a todos.
No estoy hecho para las masas parcializadas en los memes cibernéticos.
Miro mi ciudad desde el puente amarillo de Seremsa.
Carros en ambas direcciones de la Evitamiento.
Luces ámbar rápidamente agitadas como mariposas fugaces.
El sueño recorre la palabra y explota.
La misión del arte es convertir el instante en una cápsula mental.
¿La misión del arte?
El caos viaja en todas las direcciones que mueven a los buses,
Camiones, ticos, motociclistas, bicicleteros que van por la carretera de Norte a Sur (y viceversa)
asfixiados en embotellamientos.
Escribí: pude contener el vacío, alumbrar un
Instante la ironía de la época, tomarle un selfie a mi tragedia.
Los cachineros siguen cambiando botellas por pollitos.
¿Quién cambia poemas por latas de atún o menestras?
Permanecer es todo lo que posee un poeta.
Todos los presidentes del Perú están presos
Y los poetas seguimos usando los buses y no hay a dónde ir.
Mis prosas no poseen la estructura requerida para ser parte de un género literario:
mi mente tampoco.
Mis manos, mi voz en medio de la noche
Se junta a los que caminan, como yo, perdidos bajo el flujo de los semáforos.
Habito este deseo de internet, de intensidad, de ebriedad.
Habito este deseo. Este deseo es escritura. La libre bifurcación de la creatividad.
El único fuego vivo. El que silabea la tribu en nuestras arterias.
La música de los versos estalla en mi cerebro de niño de cincuenta mil años.
Todo lo escrito ya fue dibujado con la claridad de mis dedos.
Abro los ojos.
Me invitan a eventos, ferias del libro, recitales,
Encuentros, conversatorios, debates,
Esta ciudad se devasta. Nada es trágico. ¿Podría acaso abrir un libro de Vila-Matas
de la Biblioteca Ricardo Arbulú Vargas?
Las parejitas se acumulan en las puertas de las universidades. En la avenida Tacna,
paran algunos taxis urbanos. Alguien baja. Otro sube.
Olor a smog, a choclo cocido, a cigarro.
Los destinos de todos los millones de habitantes. Los destinos inútiles
Como el mío.
Ya no hay héroes en la poesía. Nadie se corta las venas por un verso. Nadie es expulsado
de ningún lado por escribir poemas, dijo Balo. O algo así.
Lo que importa es tener una fan page y muchos likes.
Lo que importa es lo físico.
Lo que importa es vivir en Barcelona.
Lo que importa es escribir al gusto de las grandes editoriales.
Lo que importa es que te inviten a los viajes internacionales.
Lo poético es un molusco lila.
Yo sigo abriendo las páginas. Los cuadernos.
La poesía peruana es un bus interprovincial que viaja en las cabezas de algunos.
¿Cómo se cierran los poemas? ¿Cómo se abren los poemas?
¿Cómo se usan los yoes creativamente para dibujar un laberinto mental medianamente flexible a todo ámbito del pensamiento?
Porque me siento tan solo ahora. Otra vez sentado frente
A la estatua de Vallejo, saboreando el vino de los versos pasados.
Kozer (afirma) lleva escritos más de ocho mil poemas sin lindar con la dulzura
Ni dejar los finales a su suerte.
¡Vaya, viejo cubano! ¡Y qué mierda importa eso!
¡Aquí en Lima un poema mal terminado no vuela como gallinazo!
¡Nos queda la soledad de los techos! ¡La flacura de los gatos!
Los años han pasado.
Los miércoles.
Las cervezas heladas.
Los amigos.
Las broncas.
Las polémica.
La fe.
Los inviernos.
La pendejada de seguir vivos.
La poesía aún permanece
crece vuela se salva como furioso diente de león.
Julio Barco (Lima, 1991). Inédito.
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