martes, 17 de septiembre de 2024

jerome rothenberg / tres poemas













Esto me enorgullece

*

Dejo caer un libro
boca arriba
y me establezco
en el pensamiento recto. Soy lo más relajado

de todo
en mi identidad.
Mi nombre está
frente a ti. Ve las luces
titilar desde
una charola de plata.
Y ve sus lustrosos dedos.
Uno es rojo, los otros
negro azabache.
Camino con seguridad
cuando doblo
otra esquina.
No es mi decisión conocerte pero puedo hacerlo
y lo sé.
A veces alguien
me trae bajo tierra
y me deja quedarme
cerca de los circuitos.
De otra forma
me encuentro sitiado
por helicópteros
alineados arriba
del templo.
Estoy tan contento de conocerte. Dame la mano
y sonríe.
Esto me enorgullece.

Septiembre 1999 Viena.

~

Entro al nuevo mundo

*

Las voces son mudas
hasta que hablo por ellas.
Al conocer el sonido
me encuentro entre
dos fuegos. Uno
es verde oscuro, otro
del color de mi mente
cuando duermo. Entro
al nuevo mundo
donde pensar en la muerte
ya no causa aflicción.
Será bueno ser
siempre un extraño
conocer los términos en los que visitamos adelante y atrás
y hacia los lados.
En la mañana usaré
un traje con hombros
grandes como tablas. Mis ropas son de plástico plateado.
Cuando subo al coche
comienza a volar.
Juego juegos con
los niños
en los que hago de una nariz
un oído.
Como un reloj mi corazón
se acerca
a la chica en llamas
y ahí permanece.
Ahora contaré el siglo
en unos y dos.
Esta mañana
todas las voces de mi sueño hablaron con una voz.
Me siento privilegiado de estar aquí entre ustedes.
De ahora en adelante
viviremos
de tiempo prestado.

Enero 1, 2000

~

Escribo mi nombre en el aire

*

Escribo mi nombre en el aire. Mi lengua está adormecida aunque se agita cuando hablo.

Vivo entre ustedes y sirvo sueños.
Soy un pequeño dios que rebuzna impulsivamente.

No dudes en llamar.

Tu más pequeño deseo
es sagrado para mi. También es sagrado como te cabalgo, las espuelas

a tus costados.
No tenemos madres
sólo vacas
ni padres más que el viento. Planeamos sobre una calle pintada resplandecientes casas y
débiles sonrisas. Una mujer
saca un peine
de su cabello
y nos saluda.
Cansado de este “espectáculo”
un hombre rojo
apunta a su sombrero.
Crece hasta que
aniega
el mundo.
En agradecimiento
nos inclinamos
mientras él
hace alarde de sus listones alegremente.

***
Jerome Rothenberg (Nueva York, 1931-Encinitas, 2024)
Versiones de Edmeé García

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