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Michaela, así como cuando viajábamos alrededor de la lluvia /
como luciérnagas hechas espirales por los cielos sobre Roma /
el diluvio ahí en frente, una posibilidad perpetua de quedarnos
quietos en medio de lo que ha sido y lo que no será / Somos el
presente, Michaela / nuestros cuerpos se escriben / en los muros
imperiales, en las construcciones pendientes de restauración
/ se hacen uno con la lluvia / entonces pasa que la lluvia es un
dios del que no sabemos mucho / es una frontera en medio de
las ciudades vueltas ruinas / sigue lloviendo, llueve que llueve
nos impregna la cara / renunciamos al pasado / estamos a medio
camino de la ciudad de Caracalla y la de Fritz Lang / la lluvia
anega tus temblores de tiempo / estamos llegando al Panteón /
Coliseo abajo, te mueves, bailas con el cielo / sigue lloviendo, por
los pechos de la luperca escurre ese cielo / Michaela palpa su silencio,
sus ojos color big bang se posan sobre una iglesia anegada por
las grietas /turistas pasan, ya dije que sigue lloviendo, aunque con
menos intensidad / los escombros alumbran, se ciernen sobre vistas
panorámicas color hoja de biblia / esos vejestorios, soñadores
de piedra, no nos creyeron cuando les hablamos de amor / ¿sabes
por qué? si nosotros les enseñamos cuando aún / no éramos Nicolás
ni Michaela, entonces ¿a dónde nos queda ir todavía, querida?/
ya no hay nada más que ver en Roma, pero insistes en que sí /
insistes en la revolución de las nubes y los astros, crees que hay
/ una distancia pendiente de olvidar en toda esta ciudad / desde
tus ojos a los míos / y yo, no sé, Michaela, no estoy seguro de
nada en este rizoma de calles / ya no llueve, y nosotros estamos
sentados en la gravilla del circo máximo / que hoy es solo una
ruina húmeda expurgada de sueños / Michaela recuerdas cuando
viajamos alrededor de la lluvia / y yo, no sé, hay recuerdos que
son escondites y otros que son este poema, ya no sé, ya no sé
recuerdo al sol, cuando salió yo lo mordí en el rostro\
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Roma
Todos los años comienzan con un calendario de Roma
con los meses pasa lo mismo, las estaciones bailan al
ritmo de golpes y puñaladas en los Campos Cataláunicos
donde conocimos que la guerra sí se puede empatar
Aunque Merobaudes cante a favor de Aecio, los vientos
soplan para vernos borrachos en una cuneta imperial
dudando de nuestra inmortalidad y viendo como el
amanecer se hace amo y señor de la ciudad eterna
Pienso si entre las ruinas existe la melancolía y confieso
que los autos pasando en la noche revelan a la humanidad
mucho más que noticiarios y redes sociales
Me dices—las estrellas son ejércitos que entierran el pasado
Tienes razón, y sigo bebiendo la grappa más barata del almacén\
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Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990) Geografía de las geografías. Santiago de Chile: Ediciones Litost, 2018.
Fotografía en blanco y negro por Tilo Nurmi
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