mediateca de poesía personal-universal del ayer y del mañana desde MMXVII/
sábado, 10 de febrero de 2018
jorge cáceres / de rené o la mecánica celeste
¿Por qué hacer el juego de la gran esfinge?
*
Sobre un trineo que los pájaros acarrean
Desde hace tanto tiempo sobre las puertas de ónix
Cuando durante tantos años por vosotros rebaños
[multicolores
Yo escuchaba el rumor de la loba en la punta del bosque
Un collage de Braulio Arenas torcía mi vida totalmente
Por vosotros ese collage esconde la letra la palabra
Tras lo que nada impide ese brillo bien recortado
En el marco donde los árboles se alargan
Sobre cojines desguarnecidos la nieve forma un muro
Un paraje encantador para los que se despiden
Para mí solamente si nada es tan negro como el hierro
O como un carbón en la nariz de la jirafa
El viento del desierto se enrolla en las chimeneas
Es más absurdo que todos los simples del techo
Que todos los locos del pasamanos a medio comer
Que todo gesto contrario a un juego fetichista
Un juego de cristal de roca
Y la exactitud de un latido sin fin
Junto a viejos cortaplumas de lana
Que no son más un arma para el encaje de la costa
Donde ellos se enterraban por doquier.
~~~
Monumento a los pájaros
*
I
Ventosa de las golfas
Que han caminado hacia el bosque
Y aletean al primer estado del abanico
En un carruaje de hojas silenciosas
Y palomas mensajeras
Ellas emigran hacia Repúblicas de copa alta
Hacia hemisferios sin salida
Sus ojos son los primeros cómplices
De sus manos
Al más libre sollozo.
II
Ellas se alargan ellas sueñan
Desconocidas a la sombra de dos alas
Sus gestos son persistentes
Sus linternas son de hojas de Tormenta
Traen el primer soplo del otoño
Y un aire de doble tempestad
Se eleva de sus pies.
III
Plumajes al alcance de un toque de sonrisa
Jardines impenetrables
Donde un primer sonrojo se levanta
De un fruto de una hoja
De un golfo solar.
IV
Los pájaros buscan un aire igual
El día semejante la noche sin fin
O la más loca proeza de nieve
Picotean junto a redes tendidas
Sobre el campo de la loba
Cambian los paraísos.
V
La huella de un armiño en las vitrinas heladas
Un grito desposeído y el gesto de la cuerda que danza
Nube o guijarro al fondo de los deltas
Sobre dos cuerdas boreales.
~~~
Larga vida
*
Una hoguera y el topo en el follaje que se debate
Un quitasol de coral que se desprende y quema
Y la mendiga que yo maldigo es ella misma
Tan sólo más libre
Cerca de un cerezo que se balancea en la hierba
Junto a nosotros bajo la hora de este techo
Una larga línea negra sobre los lagos de ágata
Atraviesa un circuito de cristal
Como una nadadora
En el recinto que deja en paz ahora mismo
Y por fin es sólo reír de un azar sin pies sin cabeza
De una cariátide con cabeza de perro
Bajo el mismo techo donde el piso es un arado.
Cuando yo besaré tus labios de carbón
Para eso tú soplas el agua de esta copa
Una gota en tempestad
Que suena como un arma en la hora que pasa
Como una mancha de envidia en el marco del techo
Un desconocido que juega con palabras
En el mismo punto blanco que yo he visto girar
Entre dos charcos de abanico
Sobre una pista negra.
Se diluye ahora para nosotros el misterio de la costa
Me maravillo de este muro de granito sobre el faro
Y un puente de jardines anida la nueva calle que ríe
Para quienes el amor es más absurdo que jamás
Para mí si yo sueño sobre un imán desconocido
Sobre tu cabeza que juega con las rocas de mar
Entre la niebla de agosto
Yo la aprisiono yo la amo en un tiempo entredicho
Para que no sea la única
Que represa la hora inútil.
~~~
Ver para creer
*
A Titus Forray
La luz es sino una playa que tú desconoces una estrella
Pues niegas todo aquello que yo amo
Y lo que respeto es para ti la actividad solar
Yo he escrito sobre el desierto tus pasos
Y las huellas que dibuja tu sonrisa tu manera de andar de
[reír
Las manos todas semejantes
Los ojos que engañan a los pájaros
Y la rosa epitelial que envuelve tu garganta de dicha.
El cielo es para nosotros esta tarde
La perfección que ya no tiene seriedad
O bien este pájaro de energías en gris
Que represa al sol
Que bebe al sol
Este sol más puro que jamás
Sol de libélulas.
El viento ya tampoco se enreda en el cielo
Sus pasos cambian las estrellas sobre el musgo
Devuelven el ritmo inicial
La realidad
El aire puro
Conduce toda primavera desconocida
Y su mano encanta los frutos de sol.
***
Jorge Cáceres (Santiago de Chile, 1923-1949) René o la mecánica celeste. Santiago de Chile: Pequeño Dios Editores, 2014.
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