lunes, 23 de noviembre de 2020

gunnar ekelöf / un poema













Poder alegrarme aun estando ciego
con lo que otros me cuentan que han visto
Esto es lo que he ganado
Sentir esta mano en la mía
callosa de recoger hierbas comestibles
pero todavía muy joven
quizá demasiado
¡Qué tristeza! ,
A veces cuando ella se ausenta
-sé bien porqué-
y yo me quedo aquí sentado en una piedra esperándola
toco con los dedos
las hojas y hierbecillas de mi alrededor
y siento sus diferentes aromas:
Me devuelven algo de lo que yo solía ver. Sí-
en una época montaba yo un semental
de raza Shammar
cuya genealogía se remontaba a tiempos del Profeta
y no me interesaban las chicas

Todavía puedo oír
el gran cencerro de bronce de la cabra guía
y los cencerros de los camellos
desde el grande del primero
hasta el pequeño del octavo que cierra la marcha-
Oigo los pasos de los hombres
que transitan por aquí
Recuerdo y sé
Por eso no soy ciego
Solamente he sido cegado
Yo he visto
y siento
la mano de la joven
al coger la mía,
unas veces firme, entonces sé que ella sabe,
otras menos firme,
entonces sé que está preocupada.

***
Gunnar Ekelöf (Estocolmo, 1907-Sigtuna, 1968)
Versión de Francisco J. Uriz

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