martes, 30 de junio de 2020

montserrat álvarez / de nosotros decid













De nosotros decid
Vosotros que vendréis más tarde que nosotros
para sabernos bárbaros y antiguos,
historiadores del futuro,
de nosotros decid que fuimos habitantes
de un mundo prehumano, semidivino, semibestial,
precario, fértil en aciertos, fértil en errores

Que habitamos un país en el que las hogueras
dibujaban
en los cerros nocturnos el rojo resplandor de hoces
y martillos

Que venimos de un tiempo de tabernas y de
airadas consignas
vociferadas bajo los rochabuses

Decid que nuestros perros eran largos y tristes y
caníbales

Que en la medianoche de la Plaza de Armas el
Hambre conversaba con Pizarro

Que la Peste nos recibió en su lecho y que nos
brindó asilo y fuimos como hermanos

Que bebíamos con la Muerte y con la guerra en
una misma mesa y reíamos juntos

Que hacíamos poemas y escupíamos de lado que
estábamos tuberculosos y que nos odiábamos
los unos a los otros

Que traicionamos y que nos traicionaron que nos
señalamos con el dedo y que el cielo en
octubre era morado y rojo

Que alzábamos la voz para increparnos que nos
asesinamos y nos reprodujimos y que muchos
murieron y no se dieron cuenta

***
Montserrat Álvarez (Zaragoza, 1969)

lunes, 29 de junio de 2020

manuel de j. jiménez / de "interpretación celeste"













(11/08/2001) Sueño:
Nos miramos a escondidas, hermano, sin que otro soñador
pueda turbar las olas en el espejo. Casi siempre reconozco las
variantes de mi sueño: la sustancia que lo hace flameante, los
contornos que se achican como medusas. Te saludo a ti, Ángel.
Tú me sigues desde el otro lado, no dejas de ser yo mismo en
una dimensión insospechada. Tu modo de ser memoria, de ser
espacio y sonido me perturba. El espejo se tiñe y el envío de tus
caricias se descompone en lluvias o trópicos recargadísimos. El
espejo se tiñe; la cigarra sobre nosotros deja de cantar para los
pobres. A escondidas, sin que otro soñador pueda turbar las olas
de nuestro reflejo. Pero se han embravecido para entonces. Ya tu
cara se vuelve negra, ya tus ojos trepidan entre las membranas
de Dios. Yo te toco a ti, Ángel, en paz y divino.

~
Estaba a salvo después de recibir un ungimiento sacramental,
después de que las aguas me tocaran la frente y colocaran una
señal efímera en mi ojo (…) El sol se deformaba a través de ese
cristal, el canto de las focas onduló entre las elasticidades del
céfiro. Aquellos flujos bebí uno a uno, delante de mi cuerpo que
permanecía fuera de mí, en un devenir pócima. Probé aguas
minerales que oprimían mi mente para darle un juicio a las
luces; probé las aguas aéreas que limpiaron mi esófago tóxico de
muletillas; probé las aguas radiales que limpiaron los enunciados
con suma dificultad (…)
Poco a poco, enrojecido y con parálisis, volvía a ver las
correlaciones del paisaje, los cordones que unían una roca
con otra roca, las cadenas que sujetaban el perfil moche de los
acantilados. En medio de esto, con gran atención, seguía los
movimientos minúsculos de un jacarandá remoto. No podía
perderlo de vista, porque a su paso crecían otros jacarandás que
eran una réplica del primero, pero con los contornos glaucos y
deslavados. La formación de estos árboles me perturbaba porque
parecían soldados contorsionando sus cabezas. Avanzaban o
retrocedían en cuadros, después, avanzaban o retrocedían en
rombos. Algo en mí me dijo que únicamente tenía que seguir
al jacarandá maestro, que se trasformaba en el pretor de esas
provincias gramaticales. Pregunté a cada árbol sobre su mentor,
quienes me achacaban con el mismo ardid retórico: las mismas
palabras remachadas en sus referencias, en sus razones ampulosas.
Supe que si quería encontrar al maestro, tenía que ignorar las
fórmulas: hablar siempre en metáfora. Así que recordé algunos
versos continentales y los combiné rudimentariamente con
los míos (…) Usé la punta más filosa del sonido y saqué la “a”
del subsuelo. Finalmente, entre las hojas caedizas del maestro,
sopló la palabra “calla”, “calla”, “calla”, “calla”.

***
Manuel de J. Jiménez (Antiguo Distrito, 1986) Interpretación celeste. Santiago de Chile: Ediciones Litost, 2019.

domingo, 28 de junio de 2020

cristina campo / cuatro poemas













[…SE QUEDÓ POR AHÍ, TIBIA, LA VIDA—…]

Se quedó por ahí, tibia, la vida,
el aire tinte de mis ojos, cuando
quemaban en el fondo de los vientos
manos vivas, buscándome…
Se quedó la caricia que no encuentro
más si no entre dos sueños, mi infinito
saber hecho pedazos. Vos, palabra
que transformabas sangre en lágrimas.
Tampoco llevo un rostro
conmigo, atravesado en otro rostro
como espera en el vino y consumido
en ardientes silencios…

Vuelvo sola
entre dos sueños por ahí, veo rojo
el olivo en las jarras colmadas de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a vos que te helás
en mi ligera túnica de fuego.

~

[…MORIREMOS DISTANTES…]

Moriremos distantes. Ya bastante
si apoyo mis mejillas en tus palmas
en Año Nuevo. Si en el mío ves
la huella de otra migración.
Sobre el alma muy poco
sabemos. Quizás bebe de las cuencas
de las cóncavas noches ya sin pasos
o descansa bajo aéreos cultivos
germinados por piedras…
¡Señor y hermano!, pero sobre nosotros
en un aparador de cristal solitario
pueblos estudiosos escribirán
quizás, después de mil inviernos:

“ningún vínculo unía a estos muertos
en la necrópolis desierta”.

~

[…A VECES DIGO: INTENTEMOS SER ALEGRES…]                       

                                                                   a m.c.

A veces digo: intentemos ser alegres
y me parece discreción la mía
tan excavada está ya la medida desierta
a la que le prometieron el grano.

A veces digo: intentemos ser serios
que nadie diga que por mí derramás
sangre de ternero gordo:
y aun me parece discreción la mía.

Pero sin excepción a aquel que tanto colma
el desierto de hipótesis,
de imágenes la noche oscura, alma mía,
a aquel se le dirá: recibiste tu recompensa.

~

[…DEVOTA COMO UNA RAMA…]

Devota como una rama
doblada por muchas nieves
alegre como una fogata
por colinas de olvido,

sobre láminas delgadísimas
con una blusa blanca de ortigas
te enseñaré, alma mía
este paso de adiós.

***
Cristina Campo (Bolonia, 1923-Roma, 1977)
Versiones de Macarena Balagué

/

[…È RIMASTA LAGGIÙ, CALDA, LA VITA…]

È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…
Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu, parola
che tramutavi il sangue in lacrime.
Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola
tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli
nella mia lieve tunica di fuoco.

~

[…MORIREMO LONTANI…]

Moriremo lontani. Sarà molto
se poserò la guancia nel tuo palmo
a Capodanno; se nel mio la traccia
contemplerai di un’altra migrazione.
Dell’anima ben poco
sappiamo. Berrà forse dai bacini
delle concave notti senza passi,
poserà sotto aeree piantagioni
germinate di sassi…
O signore e fratello! Ma di noi
sopra una sola teca di cristallo
popoli studiosi scriveranno
forse, tra mille inverni:

“Nessun vincolo univa questi morti
nella necropoli deserta”.

~

[…A VOLTE DICO: TENTIAMO D’ESSER GIOIOSI…]

                                                       a m.c.

A volte dico: tentiamo d’esser gioiosi,
e mi appare discrezione la mia,
tanto scavata è ormai la deserta misura
cui fu promesso il grano.

A volte dico: tentiamo d’essere gravi,
non sia mai detto che zampilli per me
sangue di vitello grasso:
ed ancora mi appare discrezione la mia.

Ma senza fallo a chi così ricolma
d’ipotesi il deserto,
d’immagini l’oscura notte, anima mia,
a costui sarà detto: avesti la tua mercede.

~

[…DEVOTA COME UN RAMO…]

Devota come un ramo
curvato da molte nevi
allegra come falò
per colline d’oblio,

su acutissime lamine
in bianca maglia d’ortiche,
ti insegnerò, mia anima,
questo passo d’addio…

sábado, 27 de junio de 2020

josé manuel barrios / de "librería psoas"













De pie sobre la nieve voy de espaldas al camino.
Doy la vuelta al mundo, mi mundo, una porción
meritoria que viaja en la galaxia de alfa a omega.
La oficina del cielo es un pedazo de madera perfecta
tallada por sus cuatro lados. Dejando en claro que el fin
es la continuación a escala en cada página.
He guardado en mi saco una carta con el código
binario de tus ojos. Mi escritorio tiene olor a tulipanes
degollados bajo la primera luz de marzo.
Porto esta misiva, reitero los dados, propulso mi suerte.
Serán los árboles, en su corteza, quienes segmentarán
la imaginación. De su blesura sangrante surge este poema
que no inventa absolutamente nada.
Este poema repite la imaginación de los árboles.

~

YO TE DONÉ mi nombre cuando los vientos nordenses aún
lo pronunciaban.
La idea del cielo fue elaborada tras la maciza del Castillo.
Sobre el ala oeste, en dirección a los cardos.
Abajo, el calabozo de los prisioneros (nunca vi algo así).
Por una pequeña rendija entraba la luz y por la otra la ración
de combate.
¿Qué horizontes o estrellas supieron partir sobre la lógica de
estos campos?
Ahora el Castillo es una fortificación inútil,
y tu calabozo una sugerente atracción de los domingos por la
tarde.

~

YO TE DONÉ un vestido robado para que tus saludos fuesen
todos plurales.
Y que lloviesen como nubes que avanzan en mandalas.

Por tu imaginación di la mitad de mi sangre y por tu cesura
la mitad de mi fuego.
Mi padre, que nunca fue mi padre, amó bien a los tomates, coles
y legumbres. Pero un día despertó siendo un oso y devoró casi
todos los alimentos de la alacena dejando el resto a la sazón de
los rapaces.

~

YO TE DONÉ los huesos que no tenía para que el horizonte
brillara en tus ojos que son mi polo norte en el sopor del
verano.

***
José Manuel Barrios (Montevideo, 1983) Librería Psoas. Santiago de Chile: Ediciones Litost, 2019.

viernes, 26 de junio de 2020

emilio adolfo westphalen / la mañana alza el río













La mañana alza el río la cabellera
después la niebla la noche
el cielo los ojos
me miran los ojos del cielo
despertar sin vértebras sin estructura
la piel está en su eternidad
se suaviza hasta perderse en la memoria
existía no existía
por el camino de los ojos por el camino del cielo
qué tierno el estío llora en su boca
llueve gozo beatitud
el mar acerca su amor
teme la rosa el pie la piel
el mar aleja su amor
el mar
cuántas barcas
las olas dicen amor
la niebla otra vez otra barca
los remos el amor no se mueve
sabe cerrar los ojos dormir el aire no los ojos
la ola alcanza los ojos
duermen junto al río la cabellera
sin peligro de naufragio en los ojos
calma tardanza el cielo
o los ojos
fuego fuego fuego fuego
en el cielo cielo fuego cielo
cómo rueda el silencio
por sobre el cielo el fuego el amor el silencio
qué suplicio baña la frente el silencio
detrás de la ausencia mirabas sin fuego
es ausencia noche
pero los ojos el fuego
caricia estás los ojos la boca
el fuego nace en los ojos
el amor nace en los ojos el cielo el fuego
el fuego el amor el silencio

***
Emilio Adolfo Westphalen (Lima, 1911-2001)

jueves, 25 de junio de 2020

christian kent / tres poemas



El pintor de la corte

*

Saturnino Reliquia nació en las afueras del muro.
Vodka era el padre y madre hablaba con los muertos.
Su habilidad con los pinceles lo llevó a cruzar la puerta de Krakow y en poco tiempo estuvo en la Corte.
Retrató al perro, a doña Hermelinda Arasunu de Orloff, a la vecina con una canasta de pastelitos de guayaba, a sí mismo.
Mañana de julio recibió una orden.
El Conde Orloff solicitaba un retrato.
Solicitó hombres rana invadiendo el puerto de Lvov, violando a sus mujeres y rompiendo las vitrinas de joyerías.
Solicitó un inmenso anfibio emergiendo de la profundidad del océano para imponer su paz.
De las agallas deben asomarse el sol y la luna respectivamente.
La cabeza de Reliquia rodó por las escaleras del Palacio.
El cuadro fue llevado al sótano y cubierto con un manto negro.
Algunos dicen que lo vieron, y que el Conde Orloff sostenía los testículos del joven Reliquia mientras este fumaba -en un pitillo- semillas de amapolas.
De su nariz cayeron tres gotas de sangre sobre la nieve.

~

Juegos florales

*

Las participantes de los juegos florales fueron colgadas en la plaza pública mientras doña Hermelinda Arasunu de Orloff acababa de acicalarse.
El premio fue un santo rosario de cuernos de unicornio.
Para el efecto faenaron al último ejemplar que pastaba en el lado mítico del muro.

~

Efectos secundarios de las semillas de amapolas

*

Nadie sabe con seguridad si era opiómano por deshuesado o al revés.
Lo cierto es que no tenía huesos y le daba a la pipa con sarna.
Fumó tanto que se le derritieron los huesos.
El hombre transparente -le decían- persiguiendo el dragón.
La cuestión es que Orloff no tenía densidad en los huesos, era hueco y flexible como un globo desinflado.
Podía torcerse y doblarse a gusto.
Su piel era fina como el papel y su musculatura totalmente atrofiada.
Los espectadores podían ver su sangre corriendo por las venas.
No solo eso, cuando una luz brillante era colocada detrás de Orloff, el resplandor podía verse desde el otro lado.
Su tendencia a mostrarse como un fenómeno médico o una maravilla mutante le han ganado un viaje alrededor del mundo.
Eventualmente se hizo dueño de todo y construyó el muro de Krakow con esclavos de Lvov.

***
Christian Kent (Asunción, 1983)

miércoles, 24 de junio de 2020

yehuda amijai / tres poemas










Estas palabras

*

Estas palabras, como montón de plumas
al borde de Jerusalén, sobre el Valle de la Cruz.
Allá en mi niñez, se sentaban las mujeres
despescuezando pollos.
Estas palabras vuelan ahora sobre el mundo.
El resto son masacradas, comidas, digeridas
decaen y se olvidan.
El tiempo hermafrodita
que no es día ni noche
ha arrasado este valle
de verdes y bien cuidados jardines.
Los expertos en el amor solían venir aquí
para mostrar sus talentos
en el pasto seco de las noches de verano.

Así empezó.
Desde entonces –muchas palabras, muchos amores
muchas flores
se compraron para ser sostenidas
por tibias manos o decorar tumbas.

Así comenzó
y no se cómo va a terminar.
Pero aún así, allende el valle
el dolor y la distancia
debemos ir diciéndonos siempre
unos a otros: “cambiaremos”

~

En un sitio arqueológico

*

En un sitio arqueológico
vi fragmentos de preciosos navíos, limpios
y bien carenados, aceitados y relucientes
Y junto a él vi un montón de polvo descartado
que no servía siquiera para cultivar
cardos ni espinas

Y pregunté: ¿Qué es éste polvo gris
que ha sido rempujado y esparcido
y torturado y arrojado luego?

Respondo en mi corazón: este polvo
es gente como nosotros, quien durante su vida
vivió separada de las piedras
de cobre, oro y mármol
y todas las cosas preciosas-
y siguen así en la muerte
Somos este montón de polvo, nuestros
cuerpos, nuestras almas, todas las palabras
en nuestra boca, toda la esperanza.

~

Abierto, cerrado, abierto

*

1,
La vida es el jardinero del cuerpo. El cerebro,
un invernadero herméticamente cerrado
con sus flores y plantas, ajenas y raras
por su sensibilidad, por su temor a extinguirse.
El rostro, un elegante jardín francés de contornos simétricos
y senderos circulares de mármol con estatuas y bancos para descansar,
lugares donde tocar y oler, desde los que mirar, un verde laberinto
en el que perderse, y Prohibido pisar y No arranque las flores.
Lo que queda por encima del ombligo, un parque inglés
pretendidamente libre, sin ángulos, sin caminos de piedra, natural,
humano, a nuestra imagen, según nuestro gusto,
con los brazos unidos y la gran noche alrededor.
Y la parte baja del cuerpo, bajo el ombligo, a veces una reserva natural,
salvaje, espantosa, asombrosa, una reserva mal conservada,
y a veces un jardín japonés, concentrado, lleno de
premeditación. Y el pene y los testículos son rocas tersas
bruñidas rodeadas de negra vegetación,
precisos senderos cargados de sentido
y calmada reflexión. Y las enseñanzas de mi padre
y los consejos de mi madre
son pájaros que pían y cantan. Y la mujer que amo
es las estaciones y el tiempo cambiante, y los niños que juegan
mis hijos. Y la vida es mi vida.

2,
Soy el profeta de lo que ya ha ocurrido. Leo el pasado en la palma
de la mano de la mujer que amo, pronostico la lluvia que ya cayó,
soy un experto en las nieves del año pasado, conjuro los espíritus
de lo que siempre ha ocurrido, preveo los días de antaño,
dibujo los planos de casas que ya se han caído,
profetizo la pequeña habitación con sus pocos muebles
-una toalla puesta a secar sobre la única silla,
el arco de la ventana, curvado como nuestros cuerpos cuando se aman.

3,
Creo, con una fe inquebrantable, en la resurrección de los muertos.
Sólo el hombre que desea regresar a un lugar amado
se deja un libro, una maleta, una fotografía, sus gafas,
a la espera, pues ha de volver: por eso los muertos dejan
las cosas que tuvieron en vida, porque volverán.
Una vez llegué, entre la niebla de un largo otoño,
a un cementerio judío abandonado -por los vivos, no por los muertos.
El guardián era un experto en flores y en las estaciones del año,
pero no en tumbas judías. Y también él dijo: noche tras noche
se entrenan para la resurrección, los muertos.

4,
Mi madre era profeta, y yo no lo sabía.
No como Miriam, la profetisa que danzaba con platillos y tambores,
no como Deborah, que se sentó bajo un árbol para juzgar a la gente,
no como Hulda que adivinó el futuro que vendría,
sino mi profeta particular, silenciosa y tenaz.
Estoy condenado a que me ocurra cuanto predijo,
y ya estoy al final de mi vida.
Mi madre fue profeta cuando me dijo
el hazlo y el no lo hagas de cada día, refranes
para un sólo uso: serás perdonado,
quedarás exhausto, eso te hará bueno, te sentirás
una persona nueva, te gustará, no
serás capaz, no te gustaría, no debes intentar
cerrarlo, sabía que no lo recordarías, no te olvides
de descansar, sí, tú puedes.
Y cuando mi madre murió, todas sus pequeñas predicciones
vinieron juntas en forma de una gran profeía que aguarda para cumplirse
la visión del final de los días.

5,
En las salas de espera del olvido
los paisajes de las paredes se vuelven lentamente
retratos, ojos y nariz, frente y mentón,
y los retratos se convierten en paisajes,
montaña, valle, bosque, campo.

6,
Recuerdo un problema en un libro de matemáticas
sobre un tren que sale de un lugar A y otro tren
que sale de un lugar B. ¿Dónde se encontrarán?
Nadie preguntaba nunca qué ocurriría entonces:
¿se detendrían, se cruzarían, chocarían?
Ningún problema hablaba de un hombre que sale de A
y una mujer que sale de B. ¿Dónde se encontrarán,
se encontrarán realmente, y durante cuánto tiempo?
Como en aquel libro de matemáticas: por fin he llegado
a las páginas finales que incluyen las respuestas.
Ahí donde estaba prohibido mirar.
Ahora por fin puedo hacerlo. Ahora compruebo
en qué acerté y en qué estaba equivocado,
y sé lo que hice bien, lo que hice mal,
cuanto ya no podré arreglar.

7,
La casa de Hulda supo mucho en su día, y olvidó mucho.
Al este, la central eléctrica, ahora sin luz,
sus motores quietos como personas, y al sur
el convento de monjas silenciosas
no muy lejos de las vías del ferrocarril.
Una vez al día aún pasa un tren, como un espíritu conjurado.

8,
Vivimos en muchas casas y dejamos retazos de memoria
en cada una de ellas: un periódico, un libro marcado, un mapa arrugado
de alguna ciudad lejana, un cepillo de dientes olvidado haciendo guardia
en un vaso
-que es también, a su manera, una vela memorial, una luz eterna.

9,
Layla, noche, la más femenina de todas las cosas, es masculino
en hebreo, pero también el nombre de una mujer.
Sol es masculino y puesta de sol, femenino,
la memoria del masculino en el femenino, y el deseo
de una mujer en un hombre. Es para decir: los dos, es para decir: nosotros.
¿Y por qué Elohim, Dios, es plural? Porque todos Ellos
están sentados a la sombra de un emparrado en Akko,
jugando a las cartas. Y nosotros estábamos sentados en una mesa cercana
y yo cogía tu mano y tú cogías la mía en lugar de las cartas, y también
nosotros éramos masculino y femenino, plural y singular,
y bebíamos té árabe con almendras tostadas, dos sabores
que no se conocían y se convirtieron en uno singular en nuestras bocas.
Y tras la puerta del café, cerca del cielo, alguien dijo:
“No nos hacemos responsables de objetos olvidados o perdidos”.

10,
Los amantes dejan sus huellas en el cuerpo del otro,
llenas de evidencias físicas, palabras inacabadas, testimonios, un arrugado
par de jadeos, un periódico con la fecha exacta, y dos relojes, el de él y el de ella.
Cada mañana marcan los contornos del otro
igual que la policía marca la posición del cuerpo en la carretera
con tiza. Los amantes se rinden el uno al otro,
se reservan el derecho a permanecer en silencio.
Si se separan,
dibujan un retrato robot y lo señalan con el dedo
gritando: ¡Es él! ¡Es ella!

***
Yehuda Amijái (Würzburg, 1924-Jerusalén, 2000)

martes, 23 de junio de 2020

oliver welden / dos poemas











Parque Zoológico

*

Sólo podíamos dirigirnos al plato de agua que nos daba el cuidador,
o al maní de los niños, según el orden de los días;
el resto para nosotros significaba únicamente cuatro costados de barras
gruesas aprisionando el corazón y todo intento de fuga.
Los domingos, sin embargo, con sus molinos de papel, la fruta,
con sus globos de colores y la concha soberbia que sustentan las mujeres,
apretada contra el último barrote de la celda
nos abría un nuevo impulso hacia la vida.
Y así, machacando en el olvido las avellanas rotas, en el ensueño
trascendíamos las lejanas puertas de la boletería y el inspector.
Los ejemplos más ilustres del amor indiscutido enseñábamos
a nuestros visitantes, a los buenos padres de familia,
a las niñas de lollypops y trenzas rubias, así fornicábamos
en público enseñando los dientes, metidas las formas menos toscas
de esta mano en las diminutas lengüetas húmedas.
Yo veía entonces, por sobre la espalda de mi compañera,
el cuello vecino confusamente jaspeado de verano de la jirafa torpe
llorando en su altura y las bocas apretadas de las señoras, mirándonos.
Bajábamos de las ramas a saltos pequeños, nos colgábamos de las barras
como trapecistas peludos y reíamos agitando un par de brazos.
Tan reales éramos en nuestra soledad, en nuestro mundo sin memoria,
que la gente se iba buscando de reojo otra jaula:
las tortugas, los pájaros, el león eunuco en su trono oxidado.
Quedábamos solos: pata contra pata, ojo contra ojo, rama contra rama,
cola contra cola en un único eslabón de historia derretido por el suelo.
Sí; no nos habla la conciencia, nada reconocemos a primera vista
en esta jaula sabiamente construida y consumida por nosotros.
Aquí estuvo la pregunta del hombre madurando en su eje,
la síntesis de las vidas intencionalmente hermosas,
el espiral de los sueños deshaciéndose cada vez más en las noches.
Sí; aquí yo parodio, tu parodias, nosotros parodiamos
con magnífica autenticidad la apariencia humana de los monos,
rígidos en sus colas de puente, extraviados en las ramas desnudas,
de barrote en barrote, riéndonos del plátano,
mostrando el traste rojo del nacimiento
al mundo que nos atraviesa, nutridos de toda su completa y amorosa oscuridad.

~

Voces en un cementerio sueco

*

Las voces confundidas con el crujido de las hojas
bajo mis zapatos por los senderos entre las tumbas
una mañana de domingo y madreselvas
en un cementerio solitario, eran antiguas
como las lápidas: Gunilda Nilsson 1818 -decίan-
Johan Gadd 1825 Olaus Söderling 1816 -decίan-
decίan las voces en la piedra y en el musgo oscuro,
foráneas y desconocidas para mί el extranjero,
Behrens 1854 Ohlson 1823 Göransson 1827,
y sin embargo en ellas pude reconocer las voces
de los que una vez amé y enmudecieron,
como el sonido de las hojas bajo mis zapatos
que se apaga mientras me alejo entre las tumbas.

***
Oliver Welden (Santiago de Chile, 1946)

lunes, 22 de junio de 2020

josefina plá / el polvo enamorado













…………………………..I

… Aquí estuve. Aquí estoy. Fue un tiempo del cual jamás
hubo memoria,
—porque la tuya con la mía son una—
Pero yo sé que estuve, y mi estatura
ahora es perímetro de huertos.
Yo estuve y sé que estoy. Yo bato el inaudible tambor
…..de un antiguo latido
en el ladrillo del patio, en la corteza del árbol cejijunto,
en la gotera ciega como el beso;
en la danza del polvo
que en la raya del sol sonámbulo enloquece.

Yo estuve y yo regreso. Por siempre enamorado.
como el viento de lengua lastimada
aprendo nuevamente el dócil canto de la primer cigarra,
el crepitar de la minúscula tijera de la hormiga
o debajo la lengua del más tibio cordero
suscito la voz blanda de la primera súplica.
Yo estoy y sé que estuve. Yo inauguro
hoy el canto olvidado en la reseca gárgola,
y en tus labios el pozo de tu primer olvido.

…………………………..II

Hoy lo aprendí. Vivir es olvidarlo todo,
y morir aceptar que todos nos olviden,
para que nadie muerda con angustia los frutos
ni se desmaye de dolor al ver volar un pájaro.
Recordar es dejar colarse en nuestro pecho la mano
…que reclama
el préstamo primero,
y el que recuerda ya no puede
soñar que bebe toda el agua que su sed necesita;
ya no puede tener su muerte pequeña por entero.

…………………………..III

Inmemorial jornada donde los soles funden su río
…interminable,
donde los ríos cuelgan sus aortas como efímeros cometas,
y los árboles siempre prisioneros
dan vuelta a tierra y cielo, al otro lado azul de todo viaje.
Inmemorial periplo donde aurora y ocaso sangran un solo
…parto
y la arena murmura al final su miseria pequeña
con la lengua infinita de la espiga.
…Jornada
madurándose en rayos como la nube; abriéndose
cual la granada de oro de las noches.
…………………………………………………Inmemorial vigilia.

…………………………..IV

Donde pones tu pie, yo estuve, estoy. Te apoyas en mi
…pecho y te sostengo.
Me alzas en tus manos al cortar el primer crisantemo,
cuando tus sienes mojas yo te lavo para tu diaria muerte.
Mis dedos abren en tus manos las puertas y saben el
…número exacto de tus pasos;
mis pies suben a veces por tu espalda el tobogán del calofrío.
Duermo la siesta sobre las colinas
cobardes de tus rótulas
y en la feral quebrada de tus ingles acecha mi desvelo.

…………………………..V

Arriba. Arriba. Arriba. El sueño era un engaño,
la hamaca un espejismo
y el descanso una estafa. Levántate, camina, porque son
….muchas las jornadas,
y viático tramposo el puñado de tierra que brindaron a
….tu hambre.
Levántate e ingresa en el coro sin noche y sin descanso,
y pide a Dios por un trébol de cuatro hojas, una
….semilla curativa;
por una sombra acogedora,
y hasta por una piedra que refugie a un gusano
o sueñe en el montón que atesoran los muertos.
Pide por una lluvia benéfica, un racimo
a punto madurado, un trago fresco.

…………………………..VI

(Pero te son acaso consultados tus deseos?…
¿Alguien escribe con letras de piedad tu memorial de
….súplicas?…
¿Pidieras tú en lugar de la violeta el cacto,
el puñal mejor que el cáliz,
en vez del agua fresca el sorbo de veneno?)

…………………………..VII

Tal vez pidan por ti la flecha, el ala, la hélice.
Acaso la corteza de taciturna máscara.
Tal vez la mariposa funámbula del aire.
Tal vez te espere el mar, la vela, el témpano;
aleta aguda, anémona quemante,
fluorescente medusa, barroca caracola,
laberinto moreno de las algas,
flanco vertiginoso de torpedo asesino.
Ay, todo menos eso: seguir siendo
polvo, por siempre preso, en la trampa mineral implacable.
Cadena. Exilio. Cárcel. Extrañación. Castigo.

…………………………..VIII

Levántate. Camina. Y no te quejes.
Tú que hablaste de amor. Porque el amor es esto:
un descanso imposible, un más allá en perpetuo reto,
….un viaje nuevo
tras de cada jornada insufíciente.
(¿Qué vida nuestra vida, si todo lo engendrase todo, menos
….el hambre de otras vidas?)
Levántate. Camina. Porque esto es el amor que te secaba
las carnes como seca el sol los herbazales en enero.
Esto el amor. Seguir tu forma inacabada,
sonámbula por todos los corredores de la muerte.

…………………………..IX

Entre tanto, levántate. Camina.
No llores el amor que estuvo en tus mejillas claras, que
….corrió por los mapas celestes de tu sangre,
porque ese amor te citará al regreso.
El ha de levantar tu polvo de noche entre los muertos
—hijo de nuestra oscura llamarada—
para darle otra vez una sed del tamaño del cielo.
(Ojos de uva al mediodía,
manos como estrellas abiertas a tientas en lo oscuro,
pasos midiendo bosques de olvidadizas hojas).
Levántate. Camina. Mundo de encendidas abejas, tu pulso
perdió voz y mirada. Es sólo amor, tan sólo
amor. Amor tan sólo.

…………………………..X

Mira bien el otoño manojo de rotos tulipanes
matadero de soles. Porque en él volverán a quemarse como
….polillas tus deseos.
Mira bien los plantíos, donde septiembre alza verdes
….vapores tiernos;
porque ellos levantarán el índice de tus tapiados pasos.
Y no llores en demasía la tarde que se te va cargada de
….preguntas,
como fruto de fuego con la vedada almendra;
porque hasta la última de ellas te será contestada
Y aunque tú no lo quieras ha de llenar un día
el largo y ancho de tu muerte
la verdad que ha de darte su nombre de una vez para siempre.

…………………………..XI

Otro sorbo de amor. Y la nostalgia crece,
la nostalgia que anuncia la claridad lejana.
Ah. Cómo cuesta, polvo,
dejar este amor duro, esta hambre de los huesos,
esta sed de cintura,
y cambiarlos un día
por la paz sin dolor, sin angustia, sin sueños, sin recuerdo.

***
Josefina Plá (Isla de Lobos, Canarias, 1903-Asunción, 1999)

domingo, 21 de junio de 2020

josely vianna baptista / siete poemas








Schima

Cobre reflejándose en el oro de los ojos:
sin jarcia ni cordaje los móviles oscilan, barcos
sin rumbo, a la deriva (desiertos), río adentro
(en el lecho cambiante), sin remo ni vela
al viento. Deslizan un intervalo, río afuera,
en el linde (los sueños) -superficie.

Nubes y agua, pénsiles, fluctuando en los ojos.
Reverso de mortaja, los mantos corren en álveos:
los barcos tienen velámenes.

~

>
misiones

campánulas lacias
oscilan entre las ruinas:
primera lluvia
después de las sombras
nítidas
de los soles largos

pétalos crespos
se estremecen entre
el negro de las varas
que el viento azota
y el estruendo de las vainas
en semillas
(pequeñas naves
singlando el pasto
con su fronda
negra de brotes
y destrozos)
-carozos de otoño,
restos del estío-

reliquias

~

>
NINGÚN GESTO
SIN PASADO
NINGÚN ROSTRO
SIN EL OTRO

~

>
PASO
tras paso:
anturios marchitos
en el basalto

lodo
o soto:
sobre el rastrojo
el cuero sangriento

de los pedregullos
en la suela
los tajos

el suelo arduo

pero alado

~

>
EL SEBO
que enciende
la lumbre
es el mismo
que unge
las manos
que abren
surcos
entre raíces
y rastrojos,
tegumentos
de mudas,
hongos
en el estiércol

~

>
moradas nómades

carcomas y termitas roen,
voraces, la choza de ripias

penden del pilar ramos de trigo,
hecho amuleto para graneros llenos;
peroles espolvorean costras de grano molido
y las redes balancean sus harapos,
cerca del piso donde una mancha negra
revela el antiguo fuego

todo abandono y, sin embargo,
allá fuera el pomar sembrado
para los que ahora cruzan
(fardos vacíos), uno
a uno, los once mil
guapuruvús

~

>
donde el cielo encuentra a la tierra

la brea devore de la noche
el propio rastro:
en el suelo ocre, de bruces,
lo oscuro oscurezca,
noche tan noche
que se desdoble en día

los charcos zumben
otra vez insectos;
viren los regueros
de lodo
en que chapoteo
-con el sol-
polvo purpúreo,
o largos rulos
que el viento
eleva y devana

a plomo el sol se ofusque
a sí mismo
y la tarde atardezca
en un crepúsculo

núcleo de sombras,
nieblas entre dos luces
(frutos brunos se pudren
en la escudilla)

***
Josely Vianna Baptista (Curitiba, 1957)
Versiones de Reynaldo Jiménez

sábado, 20 de junio de 2020

rosario ferré / has perdido, me dicen, la cordura










Has perdido, me dicen, la cordura
óyeme bien
cuando vas por la calle
todos apuntan con el dedo a tu cabeza ladeada
como si te la quisieran tumbar
solo apretar gatillo y plaf!
la frente se te hunde como una lata de cerveza

no saludes a nadie
no te peines, no brilles tus zapatos
cruza la calle de tu propio brazo
date la mano, ciérrate el cuello
mantente atento

ahí va el loco, dicen

tú pasas bamboleando la cabeza polvorienta
como un santo de madera sacado en procesión
los pies clavados a la tarima carcomida
mirando más allá
no dejes que tu carne florezca
déjate apedrear

has perdido
escucha bien

amárrate fuerte al mástil
átate a la polar
no desgonces ahora los tablones antiguos
no alces los remos de sus pivotes
clava a la estrella tu mejor ojo
mantente fiel
no pestañees sino de hora en hora
duerme tranquilo sobre tus puños
no tengas miedo de recordar
cierra tus dientes cristalcortantes
jaula tu lengua
no tragues más

has perdido la cordura, amigo, ya es ahora
corta la cuerda
súbete al viento
endura tu corazón.

***
Rosario Ferré (Ponce, 1938)

viernes, 19 de junio de 2020

héctor viel temperley / selección














Hospital Británico

*

Mes de Marzo de 1986

Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura
de mariposas: Mi madre vino al cielo a visitarme.

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de
la Luz horas y horas. Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Mi madre es la risa, la libertad, el verano.

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara
-en Tu llanto- para comenzar todo de nuevo.

*

La muchacha regresa con rostro de roedor,
desfigurada por no querer saber lo que es ser
joven.

Llevando otro embarazo sobre las largas piernas,
me pide humildemente fechas para una lápida.

*

¿Quién puso en mí esa misa a la que nunca llego?
¿Quién puso en mi camino hacia la misa a esos
patos marrones —o pupitres con las alas
abiertas—que se hunden en el polvo de la tarde
sobre la pérgola que cubrían las glicinas?

~

“Christus Pantokrator”

*

La postal viene de marineros, de pugilistas viejos
en ese bar estrecho que parece un submarino—de
maderas y latas—hundiéndose en el sol de la ribera.

La postal viene de un Christus Pantokrator que
cuando bajo las persianas, apago la luz y cierro
los ojos, me pide que filme Su Silencio dentro
de una botella varada en un banco infinito.

~

Larga esquina de verano

*

La boca abierta al viento que se lleva a las
moscas, el tiburón se pudre a veinte metros. El
tiburón se desvanece, flota sobre el último asiento
de la playa del ómnibus que asciende con las ratas
mareadas y con frío y comienza a partirse por la
mitad y a desprenderse del limpiaparabrisas, que en
los ojos del mar era su lluvia.

Me acostumbré a verlas llegar con las nubes para
cambiar mi vida. Me acostumbré a extrañarlas bajo
el cielo: calladas, sin equipaje, con un cepillo de
dientes entre sus manos. Me acostumbré a sus
vientres sin esposo, embarazadas jóvenes que odian
la arena que me cubre.

***
Héctor Viel Temperley (Buenos Aires, 1933-1987)

jueves, 18 de junio de 2020

chus pato / cinco poemas










Cierto que son rosas las que por este vado cruzan
y plenilunios
y sábalos
y pavías de agua dulce
y terciopelo carmesí.

Se dedicaban los habitantes de aquel país a hacer grabados, a la
caza del pequeño venado, del faisán y de la gacela; vivían en el
corazón de los bosques, mayormente en ciudades como laberin-
tos, cercadas por doble recinto, amurallado.

Había retama, saúco, estruendo y miles de saltamontes
cerrando mi boca.

Es cómo decir cascada
aliso de plata
como decir bancal.
Oh, Venus, la que por estas aguas
pasa.

~

Y corríamos por los campos
y por vez primera oí disparo, o bala
y me pusieron por encima una bata de andar por casa
y delante de mí, sobre la mesa, una taza de caldo.
Dijeron: si subes, eres de la familia. 

Ferrol, marzo, 1972

~

Esto es un castañar. En el castañar una mujer. La mujer lee, piensa.
Lee un libro o códice miniado.

En el códice una mujer. En su mano uno de los extremos de la
cuerda que en su otro extremo abarca el cuello de
Rosana que avanza detrás de esta mujer.

En el códice, por encima de las bermas, el monte levantándose como
desde los peñascos; entre los peñascos, dehesas.

En el códice, robles, el cielo azul entre los árboles,
expandiéndose entre las ramas desnudas de los robles.

                            ¿Recuerdas
                            cuando los cuervos venían a beber al río?

La mujer está sentada. En el códice, paisaje de peñas, en el fondo
del paisaje un hombre contemplando los cielos, en los cielos un
                                                                                                         [cuervo
           «que había sido él alimentado por los cuervos
           que los cuervos traían en sus picos pan, pan, por entre las nubes
           que habitaría en el fondo de aquel abismo, escarpado».

Bien pudo ser que en aquel otro paisaje hubiera pintado Rafael
un Mesías en triángulo perfectísimo: transfigurado.

La mujer lee, piensa. Paisaje de peñascos. Incluso en el margen
de los caminos, cayendo encima del margen de los caminos.
De las laderas
nubes.

~

¿Cómo, imaginar el rostro de la mujer que combate con el león,
todo su cabello de guirnaldas,
cómo los ojos áureos de dios?
Rozar levemente un peplo. En la línea de meta, engalanada.
Conducir tu mano a través de la multitud de jinetes nómadas.

Pero ya con anterior frecuencia habías recibido
las alas de la victoria.

~

Caricia (2)

La letra escribe la palabra y al escribirla la extiende; cada límite, cada borde acerca otro y otro más. No caben los cuerpos (todo está lleno de cuerpos, algunos tan sutiles que no podemos verlos) no cabe el cuerpo de la palabra en la letra ni en la voz cuando la decimos. Nada es contemporáneo, ni el yo del cuerpo, ni el cuerpo de sus intrusos, ni sus intrusos de sus huéspedes; de ahí que tenga el cuerpo la condición de la metáfora, en la cual y por un instante parece que los dislocados pueden besarse. No son símbolos los nombres, no encajan y son ruina, pájaro que resiste al fuego. Escribimos por fuera, fuera de la letra, fuera de la voz. Escribimos, naturalmente, en la letra, en la voz

Bésame
no puedo besarte (me) el corazón
Bésame

Caricia (2)

A letra escribe a palabra e ao escribila esténdea; cada límite, cada borde achega outro e outro máis. Non caben os corpos (todo está cheo de corpos, algúns tan sutís que non podemos velos) non cabe o corpo da palabra na letra nin na voz cando a dicimos. Nada é contemporáneo, nin o eu do corpo, nin o corpo dos seus intrusos, nin os intrusos das súas hóspedes; de aí que teña o corpo a condición da metáfora, onde por un intre semella que os dislocados poden bicarse. Non son símbolos os nomes, non encaixan e son ruína, paxaro que resiste ao lume. Escribimos por fóra, fóra da letra, fóra da voz. Escribimos, naturalmente, na letra, na voz

Bícame
non podo bicarte (me) o corazón
Bícame

[Versión de Ana Gorría]

***
Chus Pato (Orense, 1955)

miércoles, 17 de junio de 2020

rodolfo hinostroza / imitación de propercio










I

Oh César, oh demiurgo,
tú que vives inmerso en el Poder, deja
que yo viva inmerso en la palabra.
¿Cantaré tu poder? ¿Haré mi SMO?
¿Proyectaré slides sobre la nuca de mis contemporáneos?
Pero viene tu adjunto
sosteniendo que debo incorporarme al movimiento
si no, seré abolido por el movimiento.
No pasare a la Historia, a tu
Historia, oh César. 80 batallones
quemarán mis poemas, alegando que eran inútiles y
brutos.
No hay arreglo con la Historia Oficial.
Pero mis poemas serán leídos por infinitos grupos de
clochards
sous le Petit Pont
y me conducirán a los muslos de Azucena
pues su temporalidad será excesiva
cosa comunicante.
Sous le Petit Pont
hablando del Tiempo sin implicaciones políticas
corre el Sena, río de cerezas, río limpio,
y hacia las seis de la tarde las cosas se naturalizan
y no conseguirás oh César
que yo me sienta particularmente culpable
por los millones de gentes hambrientas.

II

Los imbéciles han renunciado al Poder: yo
me confieso imbécil.
Ese juego pragmático y salvaje
por el que bramo y huyo, cosa en la cual
he quemado la mitad de mi juventud
por aceptar Tu Realidad,
oh, César,
por decir mi bocado shakesperiano. Y así
es miserable el tiempo que se pasa sobre la tierra
suponiendo que no hay un infinito
y además
el mundo de que me sentía mediador
no existió jamás, y
no lo verán mis días.
Un puto inútil
según los expedientes de tu estado, Señor de Gran Poder,
un joven lúdico
nonsense.
Cantaré a la risa
y al ridículo: ésas son cosas ciertamente inmortales,
no tu poder, no tu barbarie, oh César.
Yo huyo, según tu entendimiento
arrojando latas de cerveza a América
vagando sous le Petit Pont
donde cantan los jóvenes melenudos
las más bellas romanzas de la época.

III

Oh César, van llegando tus panfletos:
“Si no te ocupas de política
la política se ocupará de ti”
puro chantaje.
¿Qué puede un centurión contra mis sonrisa?
¿Amenazado de muerte?
Y morirán mis reinos interiores, mis poemas, mi nombre
¿será excluido de las conversaciones?
Corriente.
Creerás que has ganado,
Oh César.
Eugenio Marchbanks sale, pero ellos nunca sabrán
cuál era su secreto.

IV

La Historia es la incesante búsqueda de un domo cristalino
que hay que mirar como jamás nadie ha mirado
y tus ojos son de esta tierra, Oh César
el poder corrompió a la Idea
pero la Idea queda
arbotante y tensión sobre un espacio de aire.
Tienes quien te haga las canciones heroicas
un puñado de máximas para defenderte de la muerte
y puedes arrasarlo todo
hombre que duerme.
/No mandes
a tus terroristas a convencerme que cante tu célebre
continuum represivo
yo reposaré esta noche entre los muslos de Azucena
y veremos unicornios en las paredes
y nuestros cuerpos se moverán hacia Hércules & Lyra
y la energía que emana de un cabello será bastante magia
para esta noche.

V

Necesitado de armonía
—ante un grabado de Albers
amarillo sobre amarillo, dos cuadrados/ sabiendo
que aún hay mediadores—
necesitado de armonía, Oh César
sigo el largo cabello de Azucena
la gracia y encarnación
detenida en el arco de St. Severin
serruchando una mano
entrando en Shakespeare & Company
papel sobre papel
una mano detenida sobre una página gótica
—en algún sitio
está la belleza mortal—
y haremos el amor sobre el papel
y no la guerra
y su cuerpo ondulará
y ella estará distanciada de todo
una gota de sudor resbalando
nítidamente sobre su espalda
hasta rendir el alma.

VI

Para arrasar el Poder
se precisa el Poder: yo buscaré el Tao & Utopía.
Oh César
no me sueltes a tus perros de presa
la otra margen quizás no he de alcanzar
quizás me turbe
la contemplación de la belleza
y quede detenido otra vez detenido por un cuerpo
sensible a la virtud de un río
qué fueron sino rocío de los prados
qué fueron sino verdura de las eras
y pasaron miserablemente sus días en la tierra
Mi amada me espera
en la Puerta de Lilas
iremos en auto-stop a Salzburgo
Mozart prende las estrellas
nos revolcaremos sobre campos de avena
una vez más hacer el amor será un milagro
entre dos o tres
y las suecas de largas piernas
el invierno nórdico
cantando cosas
lúbricas forever
descubriendo la dulzura del Oro de Acapulco
nuestra propia dulzura
la naturaleza bienamada
robando frutas
vendiendo baratijas hechas por nuestras manos
viajando hacia el verano
o el otoño
los desiertos alquímicos
bellas palabras en idiomas extraños
y acamparemos bajo las estrellas
ritos órficos/sueños
espuma de mares jóvenes y mortales
donde no lleguen tus gerifaltes
Oh César
a intentar que cantemos al Poder.

VII

La cotidianidad puede ser tan hermosa como el heroísmo
sin salir de su casa se puede conocer el mundo
el movimiento del aminoácido y los astros
atravesado de energía
concibiendo
cómo es que el universo se ensamble desde arriba
por el cambio incesante
y una manzana otra vez una manzana
mordida por la belleza rubia
se lleva el paraíso
goteando
y la otra margen no habremos de alcanzar
mediadores entre el mundo de la realidad y el mundo
de los sueños
quietos en la contemplación
cabras que pastan entre los rododendros
un pueblo de sucias chimeneas abajo
y el roce de una mano puede precipitar el éxtasis
avant-garde
de un mundo que entrevemos
trizado por el Poder
que avanza sobre sí mismo y crece sobre sí mismo
ayer y hoy
en su naturaleza hay algo de maligno
ahora y siempre.

VIII

Oh, Señor de Gran Poder
mi poesía acabará conmigo
animal mortal
hecha por un animal mortal
pero será leída por jóvenes tan jóvenes
que creerán que es un viejo el que escribe
nítidos
mejores
esperan con enormes grupos el Metro de las 6
andróginos y bellos
la noche fue de amor y marihuana
vienen del Norte y del Este
quién necesita una patria
los insultos no pueden contra ellos
semejantes al alba
Oh César
ignorando el Poder.

IX

No cantaré tu empresa, César:
Hay un solo cantor para el ascenso
y hay mil para el descenso
descubre entre tu gente al elegido
y que no sea tarde
muerto apaleado
envejecido mudo
dentro & fuera
en un cruce de caminos
clavado a una cruz invertida
ojos que vieron la disputa del Poder
y aceptaron le mélange atroz
mientras nosotros los mil
del Este y del Oeste
un rêve, una visión
de una Historia pulsátil que se cierra y nos echa
hora del Poder
nuestra hora es la diáspora
la Idea marcha sobre la tierra retumba
como un tonel
pero en lo nuevo vive el germen de lo viejo &
viceversa
y la empresa final asume formas definidas
el cuello de botella
se abre hacia el infinito
y no cantaremos César poderes temporales
sino el total del diálogo
o rien du tout.

X

Frente a la Normandía
la marea se retira 13 kilómetros
brota el camino anegado que conduce
al Monte St. Michel
un rêve una visión
Azucena
lava sus largas piernas musitando canciones goliardas
espera
incesantemente detenida
pero el mar se retira y la otra margen
acaso alcanzaremos
no más la historia del Poder pero de la armonía

millones de utopistas marchan silenciosamente
NSE & O
piedra embebida en sangre que lloramos
oh piedras levitadas
por amor
la otra margen acaso alcanzaremos
el mar se ha retirado y Azucena
aguarda
amante incansable y ligera

XI

Bajo el signo de Scorpio
ciclo de la verdad y la putrefacción
con la opción del suicidio en el círculo de fuego
para a su vez podrirse y engendrar.

***
Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941-2016)

martes, 16 de junio de 2020

rodrigo lira / ars poetique













                                                    para la galería imaginaria


Que el verso sea como una ganzúa
Para entrar a robar de noche
Al diccionario       a la luz
De una linterna
                             sorda como
Tapia
          Muro de los Lamentos
Lamidos
          Paredes de Oído
          cae un Rocket
          pasa un Mirage
          los ventanales quedaron temblando
Estamos en el siglo de las neuras y las siglas
                                                             y las siglas
son los nervios, son los nervios
El vigor verdadero reside en el bolsillo
                                               es la chequera
El músculo se vende en paquetes por Correos
la ambición
                      no descansa la poesía
                                                  está c
                                                            ol
                                                               g
                                                                 an
                                                                    do
en la dirección de Bibliotecas Archivos y Museos en Artí
culos de lujo, de primera necesidad,
           oh, poetas! No cantéis
a las rosas, oh, dejadlas madurar y hacedlas
mermelada de mosqueta en el poema





El Autor pide al lector diScurpas por la molestia (Su Propinaes Misuerdo)


***
Rodrigo Lira (Santiago de Chile, 1949-1981)

lunes, 15 de junio de 2020

clarice lispector / dame tu mano

Dame tu mano:
Voy a contarte ahora
cómo he entrado en lo inexpresivo
que siempre ha sido mi búsqueda ciega y secreta.
De cómo he entrado
en aquello que existe entre el número uno y el número dos,
de cómo he visto la línea de misterio y fuego,
y que es línea subrepticia.

Entre dos notas de música existe una nota,
entre dos hechos existe un hecho,
entre dos granos de arena por más juntos que estén
existe un intervalo de espacio,
existe un sentir que es entre el sentir
—en los intersticios de la materia primordial
está la línea de misterio y fuego
que es la respiración del mundo,
y la respiración continua del mundo
es aquello que oímos
y llamamos silencio.

***
Clarice Lispector (Chechelnik, 1920-Río de Janeiro, 1977)
Versión de Sandra Santos

/

Dá-me a tua mão:

Vou agora te contar
como entrei no inexpressivo
que sempre foi a minha busca cega e secreta.
De como entrei
naquilo que existe entre o número um e o número dois,
de como vi a linha de mistério e fogo,
e que é linha sub-reptícia.

Entre duas notas de música existe uma nota,
entre dois fatos existe um fato,
entre dois grãos de areia por mais juntos que estejam
existe um intervalo de espaço,
existe um sentir que é entre o sentir
—nos interstícios da matéria primordial
está a linha de mistério e fogo
que é a respiração do mundo,
e a respiração contínua do mundo
é aquilo que ouvimos
e chamamos de silêncio.

domingo, 14 de junio de 2020

matilde ladrón de guevara / el crepúsculo













a mi esposo Marcial Arredondo Lillo

Fuego dormido, pausa del ocaso.
Dorada miel del trabajo vuelo.
Vencida sangre, enternecido celo,
vino de abismo en el profundo vaso.

Sabia desesperanza en el fracaso,
pupila firme en el activo cielo,
frente a la noche, desprendido vuelo
que hacia la muerte nos incita el paso.

Y esperanza también o despedida
que se prende a los soles de la vida
con garras de naufragio y de delirio.

Besas en el crepúsculo la rosa.
Quemas la frente en la ebriedad fogosa,
y alzas en llama el último martirio.

***
Matilde Ladrón de Guevara (Santiago, 1910-2009)

sábado, 13 de junio de 2020

victoria santa cruz / me gritaron negra










Tenía siete años apenas, apenas siete años,
¡Que siete años!
¡No llegaba a cinco siquiera!

De pronto unas voces en la calle
me gritaron ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!

“¿Soy acaso negra?” – me dije ¡SÍ! “¿Qué cosa es ser negra?” ¡Negra!
Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía.¡ Negra!
Y me sentí negra, ¡Negra!
Como ellos decían ¡Negra!
Y retrocedí ¡Negra!
Como ellos querían ¡Negra!
Y odié mis cabellos y mis labios gruesos y miré apenada mi carne tostada
Y retrocedí ¡Negra!
Y retrocedí…
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!

Y pasaba el tiempo,
y siempre amargada
Seguía llevando a mi espalda mi pesada carga

¡Y cómo pesaba! …
Me alacié el cabello,
me polveé la cara,
y entre mis cabellos siempre resonaba la misma palabra

¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra!
Hasta que un día que retrocedía, retrocedía y que iba a caer ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!

¿Y qué?

¿Y qué? ¡Negra! Sí ¡Negra!
Soy ¡Negra! Negra ¡Negra! Negra soy

¡Negra! Sí
¡Negra! Soy
¡Negra! Negra
¡Negra! Negra soy
De hoy en adelante no quiero laciar mi cabello

No quiero
Y voy a reírme de aquellos,
que por evitar – según ellos –
que por evitarnos algún sinsabor Llaman a los negros gente de color ¡Y de qué color! NEGRO
¡Y qué lindo suena! NEGRO
¡Y qué ritmo tiene!
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
Al fin
Al fin comprendí AL FIN
Ya no retrocedo AL FIN
Y avanzo segura AL FIN
Avanzo y espero AL FIN
Y bendigo al cielo porque quiso Dios que negro azabache fuese mi color Y ya comprendí AL FIN
Ya tengo la llave
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
¡Negra soy!

***
Victoria Santa Cruz (La Victoria, 1922-Lima, 2014)

viernes, 12 de junio de 2020

julio herrera y reissig / dos poemas













Epitalamio ancestral

*

Con la pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una erección de símbolos varones...

Al trágico fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de leones.

Ardió al epitalamio de tu paso,
un himno de trompetas fulgurantes...
Sobre mi corazón, los hierofantes

ungieron tu sandalia, urna de raso,
a tiempo que cien blancos elefantes,
enroscaron su trompa hacia el ocaso.

~

La ausencia meditativa

*

                                                          Je me souviens
                                                                      des jours anciens
                                                                      et je pleure.
                                                                                    Verlaine

Tu piano es un enlutado misterioso y pensativo...
hay un sueño de Beethoven desmayado en el atril;
su viudez es muy antigua y en su luto intelectivo
tiene lágrimas muy negras su nostalgia de marfil.

En la abstracción somnolienta del espejo, está cautivo
el histérico abandono de tu tarde juvenil,
su metafísica extraña cuenta un cuento extenuativo
a la alfombra, a la cortina y al dolor de tu pensil.

Tus glorietas me abandonan. Hoy los pálidos violines
me anunciaron la agonía de tus últimos jazmines...
Fue mi llanto a la ribera. Mientras el hada Neblina

abdicó frívolamente su corona de algodón...
¡En el clorótico espanto de la vela sibilina,
tus ausencias meditaban en mi gran desolación!

***
Julio Herrera y Reissig ((Montevideo, 1875-1910​)

jueves, 11 de junio de 2020

tania favela bustillo / tres poemas










Se quiebra lo duro     lo blando se pliega sobre sí mismo
plegaria   (piensa sin saber por qué)     la palabra es blanda
(piensas)     resiste el duro viento    palabra-bambú
─así de flexible─   (piensa o recuerda)   (no sabe bien)
bambúes  desplegándose   replegándose al viento
─gráciles─   (alguien dice)   la plegaria grácil
…………………..………de ahí su fuerza de ave (dice)  sin amargura
…………….sin amargura alguna (piensa)   se quiebra sobre sí misma
…………….recuerda lo amargo   lo duro   lo quebradizo ahí ( adentro)
rama suelta  (piensa)  sobre sí misma    plegándose hasta el fondo
ovillándose más  (¿para quién?)
…………al fondo la plegaria sigue sonando     esa palabra-bambú  (piensa)
…………ese campo todo bambú    ─grácil─  moviéndose al decir del viento.
/
naturalmente   nadie está a la altura de nada
……………….…..nadie dice     nadie hace    ni se puede (quizás)
…………quizá nadie dice todavía porque aún es muy lejos
allá    algo suena (dicen los que oyen)     algo suena, resuena, pero nada de oír
…..…..no llega aquí el sonido   ─sondeando tiempos─
………………………………..………..de aquí a aquí hay sólo un milímetro de nudos
………………………………..………..de aquí a allá      más nudos
…..naturalmente todo funciona así sin funcionar
…………………………..….(adentro) todo resuena a nada    a nadas
……………………………………………………………………así en plural
/


lee oscuridad    escribe claridad     tacha claridad      escribe oscuridad
una simple constatación: caridad se parece a autoridad
……………………………………………………….…….un mismo final, distinto principio
¿caridad entonces claridad?    tacha autoridad
una simple constatación: buscar un mismo principio
…….….caridad/claridad    falta opacidad
………………………….……….no tanta luz   (piensa)      faltan sombras
…………..…..claridad/opacidad :
………………………………………………..…un último cotejo
***
Tania Favela Bustillo (Ciudad de México, 1970)

miércoles, 10 de junio de 2020

enrique winter / arquitectura













Esto
         la caja de zapatos donde vivo
la caja de zapatos donde vive mi padre.
Dos zapatos izquierdos.

–Cuando chica quería ser artista, veterinaria o astronauta.
–Yo arquitecto (me mira y no me cree).
Mi papá me llevó a la construcción algunos sábados. A mí me
encantaba. Una vez le pregunté en qué consistía su trabajo.
Me dijo que el arquitecto (primera vez que oía esa palabra y
me sonó importante de inmediato, como archiduque)
imaginaba el edificio y que la pega de él consistía en que
simplemente no se cayera. Un trabajo que sólo imaginaba
lugares me pareció extraordinario. No así la opaca labor del
padre. Los lugares imaginados se le comunicaban con dibujos.
Y a eso dediqué mi infancia, a dibujarle rascacielos y chozas.

La pega de mi papá consiste en que no se caigan.

***
Enrique Winter (Santiago de Chile, 1982)

martes, 9 de junio de 2020

dalmacia ruiz-rosas / amalia/ foto-poema de amor lumpen (fragmento)













Madre violencia
tú haces grandes cosas que nosotros no entendemos
y aunque todos oyen tu voz
no pueden detenerte
.... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. En el disco suena una sirena
o es la realidad

quien no tenga una delgada oscura y húmeda espalda no
.... .. .. .. .sabe qué
.... .. .. .. .. .. .. .. .. ..es el Perú

.... .. .. .. -y no ha perdido nada-
he oído tu voz en los edificios a medio construir

he llegado hasta ti santificada por múltiples penurias
y tú le has dado caramelos a mi boca podrida
(Oye creo que a la perra le gusta hornearse -ja -ja me he dado cuenta que
cuando el vecino prende un troncho ella pega la nariz
a la puerta y comienza a rasguñar a gemir)
.... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. estoy tratando
de introducirlo todo por mis poros
.... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. una flor una pared una reja
el pasado es como creer que efectivamente esta libélula
me está anunciando carta y el futuro
es como la llamada de esta mañana dentro de tres años
.... .. En fin
huelo a sangre y huelo a polvo
(Se apaga la luz: pensar y sentir)
. .. .. .. .. .se oye una melodía tocada por una flauta
. .. .. .. .. .es una música leve y fina
. .. .. .. .. .que habla de hierba de árboles de horizontes
. .. .. .. .. .La música sugestiva de esas reuniones con Srs.
. .. .. .. .. .Perfumados y Sras. Escotadas
. .. .. .. ..... .esta es una fiesta
. .. .. .. ..... .como una ciudad populosa estoy sentada sola
. .. .. .. ..... .la gran señora se ha vuelto como viuda
(si apareciera una mancha blanca sobre su piel
que luciera ligeramente hundida sobre su piel
y esta mancha se extendiera sobre las paredes de su casa
y por la ropa de cama y su ropa y el rostro de su hijo
empezarían a desaparecer partes de su cuerpo
el pelo de su hijo perdería el color
la casa que tanto reparó: añicos
7 días puestos en observación
Usted y familia en un terreno inmundo
. .. .. .. .. .. .... .. ..... .-no sé no lo conozco no veo)
El eunuco jefe de los hombres políticos quiere que me acostumbre
a esto
intermediaria neocolonial semi feudal capitalismo deformado
El eunuco jefe de los hombres armados quiere que me acostumbre
a nuestros enemigos hechos cabeza a los aborrecidos prosperando
Ella ha desvanecido maravillosamente sus inmundicias en sus faldas

Avenidas de agua sobre mi cabeza -yo dije: Muerto soy
Tú que has visto todo mi color quebrántalos debajo de los cielos
-"ya ve hermana ni usted ni yo valemos nada para ellos".
. .. .. .. .. .. .. .. .... .Su maldición
para ellos
tú has visto todas sus maquinaciones
todas sus venganzas todos sus pensamientos contra mí
Su sentarse y su levantarse
. .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. ..... .mira
yo soy su canción.

***
Dalmacia Ruíz-Rosas (Lima, 1957)

lunes, 8 de junio de 2020

ignacio uranga / de "a-letheia / ramalaje"













Si hubiéramos al menos ayer asumido que
no es que fuera el desencuentro de las partes
las nuestras, en sí desmedido sino que guardaba
la proporción posible, pero en relación a hechos
en tiempo y espacio alejados del vínculo, el nues-
tro: no hubiera venido, entonces, después de quince
o veinte años, a dar con esta imagen que logra hacer
que entienda el por qué de la mínima esfera desde
la que es ordenado el diseño previo al armado: dieci-
siete árboles en relación de profundidad, no más que
pasto a cada lado: imaginaria al medio de esta lámina
una línea, vos del lado izquierdo, simbólicamente el
corazón entonces, al otro lado ella, de un tono que no
coincide con el de otro tiempo: vi el rojo casi negro
esta misma tarde, de la sangre bajando por las piernas
a fuerza de golpe, anunciando terminado el embarazo
y una mujer, por el oro, de la edad tercera, en el suelo
jurado con amor hace años, madre de dios, ante el altar:
vine a comprender también el estatuto azulado que
adquieren las cosas a lo lejos: no vi la imaginaria, y
es que hay, sí, la tal línea, pero doble, paralela y con
andenes: si hubiera al menos estado a nuestro alcance
asumir las dimensiones propias de la historia, o bien
que irreparablemente fuimos un fracaso, pero bello
al fin: seríamos dos en este cuadro, probablemente
hundidos en una intermitencia, y no tan sola vos ahí
hacia lo que, fundido con lo azul, pareciera algo como
una cumbre: vos marchando, Claire, hacia donde fuga
el paisaje, donde cerro, pino y piedra, sin solución de
continuidad, se ven, sin embargo, a misma altura, juntos


la poca alma en queda, la queda, rota, pues
tras el venido apague en tres am sobre el al-
ma, alma de lo amado en queda ahora: sým-
bolo de una Grecia antigua, la bella antigua:
a caer lluvia, caída al fin, gotas, tal como si
cuentas, tal cual perladas cuentas sucesivas
cuentas cultivo en la infancia vistas, cuentas
a saldar incluso de la infancia, interrumpida
una infancia a saldar, la infancia: en rejas hoy
detenida, tras caer, tal estalagmitas, en queda:
gotas tal el alma acaso, tuya, mía, tuya y mía:
oscuro el fondo un cielo, el cielo oscurecido
por Hystan Hugh en duelo, median detenidas
tal lo ya caído, gotas a caer que caerán al fin
en su caer, el caer, el dar al deshacer, el des-
hacerse al fin en impactar, un violento impacto
el violento impacto que deshace: absoluta, pues
la incerteza esta de tener por absoluto un no saber
el no saber, tal la única certeza: aplasta, solápase
a tiemp, min, seg: recíbese un impacto, el impacto
el impactar a la intemperie, tal Phlebas el fenicio
en su yacer de días, ya días el yacer de Phlebas
el fenicio, en que olvida el grito de gaviota, los
gritos de gaviotas, el hondo marítimo en oleaje
de mar oleado en olvido, el olvidado mar por
Phlebas el fenicio, que olvídase también al punto
casos relativos a pérdida o ganancia: una corriente
la corriente submarina, suave, ha recogido sus restos
los restos de Phlebas el fenicio, quien hace días yace:
la mar en baja o plena su vejez atravesó, su juventud
las de Phlebas el fenicio, en tristes remolinos: acaso
quien gira la rueda, quien hace girarla, quien gírala
y avista vientos contrarios mientras piensa en Phlebas
semejante la belleza, Materna, a la tuya, contraria tal
los vientos avistados por quien piensa en el yacido
tras guardias de ceniza, mis guardias de ceniza, las
mías, de memoricido por las tres am: no pájaro que
tal cual Phlebas el fenicio yace: sé en mí, tal cual
un Bennu egipcio, el Bennu egipcio, antiguo Bennu
egipcio, de donde acaso fueres: sé en mí, sé en mí


tal cual quien busca en Claire a Claire, erígese confuso
en volumen un deseo: confuso el deseo en volumen que
se erige, hundido en un fracaso: húndese en plural fracaso
quien búscala, quien urde tal suceso, y en Claire a Claire
no lógrala: quien urda una busca, la busca, buscárela acaso
y en tal suceso diera con el sino, la busca en sí, y no hallare
lo ya urdido: pues no descansa Claire en Claire, el siempre
sino este, de Claire sin Claire: hállese donde acaso fuere:
sea Claire lo visto: bellamente diose al ver, al avistar: lo
avistado bello, lo que hase avistado: avístase aun tal cual
refucila Claire, el avistado refucilo de Claire intempestiva
en esto que desarróllame acá como consciencia: este: diose
en tiempos Claire, inextricable sino, al modo en que huye
lo que acaso era firme: en siempre estalle un salvaje mundo
salvaje el mundo y tan profundo en nosotros habitados tan
de ensueño: eidos mismo del ensueño, fracaso siempre en acto
el siempre acto del fracaso sucesivo: horror que cae, el que cae
en cavidad junto a la lumbre tras el paso por jardín fundando
en deudas, el jardín fundado en deudas: fúndase un estallo
en tonos varios, pagos de la siempre deuda: sostiénese este
amor en queda, tardo hálito amado, tardo el quedo, un hálito
extinto, el tardo extinto este quedo amor de estallo en tonos
varios sostenido: fuera dulce acaso el tiempo en vista, nieve
sin caer, mientras su lado, pasible el lado suyo de avistarse
en contrarias formas a, blanda, la nieve: negro un mármol
y contraste en tonos varios en que dase a espectar la nieve
imaginaria: nieve inverosímil ante sol que huméala, pues
en gotas inauditas de rocío, quietud que sigue al aguacero:
otra vez regreso, tentando torpe el regreso a tu lado otra vez
regreso a un lado en que no hay tu lado, hay la calle inhóspita
sin puertas ni ventanas donde tiembla mi habituado corazón
en espera dase a temblar: el corazón que tiémblame, donde
no hállase lo urdido, la espera de la mano, hállase en la espera
mi habituado corazón, de una mano, singular espera de tu mano
tal cual quien búscala en Claire a Claire, mi corazón espera ya
desesperado a la intemperie, la intemperie pues que lluévelo
dans il pleut, sobre la vida, en lo apagado: tu mano ahora en
mnémicos fulgores retentivos, súbitos retales de lo amado que
no es ahora sino en la distancia, tal cual Ophélia sobre un río
el río regro en que Ophélia pasa como un bello lirio triste, tal
un fantasma bajo lluvia intempestiva de hora cero este veinticuatro:
rompe el nuevo día: hay vacía la ciudad, no un febril comienzo, el
febril comienzo acostumbrado en que dase el murmullo de la vida
tal cual Ophélia hermosa donde en agua se desliza lenta, tan lentamente
en doble sueño suave arrastrada por un río negro, el negro río que
arrástrala, su frente en sueños, la suya, de Ophélia en sueños como
lirio sobre la marea: ella, tal cual Ophélia previo al doble apague
tal cual Ophélia antes de su frente hundida en sueños: estanco sueño
de la vida que transita lentamente como lirio en sueños sobre un río
el negro río en contrarios modos a la nieve tarda, tal cual ya tardo un
rostro en que pasa, el tardo rostro en que pasa, estanco, como un lirio
lento que flota, tan lentamente, ya hundido y tardo el sueño de la vida


tal cual Ophélia sobre calmas aguas, lenta
como un gran lirio flota, tal cual un lirio, el
lirio, tan lentamente en su flotar, recostada
flota, pasa Ophélia hace tiempo, tal, blanco
un fantasma blanco, el fantasma blanco, pasa
por un gran río negro, el río, en que luce suave
su locura suave Ophélia, la suave locura: en un
mundo, el mundo, donde llueve, dans il pleure
tal cual cae en un corazón la lluvia, en el mundo
el corazón en que llueve: despliégase un antiguo
sýmpatos, el sýmpatos de la bella antigua Grecia
por la frente de Ophélia llena de sueños: mínimo
un temblor, el mínimo temblor en que sáfica abre
Ophélia, mientras despierta de un sueño, el sueño
Ophélia, los ojos, los suyos, sus ojos, al punto que
cae, cuando sáficos abre Ophélia los ojos, miterioso
áureo un canto, el canto, de los astros tal cual nieve
sin misterio que no cae y cae en su tristísimo no caer
de nochebuena absurda sin cordero, hossana ni piedad
tristísima, tal cual Ophélia en sueños arrastrada por un
río, el río negro, tal un escrito, construido mar que rom-
pe nuestro corazón acaso, tuyo, Claire, mío: y es que un
día no de abril, sino julio, nueve sobre tres am, un pálido
el pálido, tal la recién nacida hierba, fundíaste en él como
sobre fuego, nieve: ahogábase, terrible, tu palabra, mi pala-
bra, ante un apague intempestivo, el intempestivo apague
nuestro, tuyo, mío, de párpados: párpados que ciérranse
en doble noche, contrario a párpados que ábrense ante el
masivo hueco doloroso de lo ido: acaso si flotaras como
Ophelia, tal cual un bello lirio, y por flores volvieras un día
no llovería, Materna, en el mundo, tanto como en el corazón

***
Ignacio Uranga (Bahía Blanca, 1982)