sábado, 21 de noviembre de 2020

amos oz / tres poemas









Chandartal

*

Mana. Se detiene. Fluye.
Sale y de nuevo se detiene.
Un manantial vacilante
en el patio del monasterio.

Es la región de Ladakh, «la tierra
de los hijos de la luna». Has llegado aquí
por el río de la luna, el Chandar,
a través del lago Chandartal.

Tiksa se llama el pueblo,
Tiksa Gumpa se llama el monasterio,
y la mujer se llama María. Eres
al único que recuerda.

El que besó sus pies.
Y se refiere a ti.
Tú. Acércate a mí.
¿Sabías que aquí en Ladakh

existe la costumbre
de casar a una novia
con dos o tres hermanos?
Eres al único que recuerda.

Fluye. Vacila. Se para
y vuelve a salir. Un manantial
en una esquina del patio del monasterio.

La piedra aquí no está tallada
está revocada de blanco y rojo
el monasterio se llama Tiksa Gumpa
y María se llama la mujer. Acércate

a mí. No temas. Te estoy
hablando a ti. Esta noche
mis labios abrirás. Esta noche
estaré contigo. Tiksa Gumpa
se llama el monasterio y el lago se llama
Chandartal.

~

Pero cómo

*

Abandonarla, dices, es fácil decirlo,
abandonarla como un piloto de combate
que abandona un avión
sin control o en llamas. ¿Pero cómo se salta
de un avión caído, hecho pedazos y oxidado
o hundido en las profundidades del mar?

~

Se despierta en mí el deseo

*

Atardecer. Llueve en las colinas vacías del desierto.
Cal y roca y olor a tierra mojada
después de un árido verano. Se despierta en mí el deseo
de ser lo que sería de no haber sabido lo que es sabido.
De ser anterior al conocimiento.
Como las colinas. Como una piedra en la superficie
de la luna. Inerte, silencioso y seguro
de que estaré tiempo en exposición.

*** 
Amos Oz (Jerusalén, 1939-Tel Aviv, 2018)
Versiones de Raquel García Lozano

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