viernes, 31 de julio de 2020

sergio alvarenga / selección




4

Solo con palabras se dice lo que se dice. No veo bien cómo morir si no fuera por ellas. Lo que se comunica realmente nunca se pronuncia: se gesticula o se sueña, pero nunca se dice. Las grandes verdades nacieron de guiños y roces; al adelantarse en la fila. Cosas que, por su nimiedad, nunca fueron tenidas en cuenta y, sin embargo, desataron feroces cataclismos en otras galaxias, agujeros
negros en el cosmos o epifanías melódicas en la electricidad neuronal de un arquitecto musical, designado por el azar para pasar a la fugaz historia. ¿Cuál es, entonces, el propósito de escribir, si en el fondo nadie comunica nada mediante la palabra? Sencillo: escribir no es un propósito en sí, sino una consecuencia. Un gesto equívoco (o acertado, no importa), en otro lugar del mundo, desencadena una sucesión de eventos que terminan incalculablemente provocando una especial mirada del mundo. Que esta mirada repercuta de manera ineluctable en otras realidades es, de por sí, algo imposible de determinar.

9

Me levanté. En contra de mi voluntad, pero eso fue lo que hice. No quería tener que salir de mis sueños. Abandonar ese gigantesco mangal, sin nadie alrededor más que nosotros. Una cerveza fría siempre al alcance de la mano. La sombra fresca, el pasto y el campo abierto. Me levanté. ¿Para qué me levanté? Para encontrar la lluvia en la ventana, el plato sin comida y la tele que no anda. Debí haber vuelto, de una vez por todas. Al plato suculento de tortillas con salsita del mercadito al amanecer y después agarrar el bondi; el vino por el camino, el no tener que hacer nada y no tener lugar específico donde hacerlo. La lluvia es floja y de un verde oscuro a motas blancas. Ceniza de crematorio que cae apesadumbrada. No debí haberme levantado.

17

Carta abierta a los dependientes del celular:
Es difícil explicar la situación. La cuestión es que respeto esa condición: en estos tiempos es necesario. De algún modo, pero bueno.
Quédense un instante a solas consigo mismos.
Ensimismados, como se dice. O sea, un rato solos y sin nada que hacer. Cuando nos miramos por dentro, lo primero que hacemos es mirar para otro lado. En su caso es el celular; en el mío, la escritura. No me quiero mirar y escribo. No se quieren mirar y miran su celular.

27

De vez en cuando todo se aclara. Algunas resacas vienen con sorpresas. Muy de vez en cuando el cielo se despeja, y la mano crispada se relaja y florece. No puedo decir que me haya tocado a menudo. Tampoco digo que nunca haya pasado. Digo, simplemente, que me está pasando ahora.
En medio de este caos, lo mejor de mí crece. Y en el medio de un suspiro somnoliento, en un bondi, con 40 grados de calor, sueño con playas y mujeres y conservadoras y hamacas. Sueño, sobre todo, con quietud y bienestar, con amor y boludeces. No sé. Algo solamente se acurrucó hoy dentro mío. Algo, muy en el fondo, me acaricia la frente, con un cubo de hielo, suavemente. Y en las grandes mareas que me trajeron hasta este mundo, he de irme de nuevo hacia la luna en el poniente, libre de mí, como siempre, y de todo, solo esperando a la próxima naciente.

32

La naturaleza del mundo me impide hacer cosas descomunales, pero mis sueños insisten en que eso es lo que quiero.

45

Hay que desenvainar la piel, sacarla de su crisálida. Hay que gritar por las calles, desde el vientre, a todo pulmón. Hay que vivir para contarlo, y si no se puede contar nada, no importa, hay pedazos de vida que no se van. Hay que besarse, acariciarse, amarse con las manos, con el cuerpo; hay que entrar en contacto con otra gente; hay que hablarles. Hay que querer a otros con candidez, con entrega, con la posibilidad tangible de la herida abierta, con el riesgo asomando su cabeza en el horizonte, como las tormentas de verano. Tiene que doler sentir, tiene que arder. Tiene que ser la puerta abierta al movimiento. Tiene que mover el suelo que pisamos, tiene que replantearnos todo. Si no, no tiene caso querer. Si lo que se siente nos anquilosa, nos convierte en polvo sobre los muebles, en la basura acumulándose en las márgenes de los ríos, entonces es repetición, y el amor nunca puede ser repetición. Hay que amar con la sensación de la vida floreciendo dulcemente, convirtiéndose en otra cosa. Hay que amar aceptando y abrazando nuestra condición de futura osamenta, de cosa material destinada a perecer, porque la ficción de la inmortalidad trae consigo la satisfacción falsa del deber cumplido, y me es tan claro que nunca, en este mundo, terminaremos por completo de trabajar. Ante la titánica concepción de la faena que espera, todo se desdibuja y pierde el sentido. Ante la dolorosísima certeza de lo imposible de terminar la misión, es difícil no frustrarse. Pero es eso mismo lo que alimenta el absurdo reinante: la falta de tripas suficientes como para encarar, y bancarse lo que esto implica, la alegre profesión de reír a carcajadas, de escucharle al cuerpo y de revolucionar los gestos. La noble vocación de amar la vida en todas sus formas, oscuras y brillantes, tormentosas y despejadas, para tirarse al final del día exhaustos, con la sensación de haber llegado a orgasmos
compartidos con todos los seres que habitan el todo, y que vibran con nosotros a niveles intangibles, imposibles de divisar para el que ya solo es polvo en los muebles y basura acumulándose en las riberas de los ríos.

51

Es hora de volver a casa. Larga travesía tenía reservada para mí la vida. Larga odisea. Amaneceres negros lejos de mis hermanos. Noches y más noches buscándome en las calles, en los bares, en los matorrales, en los moteles. Cada vez que creí encontrarme me perdí; cada vez que creí que moría de amor, de a de veras me moría un poquito. Es hora de volver a casa, hermano. Ya llegó otro amanecer. Tajos sobre la carne que sangra me advierten, me recuerdan, me previenen, para que no se me haga más tarde. Hay en mis ojos un eterno brillo, parecido a la redención, pero mis manos están rotas, cortadas, lastimadas. Y ya me es imposible acariciar un rostro, un cuerpo, sin que me duelan más allá de lo soportable. Volvamos a casa. Ahí encontraremos quien cuide de nuestras heridas y nos reprenda con cariño, como a niños que rompieron la ventana y se cortaron las manos. Solo que rompimos mucho más que una ventana. Y nos cortamos muy profundamente hasta llegar al alma. Las preguntas me abandonaron. Todas. Lo único que quedó flotando en el aire es la sensación de total tragedia, de total fatalidad; la certeza de la peor de las tristezas, del abatimiento más profundo. Vamos ya a casa. Ya estoy cansado y derrotado. Me siento viejo y decadente. No tengo fuerzas para cruzar el puente que lleva al siguiente amanecer. No hay ya nada que el sol pueda mostrarme que yo quiera ver. Entendeme, por favor, ya no quiero más. Ya fue suficiente.

***
Sergio Alvarenga (Asunción, 1984)
Selección de Héctor Hernández Montecinos en América 2.0. Madrid: Liliputienses, 2018.

jueves, 30 de julio de 2020

milenka torrico / tres poemas













Any more

*

Hay una niña que no quiere más
Porque tiene a su mami

mami que a los tres intentó asfixiarla
mami que a los seis la acusó de hippie
mami que a los diez la pateaba en el suelo
mami que a los trece la echaba de casa
mami que a los quince la acusa de lesbiana

mami que la amenaza
        que la inculpa

mami que la apunta con un arma
         y la llama hija-de-puta.

~

Oscilación

*

Mi mamá no me ama

se sienta frente al televisor
para llorar por otros
para dolerse de otros

si la culpa la alcanza
me da dinero

si la furia la alcanza
me abofetea

si la ansiedad la alcanza
se enamora de mi padre

si la lucidez la alcanza
se arrastra por la casa
buscando un lugar para colgarse.

Mi mamá no me ama
yo amo la lucidez de mi mamá.

~

El jet set del 87

*

El jet set del 87 eleva la barbilla huyendo de lo vulgar, ni sus pupilas ni su voz tocan lo que no merece, se impacienta ante los ancianos, los down, los mendigos, los tontos, los que lloran, los que se besan.
El jet set del 87 conoce el dolor y sólo aprieta los dientes, no se duele de quien gime y se inclina,  amina sobre tacones blandiendo la punta de la nariz contra la violencia del viento aunque tenga los ojos quebrados.
El jet set del 87 se complace en la palabra no, en la palabra nunca, se goza en la sensación de vacío, no muere de hambre o de amor.
El jet set del 87 no tiene madre, no tiene muertos, no tiene hijos que lleven el primer nombre de su padre, no tiene hijas a quienes perfumar y peinar los cabellos.
Las del jet set del 87 son niñas que amaban las paredes, las tijeras, el espacio debajo la cama, son locas cortopunzantes, son hijas de puta siempre.
Las del jet set del 87 no tiemblan de frío o de miedo, no necesitan luz, dueñas de sí y del resto, se desbordan en el odio y saben de tortura y desaparición.
Las del jet set del 87 no tienen piernas para huir, brazos para asirse ni boca para gritar, ellas no temen, no caen, no piden auxilio. 
Las chicas del jet set mueren a los 40, sin cortes, sin moretones, sin proyectiles, víctimas de la asfixia de su propio ego.

Quiero escribirle a mi amigo
un poema hermoso y transparente
como un cuerpo de medusa

Mis amigos son medusas tendidas en la playa
sus pétalos ciegos y eléctricos
sus corazones mudos
se entregan a la fluorescencia imperdonable de otras estelas

amaron la miseria de la espuma
amaron la irracionalidad de la espuma

Mis amigos son medusas arrojadas a tierra
pidiendo garras
para trepar, para alcanzar la vía láctea
pidiendo amorosas lenguas
para beber tanta belleza

como animales absurdos
como animales furiosos

Mis amigos son medusas que han amanecido en la arena
sus cuerpos de flor incomprensible
se abren hacia siempre y siempre es un lugar
en el que habitan las estrellas del verano

les crecen ojos para mirar su muerte
les crecen ojos para que yo los cierre.

Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida
y sola, como después de una fiesta.
ROBERTO ARLT

¿Cómo serán las noches sin los cuerpos de mis amigos?,
       pregunté.

Y la noche se arrastró como un niño manco
se arrastró la noche como un niño sin brazos
incapaz de atrapar los más bellos insectos.

¿Cómo serán las noches sin los cuerpos de mis amigos?,
       pregunté.
Yo hubiera querido, al menos, guardar sus ojos
guardar sus felices ojos de grillo, siempre ruidosos
bailando hasta el llanto en las esquinas de la noche.

¿Cómo serán las noches sin los cuerpos de mis amigos?,
       pregunté
Y escribí para ellos todas las palabras que empiezan con
       la letra amor
que empiezan como el más dorado y perfecto horror
porque la noche era, siempre y sólo, una idea loca.

¿Cómo serán las noches sin los cuerpos de mis amigos?,
       pregunté.
Y la noche empezaba con el sol
Y empezaba con el sol
Y sólo empezaba.

***
Milenka Torrico (Cochabamba, 1987)

miércoles, 29 de julio de 2020

legna rodríguez iglesias / la capacidad de asombro










Ella se inclina sobre mí y me dice malos días. Y me dice no salgas desnuda. Y me dice que hay un hombre en el techo.
Lo que ella me dice me entra por un oído y me sale por el otro. Al entrar por un oído es un mensaje que puedo descodificar, pero al salir por el otro es un mal mensaje, que se va a bolina. Por eso tengo otitis. 
Por eso nunca salgo completamente desnuda. No puedo andar encuero ni en mi propia casa. Alternando la sintaxis del sintagma sería mi casa propia, lo que constituye una mentira. La mentira más grande del mundo. Déjame reírme.
En la cocina los viejos preparan el desayuno. Tropiezan. Rompen un plato. Todo en cámara lenta porque son muy viejos.
Recontraviejos.
Son los padres de mi madre.
No sé dónde está mi hermana.
Ella se inclina sobre mí y me dice ¿dónde está tu hermana? pero no lo sé, no sé nada de ese asunto.
Todos dan gracias a Dios por que haya un hombre arreglando el techo.
La sensación es morbosa: un hombre encima de mí.
El hombre trabaja sin camisa, no se da cuenta de que podría ser mal mirado porque solo hay un hombre en la casa, el viejo.
Porque mi padre se ha ido.
Es decir que todas somos señoritas aunque no literalmente. 
Pero ella le ha dicho póngase cómodo, así que el hombre se ha puesto cómodo. Más cómodo que yo misma. Yo me he puesto incómoda. Bastante incómoda. Pensativa.
Y se ve que es un hombre decente.
La vieja cuela café. Hoy tocaremos a menos.
Cuando salgo del baño tropiezo con el hombre.

A pesar de ser muy joven, tiene los senos flojos. Los tiene flojos como condones llenos de agua. Pero condones en miniatura. Porque tiene los senos como su madre.
En miniatura.
Cuando tropieza conmigo no siento nada solo sus senos contra mi tórax y temo que se revienten los condones. 
Miedo es lo que siento al pasar junto a su cuarto.
Que no tiene puerta.
Y sé que no está dormida.
Entonces me digo un cadáver despierto. Pero disimulo mi asombro porque ella podría ser como un perro que si huele el asombro de los demás les muerde la carne y los descuartiza. 
El cadáver no se levanta sino para ir al baño.
Cuando tropieza conmigo se le embarra la frente de mi sudor y del polvo rojo que despiden las tejas.
Por lo que se embarra la frente de algo parecido al barro.
Me mira y sabe que temo porque temo porque me mira.
Como si quisiera matarme con 28 cuchillos a la vez aunque si tuviera 29 me mataría con 29 cuchillos. 
Empiezo a sacarme los cuchillos del estómago pero cuando termino estoy desfallecido. Los cuchillos me estropearon el estómago. Tendré que superarlo.
Sí se puede. Un estómago mejor es posible.
Y me digo dos cadáveres despiertos, uno contra otro

Lo miro.
Tropiezo con la electricidad.
Con 29 millones de cargas negativas.
Doy gracias a Dios. Gracias, Dios.
Bendigo este minuto porque el techo de mi casa quedará
como nuevo. De paquete.
Ella se queda maravillada y todos sorben el café al mismo tiempo, menos yo. Que aún sigo a la entrada del baño. Y el hombre brinda con mi madre chin chin. Parece que disimula, pero qué disimula.
Los viejos me llaman para que desayune.
No desayuno.
Desde que nací estoy en ayunas.
Vuelvo a mi cuarto aunque no puedo dormirme. Con tanta rabia una nunca puede dormirse, ni siquiera terminar de leer un libro que le han prestado para que lo devuelva en un abrir y cerrar de ojos. 
El hombre pasa junto a mi cuarto. Esta vez se tambalea porque no sabe por dónde va.

Tengo cuidado en saber por dónde voy.
Nunca me tambaleo.
En el techo de la casa hay varias zonas que no pueden arreglarse porque las tejas están podridas.
PODRIDAS.
Ni siquiera entre las tejas podridas me tambaleo.
Las mierdas de perro por todo el techo no me dejan respirar.
NO ME DEJAN RESPIRAR.
Tengo cuidado con las mierdas de perro.
No veo por dónde voy. Ahora sí no veo nada.
Tomo una mierda de perro en la mano y me la llevo a la boca y la mastico como si fuera un escalope de cerdo. Es un escalope de cerdo. En cualquier restaurante de la ciudad este escalope me costaría alrededor de 25 pesos.
Luego toso.
Me meto la antena de televisión hasta la amígdala y vomito el escalope.

Antes de irse, mi padre construyó un andamio con maderas preciosas.
Preciosísimas, dijo mi madre.
¿Cuánto costó? preguntaron los viejos.
Soy feliz cuando estoy en la cima del andamio y analizo los pro y los contra.
Siempre hay más contra que pro.
Desde que el mundo es mundo.
PRECIOSISIMAS, repitió mi madre.
Desde la cima uno puede saltar y encontrarse en el techo de pronto sin saber cómo llegó allí.
Me levanto.
No me aseo.
Me miro el acné.
No me aseo.
Me esfumo.
No me aseo.
¿Qué estoy haciendo en el andamio así vestida? ¿Así desvestida en la cima del andamio? ¿Siendo feliz apartándome un instante de la rabia? ¿Una rabia que el hombre provoca con el peso de los pro y el peso de los contra?
Con tanta brisa que me tambaleo.
Nadie ve lo que miro desde aquí.
T o d o e n c á m a r a l e n t a.
Ella me ha visto salir del cuarto y me ha dicho ayuda a los viejos que son muy viejos.
Pero los viejos no dejan ayudarse.
La vieja vuelve a colar café.
El viejo se sirve un sorbo. El café le retuerce las tripas hasta que al viejo le sube la presión y el mundo es un paro digestivo y el viejo se muere pero la vieja lo coge por el cuello y lo besa para que el viejo resucite, y el viejo declama un bellísimo poema de protesta titulado REGRESARAN.
Por supuesto que regresarán, todos los momentos felices que vivimos, tendrán que regresar.
Y el viejo resucita y deciden casarse por la Iglesia y por el estado civil.
Ella se inclina y me dice ayuda a los viejos que son muy viejos.
Yo voy al techo a ayudar al hombre que tiene el alma más vieja que todos los viejos juntos.
Yo voy al techo a ayudar al hombre.
Yo voy al techo.

Mi mujer y yo no estamos casados.
Mi mujer y yo no tenemos apellidos.
Los dos arreglamos techos.
Así vivimos y jamás comemos.
JAMAS.
Mi mujer es la única mujer que yo conozco, y yo soy el único señor que ella conoce.
Así nos desconocemos con suma facilidad. Como corresponde a un período extraordinario.
Por lo que nadie nos conoce más que nosotros mismos.
Nadie nos recomienda.
Y eso es ser feliz.
Es no ser.

En su carta de despedida mi padre escribió:
Este es un año muy especial. Súbete en el andamio, escribe en el andamio, almuerza en el andamio, pero no mires para la tierra. Mira bien cada cosa que veas aparecer aunque solo se muestre por la mitad. Fíjate bien, intuye cada cosa, y no mates al prójimo.
Analizo los pro y los contra.
Los pro vienen rápido.
Los contra aparecen lejos, temerosos.
Y se muestran pero solo por la mitad.
Veo exactamente 28 contra, pero si miro desde otro ángulo se convierten en pro. Así que son 29 pro en total.
Aplaudo.
Porque no debo matar al prójimo.
Porque todo me ha salido a pedir de boca.
Todo, hasta la rabia.

***
Legna Rodríguez (Camagüey, 1984)

martes, 28 de julio de 2020

kreit vargas / dos poemas



[A1N1]

                     El camino verdadero pasa por una cuerda,
                     que no está extendida en alto, sino sobre el suelo.
                     Parece preparada más para hacer tropezar
                     que para que se siga su rumbo.
                                                               KAFKA.

Así la vida se convirtió en un faro, donde todas las aves se
estrellaron.
Los submarinos comenzaron la exploración en las costas
de las repúblicas del Pacifico, la primera noticia fue el
descubrimiento de una rara enfermedad, los corazones
comenzaron a convertirse en relojes, la fiebre delataba
alguna infección descontrolada e insurgente.
Latinoamérica fue sitiada y los niños fueron
convirtiéndose en semillas, volvieron a la tierra.
¿Quiénes en nombre de la esperanza, escriben con
sangre en las calles su ascendencia, quienes reconocen la
virtud de los mendigos?

Los niños mecánicos girando la noche en su bola de
cristal, los enfrentamientos en las lenguas incondicionales
de la catástrofe.
¡Esperanza!, gritan desde sus cráneos vacíos
Así los helicópteros bombardearon el vaticano, entre las
llamas los ángeles, iniciaron las redadas, la televisión
reportó el más reciente descubrimiento de la ciencia, "el
hombre carecía de alma" un virus denominado ARX0987 era
el encargado de encender el sistema operativo neuronal.

~

SEÑALES DE UN CÓDIGO LUMINOSO

Encendido/Apagado
Apagado/Apagado
Encendido/Apagado
Encendido/Apagado

¿Cuál es el mensaje urgente que envía esta ciudad al cielo todas
las noches?
RESPONDER CON CARÁCTER DE URGENCIA
Wait for me
Moby a la deriva encuentra la nota musical precisa en el cráneo
  de un joven hermoso
Cayendo sin peso sonriente
Todas las balas recuerdan un nombre se ensayan al cielo /
  descubren su rumbo
Sin peso y sonriente cayendo repito


1912
Mi amado país es un paciente esquizofrénico con los brazos
  acaramelados
La Bauhaus estandariza el ritmo de la respiración reproduce
  sonrisas en serie
Intento el sonido intento la piedra intento la vida
Intento la cuchara perforando el lago de mentiras de mis ojos
Intento orbitar y ser lo más celeste en el monitor
Parpadeo el Ecuador de la tierra la línea imaginaria que
  atravesará mis órganos
Este ejercicio consiste en atar cabos sueltos empezar por
ejemplo con el océano enfrentado al desierto, oír las
discusiones que arrastran, las nostalgias milenarias, las
separaciones. Salir de la habitación, pensar en la unidad de los
elementos, alguien llorando por la misma ascendencia
Imagina la escena más bella de reconciliación
Descártala:
Ni los océanos ni los desiertos lloran entiéndelo estúpido
Empezaremos un pequeño diario donde colocar esta tenue luz
La única que poseo
La que extinguiré

La fórmula para hacer reír a mi abuelo muerto está
compuesta de un abrir puertas de no temer el silencio de
pronunciar la vida sin el cuerpo
Mamá no apagues la luz esta noche prometo morder la
almohada

Siempre las tres de la mañana en todas las madrugadas de
este hospital sonámbulo
A Bowie lo espera el tiempo en la ventana, bien por él, por su
encuentro con el universo.
El piano que toca será un animal hermoso cuando le corte la
garganta
Y cante borbotones de sangre en claves de sol de luna de
seguridad o en un lenguaje de muertos
Dreams
Tengo las manos manchadas por el miedo la mirada
manchada por el miedo los pasos manchados por el miedo /
el miedo agazapado en las faldas de la madre noche
consolando a todas sus criaturas sin nombre
Amanezco cubierto de estrellas de un mar reflejando un cielo
oxidado
Amanezco cubierto de mi padre sediento y doloroso en toda
mi descendencia

Sobre el papel reposa el único ejemplar de una especie a
punto de extinguirse
Duerme junto a mí y sueña una hembra o simplemente un
cuerpo pero sueña despierto o dormido

Todos duermen mientras las aves envían mensajes en
botellas al espacio
Yo escribo un pequeño papel que dice No vuelvan jamás

Vuelvo a las aceras a los zapatos a las mentiras a la tristeza
de no poder decir más que tristeza
A confesarte color por color como un crimen
Primero cian por la mañana luego magenta por el oxido en la
llave de la casa para completar los primarios las entrañas de
un ave son suficientes

La velocidad aumenta y no podre bajarme de mis piernas de
mis ojos de mi voz
Ni una palabra más sobre el papel
Inventaré un conjunto que no sea siempre el vacío de las manos

Este diario termina por apuntar el objeto más lejano sobre la
estepa blanca con el dedo del corazón

Y acudo a los artistas para preguntar

¿Cuál fue el sonido que se esparció cuando ese animal
destrozaba el cuerpo de aquel que solo estaba poblado por la
ternura?

***
Kreit Vargas (Arequipa, 1983)

lunes, 27 de julio de 2020

enrique verástegui / dos poemas










Primer encuentro con Lezama

*

Llevo un sol en mis bolsillos
pero ya no tengo nada en mí
no puedo soñar cantar pensar en cosas concretas
no puedo soñar cantar escribir ese poema para ti mi gatita
                arañándome el hombro
y mis vecinos me tienen controlado
me ven llegar como una peste
y hablan de mí
entre comillas soy el ocioso el paria el que llega tarde en la noche
y corro por estas calles de Lima
buscando recordando a Vivian
cayéndome en pedazos consumido por mí mismo y tu no hacías nada
                por mí, viejo Lezama, estás ya viejo, pero te guío por estos
                sitios
Vivian solía aparecer desnuda con sus enormes muslos de cedro
y mira acá esta foto: es Jericó devastada por el mal uso de los sebos,
                por la droga, las flores de plástico
y sal un poco de tus páginas, de esos aires, Lezama, sé que el asma
                es tu paraíso
pero comparando nuestros árboles, nuestra sana manera de tendernos
                en la yerba
yo habito más que el infierno
y debo caminar pudriéndome por quedar bien contigo mientras
                vamos paseando por Tacora
entre prostitutas y ladrones
que no logran robarnos nada porque nada tenemos pero tenemos
                hambre y comemos ciruelas
y corremos fugándonos sin cancelar la cuenta
y otra vez estamos en la plaza San Martín frente al caballo inmovilizado
                por las cámaras de los turistas
sin saber dónde ir ni qué ómnibus tomar
sin saber cómo ni cuándo apareciste en Lima sorpresivamente como
                esas pocas lluvias que llegan para lavamos de la duda
y ahora estamos contigo en el café Palermo
ahora ya puedo decir que tus palabras huelen a manzano y los
                manzanos son gente sencilla que ignora el uso de la palabra
                gente que ignora el mal uso de la palabra
ahora sé que nada se perdió
y aprendí que el verso más claro está garabateado sobre la pared
                de los baños
y voy recitándolo con voz sonora en medio de la calle
mientras me alejo y llevo a Lezama prendido como un laurel sobre
                el ojal de mi camisa
                yo no quiero brillar con esa intensidad de aviso Phillips
                                yo tengo un brillo en las pupilas
tan claro como el verso más claro que ahora voy gritando por estas
                páginas sórdidas
                y somos arrojados uno al lado de otro sobre esta gran ciudad caminan
…………un par de iguanas
reptando y comiéndose la luna
                                uno más joven que el otro
uno más flaco y pálido y callado y con las alas cortadas por la
                rutina de estar continuamente dando batallas a la rutina
dando vueltas
                                y más vueltas encima de los cables
                                                                                    otra vez solo
sin nadie con quien cruzar unas palabras, una idea,
y los ojos están ardiéndote,
todo lo que miras es alcanzado por el fuego,
como en la hora del Juicio Final,
he llegado a mí después de haber gritado en las praderas porque
                todos huían de ti pero ya tu habías huido de todos
y el corazón te quema más que un buen vaso de brandy en el
                estómago
más que todos los fogones ardiendo juntos de noche sobre los campos,
el corazón es mi palabra y más que mi palabra soy yo ardiendo de
                noche sobre los corazones que aún no han conocido el
                amor
y están desesperados gimiendo arrancándose los cabellos.

~

Salmo

*

Yo vi caminar por las calles de Lima a hombres y mujeres
                carcomidos por la neurosis,
hombres y mujeres de cemento pegados al cemento aletargados
                confundidos y riéndose de todo.
Yo vi sufrir a estas pobres gentes con el ruido de los claxons
                sapos girasoles sarna asma avisos de neón
                noticias de muerte por millares una visión en la Colmena
y cuántos, al momento, imaginaron el suicidio como una ventana
                a los senos de la vida
y sin embargo continúan aferrándose entre
                marejadas de Válium
y floreciendo en los maceteros de la desesperación.
Esto lo escribo para ti animal de mirada estrechísima.
                Son años-tiempo de la generación psicótica,
hemos conocido todas las visiones de Kafka y Gregory Samsa
                pasea con Omar recitando silbando fumando mariguana
junto al estanque en el parque de la Exposición – carne
                alienada por la máquina y el poder de unos soles
que no alcanzan para leer Alcools de Apollinaire(1).
Recién ahora comprendo mañana reventaré como esos gatos
                aplastados contra la yerba
y las cosas que ahora digo porque las digo ahora
                en tiempos de Nixon – malísimos para la poesía
– corrupción de los que fueron elegidos como padres – gerentes
                controlando el precio de los libros
de la carne y toda una escala de valores que utilizo
                para limpiarme el culo.
Yo vi hombres y mujeres vistiendo ropas e ideas vacías
                y la tristeza visitándolos en los manicomios.
Y vi también a muchos gritando por más fuego desde los auto-
                buses(2)
                y entre tanto afuera
el mundo aún continúa siendo lavado por las lluvias,
                por palabras como estás que son una fruta para la sed.

(1) Unos soles de más o de menos son unos soles, son unos soles de más o de menos en las arcas del espanto.
(2) pero nadie tuvo una luz para aliviar la pesadilla para aliviar el horror.

***
Enrique Verástegui (Lima, 1950-2018)

domingo, 26 de julio de 2020

thomas merton / tres poemas













En silencio

*

Mantente quieto.
Escucha a las piedras de la pared.
Mantente en silencio, ellas tratan
de pronunciar tu
nombre.

Escucha
a las paredes vivientes.

¿Quién eres tú?
¿Quién
eres tú? ¿Eres su
silencio?

Quién (mantente callado)
eres tú (como estas piedras
que permanecen calladas).
No pienses
en lo que eres
ni menos
en lo que algún día podrás ser.

Mejor aún
sé lo que tú eres (¿pero quién?)
sé lo impensable
lo que desconoces.

Oh mantente quieto, mientras
sigues vivo,
todas las cosas que viven a tu alrededor
están hablando (no escucho)
a tu propio ser,
hablando por lo desconocido
eso está en ti y en ellas mismas.

“Trataré, como ellas
de ser mi propio silencio:
y eso es difícil. El mundo entero
se incendia secretamente. Las piedras
arden, incluso las piedras me queman.
¿Cómo puede un hombre estar quieto o
siquiera escuchar a todas las cosas ardiendo?
¿Cómo se atreve a sentarse con ellas,
cuando todo su silencio está en llamas?

~

Muerte

*

¿Dónde están los comerciantes y los prestamistas?
Cuyo amor cantó en el cableado entre los puertos
y graneros al interior.

¿Está el viejo comerciante más seguro que el marinero enviado a ahogarse,
cruzando el fin del mundo en una goleta de madera?
¿Dónde están los generales que saquearon las ciudades soleadas
y quemaron el ganado y el grano?
¿El político está más seguro en sus oficinas
que un soldado con una bala en el ojo?

Tómate el tiempo para temblar, no sea que vengas sin reflexionar
para sentir las furiosas mercedes de mi amistad,
—dice la muerte— porque vengo tan rápido como la intuición.

Los acantilados de tus resacas nunca fueron ni la mitad de nauseabundas
que mi abismo infinito.
La carne no puede luchar con las aguas que arden en la tierra,
¡ni siquiera el espíritu descansa en el barro del hielo!

A los muertos perdidos, más que la noche momentánea de fe,
su medianoche será interminable.

A la postre, todo mi poder es conquistado por el “Ave María” de un niño
¡y toda mi noche iluminada para siempre por una vela de cera!

~

Fragmento

*

Cuando estamos solos
dentro del bosque interior
más allá de los caminos solitarios
en el sueño elemental

y pese a que las ciudades comienzan a arder al anochecer
como el cobre como los crisantemos,
las ciudades lejanas florecen
enredadas en un mapa de cableados incandescentes
ninguna voz de esas luces abundantes
enrojecerá la oscuridad de nuestra cita.

Ninguna radio tiene flechas que puedan encontrarnos
flechas aladas tras nosotros, celosas, sin rumbo en la noche, en nuestra pantalla.

En la noche de mi Génesis sin dinero,
los mundos son demasiado viejos
y las ciudades que me encantaron
mueren como las nubes, como los niños del mar.

Para que nadie nos encuentre, Querido,
la nueva creación se mece en la noche sonora
que has hecho para que estemos solos.

***
Thomas Merton (Prades, Francia, 1915-Bangkok, 1968)
Versiones de Nicolás López-Pérez

/

In Silence

*

Be still.
Listen to the stones of the wall.
Be silent, they try
to speak your

name.
Listen
to the living walls.
Who are you?

Who
are you? Whose
silence are you?

Who (be quiet)
are you (as these stones
are quiet). Do not
think of what you are
still less of
what you may one day be.

Rather
be what you are (but who?)
be the unthinkable one
you do not know.

O be still, while
you are still alive,
and all things live around you

speaking (I do not hear)
to your own being,
speaking by the unknown
that is in you and in themselves.

“I will try, like them
to be my own silence:
and this is difficult. The whole
world is secretly on fire. The stones
burn, even the stones they burn me.
How can a man be still or
listen to all things burning?
How can he dare to sit with them
when all their silence is on fire?”

~

Death

*

Where are the merchants and the money-lenders
Whose love sang in the wires between the seaports and the
inland granaries?

Is the old trader any safer than the sailor sent to drown
Crossing the world’s end in a wooden schooner?
Where are the generals who sacked the sunny cities
And burned the cattle and the grain?
Or is the politician any safer in his offices
Than a soldier shot in the eye?

Take time to tremble lest you come without reflection
To feel the furious mercies of my friendship,
(Says death) because I come as quick as intuition.

Cliffs of your hangovers were never half so dizzy as my
infinite abyss:
Flesh cannot wrestle with the waters that ire in the earth,
Nor spirit rest in icy clay!

More than the momentary night of faith, to the lost dead,
Shall be their never-ending midnight:

Yet all my power is conquered by a child’s “Hail Mary”
And all my night forever lightened by one waxen candle!

~

Fragment

*

When we are alone
Within the inner wood
Beyond the trackless ways
In elemental sleep

Though evening towns begin to burn
As copper as chrysanthemums
And the far cities flower
Twined in a map of incandescent wires
No voice from those abounding lights
Reddens the darkness of our rendezvous.

No radio has arrows that can find us
Winged after us with aimless jealousy into the night our screen.
In the night of my penniless Genesis
The worlds are all too old:
And cities that enchanted me
Die like the clouds, the children of the sea.

For no one finds us any more, Beloved,
Cradled in the sounding night, the new creation
That you have made for us alone

sábado, 25 de julio de 2020

irene gruss / seis poemas













Poema

*

El sol cosquillea en mi nuca.
Estoy lavando de espaldas
                                       al sol
y de repente
sonrío
porque el sol cosquillea en mi nuca.

~

El mundo incompleto

*

                        a mi hijo

El reverso del mundo plagado de
margaritas
ondulantes, iluminadas.
El mundo tal como es
difícilmente pueda completar
la llegada a las
ondulantes margaritas.
¿Quién necesita esas flores
quién se queda en describirlas
tal como están, allá lejos,
quién sabe cómo son esas flores?
¿Y si no son margaritas?
¿Si no se llega
si no se completa el mundo?

~

Mutatis mutandis

*

Por favor no sufran más
me cansa,
dejen de respirar así,
como si no hubiera aire
dejen el lodo, el impermeable,
y el vocabulario,
me cansa,
la mujer
deje de tener pérdida ese chorro sufriente,
los padres dejen el oficio de morir,
el daiquiri o el arpón
en el anca, y aquel perfume matinal,
la Malasia,
y el Cristo
solo como un perro,
y al amor como
un fuego fatuo, y a la muerte,
déjenla en paz,
me cansa,
(¿algo ha muerto en mí?:
tanto mejor).
Así que,
valerosos,
amantes,
antiguos,
huérfanos maternales que acurrucaron
al mundo
después
de la guerra,
dejen el rictus,
oigan
y despídanse,
por primera vez
sin grandeza.

~

La ficción

*

Creo en lo que dicen las palabras,
no en lo que son.
Por eso
me miento a mí misma.

~

Dichosos

*

Dichosos los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.

~

Antiars poética

*

                     “La alegoría está en el bambú,
                      no en la palabra.”
                                           Paula Grandío

Esa playa en el río.
El río estaba muerto.
La playa vivía gracias a
los juncos que estaban a un costado.
Los juncos eran la alegoría del paisaje.
Un poeta chino lo supo
y no lo escribió.

***
Irene Gruss (Buenos Aires, 1950-2018)

viernes, 24 de julio de 2020

andrea cote botero / la merienda













También acuérdate María
de las cuatro de la tarde
en nuestro puerto calcinado.
Nuestro puerto
que era más bien una hoguera encallada
o un yermo
o un relámpago.

Acuérdate del suelo encendido,
de nosotros rascando el lomo de la tierra
como para desenterrar el verde prado.

El solar en donde repartían la merienda,
nuestro plato rebosante de cebollas
que para nosotros salaba mi madre,
que para nosotros pescaba mi padre.

Pero a pesar de todo,
tú lo sabes,
habríamos querido convidar a Dios
para que presidiera nuestra mesa,
a Dios pero sin verbo
sin prodigio
y sólo para que tú supieras,
María,
que Dios está en todas partes
y también en tu plato de cebollas,
aunque te haga llorar.

Pero sobre todo, María,
acuérdate de mí y de la herida,
de antes de que pastaran mis manos
en el trigal de las cebollas
para hacer de nuestro pan
el hambre de todos nuestros días
y para que ahora,
que tú ya no te acuerdas
y que la mala semilla alimenta el trigal de lo desaparecido
yo te descubra, María,
que no es tu culpa
ni es culpa de tu olvido,
que es este el tiempo
y este su quehacer.

***
Andrea Cote Botero (Barrancabermeja, 1981)

jueves, 23 de julio de 2020

herbert huncke / carta a papá












23 de marzo de 1949

Querido papá:

¿Cuántas veces he pensado en escribirte? Y cuántas veces me he dicho a mí mismo: “no puedes escribirle a tu padre, ahora no, quizás algún día si resuelves tus problemas, si significa algo, siquiera tener dinero o alguna muestra de no ser un fracaso”. Entonces podrás contactarlo, como gente, quizás hasta quedar para verlo. Tantas veces he creado imágenes en mi cabeza como que te llamo desde el teléfono de uno de los mejores hoteles en Chicago y te invito a una de las habitaciones para tomar un trago y después te llevo a cenar, siempre en el viejo Red Star Inn. Y así tratar de darte la impresión que en realidad, he tenido éxito en algún emprendimiento del que no tengo necesidad de estar avergonzado. También otras circunstancias en las cuales no luzco como soy: un derrochador, un ladrón, un vagabundo, un estafador, un pequeño personaje de poca monta ni siquiera bueno en nada. Ciertamente, nadie quiere estar asociado con eso de ninguna manera. Extrañamente, siempre he sentido que lo último que puedo hacer es permanecer oscuro, completamente fuera de tu vida. Solo traigo desgracia y vergüenza.

¿Por qué repentinamente quiero decirte estas cosas? No puedo ni siquiera entenderme a mí mismo. No tiene nada que ver con cierta noción vaga de reforma o de, particularmente, un deseo de cambiar mis maneras. También estoy completamente aturdido por eso. No estoy buscando ayuda de tu parte, a pesar de que me dirijo muy honestamente a ti, al especular conmigo mismo por qué te estoy escribiendo dentro de los pocos minutos de la escritura en curso. El pensamiento que a través de mi cabeza me deslumbra: ¿estás realmente tratando de generar alguna nueva fuente de dinero o ayuda? Verdaderamente, este no es el caso. No hay nada premeditado sobre este momento. Nada en absoluto. Francamente quise escribir. Acabo de volver de una caminata. Es una de las primeras tardes de primavera del año y entrando al lugar donde vivo sentí un ansia de intentar y justificar estar vivo y libre para sentir la esencia de la noche y la belleza de Nueva York y sus árboles y arbustos en ciernes, la noche clara y brillante y todas las demás reflexiones poéticas que la primavera añade a momentos como este. Esa idea relampagueó, “como escribirle a tu papá”. Todo lo que leo me parece repugnantemente cursi y algo así como un melodrama de tercera clase, pero es lo más cerca que puedo estar de la honestidad.

Cuando empecé, me dije a mi mismo “qué clase de cosa haces para escribir, ¿qué crees que eres capaz de decir? Intenta hablar directo y claro. Di lo que venga a tu mente para hablar.” Además, pienso que tal vez quieras saber de mí sin importar cuan miserable soy como individuo, en tu corazón sientes algo de amor por mí. Después, me gustaría también saber sobre Bob y Marguerite.

No soy precisamente un sentimental, pero he flojeado lo suficiente como para no aceptar las viejas historias de “Ella es tu madre”, “Él es tu padre”, por lo tanto, pierdo la cabeza, lloro y lloro. Todo es bastante conmovedor, pero ay de mí. Estoy bastante asustado, mierda. El mundo —o debería decir, la vida—no es exactamente como esto—ya no, en cualquier caso—tampoco creo que estemos perdiendo un gran negocio en dejarla pasar. La gente es gente, simple, y puede ser considerada y valorada solo por su propio valor como individuos y no solo porque sean padres (por supuesto que todo esto es mi opinión).

¿Puedes creer o entenderme cuando digo que siempre te he considerado a ti y a Marguerite como tipos muy sorprendentes y realmente interesantes. Con toda honestidad, siempre he pensado en ti en términos de papá o padre, mientras que con Marguerite siempre ha sido primero Marguerite y al último, madre. Creo que siempre estuve más cerca de Marguerite que de ti, principalmente porque siempre estaba y sigo estando un tanto aterrorizado de ti. Nunca logré descifrar tu personalidad con claridad como sí lo hice con la de Marguerite. Tal vez se debió a que encontrabas más necesario jugar el rol disciplinador con mayor frecuencia que Marguerite. En realidad, apenas puedo recordar —salvo cuando era demasiado joven—siempre siendo castigado en serio por ella, a pesar de que ciertamente puedo recordar regaños, gritos furiosos, lágrimas y una frustración generalizada sin fin. Sin embargo, me quedé contigo para acabar con las reglas, leyes y regulaciones (y lo que fuera más allá de lo poco razonable) que si eran desobedecidas solo traían viento y marea. Por otra parte, Marguerite y yo vivimos intensamente por varios años, en los que nuestra relación era necesariamente más parecida a la de una mujer mayor y un joven forzado por las circunstancias a compartir su existencia sobre la base de la amistad en lugar de que fuéramos madre e hijo.

Contigo fue muy diferente. Te mantuviste siempre como un padre. Como un púber, yo estaba muy asustado de ti. A veces sentía que tus castigos eran injustos y de paso, sigo considerando de la misma algunos episodios. Aunque ahora me doy cuenta y que antes no había podido entender es que tú te gobernabas a ti mismo sobre lo que sentías que estaba bien. Siempre. Por todo eso, te respeto.

Cuando me convertí en un joven, no volví a temerte. La reacción principal me disgustaba. Pensé que eras deliberadamente cruel y despiadado. Ahora me doy cuenta que eso no era así—oh, claro, no dudé lo que ocasionalmente te permitías a ti mismo, a sabiendas como un poco de indulgencia sádica, que debes tener. Pero te mantuviste completamente apegado a las reglas sintiendo que así debía ser. En realidad, te condujiste a ti mismo en la forma en que tu corazón consideró hacerlo por el bienestar general y a favor de mí.

Nada de lo que estoy tratando de decir va en sentido crítico. Quiero que sepas que el factor de control en mis pensamientos sobre ti y Marguerite es uno de amor y, en gran medida, de admiración.

Estoy muy orgulloso de ti. Creo que eres un gran tipo. Me gustaría ser la mitad de bueno como tú. Siempre te recordaré como una persona positiva, entusiasta e inteligente. Admirado y respetado como hombre entre tus camaradas, estimado por algunos y siempre con un aire de buena educación y dignidad.

También puedo recordarte sentado en tu escritorio, con tus manos acariciando tu nuca, hablando, en tonos fatigados y abatidos, de ser azotado y sobrecargado con responsabilidades; queriendo escapar de todo, preocupado por el dinero y los problemas familiares. Estoy seguro que si hubiera estado en tu lugar, habría arruinado todo el negocio y desaparecido por puertos lejanos. Pero, en primer lugar, nunca habría sido el primero en llegar a esa posición.

Y así se va todo, y por fin te escribí una carta. No esperé hasta que fuera capaz de hacerlo, sino solo lo hice. Quién sabe, para sonar realmente trillado, pero ¿y si esta es la última oportunidad que tendré? De alguna manera quiero que lo sepas: todos estos años te he amado y he pensado en ti como mi padre.

***
Herbert Huncke (Greenfield, 1915-Nueva York, 1996)
Versión de Nicolás López-Pérez

Fuente

/

Letter to Dad

March 23, 1949

Dear Dad:

How many times have I thought of writing to you? And how many times have I told myself — “you can’t write to your father—not now—perhaps someday if you straighten out—amount to something—at least have money—or some show of not being a failure”—then you can contact him—your people—even perhaps arrange to see him. Several times—I’ve created pictures in my mind of calling you on the phone from one of the better hotels in Chicago and of inviting you up to the rooms for a drink and then taking you to dinner—always the old Red Star Inn and of trying to give you the impression I’ve actually succeeded in some undertaking of which I need not be ashamed. Other situations, too, in which I don’t appear as I am—a wastrel, a thief, a bum, a chiseler—a petty small time character not even good in amounting to nothing. Certainly no one you want to be associated with in any respect. Oddly—I’ve always felt the least I can do is remain obscure—out of your life completely. I bring only disgrace and shame.

Why suddenly I want to tell you these things I can’t quite understand myself. It has nothing to do with some vague notion of reform or of a desire particularly to change my ways. I’m too completely beat for that. Nor am I seeking aid from you—although speaking quite honestly—in speculating with myself as to why I’m writing to you within the few minutes of the actual writing, the thought has flashed thru my mind—are you really trying to tap some new source for money or assistance? Truly that is not the case. There is nothing premeditated about this moment—nothing at all. Frankly, I wanted to write. I have just returned from a walk. It is one of the first spring evenings of the year and upon entering the place I’m living I felt an urge to try and justify being alive and free to feel the essence of the night and the beauty of New York and of the budding trees and shrubs and the clear bright night and all the other poetic musings which spring into play at moments like this. The idea flashed thru with write to your dad. All of which reads disgustingly corny and rather like something from a third-rate melodrama. But it is as close as I am able to come to honesty. 

As I began, I said to myself—sort of what you do to write—what you find you are capable of saying? Try and speak plainly and direct. Say whatever comes into your mind to say. Also—the thought that—perhaps you might want to hear from me and that no matter how miserable a specimen I am—you in your heart feel some love for me. Then, too—I would like to hear of Bob and Marguerite. 

I am not exactly a sentimentalist and I’ve knocked around enough to hardly accept the old stories of—She is your mother—He is your father—therefore blow your top—cry and weep. All quite touching but alas—I’m afraid pretty much hooey. The world—or should I say life—isn’t exactly like that—not anymore, at any rate—nor do I think we are losing a great deal in letting it pass. People are people—simply and can be regarded and valued only on their worth as individuals and (all this is my opinion—of course) not just because they happen to be parents. 

Can you believe or understand me when I say I’ve regarded always—both you and Marguerite as rather amazing and certainly interesting personalities. In all honesty—I’ve thought of you always in terms of dad or father, while with Marguerite it has always been Marguerite first and mother last. I think I was always closer to Marguerite than to you and primarily because I always was and still am somewhat in awe of you. I never quite succeeded in fathoming your personality as clearly as I could Marguerite’s. Perhaps it was due to your finding it necessary to play the role of the disciplinarian more frequently than Marguerite. In fact, I can hardly recall—except when I was very young—ever being seriously chastised by her—although—I certainly can remember—scolding, and ranting and tears and general frustration no end. But it remained with you to put down the rules and laws and regulations (and they were far from unreasonable) which brought hell and highwater if disobeyed. Then, too—Marguerite and I lived rather intensely several years, in which our relationship was of necessity—more in the nature of an older woman and a young man forced thru circumstances to share each other’s existence on the basis of friendship rather than mother and son.

With you it was quite different. You remained the parent always. As a young boy—I was quite frightened of you. I felt your punishments were sometimes unjust—and, incidentally, I still regard some instances in the same light; but what I realize now and could not understand then is—you governed yourself according to what you sincerely felt to be right—always. For that I respect you. 

When I became a young man—I no longer feared you. The predominant reaction was one of dislike. I thought you were cruel and unkind—deliberately. Now I realize that was not so—oh, of course, I don’t doubt what what occasionally you permitted yourself a bit of sadistic indulgence—knowingly—you must have—but altogether you were simply sticking to the rules as you felt they should be. In fact you conducted yourself in the manner which you in your heart considered to be for the welfare and in behalf of myself. 

None of what I am attempting to say is in the nature of criticism. I want you to know the controlling factor in my thoughts of you and Marguerite is one of love and to a great extent admiration. I am really very proud of you. I think you are a great man. I wish I might be half as fine as you. I always remember you as a positive person—keen and intelligent. Admired and respected as a man among your associates, looked up to by some and always with an air of good breeding and dignity.

I can also remember you rather sitting back in your desk chair, with your hands smoothing the back of your head—speaking in weary and beat tones of being licked and weighed down with responsibilities, wanting to get away from it all, worried over money and family problems. 

I am sure had I been in your place—I would have chucked the whole deal and cut out for distant ports—but then I would never be the one to get into a similar position in the first place. 

And so it all goes—and at long last I’ve written a letter to you—not waiting until I’m worthy of doing so but just doing it anyway. Who knows—to sound real trite—but what if this is the last opportunity I’ll ever have—and somehow I want you to know—all these years I’ve loved you and thought of you as father.

miércoles, 22 de julio de 2020

mina loy / parto









Soy el centro
De un círculo doloroso
Que excede sus límites en todas direcciones

El vacío asunto del sol
Nada tiene que ver conmigo
En mi cosmos repleto de agonía
Sin escapatoria
En vibraciones nerviosas prolongadas hacia el infinito
O en contracciones
Hasta el mínimo núcleo del ser

Localizar una irritación ……por fuera
Es ………………………………………..por dentro
…………………………………………….Adentro
Es afuera
El área sensible
Es idéntica ….al período
De intensidad

Soy la falsa métrica
En armonía con la fisiológica potencia
Con la cual
Obteniendo autocontrol
Debería estar en consonancia
Con el tiempo

El dolor no es más intenso que la resistencia
El dolor me llama
La lucha es igualitaria

La ventana abierta se colma de una voz
Un retratista moderno
Corre hacia el piso de arriba donde una mujer
Canta
……“Todas las niñas son prolijas
……Todas las niñas son buenas
……Así lleven su cabello con rulos
……Ó—”
Al fondo de los pensamientos que permito cristalizar
La concepción ……………Bruta
¿Por qué?
………La irresponsabilidad del varón
Deja para la mujer su Inferioridad suprema
Él corre hacia el piso de arriba

Escalo una montaña de distorsionada agonía
Casualmente agotada por el control
Alcanzo la cima
Y gradualmente me dejo caer ante la anticipación del
Reposo
Que nunca llega
Mientras otra montaña crece
La cual…….. inevitablemente
Debo atravesar
Atravesándome

Algo en el delirio de las horas nocturnas
Se confunde mientras la sensibilidad se intensifica
Desdibujando los contornos
Facilitando la falsa ilusión
De que el grito de una salvaje bestia crucificada
Viene desde muy lejos
Y la espuma en los estirados músculos de una boca
No forman parte de mí
Existe un clímax en la sensibilidad
Cuando el dolor extiende sus posibilidades
Se convierte en algo Exótico
Y el ego triunfa en unificar los polos positivos y negativos
de la sensación
Uniendo a las resistentes fuerzas opuestas
En lascivas revelaciones

Relajación
Negación de mí misma como unidad
…….Interludio vacío
Debí haberme vaciado de vida
Dando vida
Porque la conciencia en momentos de crisis ……se acelera
Por medio de los subliminales depósitos de procesos evolutivos.
¿Acaso yo
No he examinado
A una polilla muerta de plumas blancas
Poniendo huevos
En algún lugar?
Un momento
Hecho realidad
Puede
Animado por iniciación cósmica
Proporcionar una apología adecuada
Para la objetiva
Aglomeración de las actividades
De una vida
LA VIDA
Un salto de la naturaleza
Dentro de la esencia
De impredecible Maternidad
Contra mi muslo
Rígido de movimiento infinitesimal
Apenas perceptible
Ondulación
Calor……….. humedad
Estímulo de vida incipiente
Precipitándose dentro de mí
Los contenidos del universo
Madre soy
Idéntica
Con infinita Maternidad
…Indivisible
…Soy absorbida
…Plenamente
…Por
El fue—es—siempre—será
De la reproductividad cósmica

Surge del subconsciente
La impresión de una gata
Con gatitos ciegos
Entre sus piernas
El mismo ondulante estímulo de vida
Yo soy esa gata
Surge del subconsciente
La impresión de cadáveres de animales pequeños
Cubiertos con botellas azules
—Epicúreo—
Y entre los insectos
Se agita el mismo estímulo
Muerte
Vida
Estoy aprendiendo todo
Acerca del
…Despliegue

A la mañana siguiente
Cada mujer-del-pueblo
En puntas de pie sobre la alfombra de pelo rojo
Haciendo un sigiloso servicio
Cada mujer-del-pueblo
Vistiendo un halo
Un pequeño halo ridículo
Del cual es absolutamente ………inconsciente
Una vez escuché en una iglesia

—Dios creó al hombre y a la mujer—
……………………………………Gracias a Dios.

***
Mina Loy (Londres, 1882-Aspen, 1966)
Versión de Camila Evia

/

Parturition

*

I am the centre
Of a circle of pain
Exceeding its boundaries in every direction

The business of the bland sun
Has no affair with me
In my congested cosmos of agony
From which there is no escape
On infinitely prolonged nerve-vibrations
Or in contraction
To the pinpoint nucleus of being

Locate an irritation…….without
It is………………………………within
…………………………………….Within
It is without
The sensitized area
Is identical……..with the extensity
Of intension

I am the false quantity
In the harmony of physiological potentiality
To which
Gaining self-control
I should be consonant
In time

Pain is no stronger than the resisting force
Pain calls up in me
The struggle is equal

The open window is full of a voice
A fashionable portrait painter
Running upstairs to a woman’s apartment
Sings
…….“All the girls are tid’ly did’ly
……..All the girls are nice
……..Whether they wear their hair in curls
……..Or —”
At the back of the thoughts to which I permit crystallization
The conception………………Brute
Why?
….The irresponsibility of the male
Leaves woman her superior Inferiority.
He is running upstairs

I am climbing a distorted mountain of agony
Incidentally with the exhaustion of control
I reach the summit
And gradually subside into anticipation of
Repose
Which never comes.
For another mountain is growing up
Which……….goaded by the unavoidable
I must traverse
Traversing myself

Something in the delirium of night hours
Confuses while intensifying sensibility
Blurring spatial contours
So aiding elusion of the circumscribed
That the gurgling of a crucified wild beast
Comes from so far away
And the foam on the stretched muscles of a mouth
Is no part of myself
There is a climax in sensibility
When pain surpassing itself
Becomes exotic
And the ego succeeds in unifying the positive and negative
poles of sensation
Uniting the opposing and resisting forces
In lascivious revelation

Relaxation
Negation of myself as a unit
…….Vacuum interlude
I should have been emptied of life
Giving life

For consciousness in crises……..races
Through the subliminal deposits of evolutionary processes
Have I not
Somewhere
Scrutinized
A dead white feathered moth
Laying eggs?
A moment
Being realization
Can
Vitalized by cosmic initiation
Furnish an adequate apology
For the objective
Agglomeration of activities
Of a life
LIFE
A leap with nature
Into the essence
Of unpredicted Maternity
Against my thigh
Tough of infinitesimal motion
Scarcely perceptible
Undulation
Warmth…………moisture
Stir of incipient life
Precipitating into me

The contents of the universe
Mother I am
Identical
With infinite Maternity
…..Indivisible
…..Acutely
…..I am absorbed
…..Into
The was—is—ever—shall—be
Of cosmic reproductivity

Rises from the subconscious
Impression of a cat
With blind kittens
Among her legs
Same undulating life-stir
I am that cat

Rises from the sub-conscious
Impression of small animal carcass
Covered with blue bottles
—Epicurean—
And through the insects
Waves that same undulation of living
Death
Life
I am knowing
All about
……Unfolding

The next morning
Each woman-of-the-people
Tiptoeing the red pile of the carpet
Doing hushed service
Each woman-of-the-people
Wearing a halo
A ludicrous little halo
Of which she is sublimely …..unaware

I once heard in a church
—Man and woman God made them—
…………………………………………Thank God.

martes, 21 de julio de 2020

carla grandi / y me estremece la voz de tu voz













Esta noche vuelvo a rotarme
y sufro traslación como planeta
para no invocarte.

Aguardo el mediodía en la cruz de las esquinas
miro el sol consuetudinario
sabiendo que las multitudes desestiman el fenómeno
Y me pueblo de nuevas soledades.
Me sirvo de testimonio a mí misma
queriendo corregirme
y no sabiendo cómo.
Y desnuda como estoy,
como mi piel desnuda,
sueño censo de máscaras otra vez
para cubrir esta desnudez tan laboriosa.

***
Carla Grandi (Chile, 1947)

lunes, 20 de julio de 2020

d. h. lawrence / la serpiente









Una serpiente macho llegó a mi abrevadero
en un día de mucho, mucho calor
en que yo me levanté en pijamas
para saciar mi sed.
Me había encaminado hasta allí con mi jarro
bajo la intensa sombra de extraño perfume
 de un viejo algarrobo
mas debí esperar, esperar de pie
porque había alguien en el abrevadero
antes que yo.
Él había emergido desde una fisura del muro
en la penumbra
arrastrando su parda languidez con el suave
abdomen
hacia abajo
por el borde de piedra del abrevadero,
recostó su lengua en el fondo del recipiente
y del agua que se acumula ahí debido
 a la llave que gotea
sorbía con su boca alargada
a través de su suave paladar
hacia su lánguido y longilíneo cuerpo.
En silencio.
Había alguien antes que yo en el abrevadero
y yo, como el segundo en llegar,
esperaba.
Apartó la cabeza del agua, como hace el
ganado,
me miró vagamente como hace el ganado al
beber;
hizo aletear su lengua ( tenedor de dos
dientes),
permaneció un momento pensativo
y bebió un poco más.
La voz de mi educación me señaló
que él debía morir.
Y sentí voces dentro de mí, diciendo:
si fueras hombre
tomarías un palo y lo matarías.
Pero debo confesar que me agradaba.
Estaba contento de tener
un silencioso huésped en mi patio
que con elegancia, tranquilidad y misterio
emprendía su retirada, retornando
a las profundidades ardientes de esta tierra.
¿Fue cobardía no matarle?
¿Fue morboso mi deseo de querer
entablar un diálogo con él?
¿Fue humildad el haberme sentido tan
honrado?
Me sentía tan honrado
Pero esas voces:
si no te diera miedo, le matarías.
Yo estaba, en realidad, asustado
pero aún así, me sentía
aún más honrado por este ser
que vino a buscar mi hospitalidad
desde la oscura puerta de la tierra secreta.
Bebió lo suficiente
y alzó su cabeza somnolienta
como alguien que ha bebido demasiado.
Sacudió su lengua en el aire
y miró alrededor como un dios inadvertido
y lentamente volvió la cabeza
como si fuera a dormir
profundamente.
Procedió, luego, a retirar ceremoniosamente
su extenso cuerpo
y cuando introdujo su cabeza lentamente
en la hendidura por la cual había llegado,
una especie de indignación se apoderó de mí
porque se marchaba deliberadamente
por la puerta que conducía a las tinieblas.
Miré alrededor, dejé mi jarro;
tomé un palo cualquiera
y lo lancé con estruendo al abrevadero.
Creo que no le dió
pero bruscamente la parte de él que estaba
afuera
se sacudió en convulsiones indignadas
retorciéndose como un rayo. Luego se fue
y yo, en la calma intensa de la tarde
observaba con fascinación por la fisura.
Inmediatamente el remordimiento se apoderó
de mí.
Pensé: qué miserable, qué vulgar,
qué acto tan canalla. Me desprecié,
desprecié las voces de mis prejuicios,
de mi odiosa y desafortunada educación.
Y pensé en el albatros
y desee que volviera, mi serpiente.
Porque era un Rey,
un rey exiliado, depuesto
en el mundo subterráneo
mas ahora dispuesto
a recuperar su trono.
Y fue así como perdí mi oportunidad
con una de las majestades de la vida.
Y tengo algo que expiar:
mezquindad.

***
D. H. Lawrence (Eastwood, 1885-Vence, 1930)
Versión de Germán Carrasco

/

Snake

A snake came to my water-trough
On a hot, hot day, and I in pyjamas for the heat,
To drink there.

In the deep, strange-scented shade of the great dark carob tree
I came down the steps with my pitcher
And must wait, must stand and wait, for there he was at the trough
            before me.

He reached down from a fissure in the earth-wall in the gloom
And trailed his yellow-brown slackness soft-bellied down, over
            the edge of the stone trough
And rested his throat upon the stone bottom,
And where the water had dripped from the tap, in a small clearness,
He sipped with his straight mouth,
Softly drank through his straight gums, into his slack long body,
Silently.

Someone was before me at my water-trough,
And I, like a second-comer, waiting.

He lifted his head from his drinking, as cattle do,
And looked at me vaguely, as drinking cattle do,
And flickered his two-forked tongue from his lips, and mused
             a moment,
And stooped and drank a little more,
Being earth-brown, earth-golden from the burning bowels
            of the earth
On the day of Sicilian July, with Etna smoking.

The voice of my education said to me
He must be killed,
For in Sicily the black, black snakes are innocent, the gold
            are venomous.

And voices in me said, If you were a man
You would take a stick and break him now, and finish him off.

But must I confess how I liked him,
How glad I was he had come like a guest in quiet, to drink
            at my water-trough
And depart peaceful, pacified, and thankless,
Into the burning bowels of this earth?

Was it cowardice, that I dared not kill him?
Was it perversity, that I longed to talk to him?
Was it humility, to feel so honoured?
I felt so honoured.

And yet those voices:
If you were not afraid, you would kill him!

And truly I was afraid, I was most afraid,
But even so, honoured still more
That he should seek my hospitality
From out the dark door of the secret earth.

He drank enough
And lifted his head, dreamily, as one who has drunken,
And flickered his tongue like a forked night on the air, so black,
Seeming to lick his lips,
And looked around like a god, unseeing, into the air,
And slowly turned his head,
And slowly, very slowly, as if thrice adream,
Proceeded to draw his slow length curving round
And climb again the broken bank of my wall-face.

And as he put his head into that dreadful hole,
And as he slowly drew up, snake-easing his shoulders,
            and entered farther,
A sort of horror, a sort of protest against his withdrawing into
            that horrid black hole,
Deliberately going into the blackness, and slowly drawing
            himself after,
Overcame me now his back was turned.

I looked round, I put down my pitcher,
I picked up a clumsy log
And threw it at the water-trough with a clatter.

I think it did not hit him,
But suddenly that part of him that was left behind convulsed
            in an undignified haste,
Writhed like lightning, and was gone
Into the black hole, the earth-lipped fissure in the wall-front,
At which, in the intense still noon, I stared with fascination.

And immediately I regretted it.
I thought how paltry, how vulgar, what a mean act!
I despised myself and the voices of my accursed human education.

And I thought of the albatross,
And I wished he would come back, my snake.

For he seemed to me again like a king,
Like a king in exile, uncrowned in the underworld,
Now due to be crowned again.

And so, I missed my chance with one of the lords
Of life.
And I have something to expiate:
A pettiness.