jueves, 5 de marzo de 2020

josé maría eguren / de "simbólicas"













MARCHA FÚNEBRE DE UNA MARIONNETTE

*

Suena trompa del infante con aguda melodía…
La farándula ha llegado de la reina Fantasía;
y en las luces otoñales se levanta plañidera
la carroza delantera.
Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos
y con sus caparazones los acéfalos caballos;
va en azul melancolía
la muñeca. ¡No hagáis ruido!;
se diría, se diría
que la pobre se ha dormido.
Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones
y los siguen arlequines con estrechos pantalones.
Ya monótona en litera
va la reina de madera;
y Paquita siente anhelo de reír y de bailar;
flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza;
suena el pífano campestre con los aires de la danza.
¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar!
Con silente poesía
va un grotesco Rey de Hungría
y lo siguen los alanos;
así toda la jauría
con los viejos cortesanos.
Y en tristor a la distancia
vuelan goces de la infancia,
los amores incipientes, los que nunca han de durar.
¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico un zorcico se prolonga en la mañana,
la penumbra se difunde por el monte y la llanura,
marionnette deliciosa va a llegar a la temprana
sepultura.
En la trocha aúlla el lobo
cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía
y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
con funesta poesía
y Paquita danza y llora.

~

RÊVERIE

*

Y soñé, de un templete bajaban
dos dulces bellezas matinales;
y oí melancólicas hablaban
de las nobles dichas forestales.
Las vi en el blasón de la poterna
azulinas y casi borradas
despierto años después, la cisterna
las mecía medio retratadas.
Y al fin las divisé lastimosas
por los caminos y por las abras;
y hablaban las bellas melodiosas;
pero no se oían sus palabras.
Así, su memoria me traía
las baladas de Mendelssohn claras;
pero ni Beethoven poseía
la tristísima luz de esas caras.

~

LA ORACIÓN DE LA COMETA

*

Sube, sube
la cometa
por la lírica nube
de la emoción secreta.


Con la mora
celestía,
piensa feliz, canora,
en la luz melodía.


Bayadera
azul flava,
en danza maromera
goza de verse esclava.

Con matices
y borrones,
va cantando felices
supersticiones.

~

LIED II

*

Y el viento en la marisma entonaba
la canción de Schumann vesperal;
y distante un bajel naufragaba
en el insidioso peñascal.

Y vense las obscurosas olas
masteleros últimos cubrir,
con el amor de las playas solas
donde van las aves a morir.

Y surgió la virgen nacarina
desde el submarino panteón,
y con la luz de ocaso declina
y con una lánguida canción.

Sobre ella parado un cuervo incierto
la guía en violeta navegar.
Hoy la mística blancura ha muerto
con toda la tristeza del mar.

~

JUAN VOLATÍN

*

Los niños en la quinta
comienzan la velada,
en noche como tinta,
en noche desolada;
y túmidos y graves
se duermen al redor;
los grillos y las aves,
el trébol y la flor.

Y lámpara amarilla
fulgente reverbera;
destaca la mejilla;
la blonda cabellera;
presenta el escenario
de tierna juventud
y el campo funerario
cual lóbrego ataúd.

En mudo afán presienten
los niños los temores,
y en tanto que se sienten
los perros aulladores,
el valle desolado
divisan con pavor,
y escuchan desusado
levísimo rumor.

Juan Volatín cayó de la ventana,
Juan Volatín rodó sobre el cojín,
Juan Volatín, el duende vida vana,
comienza su enojoso retintín:

––“Cual cien atridas,
la vida paso,
quitando vidas,
desde el Ocaso;
yo cruzo el mundo
con raudo giro;
yo no respiro
que en las gopuras
tramé locuras;
desde Bengala,
desde Valhala,
desde otro cielo;
y en sus confines
di volatines
con suerte ducha.
Mas ¡ah! tunantes
los inconstantes…;
¡nadie me escucha!
¿dónde están Cucha,
Veva, Monina?
La Luz termina.
¡Todos se han ido!
¡solo me quedo!
¡Por Dios qué miedo
les he traído!”

Juan Volatín levántase del suelo,
Juan Volatín con aire paladín…
Juan Volatín compone su capelo
y vuelve a su enojoso retintín:

—“Cual viento mudo,
pasa la onda…
la gente blonda
marcharse pudo.
Solo he quedado…
como el soldado.
Que el Presidente
soy más valiente;
venga a mi lado
la fila aquesa…
veo cual pitas
sus piernecitas
bajo la mesa.
Callada venga,
no se detenga
la marejada
que bulle y crece,
la que parece
desorientada;
gordas pilluelas,
Susas, Estelas;
vengan Pichines;
que en volatines
de varios modos
yo espero a todos”.

Ya viene la silfa
que mece la rosa,
florida, pequeña,
del campo la diosa;
en pluma cabalga,
y dulce sonriente
durmiendo las flores
camina al Oriente.

Con dardos agudos,
la siguen armados
cuadrillas, montones
de insectos dorados;
de guía le sirven,
le sirven de estrellas
cocuyos vistosos,
luciérnagas bellas.

Juan Volatín se muestra amilanado,
Juan Volatín esconde su espadín,
Juan Volatín confuso, avergonzado,
se sienta con un medio volatín.

La silfa piadosa
se acerca a los niños;
las duerme, los duerme
con grandes cariños.
Les muestra paisajes
de mundos risueños,
allá en misteriosos
nublados de sueños.

Y luego la turba
de insectos atroces
a Juan Volatines
saludan a voces;
y pronto los vemos
picar a destajo
pescuezo, joroba
y abajo, y abajo.

¡Juan Volatín entrega su capelo!
¡Juan Volatín entrega su espadín!
Juan Volatín rodando por el suelo
redobla volatín y volatín

***
José María Eguren (Lima, 1874-1942)

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