martes, 7 de enero de 2025

tito manfred / dos poemas













Lo tuyo que permanece en reserva se aproxima a pesar de la resistencia de las olas pobladas de infinidad de peces sin nombre. La imprecisión en el lenguaje parece asegurar que los peces continúen inalcanzables, a una distancia abisal de tu mano. Una imagen de la fragilidad no garantiza la destrucción de los bordes que le dan forma a aquello que sostienes. Un cuerpo ingresa en el mar sabiéndose incapaz de sortear el rompimiento de las olas contra formaciones rocosas que nos anteceden. Digo tu mano por decir tu mano y su extensión, anticipo que lo único a lo que accederé será a tu extremidad agitando las aguas. Una vez soñé que escribía un poema para ti y el mar se recogía iracundo. No recuerdo bien cómo terminaba el sueño o si era interrumpido por el miedo a que una ola me arrastrara hasta el lugar en el que vives. No quiero pensar que escribir es la manera de dar forma a ese sueño. El mar se recoge, los peces se reagrupan, tú no estás en casa.

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Los animales se repliegan a sus cuevas, los cazadores vuelven a sus casas, el bosque se restaura a un estado anterior al fuego y el mar se recoge llevando consigo peces y toneladas de basura. Como residuo de un paisaje, permanece una figura opaca sobre la nieve que mengua entre las piedras. Un cuerpo seriamente mortificado por lenguaje, dice una voz a distancia, mientras otra responde: También están los desiertos matinales, tapados de animales muertos. Voces circulan y nos ignoran. Alguna vez construimos un mundo poblado de nuestras palabras. Un cuerpo convulsiona entre las piedras y ningún poema lo toca.

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Tito Manfred (Arica, 1983)

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