Cierto que son rosas las que por este vado cruzan
y plenilunios
y sábalos
y pavías de agua dulce
y terciopelo carmesí.
Se dedicaban los habitantes de aquel país a hacer grabados, a la
caza del pequeño venado, del faisán y de la gacela; vivían en el
corazón de los bosques, mayormente en ciudades como laberin-
tos, cercadas por doble recinto, amurallado.
Había retama, saúco, estruendo y miles de saltamontes
cerrando mi boca.
Es cómo decir cascada
aliso de plata
como decir bancal.
Oh, Venus, la que por estas aguas
pasa.
~
Y corríamos por los campos
y por vez primera oí disparo, o bala
y me pusieron por encima una bata de andar por casa
y delante de mí, sobre la mesa, una taza de caldo.
Dijeron: si subes, eres de la familia.
Ferrol, marzo, 1972
~
Esto es un castañar. En el castañar una mujer. La mujer lee, piensa.
Lee un libro o códice miniado.
En el códice una mujer. En su mano uno de los extremos de la
cuerda que en su otro extremo abarca el cuello de
Rosana que avanza detrás de esta mujer.
En el códice, por encima de las bermas, el monte levantándose como
desde los peñascos; entre los peñascos, dehesas.
En el códice, robles, el cielo azul entre los árboles,
expandiéndose entre las ramas desnudas de los robles.
¿Recuerdas
cuando los cuervos venían a beber al río?
La mujer está sentada. En el códice, paisaje de peñas, en el fondo
del paisaje un hombre contemplando los cielos, en los cielos un
[cuervo
«que había sido él alimentado por los cuervos
que los cuervos traían en sus picos pan, pan, por entre las nubes
que habitaría en el fondo de aquel abismo, escarpado».
Bien pudo ser que en aquel otro paisaje hubiera pintado Rafael
un Mesías en triángulo perfectísimo: transfigurado.
La mujer lee, piensa. Paisaje de peñascos. Incluso en el margen
de los caminos, cayendo encima del margen de los caminos.
De las laderas
nubes.
~
¿Cómo, imaginar el rostro de la mujer que combate con el león,
todo su cabello de guirnaldas,
cómo los ojos áureos de dios?
Rozar levemente un peplo. En la línea de meta, engalanada.
Conducir tu mano a través de la multitud de jinetes nómadas.
Pero ya con anterior frecuencia habías recibido
las alas de la victoria.
~
Caricia (2)
La letra escribe la palabra y al escribirla la extiende; cada límite, cada borde acerca otro y otro más. No caben los cuerpos (todo está lleno de cuerpos, algunos tan sutiles que no podemos verlos) no cabe el cuerpo de la palabra en la letra ni en la voz cuando la decimos. Nada es contemporáneo, ni el yo del cuerpo, ni el cuerpo de sus intrusos, ni sus intrusos de sus huéspedes; de ahí que tenga el cuerpo la condición de la metáfora, en la cual y por un instante parece que los dislocados pueden besarse. No son símbolos los nombres, no encajan y son ruina, pájaro que resiste al fuego. Escribimos por fuera, fuera de la letra, fuera de la voz. Escribimos, naturalmente, en la letra, en la voz
Bésame
no puedo besarte (me) el corazón
Bésame
Caricia (2)
A letra escribe a palabra e ao escribila esténdea; cada límite, cada borde achega outro e outro máis. Non caben os corpos (todo está cheo de corpos, algúns tan sutís que non podemos velos) non cabe o corpo da palabra na letra nin na voz cando a dicimos. Nada é contemporáneo, nin o eu do corpo, nin o corpo dos seus intrusos, nin os intrusos das súas hóspedes; de aí que teña o corpo a condición da metáfora, onde por un intre semella que os dislocados poden bicarse. Non son símbolos os nomes, non encaixan e son ruína, paxaro que resiste ao lume. Escribimos por fóra, fóra da letra, fóra da voz. Escribimos, naturalmente, na letra, na voz
Bícame
non podo bicarte (me) o corazón
Bícame
[Versión de Ana Gorría]
***
Chus Pato (Orense, 1955)
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