para Héctor Hernández Montecinos,
y su libro que se llama, que se llamó (hace siglos):
“Cómo ternura dolor hedor amor Amor
sabor Amargo Agrio a veces
son una misma y larga y dulce letra”
Noviembre 2002
Un sol inteligible: sol, ombligo
pero esto es espiral lombriz que zigzaguea y que no es esto
ni es lo otro
como un dios en teología negativa
cirrus, lombriz nombrándose no soy el mismo y siempre
soy el mismo:
mi servidumbre y mi espalda... expuesta a la serpiente
a la lombriz que todo lo recorre
página en blanco, árbol blanco memoria en blanco, olvido,
olvidar el futuro
¿con quién despertaré mañana? - pregunta Manicomia
¡qué será manicomia! ¿un estertor?
¿un espiral un virus
anunciando el término del mundo con un flatosagrado?
eterna traslación intensa traslación
del azar al azahar del cenit al nadir envejeciendo
beatífica lascivia y la espalda
¡ah!, la espalda:
imperio de lo implícito
ama el ser que no teme al dolor posterior
dice la mancha
al hombre-hembra
al hombre-hambre
que dice sí cuando duda
quejido simultáneo, calcáreo
exige
su función pétrea :
la profecía de convertirse en hueso
serpiente quebrantada que ha perdido su piel
en asfalto rugiente preguntándose
¿qué sigue después de ser perseguidor?
o
¿quién se amarra a tus tobillos
para degollarte con odio?
Qué nos pasa.
No siempre el silencio es
estrellita eres libre o servible? dices
en esta
peregrinación/pesadilla
del cenit al nadir
sin caer
vuelve el hombre a su origen:
mancha era
mancha es
mi dolor mi dolor mi dolor
de la mancha a la marcha
del azar al azahar
del cenit al nadir, sin caer
qué vemos tras el miedo
o
cómo será tu corazón esta noche
pero
el hombre-serpiente ha perdido algo
y se queja
he perdido la inocencia
la piel el rumbo
el juicio
con un susurro la quebrada decencia
-se queja-
pero
ninguna boca me resultó extraña anuncia su gloriosa
boca
y sin embargo
se queja:
he perdido algo he perdido algo he perdido algo
y soy un hombre ahí donde más duele
su gloriosa boca
los poetas - dice- cuando no estamos
en el aire hacemos cosas peores
el amor a mi Chico a los que tienen miedo
a los que lloran porque
se van muriendo por dentro cuando aman...
dormimos de la mano
-dicepeces en las zapatillas -veo
cardumen
en mi espalda -siento
y
ay de mí y de los que
ay de mí ay de mí ay de mí
para los pájaros los poemas son albos
dice el lombriz (y para quien habla
con los ángeles
los pájaros representan
el conocimiento de las cosas)
pero aquí: hay pájaros que son peces. No olvidarlo.
me busqué lejos de mí y me encontré –dice el pájaro pez
perritud intrahuesos
y la nuevanovela, y el museo dela novela dela eterna,
¿por qué? pregunta su hermanita
él no responde, escribe
sonríen él y su madre
él escribe la dulzura del pájaro de plumitas azules
de O, de K, de H, sobre todo de hache
y
de la m (¿a la “eme” de g.d.?)
eme eme eme eme eme mmmmmmmmmmmmm
son 752, dice en principio
pero hay tachadura y luego
son 232 emes -dice
la escritura está en las jaulas, estas jaulas
(las jaulas de javier?)
palabras palabras como jaulas
“las palabras son lo que menos se parecen a lo que dicen”
dices
y sin embargo lo dices
pasando tu mano kilométrica sobre estas páginas
y tal vez para quienes estamos en ellas
podría significar una larga caricia
un abrazo
el que nos dimos
ayer
allí
en lo oscuro
en la rojez
de las cosas
sin nombre
no yo
no tú
el sol
brillando entero
atrás
a medianoche
***
Soledad Fariña (Antofagasta, 1943)
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