Los vestidos caen
por el peso del trabajo.
No seducen arrugados
y sin forma.
Sembramos papa
en camisa y pantalón,
arrodilladas
sobre los gusanos.
La abuela siempre delante:
cabeza humana
y cuerpo de pájaro,
abre sus alas,
insemina las verduras.
~
Si no duermo
escucho bajo la almohada
la sangre de mi madre
y de mi abuela.
Por la mañana
todo se rehace,
crecen las paredes
y el techo se despliega.
El polvo del campo
me dificulta respirar.
Camino envuelta en mantos
apretando contra el vientre
la almohada maldita.
***
Natalia Litvinova (Gómel, 1986)

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