viernes, 24 de abril de 2020

cecilia vicuña / tres poemas











El traspié de la doctrina

*

Mi amor por ti,
¿a qué se parece?
¿ A la compasión,
la conmoción,
el hechizo, la maternidad
o el control?
Verte en las calles
me acelera la respiración,
eres la encarnación
de mis ideas
naciste de mi cabeza
eres mi desvarío
que anda suelto
y con pantalones
en la avenida
Pedro de Valdivia.
Eres un concepto hecho carne
tu madre se hace la ilusión
de ser tu madre
no eres más que la gracia
rotunda de la espiritualidad
la forma frágil y descabellada
de una belleza interior
hecha exterior
por un traspié de la doctrina
o una equivocación de Dios.

~

Retrato físico

*

Tengo el cráneo en forma de avellana
y unas nalgas festivas a la orilla
de unos muslos cosquillosos de melón.
Tengo rodillas de heliotropo
y tobillos de piedra pómez
cuello de abedul africano
porque aparte de los dientes
no tengo nada blanco
ni la esclerótida de color indefinible.
Tengo veinte dedos
y no estoy muy segura
de poder conservarlos
siempre están a punto de caerse
aunque los quiero mucho.
Después me termino y lo demás
lo guardo a la orilla del mar.
No soy muy desvergonzada
a decir verdad
siempre que hay un hoyo
me caigo dentro
porque no soy precavida
ni sospechosa.

~

Historias de astros

*

1—En el principio las islas eran de todos colores.
Algunas eran violeta, y todo allí era del mismo color,
los árboles, la arena, las rocas.
La policromía era asunto de lejanía.
Cuando las canoas se apartaban, se veían varios colores.
De otro modo, sólo uno.
Era muy hermoso llegar a un paraje celeste o lila
azul cobalto o cadmio.

2—Después hubo un continente lleno de lomas.
Sus habitantes felices amaban la puesta de sol.
Los árboles crecían en el hemisferio y a nadie le faltaba
paisaje. Todo era curvo, y las demás formas no existían;
la línea recta no se conocía, ni para caminar.
La vista doblada y el cuerpo y el pelo crecían en forma
ondulada. Amaban en ritmo circular y pensaban en elipse.
En una de las curvas, el continente dobló la línea
de lo real y pasó a otra dimensión.
No es que haya sucumbido en algún cataclismo, simplemente
sobrepasó los límites y desapareció para nuestros ojos.

3—Aumentan los ancianos.
Por fin el universo quedará arrugado.

4—Hay estrellas en las que los seres no hablan.
Tan solo se miran. No son gregarios. Viven solos y se
multiplican durante los paseos nocturnos.
Viven para el gozo y la quietud. Al más leve sufrimiento,
caen fulminados. Es su voluntad, consideran que es ajeno
a la vida.

5—Los gérmenes de las estrellas no pueden ser evitados.

***
Cecilia Vicuña (Santiago de Chile, 1948)

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