martes, 31 de diciembre de 2024

marina tsvetáyeva / año nuevo









I.

feliz año nuevo—feliz nueva luz, nuevo mundo—feliz nuevo borde, nuevo reino—¡feliz nuevo refugio!
una primera carta para ti en el próximo—
el lugar donde nada sucede nunca
(casi ni siquiera el engaño sucede), lugar donde la rudeza,
la prisa siempre suceden, como la torre vacía de Eolo.
una primera carta para ti desde
la patria de ayer, ahora ninguna tierra sin ti,
ahora ya una de las
estrellas... y esta ley de dejar y dejar, hender
y hender,
esta garra por la cual mi amado se convierte en un nombre en una lista
(¿oh él? ¿del 26?),
y los que han sido se transforman en lo que no sucedió.

¿Te cuento cómo me enteré?
No fue un terremoto, ni una avalancha.
Vino un tipo, cualquiera (tú eres el único):
“De verdad, una pérdida lamentable. Hoy sale en el Times. ¿
Le escribirás un artículo?” ¿Dónde?
“En las montañas.” (La ventana que se abre a las ramas de los abetos.
La sábana.) “¿No lees los periódicos?
¿Y no escribirás la necrológica?” No. “Pero…” Perdóname.
En voz alta: demasiado duro. En silencio: No traicionaré a mi Cristo.
“En un sanatorio.” (El paraíso en alquiler.)
¿Qué día? “Ayer, anteayer, no me acuerdo.
¿Vas a ir al Alcázar más tarde?” No.
En voz alta: cosas de familia. En silencio: cualquier cosa menos Judas.

segundo.

¡Por el año que viene! (¡naciste mañana!)
¿Te cuento lo que hice cuando me enteré de...
ups... no, no, me expresé mal? Mala costumbre.
Hace tiempo que pongo comillas alrededor de la vida y la muerte,
como las historias vacías que tejemos. Conscientemente.

Bueno, no hice nada, pero algo pasó
, pasó sin sombras ni eco,
pasó.
Ahora, ¿cómo fue el viaje?
¿Cómo te desgarró, cómo te aguantó, cómo
te partió el corazón? A lomos de los mejores caballos de carrera de Orlov
(que, según dijiste, siguen el ritmo de las águilas), ¿
te quedaste sin aliento o algo peor? ¿
Fue dulce? No hubo alturas ni caídas para ti,
volaste sobre auténticas águilas rusas,
tú. Tenemos lazos de sangre con ese mundo y con la luz:
sucedió aquí, en Rusia, el mundo y la luz
maduraron en nosotros. La prisa está en marcha.
Digo vida y muerte con una sonrisa burlona,
​​escondida, para que me beses para averiguarlo.
Digo vida y muerte con una nota a pie de página,
un asterisco (una estrella, la noche que anhelo,
que se joda el hemisferio cerebral,
quiero las estrellas).

III.

Ahora no lo olvides, querido, amigo mío,
si utilizo letras rusas
en lugar de alemanas, no es porque
digan que hoy en día todo vale,
no es porque los mendigos no sepan elegir,
no es porque un muerto sea un pobre,
comerá cualquier cosa, ni siquiera pestañeará.
No, es porque ese mundo, esa luz
—¿puedo llamarla «nuestra»?— no es sin lenguaje.
Cuando tenía trece años, en el monasterio de Novodévichi,
lo entendí: es prebabeliano.
Todas las lenguas en una.

angustia. nunca más me preguntarás
cómo se dice “nido” en ruso.
el único nido, el nido entero, nada más que el nido—
albergando una rima rusa con las estrellas.

¿Parezco distraído? No, imposible,
no hay tal cosa como distraerse de ti.
Cada pensamiento, cada sílaba , Du Lieber , conduce a ti, no importa qué, (oh, al diablo con la lengua nativa rusa, con el alemán, quiero la lengua de un ángel) No hay lugar, ningún nido, sin ti, oh, espera, hay solo uno. Tu tumba. Todo ha cambiado, nada ha cambiado. No olvidarás... quiero decir, no sobre mí... ¿Cómo es allí, Rainer, cómo te sientes? Insistente, seguro, engreído, ¿cómo encaja la primera visión del Universo de un poeta con su última mirada a este planeta, este planeta que tienes solo una vez?

el poeta se fue de sus cenizas, el espíritu abandonó el cuerpo
(separar los dos sería pecar),
y tú te has ido de ti mismo, te has ido de ti mismo ,
no es mejor haber nacido de Zeus,
Cástor arrancado—a ti de ti mismo—a Pólux,
mármol desgarrado—a ti de ti mismo—a la tierra,
sin separación ni encuentro, solo
una confrontación, el encuentro y la separación
primero.

¿Cómo podrías ver tu propia mano lo suficientemente bien para escribir,
para mirar el rastro —en tu mano— de tinta,
desde tu percha en lo alto, a millas de distancia (¿cuántas millas?),
tu percha de alturas infinitas, porque insólitas,
muy por encima del cristal del Mediterráneo
y otros platillos?
Todo ha cambiado, nada cambiará
en lo que a mí respecta, aquí en las afueras.
Todo ha cambiado, nada está cambiando
—aunque no sé cómo enviar esta carta de la semana extra
a mi corresponsal— y ¿hacia dónde miro ahora,
apoyado en el borde de una mentira— si no de esto a aquello,
si no de aquello a esto. Sufriendo esto. Sufriendo mucho esto.

IV.

Vivo en Bellevue, una pequeña ciudad
de nidos y ramas. Cambiando miradas con el guía:
Bellevue, la fortaleza con la vista perfecta
de París... la cámara con la quimera gala...
de París... y más allá...
apoyada en el borde escarlata,
¡qué divertidas deben ser para ti (¿para quién?),
(¡para mí!) deben ser divertidas, divertidas, desde alturas insondables,
estos Bellevues y estos Belvederes nuestros!

Estoy apático. Perdiendo el control. Los detalles. La urgencia.
El año nuevo está llamando a la puerta. ¿Por qué puedo brindar? ¿
Y con quién? ¿Y qué beber en realidad? En lugar de burbujas de champán,
me llevaré estos algodones a la boca. Ahí, el golpe... Dios,
¿qué estoy haciendo aquí? ¿Qué auspicios? ¿Qué se supone que debo hacer,
este ruido de año nuevo? Tu muerte resuena, Rainer, resuena y rima.
Si un ojo como tú se ha cerrado,
entonces esta vida no es vida, y la muerte no es muerte,
se está apagando, escapándose, la atraparé cuando nos encontremos.
No hay vida, no hay muerte, bueno, entonces una tercera cosa,
una nueva. Beberé por eso (esparciendo paja,
esparciendo flores por el 1927.° aniversario,
adiós 1926, qué alegría, Rainer, terminando
y empezando contigo), me inclinaré sobre
esta mesa hacia ti, esta mesa tan grande que no tiene un final a la vista,
chocaré tu vaso con el mío, un pequeño tintineo,
mi vaso con el tuyo. ¡No al estilo de una taberna!
Yo sobre ti, fluyendo juntos, nosotros dando la rima,
la tercera rima.

Miro tu cruz desde el otro lado de la mesa:
¡cuántos lugares en los márgenes, cuánto espacio
en el borde! ¿Y para quién se balancearían los arbustos,
si no para nosotros? ¡Tantos lugares, nuestros lugares
y los de nadie más! ¡Tanto follaje! ¡Todo tuyo!
Tus lugares conmigo (tus lugares contigo).
(¿Qué haría contigo en un mitin? ¿
Podríamos hablar?) ¡Tanto espacio! ¡Y quiero tiempo,
meses, semanas, suburbios lluviosos
sin gente! Quiero mañanas contigo, Rainer,
quiero empezar las mañanas contigo,
para que los ruiseñores no lleguen antes.

es probable que a mí me cueste verlo porque estoy en un agujero.
es probable que a ti te resulte más fácil porque estás en lo alto.
sabes, nunca pasó nada realmente entre nosotros.
una nada tan pura y simplemente nada,
esta nada que pasó, tan apropiada...
mira, no entraré en detalles.
nada excepto... espera el ritmo,
esto podría ser importante (el primero que no
lo siga pierde el juego)... ahí viene,
el ritmo, ¿qué ritmo venidero
podrías haber sido tú?
el ritmo no se detiene. estribillo, estribillo.
nada excepto que algo
de alguna manera se convirtió en nada... una sombra de algo
se convirtió en su sombra. nada, es decir, esa hora,
ese día, esa casa... y esa boca , oh, concedida por
cortesía de la memoria a los condenados.

Rainer, ¿hemos examinado demasiado?
Al fin y al cabo, lo que queda: esa luz, ese mundo
nos pertenecía. Somos un reflejo de nosotros mismos.
En lugar de todo esto, todo ese mundo de luz, nuestros nombres.

V.

feliz suburbio vacío,
feliz nuevo lugar, Rainer, feliz nuevo mundo, nueva luz, Rainer!
feliz punto distante donde la prueba es posible,
feliz nueva visión, Rainer, nuevo oído, Rainer.

todo se interpuso en tu
camino. pasión, un amigo.
feliz nuevo sonido, ¡Eco!
feliz nuevo eco, ¡Sonido!

¿Cuántas veces en mi pupitre de colegiala me he preguntado
qué hay más allá de esas montañas? ¿Qué ríos? ¿
Es bonito el paisaje sin turistas?
¿Tengo razón, Rainer? ¿Lluvia, montañas,
truenos? No es una pretensión de viuda:
no puede haber un solo cielo, tiene que haber
otro, más lluvioso, encima de él? ¿Con terrazas? A juzgar por los Tatras,
el cielo tiene que parecer un anfiteatro. (Y bajan el telón.)
¿Tengo razón, Rainer? ¿Dios es un
baobab que crece? ¿No es un Luis de Oro?
¿No puede haber un solo Dios? ¿Tiene que haber
otro, más lluvioso, encima de él?

¿Cómo es escribir en el nuevo lugar?
Si estás ahí, debe haber poesía. Tú
eres poesía. ¿Cómo es escribir en la buena vida,
sin mesa para tus codos, sin frente para tu lucha,
quiero decir, tu palma?
Escríbeme, extraño tu letra.
Rainer, ¿te deleitan las nuevas rimas?
¿Estoy diciendo bien la palabra rima
? ¿Hay toda una fila de rimas nuevas?
¿Hay una nueva rima para la muerte?
¿Y otra, Rainer, encima de ella?
No hay ningún lugar adonde ir. El lenguaje es todo aprendido.
Toda una fila de significados y consonancias
nuevas.

¡Adiós! ¡Hasta la próxima!
Nos veremos, no sé, cantaremos juntos.
Feliz tierra que no entiendo,
feliz todo el mar, Rainer, feliz todo yo.

¡No nos perdamos el uno al otro la próxima vez! Escríbeme con anticipación.
¡Feliz nuevo soundsketch, Rainer!

Hay una escalera en el cielo, llena de regalos.
¡Feliz nueva ordenación, Rainer!

Los tengo en la palma de mi mano para que no se desborden.
Sobre el Ródano y sobre el Raron,
sobre la clara y pura separación,
hasta Rainer, Maria, Rilke, directamente en sus manos.

***
Marina Tsvetáyeva (Moscú, 1892-Yelábuga, 1941) 
Versión de Caroline Lemak Brickman

lunes, 30 de diciembre de 2024

roberto mussapi / palabras del buceador









Soy el alma de tu padre, el buceador:
Te he seguido cada día, estoy a tu lado,
conozco como entonces tus zonas de sombra,
el lenguaje de los movimientos que tu rostro trazó,
nada ha cambiado en ese sentido desde ese día. 
Esto es lo primero que descubrí,
lo primero que quería decirte: la percepción no cambia
de tus instantes, como no cambiaba
por la noche, en el sueño, o en la distancia.
Sé que este mi aliento (desde el fondo del agua, entre las actinias)
será para ti como antes lo fueron mis palabras
que te infundieron memoria y valor,
más que el vino o una mujer mirándote.
Mi primer descubrimiento, la primera verdad es que nada
se rompe en el secreto del alma.
El resto es confuso, es pronto
para intentar relacionarlo,
corales, actinias, enredaderas que se dibujan a partir de un movimiento
del agua y se desvanecen al instante.
No todo es luz, transparencia, silencio,
túneles de oscuridad, respiraciones comprimidas, luego voces
que aspiran en mí como si yo hablara.
Me deslizo hacia un fondo cada vez más lejano
y oigo una luz sumergida que me llama desde el oriente:
No sé dónde termina, por ahora,
no sé lo que es pero sé que el amor
la mueve y determina su respiración.
De este viaje hablaré más tarde,
cuando la experiencia sea conocimiento,
puedo hablar de lo que dejé atrás,
sobre la superficie azul de las aguas,
entre las arenas blancas, las palmeras,
la sombra de los olivos, el vino
que se vertía de las ánforas:
ama la tierra rosada del atardecer,
sumergete en el mar por diversión, como un tritón,
saborea la fruta, el pan, bebe y come,
escucha las risas de las muchachas,
busca sus bocas, ríe y desespera,
da gracias cada día a tu brillante país.
No soy tu padre sino su alma,
no sé lo que vivo pero recuerdo,
la orilla, el estanque, los colores que forman
el extraño dibujo de la vida mortal.
Vive en esa cerámica deslumbrante y espera
lo que te contaré más tarde, al final del viaje.
Pero ahora que duermes como cuando en una cuna
parecías buscar los secretos del mundo,
ahora que tus hombros son más anchos y tu pelo más fino,
escucha las palabras de mi alma:
No sé mucho de ti - de mí mismo -
(es pronto, hijo, no sé lo suficiente,
acabo de empezar, estoy nadando),
no pienses en mi cuerpo (es tarde,
perlas, que eran mis ojos
y mis labios contraídos en coral),
pero tengo conocimiento de su matrimonio,
de cuando vivían al unísono en el mundo
y yo, el alma de tu padre, el buceador
sólo te doy esta certeza vivida
(desde el fondo del abismo, en la emoción del piquero):
que el hombre también puede amar eternamente.

***
Roberto Mussapi (Cuneo, 1952)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Parole del tuffatore

*

Io sono l’anima di tuo padre, il tuffatore:
ti ho seguito ogni giorno, ti sono accanto,
conosco come allora le tue zone d’ombra,
il linguaggio dei moti tracciato dalla tua faccia,
niente è cambiato da allora, in questo senso.
Questa è la prima cosa che ho scoperto,
la prima che volevo dirti: non cambia la percezione
dei tuoi attimi, come non cambiava
di notte, nel sonno, o per la distanza.
So che questo mio soffio (dal fondo dell’acqua, tra le attinie)
sarà per te come le mie parole un tempo:
che ti infondevano memoria e coraggio,
più del vino o di una donna che ti guarda.
La mia prima scoperta, la prima verità è che nulla
si spezza nel segreto dell’anima.
Il resto è confuso, è presto
per cercare di riferirti,
coralli, attinie, vite che si disegnano da un moto
d’acqua e si dileguano all’istante.
Non tutto è luce, trasparenza, silenzio,
cunicoli di buio, respiri compressi, poi voci
che inalano in me come se io parlassi.
Scivolo verso un fondo sempre più distante
e sento che una luce sommersa mi chiama da Oriente:
non so dove finisca, per ora,
non so che cosa sia ma so che amore
la muove e ne determina il respiro.
Di questo viaggio parlerò più avanti,
quando esperito sarà conoscenza,
posso parlarti di quanto ho lasciato,
sopra la superficie azzurra delle acque,
tra le sabbie bianchissime, le palme,
l’ombra degli ulivi, il vino
che veniva versato dalle anfore:
ama la terra rosa nel tramonto,
immergiti nel mare per gioco, come un tritone,
gusta la frutta, il pane, bevi e mangia,
ascolta le risa delle ragazze,
cerca la loro bocca, ridi e dispèrati,
ringrazia ogni giorno il tuo paese lucente.
Io non sono tuo padre ma la sua anima,
non so quello che vivo ma ricordo,
la riva, la piscina, i colori che formano
lo strano disegno della vita mortale.
Vivi in quella ceramica smagliante e attendi
quanto saprò dirti più avanti, alla fine del viaggio.
Ma ora che dormi come quando in una culla
sembravi cercare i segreti del mondo,
ora che hai spalle più larghe e più radi i capelli,
ascolta le parole della mia anima:
non so molto di lei – di me stessa –
(è presto, figlio, non conosco abbastanza,
ho appena iniziato, sto nuotando),
non pensare al mio corpo (è tardi,
perle, quelli che furono i miei occhi,
e le mie labbra contratte in corallo),
ma ho conoscenza del loro matrimonio,
di quando vivevano all’unisono nel mondo
e io, anima di tuo padre, il tuffatore
ti consegno solo questa esperita certezza
(dal fondo dell’abisso, nel brivido del tuffo):
che anche l’uomo può amare eternamente.

domingo, 29 de diciembre de 2024

liliana bellone / la costura de hortensia









Cose Hortensia 
En la galería con geranios cose y recuerda la tarde 
Cuando la llevaron a visitar a su abuela 
Una tarde con geranios 
Y la abuela cosía con hilos 
De colores una alfombra rara 
Para volar 
En esos años las tardes 
Y los días eran largos muy largos 
Hortensia cose con hilos blancos 
Los volados de su blusa de organdí  

Han caído al piso cintas 
Puntillas y dedales
                    Vienen desde el túnel del tiempo
                    Su tía
                    Y su bisabuela 
Perfumadas  
En un coche tirado 
Por caballos negros 
Un coche extraño que ella veía en un corredor 
Donde había otros coches 
Pomposos 
Porque eran tiempos 
De pompa 
Y había que inclinarse  
Como lo hacía la abuela 
Con su sonrisa blanca 
Y sus manos como husos 
Que cosía y cosía 
Junto a Carmen que cosía y bordaba 
Con hilos celestes como si fuesen 
Hilos de luna  

El verano me ha traído un recuerdo 
Piensa Hortensia 
Pero también 
El olor de la tierra mojada 
En febrero 
Las manos de Crisóstomo 
Sobre mis dedos 
Que jugaban un anochecer 
Crisóstomo 
Voy ahora casi azul 
Con mis venas de nada 
A tu encuentro  

Sobre un horizonte de capullos 
Pierdo pie y caigo 
A la laguna 
Donde bogan patos salvajes   

¿De dónde llega 
Este olor 
A tierra mojada? 
Hace mucho calor hortensia 
En febrero 
Hay truenos 
El jazmín atribula el aire 
Duérmete 
Liliana 

***
Liliana Bellone (Salta, 1954)

sábado, 28 de diciembre de 2024

julio césar galán / dos poemas









Sobre el nivel del mar

*

Ansío toda luz porque un día fijé el mundo
con mi dedo índice,
                                         y amo
el correr de los ríos porque de algunos peces
                                                        aprendí hondura.
Fueron mis ojos quienes miraron
               por primera vez
que en la caída de los astros se escondían
               un niño y una rueda.
Siempre me hice invisible cuando los hombres
pusieron sus manos
                                      sobre mi fingida presencia,
y cuando tuve un brazo que parecía un ala,
las flores que brotaban
            en los tejados me otorgaron
                                       las dádivas de un vientre,
ésta es la única verdad que he conocido.

A dos mil pies sobre el nivel del mar
la marcha de los pasos deja de orbitar,
           el frío aumenta toda lucidez,
y la respiración es lenta
           como la vida en las montañas
y en las ermitas, el corazón renuncia
a cualquier renuncia,
y la única doctrina es la fecundidad.

Nuestro propósito es crecer cuando creamos
            y amar a cuanto no desgarre,
nutrirnos de nosotros mismos y no golpearnos             
                          en soledad
y que cada vez que el mundo sea la primavera
nos despojemos de cuanto fuimos
                   y seremos, formando
la columna que une nubes, espacios y semillas.

El truco no es difícil ni complejo,
tan sólo se necesitan
algunas dosis de serenidad,
concentración y sencillez.                                                                                                   

A seis mil pies sobre el nivel del mar
-y subiendo-
los ojos van perdiendo su nostalgia
y para no cegarnos tengo que demostrar
mi destreza en las diferentes artes
            de la distancia
y para que no se dilaten las venas
el oxígeno tiene que ser lo más escaso posible.

Se aligeran,
se aligeran las manos, los pies, el pecho,
los lastres se reducen:
las personas que un día me nombraron
hacen el mismo ruido que las hormigas.

Sigo el rastro de los cometas,
de las galaxias que comienzan
cuando un huevo se rompe,
de esa gracia tan tuya de armonizar
            mis extremos.

Sólo me he dado opción a mudarme en un hoy,
en un hoy que renace, confirma y desprecia.
Poco importa la muerte ahora.
Poco importan las palabras ahora.
Poco importa que el mar
haya expulsado a quien movía su repetición.

Los restos de la fiesta quedan aún en mi boca,
aún me ofrecen mucho juego,
aún relucen como miel secreta.

A diez mil pies sobre el nivel del mar
            sólo quedan los labios,
el nacimiento de unas risas entre las sábanas
y las luces que como gotas de rocío resbalan
            sobre este mármol.

~

Saludos de la golondrina

*

De esas observaciones se puede deducir que de la palabra aire revive la golondrina: el poso de los libros infantiles desde las tardes de verano y aquella casa…el horizonte en la cerca de octubre donde repongo saludos, bienvenidas, extravíos:
¿por qué volvemos?
      Al despertar nos asomábamos limpios 
desde aquella golondrina
y me empujaba por el aire,
y mi cuerpo giraba como
un derviche danzante
y algún rayo nos enganchaba el cuello
¿hasta subir amados?

Volvíamos a pisar la hierba, amasar el verde lo llamaba el abuelo y aquella sensación telúrica  nos envolvía como burbuja de jabón[1], las que mi madre alzaba para hacerme asombro. De la palabra aire revive una golondrina:

                                    ¿revive? ¿Para qué volvemos?[2]

[1] Convergencia: “El caballito de mar expulsa sus huevos” = “los chicos soplan sus pompas de jabón”.

[2] Este poema, además de este final, tiene otros dos posibles cierres:

“Volvíamos: Nada más lejos de las calles cuando se escribe. Solo se ha concentrado en donde se produce la vida. Accede sin cambiar de forma, pero tiembla y describe el vuelo invisible del ave invisible: Golondrina. Tanto por decir en tan poco tiempo: el deporte de trazar círculos. Nadie aquí es realmente nadie. La gran Maleta y el columpio mortal. El gozo de las esferas. Mi familia: tu amor y mis libros (algunas alas). Me encontré en un libro y seguí viviendo en tus ojos. Nada más he sido. He soldado la vibración de las rosas y la del abejorro. Si supieras cuántas veces quise suic… Si supieras cuántas veces he sido feliz, feliz hasta erguirme por encima de mi frente. El silencio de la llanura pulsa sin ti el ritmo del sueño. Sin mí: como si fuera la primera vez”.
Volvíamos: “Hasta salir del rostro. / Se hundieron en el iris/él y los otros. // Conocerá: y en quiebro. /Quebrar las lejanías. / Desapego para morir mejor. / Y celebrarse sin posibilidad de regreso. / Para que el alba suene en una rosa. / – ¿El alba en una rosa? / ¿La golondrina? / Para empezar todo de nuevo. /Para empezar todo de nuevo. / Para empezar todo de nuevo”.

***
Julio César Galán (Cáceres, 1978)

viernes, 27 de diciembre de 2024

manuel scorza / dos poemas








El desterrado

*

Cuando éramos niños,
y los padres
nos negaban diez centavos de fulgor,
a nosotros
nos gustaba desterrarnos a los parques,
para que viéramos que hacíamos falta,
y caminaran tras su corazón
hasta volverse mas humildes y pequeños que nosotros.

Entonces era hermoso regresar!

Pero un día
parten de verdad los barcos de juguete,
cruzamos corredores, vergüenzas, años;
y son las tres de la tarde
y el sol no calienta la miseria.
Un impresor misterioso
pone la palabra tristeza
en la primera plana de todos los periódicos.

Ay, un día caminando comprendemos
que estamos en una cárcel de muros que se alejan...

Y es imposible regresar.

~

La casa vacía

*

Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.

Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.

Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.

Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.

Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo.

***
Manuel Scorza (Lima, 1928-Mejorada del Campo, 1983)

jueves, 26 de diciembre de 2024

anna kamieńska / no te preocupes









No te preocupes aún queda mucho por sufrir
ahora tienes derecho a aferrarte a la manga
de alguna amistad áspera la obligación de ser feliz
que tanto descuidas
negligente usuario del tiempo
arreando días como gansos
hacia el armuelle no te preocupes muchas veces
morirás hasta que justo al final
aprendas por fin a amar la vida

***
Anna Kamieńska (Krasnystaw, 1920-Varsovia, 1986)
Versión de Ada Trzeciakowska

/

Nie martw się

*

Nie martw się będzie jeszcze wiele do cierpienia
teraz masz prawo przylgnąć do rękawa
czyjeś szorstkiej przyjaźni obowiązek szczęścia
który tak zaniedbujesz
niesumienny użytkownik czasu
poganiający dni jak gęsi
na lebiodę nie martw się wiele razy
będziesz umierać aż się nauczysz
na samym końcu wreszcie kochać życie

miércoles, 25 de diciembre de 2024

félix lope de vega / las pajas del pesebre













Las pajas del pesebre,
Niño de Belén, 
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso Niño mío, 
y de calor también.

Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por Vos, mi bien.

Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona cruel.

Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;

que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Dejad el tierno llanto,
divino Enmanuel,
que perlas entre pajas,
se pierden sin por qué.

No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores
y llore con José;

que aunque pajas no sean
corona para rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

***
Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1635)

martes, 24 de diciembre de 2024

joseph brodsky / un poema de navidad










Imagina, encendiendo una cerilla, aquella noche en la cueva:
utiliza para sentir el frío las grietas del suelo;
para sentir el hambre, la vajilla apilada,
y el desierto… el desierto está en todas partes.

Imagina, encendiendo la cerilla, aquella medianoche en la cueva:
el fuego, las sombras de los animales o de las cosas,
e imagina, con tu cara confundida en los pliegues de la toalla,
a María, a José y el hatillo con el niño.

Imagina a tres Reyes, la procesión de sus caravanas
hacia el portal; o mejor, tres rayos que alcanzan
la estrella, el crujido de su carga, el sonido de las campanillas
(en el azul espeso, el Niño aún no cuenta

con el eco de una gran campana).
Imagina que el Señor en el Hijo del Hombre por vez primera
se reconoce a Sí mismo, a una distancia remota, en las tinieblas:
un vagabundo en otro vagabundo.

1989

***
Joseph Brodsky (San Petersburgo, 1940-Brooklyn, 1996)
Versión de Svetlana Maliavina y Juan José Herrera de la Muela

lunes, 23 de diciembre de 2024

julio barco / un meteorito brillando antes de golpear contra el mundo








A veces no soporto la vida
Y me emborracho
Solamente eso y sé que nada salvará la belleza de mi alma de mi destrucción.
Los amigos han partido.
La belleza es un lugar poco común en este lupanar llamado país.
Un lugar común cercado por las ratas.
Escribir siempre atroz.
Siempre perdido en las volutas de mi mente.
¿Por qué no arrojarme del Puente Trujillo
Contra las aguas del Rímac?
Porque quiero vivir pese a todo.
¿Para qué la consecuencia poética
En este jardín de moluscos infinitos?
De combis donde suelo despertar atado al caos. 
¿Por qué, para quién, con qué pretexto seguir calibrando versos en medio de los peajes
el tráfico la enemistad la soledad y el amor?
Estoy harto de la poesía.
Harto de tanta gente huevona escribiendo cualquier estupidez por redes.
Harto de tener que vivir de perfil bajo.
De los satélites de los equinoccios de los ojos perdidos de las aves en mi mente.
Estoy harto de la hipocresía de mi Perú.
La señora que hace once años vende tamales en las escaleras de la UNFV sigue ahí.
Sentada, pretendiendo que hay un sentido mayor
Al apuro de los peatones.
Pero no hay otro que su pobreza.
Que las páginas de sus ojos y su hijo, a su lado, intenta hacer su tarea.
Mientras yo voy a estudiar
Siempre apurado aburrido sin ganas de ir
Pensando en todos los tiempos idos en la licencia la pendejada de vivir
De la poesía del arte x el arte
Ahora escribo en las líneas de mi block de notas
Un cuaderno peruano más en la tierra de los escritores
Arrojados al horror de no tener mayor sentido que la tinta de su sangre
La embriaguez como una forma asumir la vida.
Asumir las cosas cotidianas.
Este no escribir para trabajar para vivir.
Este no escribir para buscar los crepúsculos en las trepanaciones de mis letras.
Y siento que el tiempo se agota
Como los buses completamente llenos
Como las calles completamente sucias
Como los corazones destrozados
Como cualquier equinoccio entre los ojos. 
Estoy harto de todo esto de la Literatura.
Siempre me siento solo.
Siempre siento que mi arte fue arrancarme la oreja en una iglesia vacía con el sol sobre los ojos.
Siempre siento cólera por no tener mil yo poéticos
Sino mi vertiginosa locura envuelta en kilómetros de páginas.
Y quiero desgraciarme. Y quiero destrozarlo todo.
No hay ganas de crear algo explosivo ultra desconcertante para una tradición
Hecha de lirismos de llantos de semen 
Ya no hay ganas de nada salvo de volver a casa
Embriagarse a solas
Las nubes siempre será el tema predilecto de los poemas que contemplan sobre su propio corazón el cielo la hierba
Este lamento esta forma de no llorar.
Hoy lunes de cualquier año
Atrapado en cualquier abecedario en cualquier desamor ajustado
Atrapado en los microbuses terribles
En la embriaguez que se muerde la cola 
En las ventanas herrumbrosas de mi semblante
En Seremsa
En la av. La Atarjea 
En mis camisas a cuadritos y mi Pilsen y el saxo de Cannonball
A la realidad 
al endecasilamiento de mis arterias en lo que es un mundo.
Y debo añadir mi tragedia a este escenario
A las venas de la avenida Tacna
-Donde tantas veces caminé extraviado-
Ahora solo soy un alumno que va tarde a clases desanimado
Sin nada más que la convicción de sacar un título
(que, en verdad, no sirve para nada
Como no sirve estudiar ni leer la obra completa de Martín Adán ni contener nada más que un mundo destrozado).
Nadie a mi alrededor lee poesía.
Las adolescentes toman cincuenta pastillas en sus habitaciones.
Un joven asesinó a dos muchachas en Av. Perú.
Un poeta se suicida en Lince.
Estoy atrapado en la desilusión y el hartazgo.
¿Debo acaso soñar con el retorno ahora que estallo contra el asfalto?
Me parece tan absurdo rimar las palabras
Buscar ese juego de ritmo y sentido. 
Bienvenidos a mi borrachera.
Estos versos suenan a mi mente locamente compleja y abrumada
En lo que terminó siendo mi vida.
El artista se copia así mismo (se dibuja todos los laberintos que puede ser) persigue en su propia marea.
Los laberintos se copian a sí mismos, organizan su taxonomía, se consumen a sí mismos.
Mi hija juega en su corralito.
Yo me siento tan solo.
Y escribo por la soledad de todos.
Mi hija dice abruuu, abruuu
Escribí locamente desquiciadamente todo lo que quise.
Déjenme aburrirme por las calles.
Déjenme odiar con melancolía a mis docentes catedráticos míos.
Déjenme sentirme una mierda en este punto del universo al que me destinó la existencia.
Hay que sacarse del cuerpo los poemas o se terminan pudriendo adentro. 
Y, aunque tengamos dinero, morimos.
El arte es así.
Es urgente.
Es vital.
Es más veloz que todas las balas penetrando los cuerpos en estos instantes.
Aunque sea mentira.
Aunque no exista nada.
Se pudre en el cuerpo: el poema nos destroza si no lo escribimos. 
Tuve que escribir más de mil libros antes de ser este cuerpo redactando la tragedia de vivir.
La escritura siempre es un origen
Nos devuelve a lo primario. Estados de mi alma en stickers pegados a los vidrios de las combis.
Perdónenme si muero por vivir de esta manera
Por poner mis deseos de goce y arte por encima de cualquier convención.
Mi pelo largo incomoda. 
Mi indómita mirada contra las formas convencionales comprando piña en las mañanas.
Y en las tardes, vamos con Alba al parque
Donde baila una canción de Navidad mi pequeña hermana.
Bajo el cielo del verano, Alex corre suda nos saluda.
Un helado de camu-camu entre mis manos es un goce taciturno como la poesía de Eliot.
Sin embargo, pese a mi caos, yo amo,
yo trenzo mi música entre los jardines metálicos del siglo XXI.
Yo escucho la voz de todos los ritmos y ríos siderales 
dando vueltas retozando en la gravitación
de las cerezas.
Y mi literatura la escribí en el cielo meteorito errante:
Palabras como la estela de fuego del que deambula entre los años y mi voz se comba 
cimbra el espacio de las cosas los omóplatos del cosmos
en esta dulce sinrazón que es vivir
encontré los ojos de Leydi.
Y la dictadura de los cuerpos trenzó esta música en las palabras que ahora lees. 
No perdí nada, seguí siempre la música de la poesía
Río del ser, furiosa melodía que desata mis pupilas
Y no he olvidado que vivir es siempre una forma de escritura.
Vivir es el poema.
Ahora que me veo tan lejano de aquellos días en Breña
Para después cursar estudios pre universitarios en ADUNI de la avenida Bolivia.
Y conocer a Oscar, a Yanel, a tantos amigos, y 
editar mi primera revista de poesía (Albatros) aquello
tan lejano como mi examen de admisión con mi abuela esperándome en las veredas de la av. Alfonso Ugarte
y yo me dije que de entrar a UNFV sería poeta
(de entrar a San Marcos sería novelista)
Y ahora (miles de páginas) no sé qué xuxa soy.
Yo quería simplemente salvarme escribir para salvarme algo así como poder crecer en  algo
Todo era y es caos 
menos la luz que encontraba en las hojas de Word
En la blancura dando directamente a mis pupilas.
Y todo es una mierda salvo leer, escribir
Salvo intentar escribir para salvarse a uno mismo.
Y leer a Bécquer bajo la cama, faltar a clases para sumergirme por los mares de Melville.
Mi corazón es un chibolo punk y escucha Nid.
Puchos de mentol y soledad.
Quiero ser un gran escritor.
¿Cómo hacerlo realidad?
Escritura del viento, del cuerpo, del sexo.
Hice una obra de teatro en dos noches usando de personajes a mis patas del barrio.
Qué loco todo.
Mis compañeros me hicieron bullying.
Me dijeron que era cursi. 
Escribieron mi nombre en la pizarra y dijeron que nunca sería escritor,
O sería uno malo
Aburrido…
A la mierda lo que digan los demás.
Seguí leyendo.
Novela Latinoamericana. Boom.
Y todas esas técnicas literarias que no sirven un carajo. 
Ahora creo que la literatura es algo en la sangre
Miles de caballos galopando a toda velocidad.
Siempre quiero vivir atado a la música del fuego
Los cuerpos y sus bocas. Bésame ahora mismo.
Escribir nos desgasta pero nos da vida.
Una vida más vital y menos huracanada.
Parques de Santa Anita donde anduve buscando amor.
¿Ahora somos acaso un campo de violetas?
Una balada en la boca de la madrugada.
Si escribí tanto, si viví a mi manera 
Ahora solo mato a las polillas de mi cuarto colocando una vasija con agua contra el foco
Y recuerdo tantas cosas
Con estos ojos de loco que me dio la vida
Con este talento insensato que es mi corazón
Y todo late y se desata en las ardientes oraciones.
 Y en el poema van los edificios, entran
Las señales, los rituales, las playas, los viajes, los corazones dibujados en las bocas
y en todo va mi voz.
Entran los siglos y se aprietan.
Yo tomaba algunos versos para disipar la neblina de mi corazón.
Ahora todo convulsiona.
Bienvenidos a este abecedario de yuyos y desacatos.
Bienvenidos al universo Barco. 
Estas calles tragaron mi juventud.
Ahora solo hay un meteorito en mi escritura:
¿Meteorito en mi escritura es una metáfora perfecta que tu mente atrapa?
La noche se atraganta de símbolos.
Mi primer libro lo publiqué con Jorge Luis Roncal
Que me invitó un café y respetuosamente me dijo:
“Hay talento, tenemos que sacarlo en Arteidea”
Para ese entonces mi PC Windows Vista 
apestaba a versos a cuentos que se sorteaban entre mis dedos.
Bosques de palabras prosa de mi propia individualidad
El yo como tema los otros como método
Poemas sobre todo lo vivido,
¿Acaso el poema no es en esencia un estado de vida?
¿Acaso seguiría la senda de Juan Ramírez Ruiz astroso al norte del Perú?
¿Acaso la de Chocano acuchillado en el sur?
Cada poeta lleva en su destino todos los destinos anteriores
Y los derrama en su propio caminar. 
Ahora despierto y veo los ojos de mi bebé.
¿Ella qué mira al mirarme?
¿Qué esencia permea su sonrisa en este instante?
Papilla de fruta. Cortamos la piña en el desayuno.
El arte de amar es el arte de pelar frutas.
Yo no sabía que la escritura es una forma de canalizar el dolor.
Mi bebé me sonríe, llora, se estira, se aburre.
Yo también me aburro.
Los asteroides brillamos antes de cubrir el horizonte con su brillo.
La poesía es acaso este instante donde me pierdo
En su sonrisa.
Yo también crecí en esta casa.
En este barrio.
Entre estos cerros.
Frente a Evitamiento
Con el tren de madrugada
Y las mariposas blancas
Y dientes de león navegando en el viento.
Ahora despierta: llora, se queja, busca el pecho
De su amá.
Un sol tibio entre sus labios.
Leche dulce y lírica.
Amor es este silencio en medio de la noche en medio
del dormir de los cuerpos.
En medio de las gotas de la ducha descompuesta.
Acaso mi palabra me conduce lejos del hartazgo.
Quiero paz, quiero elevar esta consigna a todos lados,
La paz de las madrugadas.  
Paz en las casas de la ciudad
donde se viola a niños y se asesina.
¿Qué mierda pasa en el Perú?
¿Debo rimar mis versos ahora que todo es caos?
Mi poesía también es el silencio de las camas de los hoteles.
El olor a creso de los baños hediondos.
La moneda que permite que la voz de Charly García
Suene en los timbres de jóvenes borrachos.
Los micros aburridos y ojerosos.
El hartazgo de la ciudad de los cuerpos caminando por la ciudad. 
Mi poesía perdió todos los concursos literarios y no fue llevada a la Feria Internacional de Guadalajara
Pero habitó mi boca como una estrella.
Como el fuego vertiginosamente límpido. 
Pasaron los años y escribí El nuevo fuego y me acusaron de kilométrico.
Pasaron los meses y saqué Chaufa y me atacaron por ser breve.
Jamás gustaré a todos.
No estoy hecho para las masas parcializadas en los memes cibernéticos. 
Miro mi ciudad desde el puente amarillo de Seremsa.
Carros en ambas direcciones de la Evitamiento.
Luces ámbar rápidamente agitadas como mariposas fugaces.
El sueño recorre la palabra y explota.
La misión del arte es convertir el instante en una cápsula mental.
¿La misión del arte?
El caos viaja en todas las direcciones que mueven a los buses,
Camiones, ticos, motociclistas, bicicleteros que van por la carretera de Norte a Sur (y viceversa)
asfixiados en embotellamientos.
Escribí: pude contener el vacío, alumbrar un 
Instante la ironía de la época, tomarle un selfie a mi tragedia. 
Los cachineros siguen cambiando botellas por pollitos. 
¿Quién cambia poemas por latas de atún o menestras? 
Permanecer es todo lo que posee un poeta.
Todos los presidentes del Perú están presos
Y los poetas seguimos usando los buses y no hay a dónde ir. 
Mis prosas no poseen la estructura requerida para ser parte de un género literario:
mi mente tampoco.
Mis manos, mi voz en medio de la noche
Se junta a los que caminan, como yo, perdidos bajo el flujo de los semáforos.
Habito este deseo de internet, de intensidad, de ebriedad.
Habito este deseo. Este deseo es escritura. La libre bifurcación de la creatividad.
El único fuego vivo. El que silabea la tribu en nuestras arterias.
La música de los versos estalla en mi cerebro de niño de cincuenta mil años.
Todo lo escrito ya fue dibujado con la claridad de mis dedos.
Abro los ojos. 
Me invitan a eventos, ferias del libro, recitales,
Encuentros, conversatorios, debates, 
Esta ciudad se devasta. Nada es trágico. ¿Podría acaso abrir un libro de Vila-Matas
de la Biblioteca Ricardo Arbulú Vargas?
Las parejitas se acumulan en las puertas de las universidades. En la avenida Tacna,
paran algunos taxis urbanos. Alguien baja. Otro sube.
Olor a smog, a choclo cocido, a cigarro.
Los destinos de todos los millones de habitantes. Los destinos inútiles
Como el mío. 
Ya no hay héroes en la poesía. Nadie se corta las venas por un verso. Nadie es expulsado
de ningún lado por escribir poemas, dijo Balo. O algo así.
Lo que importa es tener una fan page y muchos likes.
Lo que importa es lo físico.
Lo que importa es vivir en Barcelona.
Lo que importa es escribir al gusto de las grandes editoriales.
Lo que importa es que te inviten a los viajes internacionales. 
Lo poético es un molusco lila.
Yo sigo abriendo las páginas. Los cuadernos.
La poesía peruana es un bus interprovincial que viaja en las cabezas de algunos. 
¿Cómo se cierran los poemas? ¿Cómo se abren los poemas?
¿Cómo se usan los yoes creativamente para dibujar un laberinto mental medianamente flexible a todo ámbito del pensamiento?
Porque me siento tan solo ahora. Otra vez sentado frente 
A la estatua de Vallejo, saboreando el vino de los versos pasados. 
Kozer (afirma) lleva escritos más de ocho mil poemas sin lindar con la dulzura
Ni dejar los finales a su suerte. 
¡Vaya, viejo cubano! ¡Y qué mierda importa eso!
¡Aquí en Lima un poema mal terminado no vuela como gallinazo!
¡Nos queda la soledad de los techos! ¡La flacura de los gatos!
Los años han pasado.
Los miércoles.
Las cervezas heladas.
Los amigos.
Las broncas.
Las polémica.
La fe.
Los inviernos.
La pendejada de seguir vivos.
La poesía aún permanece
crece vuela se salva como furioso diente de león.

***
Julio Barco (Lima, 1991). Inédito.

domingo, 22 de diciembre de 2024

hernán miranda / seis poemas









Doralisa se lanzó bajo el tren de las 14

*

Yo sé que tú eres la misma de hace 20 años, Doralisa,
y que nada ha cambiado para ti, para nosotros,
que habías de etenizar tu juventud y mi niñez
en ese dia y esa hora -las 14.
Esparcida sobre lucientes rieles te recuerdo, Doralisa,
derramada entre dedales-de-oro en flor
(Fue en Primavera no es cierto, Doralisa?)
Y qué blanco tu cuerpo, qué blanca, Doralisa,
y tu cabellera negra enrollándodose
y desenrollándose a1 viento entre las yerbas.
Y tu cuerpo, Doralisa,
desperdigado sin orden ni sentido
como si hubieras querido hacer de ti misma un enigma
que nadie pudiera descifrar debidamente.
Ah Doralisa, Doralisa,
eres pare mi un recuerdo despedazado
que debo empezar e armar pacientemente
-un ojo junto a otro ojo,

una pierna y la otra juntamente
y tus senos y tus manos y tu cabelllera sobre todo
y tus pies desnudos sobre la tierra.
Y yo te armo, Doralisa, compongo tu figura
y me llegas intacta a la memoria.
Y enseguida te desarmo, te deposito en tierra,
te disperso,
porque tú eres un recuerdo que vive en mi, Doralisa,
y que no me pertenece.

~

Año de gracia

*

Con cuatro tubos metidos en su cuerpo
«Uno para su nariz,
»Otro en la boca,
»El tercero para sus funciones naturales
»Y el cuarto para sacar lo que hay en su estómago»,
A los veinte días del venturoso mes de noviembre
Del Año de Mil Gracias de 1975
Y faltando 20 minutos para las 5 de la mañana en Madrid
Ha muerto lo que quedaba de Franco
Mientras en España a prisa cantaban los gallos.

~

Nuestro país

*

                            a Paloma Miranda Lapides

Desde altamar no es más que una línea
De cumbres nevadas emergiendo de las aguas
Lo que se ubica bajo las cumbres
Esa franja invisible al pie de las montañas
Es este país que tanto dio y dará que hablar.
Si alguna vez naufraga
Verán elevarse esas cumbres nevadas
Y después irse a pique con la bandera al tope.
En el momento de hundirse bajo el agua
Seguro que escucharán a algún gracioso
Haciendo chistes de doble sentido
Aferrado a la Cordillera de los Andes.

~

Odisea

*

-¿Y entonces quién es este viajero
Que todavía luce sobre los hombros el sarro del mar?
-Es Chile, no le quepan dudas.
El mismísimo Chile que hace milenios permanece inmóvil.
Pero muy despierto entre la corriente.
Es que el modo más heroico de viajar
Es quedarse quieto en su sitio.

~

Ahora, hermano, puedo leerte tus derechos

*

Tienes derecho a mirar a un solo punto fijo
                Y apoyar, si quieres, las manos sobre el pecho
(También puedes cerrar los ojos y simular que estás durmiendo)

Tienes derecho a no devolver el saludo
Tienes derecho a faltar a todas las citas 
Tienes derecho a no contestar el teléfono 
Tienes derecho a dejar un espacio vacío 
                Como habitaciones de una casa recién desocupada
                Como árbol cortado en medio del bosque
                Como un muro que acaban de echar abajo 

Tienes derecho a dejar que tu rostro tome color a muerto 
Tienes derecho a convivir con los insectos 
Tienes derecho a oler a tierra de tu jardín 
        Nada de lo que digas de aquí para adelante
        podrá ser usado en tu contra.

~

A nadie daré una droga mortal

*

Aquí estoy solo con mis pócimas, mis escalpelos,
mis uñas rotas, mis salpicaduras.
Aquí con mi intranquila conciencia.
Aquí con mi mundo perturbado.

Aquí, con mi cadáver desnudo sobre el mármol
y el tiempo que aquí debería ser abolido.
Somos los mismos. Los que tuvimos un día
la capacidad de asombrarse.

Cartílagos sólo hay, sólo huesos.
Debo suturar desgarros que yo no produje.
Debo hacer coincidir las piezas de un cráneo.
Soy demasiado humano para vivir en paz.

Pero quién se sonreirá por ti algún día.
Pero quién repetirá después las cosas que tu dijiste.
Pero quién cometerá tus mismos errores.
Pero quién heredará tu desencanto.

Morirse pero contemplar tu propio funeral.
Pero huir y ser testigo de tu fuga.
Pero perderse y participar en tu propia búsqueda.
Pero se trata de estar aquí y en otras partes.

Pero yo soy un cirujano fiel a su juramento
y seguiré cortando tendones, removiendo las vísceras
sin lograr ver en ellas el futuro
y a nadie daré una droga mortal.

***
Hernán Miranda (Quillota, 1941-Santiago de Chile, 2024)

sábado, 21 de diciembre de 2024

ariano suassuna / cinco poemas













La infancia

*

Sin ley ni Rey, me vi arrojado
bien niño a un Planalto pedregoso.
Tambaleando, ciego, al Sol del Acaso,
vi el mundo rugir. Tigre maldoso.

El cantar del Sertón, Rifle apuntado,
venía a trillar su Cuerpo furioso.
Era el Canto demente, sofocado,
rugido en los Caminos sin reposo.

Y vino el Sueño: ¡y fue despedazado!
Y vino la Sangre: ¡el marco iluminado,
la lucha extraviada y a mi grey!
¡Todo apuntaba al Sol! Me quedé debajo,
en la Cárcel en la que estuve y en la que me hallo,
Soñando y cantando, ¡sin ley ni Rey!

~

La mujer y el reino

*

Con tema del Barroco brasileño

¡Oh! ¡Granada del pomar, hierba esmeralda
ojos de oro y azul, mi Alazán!
¡Aria en forma de Sol, fruto de plata
mi suelo, mi anillo, Cielo de la mañana!

¡Oh mi sueño, mi sangre, don, valentía,
Agua de las piedras, rosa y belvedere!
¡Mi lámpara encendida del Espejismo,
Mi mito y mi poder - mi Mujer!

Se dice que todo pasa y el Tiempo duro
todo desmorona: ¡la Sangre ha de morir!
Pero cuando la luz me dice que ese Oro puro

se acaba por finar y corromper,
Mi sangre hierve contra la vana Razón
E impulsa su amor en la oscuridad!

~

Aquí vivía un rey

*

Aquí vivía un rey cuando yo era niño
Llevaba oro y marrón en su jubón,
Piedra de la Suerte sobre mi Destino,
Latía junto al mío, su corazón.

Para mí, su cantar era Divino,
Cuando al son de la guitarra y del bordón,
Cantaba con voz ronca, el Desatino,
La Sangre, la risa y las muertes del Sertón.

Pero mataron a mi padre. Desde ese día
Yo me vi, como ciego sin mi guía
Que se fue hacia el Sol, transfigurado.

Su efigie me quema. Yo soy la presa.
Él, la brasa que impele al Fuego encendida
Espada de Oro en pasto ensangrentado.

~

El mundo del sertón

*

Ante mí, las tramas amarillas
del mundo, Onza marrón e intrépida.
En el campo rojo, el Asma azul de la vida
a la cruz del Azul, el Mal se desmantela.

Pero la Plata sin sol de estas monedas
perturba la Cruz y las Rosas mal perdidas;
y la Marca negra izquierda inolvidable
corta la Plata de las hojas y hebillas.

Y mientras el Fuego clama la Piedra rígida,
que hasta el final, seré desnortado,
que hasta en el Pardo el ciego desespera,

el Caballo marrón, en la cornisa,
intenta alzarse, con las alas, a lo Sagrado,
ladrando entre las Esfinges y la Pantera.

~

La carretera

*

En el reloj del Cielo, el Sol puntero
Sangra la Cabra en el extraño cielo plomizo.
La Piedra lasca el Mundo impiadoso,
La llama de la Escopeta hiere el Acero.

En el carrascal del sol, azul brasero,
Resplandece el Girasol rojo y fogoso.
¿Cómo morir en la sombra de mi Asiento?
¿Cómo enfrentar las flechas de ese Arquero?

Ahí fuera, el incendio: la violeta lámpara
de las Macambiras rojas y auri-pardos
Ángeles-diablos y Tronos-van quemando.

¡Sopla el viento – el Sertón incendiario!
¡Andan monstruos sombríos por la Carretera
y, por la Carretera, entre esos Monstruos, ando!

***
Ariano Suassuna (João Pessoa, 1927-Recife, 2014)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

A infância

*

Sem lei nem Rei, me vi arremessado
bem menino a um Planalto pedregoso.
Cambaleando, cego, ao Sol do Acaso,
vi o mundo rugir. Tigre maldoso.

O cantar do Sertão, Rifle apontado,
vinha malhar seu Corpo furioso.
Era o Canto demente, sufocado,
rugido nos Caminhos sem repouso.

E veio o Sonho: e foi despedaçado!
E veio o Sangue: o marco iluminado,
a luta extraviada e a minha grei!

Tudo apontava o Sol! Fiquei embaixo,
na Cadeia que estive e em que me acho,
a Sonhar e a cantar, sem lei nem Rei!

~

A mulher e o reino

*

Com tema do Barroco brasileiro

Ó! Romã do pomar, relva esmeralda
olhos de ouro e azul, minha Alazã!
Ária em forma de Sol, fruto de prata
meu chão, meu anel, Céu da manhã!

Ó meu sono, meu sangue, dom, coragem,
Água das pedras, rosa e belvedere!
Meu candeeiro aceso da Miragem,
Meu mito e meu poder - minha Mulher!

Diz-se que tudo passa e o Tempo duro
tudo esfarela: o Sangue há de morrer!
Mas quando a luz me diz que esse Ouro puro

se acaba por finar e corromper,
Meu sangue ferve contra a vã Razão
E pulsa seu amor na escuridão!

~

Aqui morava um rei

*

Aqui morava um rei quando eu menino
Vestia ouro e castanho no gibão,
Pedra da Sorte sobre meu Destino,
Pulsava junto ao meu, seu coração.

Para mim, o seu cantar era Divino,
Quando ao som da viola e do bordão,
Cantava com voz rouca, o Desatino,
O Sangue, o riso e as mortes do Sertão.

Mas mataram meu pai. Desde esse dia
Eu me vi, como cego sem meu guia
Que se foi para o Sol, transfigurado.

Sua efígie me queima. Eu sou a presa.
Ele, a brasa que impele ao Fogo acesa
Espada de Ouro em pasto ensanguentado.

~

O mundo do sertão

*

Diante de mim, as malhas amarelas
do mundo, Onça castanha e destemida.
No campo rubro, a Asma azul da vida
à cruz do Azul, o Mal se desmantela.

Mas a Prata sem sol destas moedas
perturba a Cruz e as Rosas mal perdidas;
e a Marca negra esquerda inesquecida
corta a Prata das folhas e fivelas.

E enquanto o Fogo clama a Pedra rija,
que até o fim, serei desnorteado,
que até no Pardo o cego desespera,

o Cavalo castanho, na cornija,
tenha alçar-se, nas asas, ao Sagrado,
ladrando entre as Esfinges e a Pantera.

~

A estrada

*

No relógio do Céu, o Sol ponteiro
Sangra a Cabra no estranho céu chumboso.
A Pedra lasca o Mundo impiedoso,
A chama da Espingarda fere o Aceiro.

No carrascal do sol, azul braseiro,
Refulge o Girassol rubro e fogoso.
Como morrer na sombra do meu Pouso?
Como enfrentar as flechas desse Arqueiro?

Lá fora, o incêndio: o roxo lampadário
das Macambiras rubras e auri-pardos
Anjos-diabos e Tronos-vai queimando.

Sopra o vento – o Sertão incendiário!
Andam monstros sombrios pela Estrada
e, pela Estrada, entre esses Monstros, ando!

viernes, 20 de diciembre de 2024

siri hustvedt / paralelos hermafrodíticos









1.

Las filas de nubes, trenzadas sobre el cobertizo y las líneas telefónicas,
Se desenredan
Y caen talladas, lentamente, mientras avanza la noche.
Dispone de su propio tiempo para trenzarse
Y romperse, precisa y transformada,
Mientras el clima perdido en una tormenta eléctrica
Prendió en fuego el granero.
Tardó horas en derrumbarse y el techo colgaba de los pilares.
Fue un final confuso.
Se quemó y soltó humo durante toda la tarde
Y la estructura de piedra se quedó absolutamente erguida-
Como los padres de aquél imbécil, asombrados
Por la ingenuidad que mostraba ante su propia destrucción.
 

2.

La pena es tan muda
Como aquél niño que vagaba por el pastizal
Y se adentró en el bosque, se acostó y encontró sumideros
Donde sentarse con los pantalones mojados dos veces,
Pálido como Jesús en la cruz
Con pestañas blancas
Y ojos rojos y un sexo monstruoso
Que arrastraba en pañales.
No podían dejarlo en ningún sitio,
Entraba y salía del granero
Con un palo para pegar a las gallinas, y los dientes
Tan bellos, como en la tele,
Enamorado de velas y fogatas. Dios mío,
Ese niño repugnante corría hacia la luz.
 
 
3.

Los padres no dijeron nada pero se quedaron,
Separadas historias de un pecado vulgar, cerca del edificio ardiente,
Con su responsabilidad mermada,
Mientras dieron las diez
Y alquien agarró al niño chamuscado, a ambos niños
En una manta, envuelto y bautizado generosamente una vez,
De bata larga y blanca con el encaje de la hermana.
Más tarde, el espacio se volvió solemne, una hoguera
En el jardín de atrás, familiar y extraño como el viejo granero,
Rústico y desangelado,
Como el deseo vivo en ese cuerpo inactivo e hinchado.
A veces la niña de los Lunestad juega allí.
Ella mecía una piedra pequeña, tiznada, como si fuera una muñeca,
Hasta aburrirse y dejarla caer.

***
Siri Hustvedt (Northfield, 1955)
Versión de Julia Piera y Chiara Merino

jueves, 19 de diciembre de 2024

nora strejilevich / cuando me robaron el nombre











Cuando me robaron el nombre
fui una fui cien fui miles
y no fui nadie.
NN era mi rostro despojado
de gesto de mirada de vocal.

Caminó mi desnudez numerada
en fila sin ojos sin yo
con ellos sola
desangrado mi alfabeto
por cadenas guturales
por gemidos ciudadanos de un país
sin iniciales.

Párpado y tabique (1)
mi horizonte
todo silencio y eco
todo reja todo noche
todo pared sin espejo
donde copiar una arruga
una mueca un quizás.

Todo punto y aparte.

Hasta que un día
me devolvieron el nombre
y salí a lucirlo por los pasillos
del mundo.
Máscaras encontré
países perfiles adormecidos
lenguas golosas de novedades
absurdo.
Me dejé caminar así
hacia mi ningún lugar
hacia mi nada
por desfiladeros de huellas
sin rocío
sin poder traducir
mis cicatrices.
¡Este nombre no es mío!
El mío
era cien era mil era todos
el mío
era cuerpo era vientre era voz
tenía vecinos silbaba
era diurno y nocturno
era un dios.
¡Se me ha perdido mi nombre!
por las veredas de un mapa
sin esquinas grité
entre puertas acribilladas de miedo.
¡Quiero mi nombre!
mi nombre propio curvo palpitante
¡Que me lo traigan!
envuelto en primaveras
con erre de rayuela
con o de ojalá con a de aserrín aserrán.
Mi nombre enredadera se enredó
entre sílabas de muerte
DE SA PA RE CI DO
ido
nombre nunca más
mi nombre.
Enajenada de sujeto
no supe conjugarme
no supe recorrer
el abecedario de mis lágrimas.
Fui ojos revolviendo ayeres
fui manos atrapando jirones
fui pies resbalando
por renglones eléctricos.
No supe pronunciarme.
Fui piel entre discursos
sin saliva sin vestigios
de dónde ni por qué
ni cuándo ni hasta cuándo.
¡No podrás jamás decirlo!
jamás decirte, pensé.
Pero escribirás,
escribiré sí
miles de ges de eres de eses
garabatos vicarios
hijos de mi boca
remolinos de deseos
que fueron nombres.
Escribiré
látigos negros para domar
ciertas salvajes mayúsculas
ahogándome la sangre.
Resistiré resistirás
con nombre y apellido
el descarado lenguaje
del olvido. 

(1) Nombre que le daban en la Argentina los genocidas al paño con el que cubrían los ojos de los secuestrados.

***
Nora Strejilevich (Buenos Aires, 1951)

miércoles, 18 de diciembre de 2024

erica jong / el fin del mundo









                            "Te escribo desde el fin del mundo"
                                                            Henri Michaux

Aquí, en el fin del mundo,
las flores sangran
como si fueran corazones;
los corazones exudan una oscuridad
parecida a la tinta china
donde los poetas mojan sus plumas
y escriben.

"Aquí, en el fin del mundo",
escriben,
sin saber lo que significa.
"Aquí, donde el cielo mama leche negra,
donde las chimeneas alimentan el cielo,
donde los árboles tiemblan aterrorizados
y la gente llega a parecérseles..."

Aquí, en el fin del mundo,
los poetas sangran.
Se supone que sangrar y escribir 
son la misma cosa;
se supone que cantar y sangrar 
son la misma cosa.

¡Escríbenos una carta!
¡Envíanos un paquete de comida!
Confórtanos con proverbios o fruta azucarada,
háblanos de un Dios.
Distráenos con teorías del arte
que nadie puede probar.

Aquí, en el fin del mundo,
tenemos las cabezas vacías,
y el viento las atraviesa
como fantasmas
en una casa encantada.

***
Erica Jong (Nueva York, 1942)
Versión de Susana Constante

/

The End of the World

*

Here, at the end of the world,
the flowers bleed
as if they were hearts,
the hearts ooze a darkness
like india ink,
& poets dip their pens in
& they write.

"Here, at the end of the world,"
they write,
not knowing what it means.
"Here, where the sky nurses on black milk,
where the smokestack feed the sky,
where the trees tremble in terror
& people come to resemble them. . . . "

Here, at the end of the world,
the poets are bleeding.
Writing & bleeding
are thought to be the same;
singing & bleeding
are thought to be the same.

Write us a letter!
Send us a parcel of food!
Comfort us with proverbs or candied fruit,
with talk of one God.
Distract us with theories of art
no one can prove.

Here at the end of the world
our heads are empty,
& the wind walks through them
like ghosts
through a haunted house.