martes, 28 de noviembre de 2017

sergio ojeda barías / de "tardanza del fuego"













Los ghettos en la palabra

*

1

Desde este lado del límite
parece que no salimos de ningún lugar

De sangre en sangre
destilamos un poco las mareas

Y somos el borde de la visión
en la cosmogonía
de lo imaginable

lo predecible

lo que no merece certezas.


8

Sin duda
no fue fácil
construir un sol y otro sol
tampoco cosa de niños
encontrar un cuerpo exacto para este lugar.


9

Esos viejos y necesarios
lugares comunes
repletos de miel.
Quizás
un camino a esas conversaciones
a las que no dimos importancia.

~~

Estaciones

*

Se miran
sin complicidad

A estampidos
amanece.

~

En algún vagón del metro
todo arde
e inicia un tema de Hendrix

Buda
ya está en casa

—A estas alturas
es uno más del lugar—

pagano, occidental y suicida.

Eso le hace ver mejor
lo empuja por una senda
de carnalidad.

~

Florecidos
miles
                     de estallidos
ocupan un lugar en la tierra

descienden de los escombros

(son los cielos que habitamos).

Cada puerta
un sello
la promesa
una traición.

Difuso
el boceto cuelga
de esta historia.

Nada acontece
en el habitar de las palabras.

Este argumento
es un borde sin líneas
que depura el tono de los colores.

No hay trazo posible
en estos pincelazos
una paleta de inimaginables
tonos y desentonos.

La pared es el musgo.

El puente quebrado
que parecía una nueva ruta hacia
                                        el jardín.

Un fondo
sin comentarios
ni acotaciones.

Una tormenta de pájaros
que traduce la vida.

~~

Tardanza del fuego

*

(A) fuego lento

Eso que buscabas estaba tras el velo
de la lluvia ensortijada
fue un cantar de tiempos espesos
construidos a fuego lento.

Decirlo hoy complica la ausencia
de estos nuevos ritos acuosos
una forma deliberada de pertenecer
de escarbar y sanar en las heridas
que amanecieron en tu piel.

Una vuelta al océano de la memoria
una sílaba sostenida en el contorno.

La soledad del anochecer
una pena sostenida en el vacío.

~
Cielo

El cielo ya no nos pertenece
está confuso y acorralado.

Establece ajustes de cuenta.

Y nos invita a dibujar las líneas del camino.

Una tormenta de calles
una hoja vacía al final del túnel.

El cielo es una esperanza
una nota al pie del escritorio
la misma furia que arranca del conocer.

Y así, inquieto y maloliente
se nos aparece como un extraño personaje
como vuelta a la infancia

como surtidor de sueños y pesadillas.


***
Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) Tardanza del Fuego. Santiago de Chile: Mago/Carajo, 2007.

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