miércoles, 20 de noviembre de 2024

mara pastor / dos poemas









Apellidos en el cuerpo

*

En 1837 William Montgomery
creyó ser el primero en descubrir
las glándulas areolares que pueblan
ahora mis pezones llenos de leche.
Desde entonces, les decimos
tubérculos de Montgomery.
Prefiero decirle peca de azúcar,
oasis de leche, polen de girasol.
En 1872 John Braxton creyó ser el primero
en descubrir las contracciones
que me preparan para la llegada de mi hija.
Ahora le decimos a esa fuerza inesperada
que contrae la materia de mi vientre
contracción de Braxton. Prefiero
decirle ensayo de alumbramiento,
inundación repentina, volcán submarino.
En 1886 James Chadwick identificó,
frente a otro grupo de hombres,
el color violáceo de la labia por concebir.
El signo de Chadwick le dicen.
Para mí nada más parecido
a una berenjena que se hace cosmos.
La nomenclatura de los cuerpos expectantes
es la extraña poesía de una demiurga
que nada tiene que ver con estos señores.
Línea alba, primípara, lunática gravidez.
¿Puedo ponerle a una montaña mi apellido
porque la contemplo? ¿Puedo
nombrar el lunar de mi amado
con mi apellido porque lo descubro?
El día que borremos sus nombres
del cuerpo de las mujeres,
otra lengua escribirá su expansión.

~

El rompeolas

*

Esta isla esta llena de mujeres
que regresan como vuelven
las osamentas con las marejadas.
o las tortugas a la orilla natal.

Contaban con la deuda,
pero no con metales pesados en el agua
el cadmio en el agua que respiran……..

Nada preparó para la pobreza de la casa,
el derrumbe de un pedazo de piscina
una muela por la que la madre tendrá que esperar tres meses,
porque la enfermedad también hace fila.

Ahora camino por el rompeolas
recuerdo dos personas felices
sobre una alegría del pasado.
Acabo de llegar en avioneta.

No creo que consiga escribir
el poema con humor sobre cabezas,
que me encargó Cindy cuando recaudamos
para el tratamiento de Elizam.
Pero serás un poema sobre un rompeolas.

y sopesar los pedazos de la isla,
sus metales pesados,
los seres queridos que se van:
pensar, desde otra orilla, en la sobrevivencia,
y entre tanto aedes en el amor.
Regreso para pisar esta tierra
y caminar con las mujeres
que vuelven a este rompeolas
a detener la marejada.

***
Mara Pastor (San Juan, 1980)

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