martes, 22 de junio de 2021

gonçalo m. tavares / de "animalescos"










médico sin brazos
operación
contar con los dedos

me dicen que sí y me saludan como si no tuvieran brazos, me veo saludando a cientos de personas sin brazos y ¡cómo nos damos la mano! uno a cada lado, todos tan contentos, es mi ejército particular, saludo a los sin brazos uno a uno y luego voy aplaudiendo a cada auto que pasa, digo adiós, mi nombre, y aplaudo, llego al lugar donde me dicen que trabajo y arrojo la cabeza al suelo, me levantan, me preguntan si quiero que llamen a un médico, les digo que soy médico, que me llamen o que me llame a mí mismo, espero a que me escuchen, llego más rápido que los demás y conozco al animal: Me tumbo y doy indicaciones como si estuviera fuera, les digo que me aflojen la cabeza que los que se desmayan necesitan respirar, estoy enfermo y me curo con indicaciones precisas: solo tienes que mover los brazos y las manos como yo te mande, esto lo digo yo, porque me sé toda la teoría y digo donde el tonto debe agarrar, ya estoy sin camisa y los chicos que tiemblan tienen los utensilios para abrir un cuerpo por la mitad; con esto se hacen autopsias, la materia se corta como el papel, hay que tener cuidado, digo yo, una operación a sangre fría con el propio médico caído para ser operado mientras da indicaciones, nadie me salva mejor que yo y las chicas tiemblan porque aún son alumnas, les enseñé a pensar y ahora lo que necesitaba era una buena manualidad; me cortan sin habilidad, cortan donde no deben cortar, avanzan con la cuchilla hasta el lugar de donde deben huir, ignoran lo importante, sacan los detalles, me están abriendo en el lugar equivocado, están cerrando con una línea de color, están rezando en un idioma que no entiendo, pido silencio y les pido que confirmen si mi corazón aún funciona, dicen que late como un niño, que está acelerado, digo que eso es peligroso, les pido que cuenten los latidos y cuentan con los dedos como si tuvieran siete años

~

Cristo
una casa
 
Me levanto para confrontar a Cristo con mis razones. Me acuesto para confrontar a Cristo con mis razones. Me cuesta enfrentarme a Cristo con mis razones. Bostezo para confrontar a Cristo con mis razones. Tengo hambre de confrontar a Cristo con mis razones. Me emociona enfrentarme a Cristo. Cruzo la calle, me detengo en la cuneta, me despido, hago una señal obscena con los dedos, me subo al techo, finjo resbalar, ladro con voz racional, voy de allí a aquí cada vez más rápido para que el allí y el aquí desaparezcan y me caigo tan cansado porque he destruido dos espacios a la vez. Estoy en el suelo y les digo que hagan una casa, toco la pared y por cuatro paredes faltan tres hombres. Llamo a tres amigos, se niegan, llamo a los que no conozco, hay algunos curiosos, de esos selecciono a tres

~

madera
neurosis
depresiones

Raspo la madera para entender si es un material sujeto a la neurosis, como los humanos, si la madera se vuelve loca poco a poco, si la putrefacción es eso o sólo un cambio fisiológico; me interesa la pérdida de fuerza del material, entender en la madera lo que es la neurosis y en el hombre lo que es esta putrefacción que es visible en la madera llena de humedad y tiempo; porque la madera no sólo está llena de otros materiales, no sólo es corrompida por cosas que ocupan espacio, también el tiempo, que en principio no ocupa espacio, no se aloja en metros cuadrados, pero el tiempo también llena la madera, llena la madera como el agua llena un cubo y, a partir de cierto momento, la madera se pudre porque ha entrado demasiado tiempo en ella, y el tiempo es esto: no se ve, no ocupa espacio, es inmaterial pero hace que la madera y los hombres se pudran y envejezcan. Y sí, las neurosis, son pensar en los materiales que se vuelven locos en la cabeza que no tienen. Locos en la cabeza que no tienen. La madera que falla en sus características esenciales: la piedra, el agua, materiales que ahora avanzan cuando normalmente retroceden, se elevan cuando normalmente caen - mientras la materia no tenga depresiones, neurosis, no se vuelva loca a su manera y no por desavenencias con otros materiales, mientras esto no ocurra no respeto la madera, ni el agua ni el hierro - no son lo suficientemente frágiles para que los respetes

~

fin de siglo
ojos
pies

al final del siglo, sin moverse, los hombres se acercan a un límite y por eso hay muchos que esconden la cabeza bajo una zarza que les tapa las orejas y parte de los ojos, incluso hay quienes se cubren por completo y se hacen los ciegos y así entran en el nuevo siglo con una venda en los ojos para no ver demasiado porque así lo cree este hombre, que ahora se ha levantado y quiere hacer la pregunta a dios, que no está aquí, se fue hace tiempo, y se cree entonces que quien entra con los ojos bien abiertos, bien abiertos y se cree que quien entre en el nuevo siglo con sus ojos de cazador enfermará en pocas semanas, primero perderá un ojo, luego el otro, después los órganos más esenciales y morirá difunto será alabado pero también criticado porque eso es lo que se cree, que el fin de siglo es una luz que no se hizo para ser vista por los ojos humanos, y por eso al final del siglo hay que agachar la cabeza como los humildes, y no querer ver, mirarse los pies y que eso esté bien

~

ciudad
bosque
ciudad

un cerebro que, entre cuatro mil imágenes, elige una, la de un hombre que se suicida lanzándose no contra el suelo desde un punto elevado, sino contra una imagen, como si la imagen fuera un tren que viene a gran velocidad, pero la imagen no es una materia que ocupe espacio, no estamos hablando de un cartel publicitario que existe en la calle de la ciudad, estamos hablando de la imagen que ese hombre que camina solo por la noche tiene en su cabeza mientras sus pasos temerosos parecen medir la distancia que va desde su casa, desde donde huyó, hasta un lugar donde sentirá miedo, que está lejos y ni siquiera tiene nombre, es un lugar donde devoran a los hombres los sustos y las amenazas y la nada que existe alrededor, y ese hombre que mide el mundo con sus pasos temerosos, una forma de medir que tiembla, una forma de medir que falla, que se equivoca, que no tiene solución, que es la forma de medir de un loco, esa forma de medir de quien huye de su casa, que mide su huida y desesperación por la distancia que va desde el punto donde se encuentra hasta el punto donde le protegieron - se marca el centro del lugar donde se siente protegido y luego se corre todo lo que se pueda como si fuera un tren, se huye a otra ciudad, o mejor dicho, no se quiere huir de una ciudad a otra, así no se puede esconder, se quiere huir de una ciudad al bosque de otra ciudad - no se huye a otra ciudad, sino a otro bosque, y ese hombre que se suicida lanzando su cuerpo contra una imagen que tiene en su cerebro, una imagen que ha ido ganando altura, andamios, una imagen que se ha ido construyendo como se construyen los rascacielos, diez años para construir una imagen fuerte en medio de su cabeza, como una estaca, diez años en su cabeza, esa imagen, y ahora el hombre, fuera de casa, dos veces fuera de casa porque está fuera de casa y por la noche, ahí va el hombre, dos veces fuera de casa, queriendo lanzarse contra la imagen que tiene en su cabeza, y ese es el suicidio más bonito - caer desde veinte pisos es fácil, pero hacerse daño porque dejas caer tu cuerpo sobre una imagen que existe en lo que piensas, eso es muy difícil y sólo la desesperación adecuada consigue

***
Gonçalo M. Tavares (Luanda, 1970) Animalescos. Porto Alegre: Dublinense, 2016.
Versiones de Nicolás López-Pérez

/

médico sem braços
operação
contar pelos dedos

dizem-me que sim e cumprimentam como se não tivessem braços, vejome a cumprimentar centenas de pessoas sem braços e como abanamos as duas mãos! uma de cada lado, todos tão contentes, trata-se do meu exército particular, cumprimento um a um os sem-braços e vou depois bater palmas a cada carro que passa, digo adeus, o meu nome, e bato palmas, entro no sítio onde me dizem que trabalho e deixo cair a cabeça no chão, levantam-me, perguntam-me se quero que chamem um médico, eu digo que sou médico, podem chamar-me ou eu próprio me chamo, espero ouvir, chego mais rápido que os outros e conheço o animal: deito-me e dou indicações como se estivesse de fora, digo para desapertarem a mina cabeça que quem desmaia precisa de respirar, estou doente e curo-me através de indicações precisas: só tens de mexer os braços e as mãos como mando, eis o que digo, pois conheço a teoria toda e digo onde é que o tonto deve pegar, estou já sem camisa e os meninos que tremem têm os utensílios para abrir um corpo a meio; com isto se fazem autópsias, a matéria é cortada como papel, é preciso ter cuidado, digo, uma operação a sangue-frio com o próprio médico caído a ser operado enquanto dá indicações, ninguém me salva melhor do que eu e as meninas tremem porque ainda são alunas, ensinei-as a pensar e agora precisava era de bom artesanato; retalham-me sem jeito nenhum, cortam onde não deviam cortar, avançam com a lâmina para o sítio de onde deviam fugir, ignoram o importante, tiram para fora os pormenores, estão a abrir-me no sítio errado, estão a fechar com uma linha às cores, estão a rezar numa língua que não entendo, peço silêncio e peço que confirmem se o meu coração ainda funciona, dizem que bate como uma criança, que está acelerado, digo que isso é perigoso, peço para contarem as batidas e elas contam pelos dedos como se tivessem sete anos

~

cristo
uma casa
 
Levanto-me para confrontar Cristo com as minhas razões. Deito-me para confrontar Cristo com as minhas razões. Luto para confrontar Cristo com as minhas razões. Bocejo para confrontar Cristo com as minhas razões. Tenho fome para confrontar Cristo com as minhas razões. Excito-me para confrontar Cristo. Atravesso a estrada, paro no passeio, digo adeus, faço um sinal obsceno com os dedos, subo para cima do telhado, finjo que escorrego, ladro com uma voz racional, vou de lá para cá cada vez mais rápido de tal maneira que o lá e o cá desaparecem e eu caio tão cansado porque destruí dois espaços ao mesmo tempo. Estou no solo e digo para fazerem uma casa, faço de parede e para quatro paredes faltam três homens. Chamo três amigos, eles recusam, chamo quem não conheço, há alguns curiosos, desses selecciono três

~

madeira
neurose
depressões

raspo a madeira para perceber se este é um material sujeito a neuroses, como os humanos, se a madeira fica louca aos poucos, se apodrecer é isso ou apenas uma mudança fisiológica; a perda de força do material, interessa-me isto, perceber na madeira o que é a neurose e no homem o que é esse apodrecimento que é visível na madeira cheia de humidade e tempo; porque a madeira não se enche apenas de outros materiais, não é corrompida apenas por coisas que ocupam espaço, também o tempo que em princípio não ocupa espaço, não se aloja em metros quadrados, mas também o tempo enche a madeira, vai enchendo a madeira como agua enche um balde e, a partir de certa altura, a madeira apodrece porque lhe entrou tempo a mais para dentro, e o tempo é isto: não se vê, não ocupa espaço, é imaterial mas faz apodrecer, envelhecer a madeira e os homens. E, sim, as neuroses, pensar nos materiais a ficarem loucos da cabeça que não têm. Loucos da cabeça que não têm. Madeira que falha nas suas características essenciais: pedra, água, materiais que agora avançam quando normalmente recuam, sobem quando por regra caem — enquanto a matéria não tiver depressões, neuroses, não ficar louca por modo próprio e não por desavenças com outras matérias, enquanto tal não suceder não respeito a madeira nem a água nem o ferro — não são suficientemente frágeis para tu os respeitares

~

final de século
olhos
pés

no final do século, os homens sem se mexerem aproximam-se de um limite e por isso há muitos que escondem a cabeça debaixo de um barruço que lhes tapa as orelhas e parte dos olhos, há mesmo quem se tape por completo e finja ser cego e assim entre no novo século com uma venda nos olhos para não ver de mais porque é nisto que acredita este homem que agora se levantou e quer fazer a pergunta a deus, que não está, saiu há muito, e acredita-se então que quem entra com os olhos bem abertos, bem atentos, bem esbugalhados, que quem entrar com esses olhos de caçador no novo século ficará doente em poucas semanas, primeiro perderá um olho, depois o outro, depois os órgãos mais essenciais e morrerá defunto será louvado mas também criticado porque é nisso que se acredita, que o final do século é uma luz que não foi feita para ser vista por olhos humanos, e então no final do século deves baixar a cabeça como os humildes, e não querer ver, olhar para os teus próprios pés e já é bom

~

cidade
floresta
cidade

um cérebro que, de entre quatro mil imagens, escolhe uma — um homem que se suicida atirando-se não contra o solo a partir de um ponto alto, mas contra uma imagem, como se a imagem fosse um comboio que vem a grande velocidade, mas a imagem não é uma matéria que ocupe espaço, não falamos de um painel publicitário que exista na rua da cidade, falamos da imagem que esse homem que caminha sozinho à noite tem na cabeça enquanto os seus passos medrosos parecem medir a distância que vai da sua casa, de onde fugiu, até um sítio onde sentirá medo, que é longe e não tem nome sequer, é um sítio onde devoram homens com os sustos e as ameaças e o nada que existe em volta, e esse homem que mede o mundo com os seus passos medrosos, uma forma de medir que treme, uma forma de medir que falha, que é errada, que não tem solução, que é um medir de louco, essa forma de medir de quem foge de casa, que mede a sua corrida e o desespero pela distância que vai do ponto onde está ao ponto onde o protegiam — marcas o centro do sítio onde te sentes protegido e depois é correr o mais possível como se fosses um comboio, afastas-te para outra cidade ou, melhor, não queres fugir de uma cidade para outra, não é assim que te consegues esconder, queres fugir de uma cidade para a floresta de outra cidade — não se foge para outra cidade, mas para outra floresta, e aquele homem que se suicida atirando o corpo contra uma imagem que tem no seu cérebro, uma imagem que foi ganhando altura, andaimes, uma imagem que foi sendo construída como se constroem arranha-céus, dez anos para construir uma imagem forte no meio da cabeça, como uma estaca, dez anos na cabeça essa imagem, para agora o homem, fora de casa, duas vezes fora de casa porque está fora de casa e à noite, ali vai o homem, duas vezes fora de casa, a querer atirar-se contra a imagem que tem na cabeça, e esse é o mais belo suicídio — caíres de vinte andares é fácil, mas magoares-te porque deixas cair o teu corpo sobre uma imagen que existe naquilo que pensas, eis o que é bem difícil e só o acertado desespero consegue

No hay comentarios.:

Publicar un comentario