miércoles, 31 de enero de 2018

denise levertov / parece que debemos estar en otro sitio











Dulce procesión, rosa-azul,
y todas ellas campanas.

Glorieta roja, los ojos
a la altura de la copa del árbol viéndolo.
“¿Somos lo que pensamos que somos
o somos lo que nos ocurre?”

La gente desde una ventana abierta
¡Los ojos
viéndolo!….¡Luz del día!….¡O crepúsculo!
Si estamos aquí, estemos aquí ahora
Dulce procesión, rosa-azul.
Si estamos aquí, estemos aquí ahora.

¿Y el silbato del tren? ¿Quién
inventó eso? Hombre solitario: quería que los trenes
hablasen por él.

***
Denise Levertov (Essex, 1923-Seattle, 1997) Poesía Beat. Buenos Aires: Buenos Aires Poetry, 2017.
Versión de Mariano Rolando Andrade

/

Seems like we must be somewhere else

Sweet procession, rose-blue,
and all them bells.

Bandstand red, the eyes
at treetop level seeing it. “Are we
what we think we are or are we
what befalls us?”

The people from an open window
the eyes
seeing it! ….Daytime! ….Or twilight!
If we’re here let’s be here now
Sweet procession, rose-blue.
If we’re here let’s be here now.

And the train whistle? who
invented that? Lonesome man, wanted the trains
to speak for him.

martes, 30 de enero de 2018

gonzalo rojas / tres poemas












Los amantes

*

París, y esto es un día del 59 en el aire.
Por lo visto es el mismo día radiante desde entonces.
La primavera sabe lo que hace con sus besos. Todavía te busco
en ese taxi urgente, y el gentío. Está escrito que esta noche
dormiré con tu cuerpo largamente, y el tren interminable.

París, y éste es el fósforo de la maravilla violenta.
Todo es en el relámpago y ardemos sin parar desde el principio
en el hartazgo. Amémonos estos pobres minutos.
De trenes y más trenes y de aviones errantes nos cosieron los dioses,
y de barcos y barcos, esta red que nos une en lo terrestre.

París, y esto el oleaje de la eternidad de repente.
Allí nos despedimos para seguir volando. No te olvides
de escribirme. La pérdida de esta piel, de estas manos,
y esas ruedas terribles que te llevan tan lejos en la noche,
y este mundo que se abre debajo de nosotros para seguir naciendo.

París, y vamos juntos en el remolino gozoso
de esto que nace y nace con la revolución de cada día.
A tus pétalos altos encomiendo la estrella del que viene en los meses de tu sangre,
y te dejo dormir en la sábana. Pongo mi mano en la hermosura
de tu preñez, y toco claramente el origen.

~~~

No le copien a Pound

*

No le copien a Pound, no le copien al copión maravilloso
de Ezra, déjenlo que escriba su misa en persa, en cairo-arameo, en sánscrito,
con su chino a medio aprender, su griego translúcido
de diccionario, su latín de hojarasca, su libérrimo
Mediterráneo borroso, nonagenario el artificio
de hacer y rehacer hasta llegar a tientas al gran palimpsesto de lo Uno;
no lo juzguen por la dispersión: había que juntar los átomos,
tejerlos así, de lo visible a lo invisible, en la urdimbre de lo fugaz
y las cuerdas inmóviles; déjenlo suelto
con su ceguera para ver, para ver otra vez, porque el verbo es ése: ver,
y ése el Espíritu, lo inacabado
y lo ardiente, lo que de veras amamos
y nos ama, si es que somos Hijo de Hombre
y de Mujer, lo innumerable al fondo de lo innombrable;
no, nuevos semidioses
del lenguaje sin Logos, de la histeria, aprendices
del portento original, no le roben la sombra
al sol, piensen en el cántico
que se abre cuando se cierra como la germinación, háganse aire,
aire-hombre como el viejo Ez, que anduvo siempre en el peligro, salten intrépidos
de las vocales a las estrellas, tenso el arco
de la contradicción en todas la velocidades de lo posible, aire y más aire
para hoy y para siempre, antes
y después de lo purpúreo
del estallido
simultáneo, instantáneo
de la rotación, porque este mundo parpadeante sangrará,
saltará de su eje mortal, y adiós ubérrimas
tradiciones de luz y mármol, y arrogancia; ríanse de Ezra
y sus arrugas, ríanse desde ahora hasta entonces, pero no lo saqueen; ríanse, livianas
generaciones que van y vienen como el polvo, pululación
de letrados, ríanse, ríanse de Pound
con su Torre de Babel a cuestas como un aviso de lo otro
que vino en su lengua;
cántico,
hombres de poca fe, piensen en el cántico.

~~~

Contra la muerte

*

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

***
Gonzalo Rojas (Lebú, 1916-Santiago de Chile, 2011) Antología de aire. Santiago de Chile: FCE, 1999.

lunes, 29 de enero de 2018

florencia smiths / donde mejor se abre un río











Has visto al río limar los valles bajando
vaciándose
lo has visto pulir los cuerpos que se deforman
en la superficie
bajan desde el Mapocho, aterrizan en zanjas
humanas desconocidas para los peces
comunes fosas que se acomodaron al caudal

has entrado con tu nombre entumecido en
la boca del Maipo
sedimentos, piedras, ramas y aves han bajado
desde las cuencas cordilleranas a inundar su cauce

la pesca insigne ya no es nuestra
has visto cómo nos la han quitado, han cortado la
carnada de la vida mínima al lado de las aguas
han quemado los botes, han dividido a nuestros
ancestros, reduciéndolos a material escolar que
se recorta y pierde

has visto la danza del ave completa emigrar
hacia el miedo de la desaparición
las aves se protegen entre ellas de
la devastación que has visto
y aún no comprendes dónde nace el volcán amargo
que quema a tu generación
la que se jacta de la voracidad de sus bocas

has visto que la naturaleza irrumpe irascible entre
el miedo del humano que arrasa y la máquina
que miente
conoces la propuesta de la violencia más que a tu
propia cordillera
y te has abierto las venas preguntando
por cuánto más se abre un río
allí, allí donde mejor se abre un río
allí donde se bifurcan los brazos que nos
elevaron al nacer
los cauces sanguíneos de brazos que se quiebran
coágulos que al fondo de este río
se transforman en ojos

pero no has visto
aún no has visto
las crecidas contaminadas con el cemento de los
poderosos
no has visto a la clase obrera cruzar el puente para desenterrar torturas
no has visto a los niños celestes del otro lado
invadir con sus voces las escuelas del horror
aquí no juegan y no van a jugar tus hijos porque
esta playa es el testigo de la fragmentación
porque el precio de la globalización asciende por
sobre tu pasado y su condena, haberse muerto mientras
se veraneaba en el balneario de Llo-Lleo, haberse
rendido a la basura de la neo libertad

y no has visto, no has de ver, no vas a ver
mis pies enterrados en el lodo del pacífico
ni los de tus vecinos ardiendo, quemando cada esfuerzo
por conseguir lo que antes venía de la orilla
aún así no has visto, repito
estos puentes quemarse por encima de las naves
abrirse tras el paso de la catástrofe
partirse a causa de la diferencia social, bajo la
mirada estoica del Jesucristo restaurado

libres no seremos mientras no fluyamos no aceptemos
no nos desbordemos junto con este río
hermano de la misma vértebra que el tuyo
este brazo que coloniza al cuerpo corrupto
esta arteria que se alimenta
de lo que carece
esta mano que da tumbos mientras
se la aplasta
este dedo que escribe aunque molesta

vamos desbordemos de una vez la visión
de lo que nos acontece
estamos cegados, como tú, como yo, como antes
cegados con la posesión de lo que nos ofrecen
y tan dóciles
tan ilusos e indiferentes ante la muerte de
la pesca que también nos arrastró
también nos llevó
nuestros cadáveres se fueron quietos enredados en
el manto del poder
es por eso que no
no has visto cómo hemos agonizado riberas enteras
en la niebla
no has visto a mi gente construir sus casas en medio
de la devastación
ni al mismo cuerpo de ellos no has visto cómo
se abre cuando habita la pérdida

sin embargo, verás
verás hundirse a las termoeléctricas
verás a los peces emigrar
los cadáveres resucitar
las aves planear
la pesca devolver
la playa cantar, tal vez
lo perdido
y encontrar, recobrar
resurgir la materia roja de este fragmento
de pueblo que nos va quedando
justo ahí
donde mejor se abre un río

***
Florencia Smiths (San Antonio, 1975)

domingo, 28 de enero de 2018

juan carlos urtaza / si un hombre muere en el ring










Si un hombre muere en el Ring
Es un desastre 

Las autoridades se inquietan
Los médicos se pronuncian en contra de los golpes

La iglesia se opone

Si un hombre muere en una carrera automovilística
Es lamentable

Las autoridades se resignan
Los médicos se pronuncian en contra de la velocidad

La iglesia reza

Si muchos hombres mueren en una guerra
Es un negocio

Las autoridades manejan ese negocio
Los médicos atienden a los heridos

La iglesia guarda silencio.

***
Juan Carlos Urtaza (Santiago de Chile, 1982)

sábado, 27 de enero de 2018

alda merini / dos poemas













Canto de respuesta

*

Haber estado en ciertos lugares tristes,
cultivar fantasmas,
como dices tú, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mí continúe la locura.
He seguido siendo poeta hasta en el infierno
sólo que yo buscaba de Eurídice
la casta sombra y no tengo más palabras...
Ésta, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta seguí siendo tras los barrotes;
sólo que afuera, sin casa y perdida
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y dentro de cada flor
de mi voz existe aún la esperanza
de que nada haya sucedido que devaste
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.

~~~

El pájaro de fuego

*

El pájaro de fuego
de mi mente enferma,
este gorrión gris
que vive en lo profundo
y me hace temblar
con su continuo pío
pues parece inerme,
necesitado de amor,
a veces tiene una voz
tan tierna y nueva
que bajo su triunfo
dicto el poema.

***

Alda Merini (Milán, 1931-2009)
Versiones de Roberto Martínez Bachrich y Emilio Coco

/

Canto di Risposta

*

L’essere stata in certi tristi luoghi,
coltivare fantasmi
come tu dici, attento amico mio,
non dà diritto a credere che dentro
dentro di me continui la follia.
Sono rimasta poeta anche all’inferno
solo che io cercavo di Euridice
la casta ombra e non ho più parole…
Ecco, Franco, la tenera risposta
al tuo dilemma: io sono poeta
e poeta rimasi tra le sbarre
solo che fuori, senza casa e persa
ho continuato mio malgrado il canto
della tristezza, e dentro ad ogni fiore
della mia casa è ancora la speranza
che nulla sia accaduto a devastare
il mio solco di luce ed abbia perso
la vera chiave che mi chiude al vero.

~~~

L’uccello di fuoco

*

L’uccello di fuoco
della mia mente malata,
questo passero grigio
che abita nel profondo
e col suo pigolio
sempre mi fa tremare
perché pare indifeso,
bisognoso d’amore,
qualche volta ha una voce
così tenera e nuova
che sotto il suo trionfo
detto la poesia.

viernes, 26 de enero de 2018

mahfud massis / tres poemas













Expedición al tiempo

*

Lo despistado, lo roto, me sigue detrás como un caballo muerto. Lo que cayó en el paño de las indecisiones,
el agua terca, y quedó tirado en el camino.
En este vaso con un perro adentro, y que bebo solitario en esta noche, frente a resoluciones quemadas, a un ángel como si fuese de hueso, penetro otra vez en mí, desciendo en un largo viaje,
oliendo el camino, fumándome el tabaco del alma,
o interrogando al enano que vive a espaldas de mi rostro.

Pero hay una piel negra, un tiempo de labio leporino,
algo rasgado y esencial entre esta muerte de ahora y el candado seco de otras floraciones. Partieron los días, como golondrinas de arena, o la amante de tristes ojos,
y cuanto intenté rescatar está como cuero tendido. Yo te recuerdo atravesada por la jabalina del tiempo.
¡Qué largo andar! ¡Qué largo viaje para este día!
Abarcabas el espacio negro, acariciabas el hocico de las horas, y yo, tenaz, ardiente, miserable, retrotrayendo un azar temible, un velo despedazado en el estupor pretérito,
pero lejano, irremediable, como una nube entre la pierna abierta.

~~~

Poema de las manos muertas

*

Toma mi mano, este hueso que estará un día podrido. Apriétala, ponla sobre tu corazón mientras dura la noche.
Con ella escribo esta estrofa muerta, reviento una mariposa cada mañana. Con ella te digo adiós, pájaro viejo.
Mira mis manos. Sólo así comprenderás mi tristeza.
Si te rompieran el corazón, si te comieran el cerebro, tendrías estas mismas manos coronadas de aire invisible, de pámpanos muertos. Con ellas beberías
la sopa enlutada del invierno, rodeado de escarabajos y de hijos. Perro nuestro que estás en los cielos, ¡defiéndeme estas manos! Que no se cubran de gusanos sino en la hora
en que los hurones levantan sus patas al tardecer, otras manos escriban: “fue un extraño salvaje en la tierra”. Encontrarás mi mano sobre el velador alguna noche, rodeada de carbón, incapaz de abrazar tu cintura, agarrando la sombra, el tabaco
del cigarro funeral en el viento.
En mi rostro -despiadado y distante- hallarás sólo una pagoda de hueso, el resto de una verdad enterrada.

~~~

Océano abierto

*

Abrid la tierra. ¡Sacadle ! Mirad el oro de sus dientes, y ese aire huacho, como de caballo de otro mundo,
las grandes aletas con que se agitaba el pensamiento, invocando a los augures;
pero aunque fuese la mitad de su espectro, una flor, una mosca de su esqueleto, todo basta
para el velamen de este barco de piedra hacia lo desconocido. Es posible llorar un madrigal, quemarse la cabellera,
caer hacia el oriente como un ramo hechizado ; pero ¡ay! necesitamos de esa brisa enterrada, como la ola el viento para morir en la orilla.
Habitante de este lagar, acaso
te quede un pulmón vivo, y tu mano fluya como la lágrima sobre mi rostro en esta hora;
desciende, cava conmigo, arrastra estos huesos hacia afuera; después, después el mar, la oscura potestad, las tempestades, el océano abierto de los antepasados,
eternos, sordos en el fondo del Valle,
y junto al fuego que llora al amanecer, el paso de los ratones.

***
Mahfud Massís (Iquique, 1916-Caracas, 1990)

jueves, 25 de enero de 2018

reinaldo arenas / introducción del símbolo de la fe









Sé que más allá de la muerte
está la muerte,
sé que más acá de la vida
está la estafa.
Sé que no existe el consuelo
que no existe
la anhelada tierra de mis sueños
ni la desgarrada visión de nuestros héroes.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las traiciones del recién llegado
y en las mentiras del primer cronista.
Sé que no existe el refugio del abrazo
y que Dios es un estruendo de hojalata.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las amenazas del nuevo impostor
y en las palmas que revientan buldoceadas.
Sé que no existe la visión
del que siempre parece entre las llamas
que no existe la tierra presentida.
Pero
te seguimos buscando, tierra,
en el roer incesante de las aguas,
en el reventar de mangos y mameyes,
en el tecleteo de las estaciones
y en la confusión de todos los gritos.
Sé que no existe la zona del descanso
que faltan alimentos para el sueño,
que no hay puertas en medio del espanto
Pero
te seguimos, buscando, puerta,
en las costas usurpadas de metralla,
en la caligrafía de los delincuentes,
en el insustancial delirio de una conga.

que hay un enorme torrente de ofensas aun guardadas
y arsenales de armas estratégicas,
que hay palabras malditas, que hay presiones
y que en ningún sitio está el árbol que no existe.
Pero
te seguimos buscando, árbol,
en las madrugadas de cola para el pan
y en las noches de colas para el sueño.
Te seguimos buscando, sueño,
en las contradicciones de la historia
en los silbidos de las perseguidoras
y en las paredes atestadas de blasfemias.

que no hallaremos tiempo
que no hay tiempo ya para gritar,
que nos falta la memoria,
que olvidamos el poema, que, aturdidos,
acudimos a la última llamada
(El agua, la cola del cigarro).
Pero
te seguimos buscando, tiempo,
en nuestro obligatorio concurrir a mítines,
funerales y triunfos oficiales,
y en las interminables jornadas en el campo.
Te seguimos buscando, palabra,
por sobre las charlas de las cacatúas
y el que vendió su voz por un paseo,
por sobre el cobarde que reconoce el llanto
pero tiene familias… y horas de recreo.
Te seguimos trabajando, poema,
por sobre la histeria de las multitudes
y tras la consigna de los altavoces,
más allá del ficticio esplendor y las promesas.
Que es ridículo invocar la dicha
que no existe ‘la tierra tan deseada’
que no hallaran calma nuestras furias.
Todo eso lo sé.
Pero te seguimos buscando, dicha,
en la memoria de un gran latigazo
y tras el escozor de la última patada.
Te seguimos buscando, tierra,
en el fatigado ademan de nuestros padres
y en el obligatorio trotar de nuestras piernas.
Te seguimos buscando, calma,
en el infinito gravitar de nuestras furias
en el sitio donde confluyen nuestros huesos
en los mosquitos que comparten nuestros cuerpos
en el acoso por sueños y aceras
en el aullido del mar
en el sabor que perdieron los helados
en el olor del galán de noche
en la idea convertida en interjecciones ahogadas
en las noches de abstinencia
en la lujuria elemental
en el hambre de ayer que hoy hambrientos condenamos
en la pasada humillación que hoy humillados denunciamos.
En la censura de ayer que hoy amordazados señalamos
en el día que estalla
en los épicos suicidios
en el timo colectivo
en el chantaje internacional
en el pueril aplauso de las multitudes
en el reventar de cuerpos contra el muro
en las mañanas ametralladas
en la perenne infamia
en el impublicable ademan de los adolescentes
en nuestra voracidad impostergable
en el insolente estruendo de la primavera
en la ausencia de dios
en la soledad perpetua
y en el desesperado rodar hacia la muerte
Te seguimos buscando
te seguimos
te seguimos.

***
Reinaldo Arenas (Aguas Claras, 1943-Nueva York, 1990)

miércoles, 24 de enero de 2018

nicanor parra / hasta luego








Ha llegado la hora de retirarse
Estoy agradecido de todos
Tanto de los amigos complacientes
Como de los enemigos frenéticos
¡Inolvidables personajes sagrados!

Miserable de mí
Si no hubiera logrado granjearme
La antipatía casi general:
¡Salve perros felices
Que salieron a ladrarme al camino!
Me despido de ustedes
Con la mayor alegría del mundo.

Gracias, de nuevo, gracias
Reconozco que se me caen las lágrimas
Volveremos a vernos
En el mar, en la tierra donde sea.
Pórtense bien, escriban
Sigan haciendo pan
Continúen tejiendo telarañas
Les deseo toda clase de parabienes:
Entre los cucuruchos
De esos árboles que llamamos cipreses
Los espero con dientes y muelas.

***
Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914-Las Cruces, 23 de enero de 2018)

martes, 23 de enero de 2018

dorothea lasky / dos poemas













Zombis

*

Algunas personas son zombis
Algunas personas viven con zombis
Yo vivo con un zombi
Los zombis tienen afectos planos
Son tan frustrantes
Me transformo en un demonio
Cuando encuentro
Una pesadilla de ojos azules
Curvo mi sonrisa hacia la suya
Qué nivel de agua hace el ojo sin ojo
Oh, sí, somos botados como basura
Cuando morimos
Oh sí, no hay elevación
Y me arrojo a mí misma frente a un vagón de tren
Y otra vez frente al vehículo
Después frente a un avión
Un bote, una cosa interminable
El sol quema un cadáver que es negro y azul
Y yo sigo viviendo sin mi propio ser
Y me transformo en una lírica cuando veo ese zombi
Y me vuelvo feroz cuando me encuentro con ese zombi porque
Ese zombi se parece mucho a mí
Pero a las partes feas de mí, también
Porque no tiene estilo
No tiene un sombrero verde operático
Y porque lleva bultos marrones de suciedad en los bolsillos
Cuando en mis propios bolsillos yo llevo las flores
Que tomé de los bolsillos del zombi
Para dártelas

~~~

Lo que los poetas deberían hacer

*

Los poetas deberían volver a decir cualquier cosa
Todo el tiempo
Estoy harta de los académicos o de los empresarios diciéndonos a los poetas
Lo que deberíamos hacer
Un poeta es un científico
Que trabaja para la poesía
O para la ciencia
Porque ambas se relacionan con el budismo
Sin embargo, las dos son cosas que se funden
Una neblina púrpura o el alba
Que se hunde
Siempre un ánimo cambiante,
Pero es verdad, yo los amo chicos y chicas de la madera y las palabras
Digamos lo que se nos cante
No tenemos que defender nada
Declamar es un derecho que nos ha dado Dios
No, déjenme empezar de nuevo
Hablar es nuestra ley universal
Sin notarios que midan si los argumentos de nuestros
Versos son más o menos delgados
Sin que nos ordenen hacer un tratado sobre el lenguaje, no
No, nosotros seguimos viviendo y viviendo y viviendo
Eso es hermoso, y los poemas también son hermosos
Los poemas y las conchas
Esas pequeñas nadas las recolecto
Todo el santo día
Son señales de un consuelo posible
Que suavice los bordes dentados
De esta viajera preocupada
Eso es lo que los poemas deberían hacer
Y eso es lo que poetas hacen en realidad
Maldita luz
Siempre dándome en la cara
Sólo quiero un poema del que hablar
Entonces sigo y sigo
Hasta la noche
Y las personas del pueblo te dicen
Que tal vez vieron
Un monstruo
Pero no no, yo era sólo el amanecer

***
Dorothea Lasky (St. Louis, 1978) La poesía no es un proyecto. Santiago de Chile: Overol, 2016.
Versiones de Cecilia Pavón.

/

Zombies

*

Some people are zombies
Some people live with zombies
I live with a zombie
Zombies have flat affects
They are so frustrating
I turn into a demon
When I encounter
Blue-eyed nightmare
Curve my smile into its
What level water makes the eyeless eye
Oh yeah, that we are thrown out like trash
When we die
Oh yeah, that there is no elevation
And I throw myself in front of a train car
And again in front of the vehicle
Then in front of a plane
A boat, an endless thing
The sun burns out a corpse that is black and blue
And I live on with my own self
And I turn into a lyric when I see that zombie
And I turn ferocious when I meet that zombie because
The zombie is so much like me
But is the ugly parts of me, too
In that it has no style
No green operatic hat
And that it holds small brown lumps of dirt in its pockets
When in my own I hold the flowers
That I have picked from the zombie’s pockets
To give to you

~~~

What poets should do

*

Poets should get back to saying crazy shit
All of the time
I am sick of academics or businesspeople telling poets
What we should do
A poet is a scientist
To favor poetry
Or science
In that both relate to Buddhism
However, both are things that melt
A purple haze or dawn
What sunken in
Always a shifting mood,
But it’s true, I love you guys and gals
Of the wood and word
Let’s say whatever it is we please
We don’t have to defend anything
It is our God-given right to declaim
No, let me start again
It is our universal law to speak
Not an actuary to measure how thin
The arguments of our verse
To say we make a treatise in language, no
No we go on living and living and living on
That’s beautiful, and poems are, too
Poems and shells
These little nothings I pick them up
All the livelong day
They are the signposts of comfort possible
To smooth the jagged edges
Of this worried traveler
That’s what poems should do
And that’s what poets actually do
Damn light
Always going on in my face
I just want a poem to speak of
So I go on and on
Into the night
And the townspeople, they say to you
That they may have seen
A monster
But no no I was only the dawn

lunes, 22 de enero de 2018

karel hynek mácha / mayo (extracto)










Era de noche, el primero de mayo,
noche de mayo era, el tiempo de amar.
A amar en un fragoroso pinar
al mundo invitaba un tórtolo payo.
Cosas de amor el musgo susurraba,
mentía su pena un árbol en flor,
cantaba a una rosa un ruiseñor
y a ella su propio olor la traicionaba.
Un lago plano en sombra de arbustos
con retumbos de una pena secreta;
su orilla lo abrazaba en cadeneta,
claros soles de otros mundos augustos
en jiras azules iban errando
cual lágrimas de amor llameando.
Y mundos suyos en cielos brillantes,
cual en un templo de eterno amor entrantes;
de pasión uno hacia el otro hirviendo
hasta tornarse chispas languideciendo
y encontrarse cual amantes errantes.
De la luna llena la cara hermosa,
tan clara y pálida, pálida y clara,
como si una amante a su amor buscara,
se incendió con un fulgor color rosa;
reflejada en las aguas se veía
y de amor por sí misma se moría.
Lucían fincas en pálidas nieblas,
una a otra venían acercándose,
como si se enlazaran abrazándose,
bajando en el seno de las tinieblas,
hasta confundirse con la penumbra.
Como un árbol a un otro se encumbra. -
Montañas sombrías en derredor;
allí pino y abedul con ardor
se arriman. Ola tras ola se apura
por el arroyo. Toda creatura
de amor hierve - en el tiempo de amor.

Debajo de un roble, al atardecer,
sentada está una linda zagala
en una roca, tratando de ver
lo más lejano, encima de una cala.
Aquí le envuelve los pies el azul
que, alejándose, va reverdeciendo,
cada vez más y más verde pareciendo,
hasta fundirse en un pálido tul.
En aquella superficie sin fin,
la joven posa su lánguida vista;
en aquella superficie sin fin
sólo ve de astros caídos la pista.
Una zagala bella, ángel caído,
cual un amaranto desflorecido;
bellezas duermen en su rostro ajado.
El momento que le ha quitado todo,
en su boca y frente y ojos ha dejado
escrito un dolor de un garboso modo.

Ha fenecido el vigésimo día,
ya cruza el sueño la tierra sombría.
El último incendio se está extinguiendo
al tiempo que el cielo está reluciendo,
color rosa, en los montes azuleños.
"¡Él no aparece!" - "¡Ya no volverá!"
¡La pobre en la pena se envolverá!
Hondos suspiros levantan sus senos,
palpita su sangre tan dolorida,
y el gemido del agua misterioso
se mezcla con su lamento ansioso.
En las lágrimas de la seducida
se miran las luces de las estrellas,
chispas hirviendo sobre el rostro frío
y cayendo; y adonde caen ellas,
se ajan las flores bajo tal rocío.

Hela pasar al borde de una peña;
su ojo, por encima de la roca, envía
- la brisa está agitando su estameña -
miradas a la extrema lejanía.
Las lágrimas con rapidez secando,
su vista con la mano sombreando,
dirígese a una lejana breña,
donde el lago con los montes reposa,
una chispa a otra en juego acosa,
una estrella a otra coge por greña.

Como un níveo y fino palomino
que bajo una negra nube aletea
o como una flor de un alba ninfea
sobre un oscuro azul color endrino:
- donde el lago a los montes se inclina -
tan veloz por las olas se aproxima
una cosa. Un rato, y lo blanquecino
ya es cual de una cigüeña el vuelo grave,
ya no un pichón o una ninfea suave;
al viento mécese una blanca vela.
Un remo esbelto forma larga estela
bañándose en el azul en derredor.
A aquellas rayas las rosas doradas
que por el cielo dimanan su ardor
dejan las frentes de oro rosa orladas.
¡Más y más cerca! "¡Qué barco tan ágil!
¡Es él! ¡Las plumas, las flores! ¡Qué alarde!
¡El sombrero, el ojo que debajo arde,
la capa!" Está atando el barco frágil.

Por un sendero estrecho, a lo alto
con leve paso sube el navegante.
Se encienden las mejillas de la amante,
escondida tras un roble. – Al botero
corre - se regocija - un largo salto,
y yace sobre el pecho del barquero.
 "Mas ¡Ay de mí!" La luna ha aparecido
Iluminando un rostro conocido;
la sangre se le hiela en las venas.
"¿Y Guillermo?"
                             "Mira," dice el garzón,
sus palabras susurrando apenas,
sus palabras susurrando apenas,
"allá junto al lago hay un torreón
sobre la noche arbórea; allá
su blanca sombra ahogada está;
y más honda se ve una lumbrecilla
de una lámpara en una ventanilla;
allá Guillermo abriga la idea
de que mañana el fin de su vida vea.
¡Él supo de tu falta y de su ultraje
y que, al matar al seductor tuyo,
mataba, sin saberlo, al padre suyo!
¡La venganza se asoma a su celaje!
¡Muerte tan vil! - Encontrará la paz
cuando sobre un palo morada obtenga,
hoy aún rosa en flor, su pálida faz,
y una rueda con sus miembros se entretenga.
¡Así finará el temible montaraz! -
¡Recibe por su ultraje y por tu traición
el ultraje del mundo y mi maldición!"

Le vuelve la espalda. - Su voz se extinguió -
en breve hacia la orilla descendió,
encuentra su barco junto a la peña.
Vuela la vela como una cigüeña
disminuyendo, ya es una ninfea,
hasta que en los montes ya no se vea.

Calmas las olas, oscuro el follaje,
sobre el seno del agua una capa lila;
más arriba, la sombra de un blanco traje,
y todo el paisaje susurra: "¡Jarmila!"
Desde el fondo del agua: "¡Jarmila!, ¡¡Jarmila!!"

Es noche avanzada, primero de mayo -
es noche de mayo - el tiempo de amar.
A amar invita un tórtolo payo:
"¡Jarmila!, ¡¡Jarmila!!, ¡¡Jarmila!!"

***
Karel Hynek Mácha (Praga, 1810-Litoměřice, 1836)
Fuente de versión

/

Máj

*

Byl pozdní večer – první máj –
večerní máj – byl lásky čas.
Hrdliččin zval ku lásce hlas,
kde borový zaváněl háj.
O lásce šeptal tichý mech;
květoucí strom lhal lásky žel,
svou lásku slavík růži pěl,
růžinu jevil vonný vzdech.
Jezero hladké v křovích stinných
zvučelo temně tajný bol,
břeh je objímal kol a kol;
a slunce jasná světů jiných
bloudila blankytnými pásky,
planoucí tam co slzy lásky.

I světy jich v oblohu skvoucí
co ve chrám věčné lásky vzešly;
až se – milostí k sobě vroucí
změnivše se v jiskry hasnoucí –
bloudící co milenci sešly.
Ouplné lůny krásná tvář –
tak bledě jasná, jasně bledá,
jak milence milenka hledá –
ve růžovou vzplanula zář;
na vodách obrazy své zřela
a sama k sobě láskou mřela.
Dál blyštil bledý dvorů stín,
jenž k sobě šly vzdy blíž a blíž,
jak v objetí by níž a níž
se vinuly v soumraku klín,
až posléze šerem v jedno splynou.
S nimi se stromy k stromům vinou. –
Nejzáze stíní šero hor,
tam bříza k boru, k bříze bor
se kloní. Vlna za vlnou
potokem spěchá. Vře plnou –
v čas lásky – láskou každý tvor.

Za růžového večera
pod dubem sličná děva sedí,
se skály v břehu jezera
daleko přes jezero hledí.
To se jí modro k nohoum vine,
dále zeleně zakvítá,
vzdy zeleněji prosvítá,
až v dálce v bledé jasno splyne.
Po šírošíré hladině
umdlelý dívka zrak upírá;
po šírošíré hladině
nic mimo promyk hvězd nezírá;
Dívčina krásná, anjel padlý,
co amarant na jaro svadlý,
v ubledlých lících krásy spějí.
Hodina jenž jí všecko vzala,
ta v usta, zraky, čelo její
půvabný žal i smutek psala. –

Tak zašel dnes dvacátý den,
v krajinu tichou kráčí sen.
Poslední požár kvapně hasne,
i nebe, jenž se růžojasné
nad modrými horami míhá.
„On nejde – již se nevrátí! – 
Svedenou žel tu zachvátí!“
Hluboký vzdech jí ňadra zdvíhá,
bolestný srdcem bije cit,
a u tajemné vod stonání
mísí se dívky pláč a lkání.
V slzích se zhlíží hvězdný svit,
jenž po lících co jiskry plynou.
Vřelé ty jiskry tváře chladné
co padající hvězdy hynou;
kam zapadnou, tam květ uvadne.

Viz, mihla se u skály kraje;
daleko přes ní nahnuté
větýrek bílým šatem vlaje.
Oko má v dálku napnuté. –
Teď slzy rychle utírá,
rukou si zraky zastírá
upírajíc je v dálné kraje,
kde jezero se v hory kloní,
po vlnách jiskra jiskru honí,
po vodě hvězda s hvězdou hraje.

Jak holoubátko sněhobílé
pod černým mračnem přelétá,
lílie vodní zakvétá
nad temné modro; tak se číle –
kde jezero se v hory níží –
po temných vlnách cosi blíží,
rychle se blíží. Malá chvíle,
a již co čápa vážný let,
ne již holoubě či lílie květ,
bílá se plachta větrem houpá.
Štíhlé se veslo v modru koupá,
a dlouhé pruhy kolem tvoří.
Těm zlaté růže, jenž při doubí
tam na horách po nebi hoří,
růžovým zlatem čela broubí.
„Rychlý to člůnek! blíž a blíže!
To on, to on! Ty péra, kvítí,
klobouk, oko, jenž pod ním svítí,
ten plášť!“ Již člůn pod skalou víže.
Vzhůru po skále lehký krok
uzounkou stezkou plavce vede.
Dívce se zardí tváře bledé
za dub je skryta. – Vstříc mu běží,
zaplesá – běží – dlouhý skok –
již plavci, již na prsou leží –
„Ha! Běda mi!“ Vtom lůny zář
jí známou osvítila tvář;
hrůzou se krev jí v žilách staví.
„Kde Vilém můj?“
„Viz,“ plavec k ní
tichými slovy šepce praví:
„Tam při jezeru vížka ční
nad stromů noc; její bílý stín
hlubokoť stopen v jezera klín;
však hlouběji ještě u vodu vryt
je z mala okénka lampy svit;
tam Vilém myšlenkou se baví,
že příští den jej žití zbaví.
On hanu svou, on tvoji vinu
se dozvěděl; on svůdce tvého
vraždě zavraždil otce svého.
Msta v patách kráčí jeho činu. –
Hanebně zemře. – Poklid mu dán,
až tváře, jenž co růže květou,
zbledlé nad kolem obdrží stán,
až štíhlé oudy v kolo vpletou.
Tak skoná strašný lesů pán! –
Za hanbu jeho, za vinu svou
měj hanu světa, měj kletbu mou!“

Obrátí se. – Utichl hlas –
Po skále slezl za krátký čas,
při skále člůn svůj najde.
Ten rychle letí, co čápa let,
menší a menší, až co lílie květ
mezi horami po vodě zajde.

Tiché jsou vlny, temný vod klín,
vše lazurným se pláštěm krylo;
nad vodou se bílých skví šatů stín,
a krajina kolem šepce: „Jarmilo!“
V hlubinách vody: „Jarmilo! Jarmilo!!“

Je pozdní večer první máj –
večerní máj – je lásky čas.
Zve k lásky hrám hrdliččin hlas:
„Jarmilo! Jarmilo!! Jarmilo!!!“

domingo, 21 de enero de 2018

martín torres miranda / a los animales atropellados en la calle













Preferir dejarlos ahí
es una opción

Ver cada día una nueva marca de la putrefacción
se nota primero la piel
que comienza a soltarse
los ojos reduciéndose a cuencas
de a poco
día tras día
el cuerpo más aplanado contra el asfalto
un abandono que carcome casi a caricias

El rigor mortis de las palomas
todo parte con una pluma que se desprende
o un ala
luego, un día u otro
el cuerpo irreconocible
solo trozos de cartílago y rastrojos plumíferos por aquí
y por allá

Aparece un papel arrugado
¿un confort
o una bolsa?
¿qué es ese bulto?

Pero justo antes
justo antes de que tu mente defina
la figura definitiva de un cuerpo aplastado
así, puro amasijo de pelos
das vuelta la mirada
y prefieres haber visto una bolsa de basura
o una caja de cartón mojada

Un día en el Río Mapocho
un perro que parece que se fuera a levantar

-está moviéndose, mira-
flota entre los destellos fúnebres del agua

-está vivo- repite

e  s  t  á    m  u  e  r  t  o
acostado en el sedimento del fondo del río
grande aún, vivaz como nunca
pero date cuenta

el río lo arrastra de a poco
todo es de a poco
metro a metro se va alejando
metro a metro hasta unirse con el comienzo de las aguas
allá lejos, donde vive ese relámpago que se lleva las almas de los olvidados
(manteniéndolos así… olvidados)

Y es aún más
en la realidad más real
esa que no censura ningún acto
y es por eso mismo más real
y más dolorosa aún
a los perros atropellados los recoge el camión de la basura
que luego los abraza
entre los grandes labios metálicos de la compactadora
y los sella como un secreto cruel

Hay un animal muerto en medio de la calle
las ruedas le pasan por encima
y parece no importarle
la muerte nos hace más impenetrables, el dolor más incoherentes
Un día o dos
un año o dos
el animal se transforma en una mancha oscura
que destiñe en medio de la calle
un día o dos
un año o dos
el cuerpo en sepultura
fundido al pavimento
invisible
atrapado célula a célula entre las ruedas de los autos
que lo reparten por la ciudad entera

Su cuerpo en reservada sepultura
esperando, porque
Todo sucede de a poco
espera un día o dos
un año o dos
para los sacramentos de las veredas
en el camposanto de la calle

***
Martín Torres Miranda (Santiago de Chile, 1996)

sábado, 20 de enero de 2018

julieta moreno / sobre las aves nacidas en cautiverio













Nos construyeron jaulas
en placas de lata escribieron nuestros nombres
con almuerzos junaeb nos etiquetaron a todos
cada uno era un código de barra siguiendo una secuencia binaria

nos ordenaron por sexo, por número, por edad
nadie nos preguntó si pensábamos volar o si nos gustaba la lluvia
o cuánto detestábamos los llantos de nuestros hermanos menores

apenas roto el vientre por el parto
me situé detrás de sus rodillas
una trampa de carne y pecas de forma convexa

había que permanecer callado
llegábamos a distintos espacios pero el escenario se repetía
las alas rotas
el rostro muerto
la caja vacía de mi pecho
cada día una herida me fragmentaba más

nos subimos al auto sin retorno para mirar
cómo se encendían las calles a nuestro paso
mientras nos baleábamos en la villa

quemamos la niñez y la juventud al mismo tiempo en que conocimos el sexo
escondimos nuestras culpas entre las piernas
cortamos los hilos con cuchillas
repetimos la escena:
a algunos les dimos apellido
a algunos los quisimos más a que otros

por ese intento de permanecer
nos llenamos de gestos triviales simulando afecto:
estábamos rotos y las jaulas también 

quemamos el volantín de dragon ball un día en el parque de los reyes
para hacer desaparecer la infancia
y que las pérdidas se fueran volando
como los pájaros
para siempre.

***
Julieta Moreno (Buenos Aires, 1990)

viernes, 19 de enero de 2018

alejandro tarrab / tres poemas













Lo que te digo se deshace en el aire

*

Lo que te digo se deshace en el aire.
Esto que te digo, escúchame bien, se enciende, se deshace en el aire.
No palidece y cae para estrecharse entre las ramas y las brozas
y los restos de una naturaleza ya caída,
se pica y se impacienta,
se enciende e incinera antes de llegar.
Su destino. Esto que te digo,
no es sublime, sino etéreamente irreconocible.
Llega a tus oídos (pavesa, reliquia del carbón), porque lo que se alza y se arroja tiene que llegar,
tocar algún punto en su impaciencia.
Aunque lo hace —rebasa, quiere meterse— como algo ya crispado,
ya molido en su agitación y su prisa.

De ser algo, esto que te digo, sería la neblina implacable de ese paisaje al pie del Lago.
Un lago que, tras la vehemencia, descansa en sus heridas,
un lago que no vi, pero que me mostraste como una imagen distante y blanca:
aquí estuve sin ti. Éramos algo.

Antes de decir, lo que te digo, antes de rayarse en el aire,
las palabras si acaso serían eso: eclipses,
paisajes de nada que aparecen de pronto y vuelven a romperse.
Ciudades derruidas, almas derruidas, consumiéndose en el aire.
Pero lo que se alza y quiere penetrar nació para perderse:
la palabra escucha, imperativa y perniciosa, la misma palabra protectora,
con su bardo de maldición, la palabra sorda, auscultando los ritmos lentos,
las palabras remanso de las palabras se queman y se acaban en el aire.
Estas almas, estos seres convulsos que en algún momento fueron visos,
señales de orientación para las civilizaciones farsantes,
hoy crecen y se escuecen en la boca.
Yo las digo con una maldición. Yo las digo
para verlas romperse y llegar a su destino incierto ya perdidas.
Con un olor de inmisericordia en el aire. Esto que digo
se deshace, se pierde como los emporios y las almas en su clamor contrario:
la neblina de una embocadura. Esto,
mi resabio negro todavía encendido, mi asolada y tonante, envilecida.

~~~

Arte nuestro

*

Nos odiamos. Con canciones folk tristes y golpes duros con piedras de sonido, nos damos. Toques bajos, en la cara. Nos gusta lo que hacemos. Estamos aquí para odiarnos, para escupirnos y sacarnos por la cara. Con agujas en el pecho, corazón. Centro, cetro. Bailamos. Juntamos de tal manera las cabezas, que podemos oírnos: arte nuestro. Construimos un refugio, un altar con retratos: nosotros hablando sinsentido, bailando a empellones, recio. Después vemos las fotos daguerrotípicas, quemadas y amarillas, y lloramos casi. Juntos. Con agujas en los ojos, corazón, construimos lo nuestro: canciones tristes, golpes duros que proyectan y pueden leerse, un polvo fino posándose apenas en la piel. En esas fotos hay niños en formol. Engendros diluyéndose en la imagen. Aberraciones de dos cabezas diciéndose al oído arte. Las vemos e imploramos por nosotros, por los hijos de los hijos y así. Acabamos pronto riendo. Es conmovedor. ¿De qué manera una cosa lleva a otra?, ¿de qué manera un extremo queda atrás y nos arrastra hacia otro extremo? Reírse de lo que somos, con las agujas ya cediendo. Sedación. Contracciones de alegría. Empellones de alegría juntos. Entonces, sentimos un nuevo impulso por crear. Algo que llamamos nuestro, que no es tuyo ni mío. Algo heredado, fundamentado, ligado a una historia, pero que no es historia. Algo ajeno no-original, que nos quema y debemos decirlo. Algo flagrante sin su autor. Una performance que acierte en el no-centro de lo creado. Tu cabeza junto a la mía (percusiones, casi no puedo oírte). En secreto me cautivas hay que bailar. Algo efímero, aciago y fraccionado. Azaroso. Led, golpes duros contra la piedra. Estamos aquí para odiarnos. Hay una canción cuya letra dice (no soy bueno traduciendo): nos quitaremos la ropa en la oscuridad y con los dedos, ellos repasarán los huecos de tu columna.

~~~

Granadas

*

Los árboles estaban peligrosamente
entremezclados con la imagen del hombre

Hay un campo. Como en un sueño bucólico, las granadas se inclinan hacia mí. Extiendo un brazo y las tomo. A veces escucho sus cuerpos estallar contra las losas, en mi patio. La gravedad no tiene que ver con ese estallido. Lo seco del golpe, lo sordo. Hay erizos, cabezas contrahechas, contra el suelo. Campos. Me inclino para verles el rocío sobre la piel, en la mirada: labios, esferas pequeñas a punto de estallar. Algunas granadas arrojan una leche densa y azul. Leche de almendras por las bordas del corazón. Olor a muerte en los hilos de la savia, olor a muerte, aire cargado de carne. Zumbidos sobre el tejido de la sábana, debajo de mis párpados. Insectos, frutos calcinados. En un mensaje lento parecen decir: Tienes el nombre de un pastor. Tu nombre corto para repetirlo en la muerte. En otro sueño, las granadas jamás caen. Se abren y desfloran en las ramas. Sus granos se pudren. Los picos de las aves penetran. Delirio: su mirada ensangrentada. Por las noches yo estoy mudo. Veo la fuerza de la sangre, bebo la leche. A veces extiendo un brazo para tomar una granada intacta. La siento arder entre las manos. A punto de volar, su centro. Cetro, savia oscura.

***
Alejandro Tarrab (Ciudad de México, 1972)

jueves, 18 de enero de 2018

diego ramírez gajardo / dos poemas













Septiembre

*

Hay un país cercado
Hay rejas en las calles
Hay una ciudad sitiada por el miedo de los nuevos poderes de estado
Hay una ciudad enmudecida por la renuncia
Por el recuerdo de la rabia
Y la rabia y de nuevo la rabia
Y es necesario absolutamente que esa rabia
sea el campo de batalla
y el fuego
y tu nombre
y mis amigos más jóvenes
sobre las vigilancias represivas
Y los poderes pactados
No es que niegan el dolor
Es solo la crueldad de sabernos concientes y sensibles
Con nuestras violencias de niños.
Es necesario ver a mi país en llamas
A toda una ciudad brillando en la periferia nocturna de la memoria
Quiero ver encendida todas las noches de Chile
Villa Francia, Peñalolen, La Victoria
Quiero ver derretirse de rabia las calles
Las guerrillas hermosas del no olvido
Hay que seguir incendiando mi país entero
Hasta que no se olvide y no se renuncie
A los nombres faltantes en la historia de Chile.
Quiero ver mi país en llamas
Hasta que la coordenadas encendidas de mi corazón
sigan tejiendo rebeldías en septiembre
porque duele la patria por el borde
Y por el cielo
Y las faltas rebeldes
Y el recorte
Y el apellido distante
Y las llamas simbólicas
sobre el registro enloquecido de un pueblo .-

~~~

No somos héroes

*

No somos héroes,
No somos los más lindos de la fiesta
Pero pertenecemos a un sangramiento
A un acoplado múltiple de la protesta
A un llanto inicial.
Estamos juntos por el abuso
Por la violencia de su casa, sus padres, su educación.
Estamos juntos
Por la sobrevivencia y el abandono.
Es amor, pero de otra forma
Mira como allá afuera
Una estrella de ira
Llega desde el cielo
A borrar las líneas blancas de la calle
Mira como esa corona de neumáticos
Irradia una noche perfecta / brillante
Temblorosa y efectista
Para la guerra y el pueblo.
Mira por este rincón
Como se transforma la ciudad y el silencio
En la historia reciente
En la cicatriz
Y en nuestros miedos.
Ven, acércate
Déjame contarte una historia
Que empezó hace treinta y cinco años
Déjame contarte sobre las llamas
Y esa noche en que jugamos a mordernos
Por cada disparo al aire
Que nos agitaba el cuerpo
Que nos hacia provocar un pequeño roce
Menos dulce, cuando te escondes en mis brazos
Y escribo con los dedos en tu pelo
Un poemita agressor
Mientras te escucho dormir
Mientras escucho el susurro sin lengua
Que me recorta tu baba infinita
Penetrando descaradamente tu corazón casi anarquista.

***
Diego Ramírez Gajardo (Antofagasta, 1982) Brian, el nombre de mi país en llamas. Santiago de Chile: Moda y Pueblo, 2008.

miércoles, 17 de enero de 2018

juan de quintil / de inxilio













El regreso

*

Multidimensional ciudad, habitaciones del pobreterío centellean sus vidrios al sol en remolino. Radioemisoras concertan funérea liberación. Puertas golpetean virgencillas por un visionario pan que huye, descienden por callejas buses con amenazas de uniforme, conductor obliga los cambios que suenan pavura en el corazón, respírase aliviado luego que pasan y asco nuevamente: otros van allí, otros como tú, como la inmensa chilenidad de sojuzgamiento.
Proscritos hay que por senderillos fugan a refugiarse en cavernas de la costa; con implementos andinistas y en operativo de espectáculo bajan nuestros aguerridos la muerte: sencillas gentes y hasta chiquillos esperan al fondo de esta abrupta litoralina.
Viento de Valparaíso, batanador surazo azotando y todo burilador en tarde de estiaje; tu proa tictaqueas a borde de abismo, orbitado y no por albatros de maldito, ni por esotro viene volando; Valparaíso, nave pánica y nunca el mar océano sino parameras, desiertos...

~~~

Tierra de siempre

*

Otoño. Los frutos inciensan el aire que transparenta todavía más su azul opalino: canción son las lejanías. De noche es el murmurio crispado de la hojarasca rasante. Suenan pitazos algún carguero traqueteando hacia Renaico. Hay la niebla helada y el navajazo de perros alarmados.
Cuerpos de plumaje: oscura fecundidad radiante de la pareja humana, intensada hasta trocarse un vergel. Los hijos del pobrerío duermen bajo avarientas escobijas y el pulchén es villano del brasero. Fuera, las esparcidas piedras tienen afán de rebeldía.

***

En sus ristras, los copihues semejan pichones con una suerte de ternura humana. En tanto que el canelo es arcángel de las lluvias. Pasión del campesino y su silencio clamoroso.
Selvoso por el canto del chucao, por los zarpados michayes acometido, mi corazón zancajea la cordillera de vaharada citrosa. Junta las Aguas, Vegas Blancas, avisora Piedra del Águila. Cómo estremeces, oh perfume frío...
Nahuelvuta, mi amor: tus piedras descienden del sol, son su condensado fuego Otra cosa son tus lanzas escamadas: araucarias de recias flechas tutelares, con la visión de Arauco vivo y verdadero. Titánica araucaria, uno siente el fluido de tu revolucionaria voluntad.

***

Llueve. Una furia de aguas se vuelve el mundo. Después, es el viento que sopla como condenado: aíra rescoldos apagados por prevención. Los rucos de totora arden en un jesús: cuando incendiados alertan un fondo de fatalidades. La ventolera se apasiona por días. Entonces: el león casi entra a la puebla, a comernos; o bien: no tneemos con que matar la perra; o mejor: no podemos mantenernos con rebanadas de viento y cucharadas de nublado. Figuran así su hambre los campesinos de la Araucanía.

~~~

Payasogate

*

Espiral fascinación y de asco. Otro descenso al infierno se me volvió tu carta. Pero ni tantico me extraña su tenor. Conociéndote, padeciéndote desee algún tiempo... Coexisten en ti la mujer y la muñeca maldita. Al final, fantoche pudo más.
Bajo esa mascarita de despertenencia escondes el sin rostro del orgullo monstruoso; de pronto un luciferino chispar en tus ojos te vende, un no sé qué avieso en la mirada.
Ustedes, las burguesas, zorras son de tipo gigantoma. Exaltación de la jodedera: abominación de lo humano, ay chusquísima reina de las nalgas cascadeantes!
Aquí, ni dos años ha, por sus grietas nuestra relación hizo agua tanta como cierta mancarrona en temporal.
Ah, regresas con puñados de dólares. Terneado de terciopelo -semejo bien la butaca de una sala de cine otrora. Del chalet picante me veo propietario, al volante de un coche insoportablemente dorado. Estás garantida con el (...) Equivocas (in)solvencias del amor. Porque no vas a continuar limpiándote el trasero con mis sentimientos. Se acabó tu bicharraco. Paso al sinsentido golpeando todas las puertas, vero que una contienda de pulpos a cincuenta por lado, bate en mi interioridad... Como látigo de cochero la lengua. Derivaremos solos en el más voraginoso abismo.

~~~

Circuito de espadas

*

El fuerte Silva Palma eriza
la noche con lanzagritos
cada mañana el personal recibe órdenes
de aclarar pasillos de hospital para dar paso
a violentistas tapados con matas
y en sillas de ruedas
enfermeras no encuentran sitio
bueno para inyectar, sin embargo;
casi en la puerta misma de cirugía
el técnico en torturas da golpes de electricidad.

~~~

Pero la vida desborda

*

Chilenos de allanamiento, robados
y golpeados por el tanatismo fascista;
indefensa carne desnuda, hasta ayer no más
vísteis al soldado con seriedad y respeto;
tu vecino fue: el común hombre humano
oscuro y luciente: humanísimo:
nuevo, desconocido en este hoy
que tanto o más que las armas alza su brutalidad
en esta guerra sin gloria: creación de los amos;
imposible referir aquí el mundo de torturas
pero a ti canto, compañera Elena,
honor a tu gravidez, pateada
para hacerte botar el huacho marxista.

~~~

[Ausencia del pan...]

*

Ausencia del pan, ausencia
que puede convertir la oscuridad
                                    en historia.
Conciencia de libertad, conciencia
que pone a los muertos de pie
                                    en marejadas
y más resueltos a los vivos: suena
                          su torrencial campana
que las noches torna
                            una sola alba.

***
Juan de Quintil, nacido como Hernán Carvajal (Chile, década de 1930-Valparaíso, 2016) Inxilio. Valparaíso: Ediciones Inubicalistas, 2015.

martes, 16 de enero de 2018

ernesto carrion / imperio










El cielo es agua que está en tiempo pasado. Que en piedra fugaz a veces vuelve para ser nombrada. Pero aquí el oficio de ordenar el mundo con palabras, de dar vida a las cosas, muchas veces de espaldas al oído, es sólo a ciertos hombres que tienen una alianza con los dioses. Que recobran sus cuerpos  en  el mensaje que decreta el vértigo y los sueños. La tierra entonces, extraña, indestructible, comienza a hacer su forma en un reflejo. Comienza a ser sitiada.


*


Me dijeron que nuestras costumbres eran aves vigilantes. Que apenas caminamos nos cuidan del error y la fatiga. Pero una incertidumbre invade nuestras casas desde que hicimos el Imperio con las quijadas mojadas de la piedra; con la quietud de los declives, donde un puñado de sueños, echado al medio día, ardía como el madero golpeado por el mar en su intrusión sagrada.

Y esta incertidumbre que ha tomado sitio. Que invade en silencio y a orillas de la fuerza. Que toma uno a uno a todos mis hermanos, es como el gesto aniquilado del rocío bajo nuestro viento. Es como un tajo invisible, moviéndose paciente bajo los amuletos de la guerra.


*


Sé que mi cuerpo sólo sirve para la libertad de otros. Pero el acero blande fresco entre las flores que inauguran la muerte. Y los cantos (que antes recogían las hazañas) debajo del follaje, parecen extraviarse por momentos. Ya el Jefe está más pensativo entre nosotros, con el rostro sobre el fuego, sin mirarnos.

Cesa el viento; y nos agrupamos alrededor de la noche como si hubiéramos sufrido una derrota. Como si planeáramos el día.


*


Por estos días, asombro y pesadilla son nuestros valores. Antes de asentarnos, volvíamos de cacería todavía fieros. Y nuestras mujeres lavaban nuestras pieles, aseaban nuestros miembros, con suma devoción; abriendo la hendidura del futuro para el placer mutuo y de la especie. Ahora murmuran y se ríen sobre lo que hacemos o no en secreto en nuestras casas. Y se llenan la boca de felicidad o de desdicha; al igual que la piel de adornos de metales que se doran tiernos.

Ya entre nosotros, una incertidumbre nos ha puesto a los unos contra otros. Y envidiamos a la mujer del hermano, por lo que dicen de ella, porque en el tiempo sobrante también hablamos. Y ahora son más peligrosas las palabras que ofenden, que seducen, que falsean al otro.


*
 

Me es imposible ver a mi mujer con otros ojos que no sean los de la astucia y del abuso. Ahora que veo a diario cómo consiguen todas el fruto predilecto, la piedra extraña, me es imposible distinguir cuando no fingen.

Dormir con mi mujer, aunque me rodee con sus brazos en el más profundo de los sueños, me causa desconfianza.


*

 
Ha habido aquí masacres por bienes, por mujeres. Y a pesar de que parecen aún obedecernos, son más sigilosas cuando están alegres, cuando quieren algo. Y cuando se descubren torpes en su anhelo, se dejan golpear por los hombres con la misma fuerza con que se apoderan de sus miembros.

Sospecho que, incluso detrás de los guerreros, son sus mujeres quienes trazan estrategias para la invasión de nuevas tierras. Para la expansión de nuestro Imperio.


*


La mujer posee todos los atributos como el hombre; aunque la tierra, copiosa por el semen, es sólo patrimonio de la fuerza. Quizás me equivocaba izando crueldades donde sólo está la paz de no morirnos. He oído incluso (decir a los profetas) que la belleza es una bestia con la cual ya son inútiles las armas. Cuando avanzamos entre la maleza, o cuando esperamos en las construcciones que se elevan hoy al sol como un plato de carne.


***
Ernesto Carrión (Guayaquil, 1977)

lunes, 15 de enero de 2018

blanca varela / último poema de junio













Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne [y
                                               [hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
                                               [Preciosismobienvestido,
                                               [muertodehambre, vaderretro.

Se trata simplemente de heridas congénitas y
                                       [felizmente mortales.

Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas manos y estos dientes, para mostrar-
los estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.

Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un som-
brero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo
invisible.

Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmi-
nes, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de
fuego irreconciliable.

¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una falsa noticia.

Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.

El dolor es una maravillosa cerradura.

Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira
mirar.

Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.

Ver: cerrar los ojos.

Abrir los ojos: dormir.

Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.

Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.

Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te con-
viertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo.

Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.

***
Blanca Varela (Lima, 1925-2009)

domingo, 14 de enero de 2018

amanda berenguer / las nubes magallánicas













cuando transitamos a velocidad cotidiana
la gran avenida vía Láctea paseo
cielo parque conocido desde niña y
antes aún de papá y mamá muy semejante
a 18 de julio cuando mirábamos pasar
desde el chevrolet 36 detenido en la acera
las personas preparadas para una exposición
rodante con aire de retreta y repasaba
un examen de historia natural
y sus vidrieras falsas de vida nocturna amarillenta
en bajo voltaje sobrecargado a punto de estallar
y se enciende el motor y se cruzan las calles
de la Aguada la estación de tranvías del Reducto
con reloj en hora hasta el Brazo Oriental
de vuelta por San Martín entre plátanos jóvenes
hasta Huáscar corta y sin hormigonar y cuando

llegamos a casa ahora en otro lado
del mapa de la ciudad en la punta
más cerca de un labio del planeta
cuando volvemos a esta turbia clara
circunvalación suburbana
mezclados de yema central y del ruido
usurero de un río de plata baja
batiendo contra el murallón de la rambla
costanera o crecido sobre la orilla arenosa
apretando un huevo puesto en pleno vuelo
así con la cáscara partida Montevideo derramado
por un pájaro parecido al ave tiempo
del segundo viaje de Simbad
y cuando es hora de amor y de ladrones
en el monte de al lado
o cuando sobre la playa me tiro al agua
entre los crustáceos al fondo en su elemento
o a un pozo para desaparecer o morir
de otra envergadura en otro viaje
navegando surcando explorando el agua negra
a la pesca de presas de oro prometidas
abierto hasta los tuétanos el tesoro
de los antepasados latinos industriosos y avaros

quedan someras sobras sobre la mesa tendida
queso para trampas caseras y cebo rancio
y lentejas con tocino guisadas
para alimentar los diarios malos entendidos
viejos como el mundo
un plato por otro de carne viva fría
o trozos dando coletazos de eso que somos
por dentro y no se ve
y emerge a veces en rabiosa pesca mayor
difícil de descuartizar

aventamos las plumas indemnes sepultadas
de aves americanas o de indios charrúas
entusiastas asadores de Solís el descubridor
de este lecho correntoso donde aún desovan
las corvinas con cangrejilla y los delfines maman
sin línea directa a ningún trono de la tierra
y se enturbia una resaca misionera colonial

cuando ocurre un accidente
y muere un niño ciclista aplastado
contra el parabrisas asesino del automóvil
en Caramurú junto al arroyo
cuando suena el despertador y repica el pulso
en las coronarias
cuando me despierto y recuerdo

alguien está mirando directamente nuestra espalda
el codo pelado la nuca las vértebras lumbares
que sólo conocemos por dentro
en el interior del espejo en la penumbra
de una radiografía
o el repliegue astuto de la oreja palpable
o la cara oculta de la luna observando
con una lupa de tiempo
ampliando el espectro en sus fantasmas
verdaderos

las Nubes de Magallanes encienden en los alre-
dedores de nuestro polo celeste austral dos jirones
arrancados a la vía Láctea de forma vagamente
circular
la Gran Nube se extiende en la constelación de
la Dorada la Pequeña Nube en la constelación del
Tucán
la Gran Nube contiene estrellas supergigantes
azules o rojas nebulosas gaseosas de emisión por
ejemplo una de las más luminosas del firmamento
la nebulosa de la Tarántula y cefeidas típicas y
polvos absorbentes que no dejan ver las galaxias
alejadas la Pequeña Nube en cambio es transpa-
rente

se descubren puentes de materia retorcidos forman-
do bucles desplegados a semejanza de tenues ra-
majes o estirados al máximo y casi quebrados
existe un fondo luminoso continuo en las regiones
centrales de los grandes cúmulos de galaxias
la difusión es uniforme y granada más o menos
quinientos millones por ahora de gérmenes de in-
finito ah! entrego parte de un botín de guerra
diaria en prenda por un largo corredor o paso de
materia recién descubierto

el mar es cada vez más liviano y hondo
la respiración suave acompasada
el pensamiento apenas esbozado
por palabras sencillas
el cielo abierto de pie sostiene a pulso
nuestras preguntas de rigor
el viejo por qué deforme
con sus débiles huesos contrahechos

el plano galáxico se halla cubierto por nubes de
gas polvoriento alineadas a lo largo de las espiras

la imagen más simple y correcta del universo es
todavía la de un espacio euclidiano regularmente
poblado de este animal enloquecido mordiéndose
la cola y pariendo estrellas que miramos cada no-
che sin ver en la oscuridad más allá de nuestros
ojos

el sur y el norte prevalecen luchando en un circo
.........cerrado
se da vuelta el hemisferio austral donde nacimos
abrimos con el navegante Magallanes y los sesenta
.........bramadores
su estrecho pasaje y giramos al norte
de un solo espacio todopoderoso
estaba cercana entonces del otro lado infinito
la incorruptible mujer encadenada a poco distancia
del polo boreal
la gran espiral Messier 31 de Andrómeda
expuesta hasta los ovarios destellantes
entre los tejidos borbotando sombra
atada a una roca radioactiva radiofuente radioe-
......... léctrica
a la orilla de un océano de frías olas de hidrógeno
cayendo sobre sus flancos de virgo devota Persea
nebulosa foca o vaca marina entre los árabes
también encadenada

zumba el ruido de fondo de la galaxia
una sierra sin fin preparando el árbol del silencio
en muestras micrométricas
canta la marea boscosa del tremendo mar
este mismo mar sucio de arrastre o río grande
como mar Paraná Guazú salado y dulce
en el entrevero y una mujer desnuda sobre las rocas
entre playa Verde y playa Honda con los pies
donde golpean las olas esperando al amante que
.........traerá
de los correosos pelos de la cabeza de Medusa junto
al juego de anillos como regalo de bodas
golpean rompen las olas de hidrógeno sobre los
flancos
desnudos sobre la gran espiral
Messier 31 de Andrómeda sobre esa mujer aso-
leándose
extendiéndose caliente y tersa
con los brazos firmes en la axila y el cuerpo de
pan bien amasado pronto para el horno de un
......... playa desierta
los redondos senos contra el sol mostrando
las palpitantes cefeidas y el sexo de humo espeso
respirando a empujones sobre esa mujer sola
asoleándose sobre Andrómeda en puro cuerpo
sobre la gran espiral Messier 31 encadenada a la
espera
estaba una noche en las rocas de la plaza Virgilio
vigilando el Río de la Plata atenta
al contrabando de las aguas por el mismo cielo
a través de un ojo de piedra
abierto a los caídos en el mar
aguardaba el tránsito suntuoso de la nave Argos
a toda luz en la altura desplegada cerca del sur
.........celeste
hundida la quilla en la negra onda hasta Canope
el piloto alfa de la Carena a la vista siempre
en su encrespada línea de flotación
no tenía apuro y no podía moverme
la espalda entumida al contacto de la dura oscuridad
apenas arribada a la costa un ruido periódico
volcando una redada de segundos
recién pescados y todavía vivos

cuando se está solo se sienten más
fuertes las ligaduras y el peso real
del leve firmamento extendido
sobre el cuerpo afiebrado

el Navío se acercaba lentamente balanceando
su popa y volviendo al puerto de partida
no podía saber cuál era su destino
no creo que pasara por allí
por el sitio aquel donde esperaba
¿acaso el propio Argos podría
descubrir el escondrijo situado
en una punta montevideana
donde permanezco atada a esta escritura?

las estrellas se detienen posadas en el mástil
y aletean sacudiendo el profundo duermevela
la noche es larga y todo pasa cerca
y sigue trajinando
en la pulsación se mide la distancia
se sabe la temida trayectoria se numeran
los latidos que nos restan de la suma inicial
entregada a cuenta del propio corazón

¿Andrómeda eres tú aquella insomne nebulosa o
esta que soy ahora transitoria aquí en la tierra?
pasa el Navío enarbolado en toda su gloria
sobre el meridiano
recuerda: el viejo Ptolomeo catalogó en la cons-
telación cuarenta y cinco estrellas en orden simi-
lar al de un tratado sobre la forma de construir
barcos los astrónomos modernos la dividen y le
detallan quilla popa mástil vela pero sólo la mitad
trasera del buque asoma a la carta de navegación
de altura andando de tal suerte en su carrera noc-
turna de este a oeste que la popa va delante re-
trocediendo en dirección del muelle
Andrómeda ¿me oyes?
estoy en el polo opuesto de todas tus prerrogativas
hago apenas esfuerzos por soltarme quizá
me arrastrara la corriente que más temo
o un chorro enceguecedor de luminarias dementes
noctilucas militantes

se mueve el océano invertido combado
casco protector reticulado sobre la forma
de la inteligencia
se arquea el universo en grave mitovulsión
acá las olas caen en la mitad de la calle
sobre la gente que pasa despenada y sueño abajo
la marea cubre el jardín de las manzanas de oro
empuja la puerta principal la espuma se deshace
sobre la mesa de trabajo en vano estrellerío
nubes atormentadas descomponen las lejanas
Nubes de Magallanes sus tenues bancos luminosos
donde jamás encallará el Navío

acá llueve es noche cerrada
hay explosiones de miseria en cadena
minifundios de dolor y de torpeza hay barro
hay tierra hay animales hocicando
hay espesos desperdicios basurales hay
alcantarillas cloacas sumideros bocas
de tormenta tragándose el mundo de este lado
la tortura inclemente centrífuga de Andrómeda
la deriva el hundimiento del Navío aquí
en su plenitud austral y para los antiguos griegos
observadores desde el otro hemisferio levantando
sus restos en el horizonte acuoso
y el fin de Magallanes atravesado por una lanza
que lo clavó de bruces en una isla salvaje
antes de terminar la redondez del globo terráqueo

y llueve en oscuro de veras no se ven las palmas
de las manos no hay paseo de niña ni juego
de palabras cruzadas ni viaje a Europa
ni principio tienen las cosas
en la gran avenida se ahorra energía
y en la central hidroeléctrica hay fisuras
en los muros de cemento
no hay luz no se ve nada y llueve
pero me acuerdo de la luz
otros cantan conmigo de memoria la luz que vendrá
se enfutura se esperanza se constela adentro
lazallamas un hogar vivo amotinado
estrellas sindicadas obreras de un cielo fábrica de
......... barrio
donde se elabora destellando la historia del
.........comienzo.

***
Amanda Berenguer (Montevideo, 1921-2010) descubrimientos. Santiago de Chile: Cuadro de Tiza ediciones, 2016.