miércoles, 31 de mayo de 2017

nicanor parra / la víbora













Durante largos años estuve condenado a adorar a una mujer despreciable
Sacrificarme por ella, sufrir humillaciones y burlas sin cuento,
Trabajar día y noche para alimentarla y vestirla,
Llevar a cabo algunos delitos, cometer algunas faltas,
A la luz de la luna realizar pequeños robos,
Falsificaciones de documentos comprometedores,
So pena de caer en descrédito ante sus ojos fascinantes.
En horas de comprensión solíamos concurrir a los parques
Y retratarnos juntos manejando una lancha a motor,
O nos íbamos a un café danzante
Donde nos entregábamos a un baile desenfrenado
Que se prolongaba hasta altas horas de la madrugada.

Largos años viví prisionero del encanto de aquella mujer
Que solía presentarse a mi oficina completamente desnuda
Ejecutando las contorsiones más difíciles de imaginar
Con el propósito de incorporar mi pobre alma a su órbita
Y, sobre todo, para extorsionarme hasta el último centavo.
Me prohibía estrictamente que me relacionase con mi familia.
Mis amigos eran separados de mí mediante libelos infamantes
Que la víbora hacía publicar en un diario de su propiedad.
Apasionada hasta el delirio no me daba un instante de tregua,
Exigiéndome perentoriamente que besara su boca
Y que contestase sin dilación sus necias preguntas
Varias de ellas referentes a la eternidad y a la vida futura
Temas que producían en mí un lamentable estado de ánimo,
Zumbidos de oídos, entrecortadas náuseas, desvanecimientos prematuros
Que ella sabía aprovechar con ese espíritu práctico que la caracterizaba
Para vestirse rápidamente sin pérdida de tiempo
Y abandonar mi departamento dejándome con un palmo de narices.

Esta situación se prolongó por más de cinco años.
Por temporadas vivíamos juntos en una pieza redonda
Que pagábamos a medias en un barrio de lujo cerca del cementerio.
(Algunas noches hubimos de interrumpir nuestra luna de miel
Para hacer frente a las ratas que se colaban por la ventana).
Llevaba la víbora un minucioso libro de cuentas
En el que anotaba hasta el más mínimo centavo que yo le pedía en préstamo;
No me permitía usar el cepillo de dientes que yo mismo le había regalado
Y me acusaba de haber arruinado su juventud:
Lanzando llamas por los ojos me emplazaba a comparecer ante el juez
Y pagarle dentro de un plazo prudente parte de la deuda
Pues ella necesitaba ese dinero para continuar sus estudios
Entonces hube de salir a la calle y vivir de la caridad pública,
Dormir en los bancos de las plazas,
Donde fui encontrado muchas veces moribundo por la policía
Entre las primeras hojas del otoño.
Felizmente aquel estado de cosas no pasó más adelante,
Porque cierta vez en que yo me encontraba en una plaza también
Posando frente a una cámara fotográfica
Unas deliciosas manos femeninas me vendaron de pronto la vista
Mientras una voz amada para mí me preguntaba quién soy yo.
Tú eres mi amor, respondí con serenidad.
¡Ángel mío, dijo ella nerviosamente,
Permite que me siente en tus rodillas una vez más!
Entonces pude percatarme de que ella se presentaba ahora provista de un pequeño
                                taparrabos.
Fue un encuentro memorable, aunque lleno de notas discordantes:
Me he comprado una parcela, no lejos del matadero, exclamó,
Allí pienso construir una especie de pirámide
En la que podamos pasar los últimos días de nuestra vida.
Ya he terminado mis estudios, me he recibido de abogado,
Dispongo de un buen capital;
Dediquémonos a un negocio productivo, los dos, amor mío, agregó,
Lejos del mundo construyamos nuestro nido.
Basta de sandeces, repliqué, tus planes me inspiran desconfianza,
Piensa que de un momento a otro mi verdadera mujer
Puede dejarnos a todos en la miseria más espantosa.
Mis hijos han crecido ya, el tiempo ha transcurrido,
Me siento profundamente agotado, déjame reposar un instante,
Tráeme un poco de agua, mujer,
Consígueme algo de comer en alguna parte,
Estoy muerto de hambre,
No puedo trabajar más para ti,
Todo ha terminado entre nosotros.

***
Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914) Poemas y antipoemas. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

martes, 30 de mayo de 2017

alfonsina storni / poemas de amor, li













Tu amor me había cubierto el corazón de musgo y me bajaba a las yemas de los dedos su terciopelo blando. Tenía piedad de la madera muerta, de los animales uncidos, de los seres detrás de una reja, de la planta que se hunde sin hallar alimento, de la piedra horizontal empotrada en la calle, del árbol preso entre dos casas. La luz me hería al tocarme y los ojos de un niño ponían en movimiento el río de lágrimas que me doblaba el pecho.

***

Alfonsina Storni (Capriasca, 1892-Mar del Plata, 1938) Obras completas. Poesía. 

lunes, 29 de mayo de 2017

john keats / oda sobre una urna griega



                           









                                  I

Esposa de la calma, todavía intacta,
tú, hija adoptiva del silencio y del tiempo,
narradora del bosque que relatar puedes
historias floreadas más dulces que mis versos,
¿qué leyenda de hojas floreadas se congrega
en torno de tu figura: dioses, mortales o ambos,
en Tempe o en los valles de la Arcadia*? ¿Qué hombres,
qué dioses son éstos? ¿Qué esquivas doncellas?
¿Qué acoso enloquecido? ¿Y qué lucha por zafarse?
¿Qué flautas y panderos? ¿Y qué delirante éxtasis?

                                 II

Son dulces las melodías que oímos, y aún más dulces
las que nunca escuchamos; seguid, pues, tocando,
suaves caramillos**, las más apreciadas
por el espíritu, no el oído, canciones inaudibles.
Bello joven, no dejes morir tu canto
Bajo estos árboles nunca desnudos.
Osado amante, que nunca puedes besar por mucho
Que a la meta te acerques; pero no te aflijas:
tu amada no se mustia, aunque no logres tu dicha,
¡la amarás para siempre, y para siempre será hermosa!

                                 III

¡Ah, ramas venturosas que no perdéis
las hojas ni decís adiós a la Primavera!
¡Ah, feliz melodista que infatigable
entona con su flauta siempre canciones nuevas!
¡Amor aún más alegre, amor aún más dichoso,
eternamente cálido, en espera de su gozo,
para siempre anhelante, y joven para siempre!
Exhalando hacia lo alto toda pasión,
que deja al corazón hastiado y abatido,
la frente ardorosa, y la lengua reseca.

                                 IV

¿Quiénes son estos que van al sacrificio?
¿A qué altar verdecido, sacerdote misterioso
conduces esa vaquilla, de lomos sedosos,
adornados de guirnaldas, que muge hacia el cielo?
¿Qué pueblo construido a la orilla del río,
del océano o del monte, ciudadela pacífica,
se vacía de gentes esta mañana piadosa?
¿Y tus calles, pequeña ciudad, ya para siempre
quedarán en silencio, pues no volverá un alma
que pueda decir por qué estás desolada.

                                V

¡Oh, ática figura! ¡Oh, noble actitud! Hombres
y doncellas de mármol como adorno esculpidos,
con ramas del bosque y maleza pisada;
tú, forma silenciosa que a la razón hostigas,
como la eternidad. ¡Pastoral impasible!
Cuando la vejez a nuestra generación consuma,
sobrevivirás entre la angustia de otros,
tú, amiga de los hombres, a los que siempre dices:
“La belleza es verdad, y la verdad belleza
— Todo eso y nada más habéis de saber en la tierra.”

* En Tempe o en los valles de la Arcadia, dos lugares habitados por pastores y considerados paradisíacos, situados en Tesalia y en el Peloponeso, respectivamente.
** Caramillo, flautilla de caña, madera o hueso con sonido muy agudo.

***
John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821) Poemas escogidos. Madrid: Cátedra, 1997.
Versión de Juan V. Martínez Luciano, Pedro Nicolás Payá y Miguel Teruel Pozas

/

Ode on a Grecian Urn

                                      I

Thou still unravish'd bride of quietness!
       Thou foster-child of silence and slow time,
Sylvan historian, who canst thus express
       A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fringed legend haunts about thy shape
       Of deities or mortals, or of both,
               In Tempe or the dales of Arcady?
       What men or gods are these? What maidens loath?
What mad pursuit? What struggle to escape?
               What pipes and timbrels? What wild ecstasy?

                                      II

Heard melodies are sweet, but those unheard
       Are sweeter; therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear'd,
       Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
       Thy song, nor ever can those trees be bare;
               Bold Lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal -yet, do not grieve;
       She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
               For ever wilt thou love, and she be fair!

                                     III

Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
         Your leaves, nor ever bid the Spring adieu;
And, happy melodist, unwearied,
         For ever piping songs for ever new;
More happy love! more happy, happy love!
         For ever warm and still to be enjoy'd,
                For ever panting and for ever young;
All breathing human passion far above,
         That leaves a heart high sorrowful and cloy'd,
                A burning forehead, and a parching tongue.
  
                                  IV

Who are these coming to the sacrifice?
         To what green altar, O mysterious priest,
Lead'st thou that heifer lowing at the skies,
         And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea-shore,
         Or mountain-built with peaceful citadel,
                Is emptied of its folk, this pious morn?
And, little town, thy streets for evermore
         Will silent be; and not a soul to tell
                Why thou art desolate, can e'er return.

                                     V

  O Attic shape! Fair attitude! with brede
           Of marble men and maidens overwrought,
  With forest branches and the trodden weed;
           Thou, silent form, dost tease us out of thought
  As doth eternity: Cold Pastoral!
           When old age shall this generation waste,
                  Thou shalt remain, in midst of other woe
  Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
           "Beauty is truth, truth beauty,"—that is all
                  Ye know on earth, and all ye need to know.

***
Imagen: El poeta por William Hilton (1822)

domingo, 28 de mayo de 2017

delia dominguez / una inquietud extraña













Una inquietud extraña peregrina en mi sangre.
Nada me ata a las cosas que encarcelan la vida.
El viento sur indómito sacude sus campanas
y despliega en mi cuerpo toda su rebeldía.
En un sendero virgen trazo el surco profundo
que albergará en su entraña el temblor y el vagido
de este verso salvaje sin estirpe ni rito.

Mi canción es más sola que la última estrella.

En mis estuarios se recuesta la noche y me desgarra.
Toda la sombra húmeda penetra dura, íntegra,
hasta el fondo secreto de mis grutas.
Cierta tristeza sin origen
agita eternamente sus panderetas grises torturando mis sueños,
mientras espero alguna primavera
para florecer con las primeras rosas.

***
Delia Domínguez (Osorno, 1931) Simbólico retorno. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1955.

Fotografía: memoriachilena.cl

sábado, 27 de mayo de 2017

paul eluard / la muerte, el amor, la vida...













Creí que me rompería lo inmenso lo profundo.
Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco,
me tendí en mi prisión de puertas vírgenes
como un muerto sensato que había sabido morir.
Un muerto coronado sólo de su nada ...
Me tendí sobre las olas absurdas del verano
absorbido por amor a la ceniza.
La soledad me pareció más viva que la sangre.

Quería desunir la vida,
quería compartir la muerte con la muerte,
entregar mi corazón vacío a la vida
borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho...
Nada delante, nada detrás, nada entero.
Había eliminado el hielo de las manos juntas,
había eliminado la osamenta invernal
del voto de vivir que se anula.
Tú viniste y se reanimó el fuego,
cedió la sombra el frío,
aquí abajo se llenó de estrellas
y se cubrió la tierra.
De tu carne clara  me sentí ligero...
Viniste, la soledad fue vencida,
tuve una guía sobre la tierra y supe
dirigirme, me sabía sin medida,
adelantaba ganaba tierra y espacio

Iba sin fin hacia la luz ...
La vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas
promisoria de miradas confiadas para el alba.
De la noche surgía una cascada se sueños.

Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla.
El primer rocío humedecía tu boca
deslumbrando reposo remplazaba el cansancio.
Yo amaba el amor como en mis primeros días.

Los campos están labrados las fábricas resplandecen
y el trigo hace su nido en una enorme marea,
las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos,
nada es singular ni simple,
el mar está en los ojos del cielo o de la noche,
el bosque da a los árboles seguridad
y los muros de las casas tienen una piel común,
los caminos siempre se encuentran.

Los hombres están hechos para entenderse
para comprenderse, para amarse,
tienen hijos que serán padres de los hombres,
tienen hijos sin fuego ni lugar
que inventarán de nuevo a los hombres,
y la naturaleza y su patria
la de todos los hombres
la de todos los tiempos.

***
Paul Eluard (Saint Denis, 1895-1952)
Versión de Andrés Holguín

/

La mort, l'amour, la vie

J'ai cru pouvoir briser la profondeur l'immensité 
Par mon chagrin tout nu sans contact sans écho 
Je me suis étendu dans ma prison aux portes vierges 
Comme un mort raisonnable qui a su mourir 
Un mort non couronné sinon de son néant 
Je me suis étendu sur les vagues absurdes 
Du poison absorbé par amour de la cendre 
La solitude m'a semblé plus vive que le sang
Je voulais désunir la vie 
Je voulais partager la mort avec la mort 
Rendre mon cœur au vide et le vide à la vie 
Tout effacer qu'il n'y ait rien ni vitre ni buée 
Ni rien devant ni rien derrière rien entier 
J'avais éliminé le glaçon des mains jointes 
J'avais éliminé l'hivernale ossature 
Du vœu de vivre qui s'annule.

Tu es venue le feu s'est alors ranimé 
L'ombre a cédé le froid d'en bas s'est étoile 
Et la terre s'est recouverte 
De ta chair claire et je me suis senti léger 
Tu es venue la solitude était vaincue 
J'avais un guide sur la terre je savais 
Me diriger je me savais démesuré 
J'avançais je gagnais de l'espace et du temps 
J'allais vers toi j'allais sans fin vers la lumière 
Là vie avait un corps l'espoir tendait sa voile 
Le sommeil ruisselait de rêves et la nuit 
Promettait à l'aurore des regards confiants 
Les rayons de tes bras entrouvraient le brouillard 
Ta bouche était mouillée des premières rosées 
Le repos ébloui remplaçait la fatigue 
Et j'adorais l'amour comme à mes premiers jours. 

Les champs sont labourés les usines rayonnent 
Et le blé fait son nid dans une boule énorme 
La moisson la vendange ont des témoins sans nombre 
Rien n'est simple ni singulier 
La mer est dans les yeux du ciel ou de la nuit 
La forêt donne aux arbres la sécurité 
Et les murs des maisons ont une peau commune 
Et les routes toujours se croisent. 
Les hommes sont faits pour s'entendre 
Pour se comprendre pour s'aimer 
Ont des enfants qui deviendront pères des hommes 
Ont des enfants sans feu ni lieu 
Qui réinventeront les hommes 
Et la nature et leur patrie 
Celle de tous les hommes 

Celle de tous les temps.


viernes, 26 de mayo de 2017

rainer maria rilke / requiem por wolf. conde de kalckreuth














¿No te he visto en verdad nunca? Mi pecho
está apesadumbrado por ti como por un comienzo
muy grave que se aplaza. ¿Cómo empezaría
a invocarte, a ti, que estás muerto, tú, a gusto,
apasionadamente muerto? ¿Te alivió eso tanto
como creías, o estaba el renunciar ya a la vida
todavía lejos del estar muerto?
Te figurabas poseer mejor allí donde
no se da valor a la posesión. Te pareció
que en el allende estarías siempre dentro, en el paisaje,
que aquí, como una imagen, se te escapaba siempre,
y desde el interior llegarías a la amada vibrante y poderoso.
Ojalá que ahora el desengaño no vaya unido
largo tiempo a tu juvenil error.
Que tú, disuelto en un largo caudal de tristeza,
y arrebatado, sólo a medias consciente,
en el movimiento en torno de lejanos astros,
encuentres la alegría que distante de aquí
trasladaste a la muerte de tus sueños.
Qué cerca, oh amigo, estuviste aquí de ella.
Qué hogareña estaba aquí la que tú anhelabas,
la seria alegría de tu severa nostalgia.
Si tú, desilusionado de dicha y desdicha,
horadabas en ti y fatigado subías
a la superficie con una visión
bajo el peso casi frágil de tu oscuro hallazgo:
entonces la llevabas, llevabas la alegría
que no reconociste, llevabas la carga
de tu pequeño salvador a través
de tu sangre y la pasaste a la otra orilla.
¿Por qué no esperaste a que lo pesado
se hiciese insoportable? Entonces se invierte
y es grave porque es auténtico. Ves,
esto fue quizá tu instante más cercano;
se acercaba tal vez ante tu puerta,
la corona en el pelo, cuando tú de un portazo la cerraste.
Oh, ese golpe, cómo va por el cosmos,
cuando, igual donde, al filo de la rígida corriente de aire
de la impaciencia cae algo abierto bajo cerrojo.
¿Quién puede jurar que en la tierra un salto
no pasa a través de simiente sana?
¿Quién indagó si en mansos animales
no late lascivo placer de matar cuando ese
tirón enciende un relámpago en su cerebro?
¿Quién no conoce la influencia que salta
de nuestro obrar a la próxima cumbre
y quién le acompaña allí, a donde todo conduce?
¡Qué se diga de ti que has destruido,
qué eternamente tenga que decirse!
Y aun cuando irrumpa un héroe, que el sentido
que tomamos por rostro de las cosas,
arranque como un disfraz, y con furia
nos muestre rostros, cuyos ojos mudos
nos sigan mirando por simulados orificios:
eso que tú has destruido, eso es como un rostro
incapaz de cambio. Bloques yacían sueltos por el suelo,
y en el aire en torno había ya el ritmo
de un edificio apenas ocultable;
tú los rodeabas y no veías su orden,
uno te tapaba al otro, y cada uno
te parecía echar raíces cuando
al pasar por delante, con menguada confianza,
intentabas alzarlo. Y en la desesperación
los alzaste todos. Pero tan sólo
para arrojarlos de nuevo en la cantera abierta,
en la que, dilatados por tu corazón,
ya no cabían. Si una mujer hubiese
puesto su mano leve sobre el comienzo
todavía tierno de esa ira, si alguien
que estuviese atareado, atareado en lo más íntimo,
se acercara a ti en silencio, cuando tú, mudo, saliste
a consumar la acción; si hubiese guiado tan sólo
tus pasos a una herrería despierta, en que los hombres
hacen sonar los yunques, donde el día
llanamente se cumple; si en tu mirada llena
hubiera habido tan sólo el espacio suficiente para albergar
la imagen del escarabajo y sus fatigas,
entonces hubieras tenido la clarividencia
para leer la escritura, cuyos signos
desde la infancia habías grabado lentamente en ti,
intentando de tiempo en tiempo formar con ellos
una frase: y te parecía siempre sin sentido.
Lo sé, lo sé: Tú te tendías allí palpando
las ranuras igual que si palparas
la inscripción de una tumba. Cualquier cosa
te parecía arder, la tomabas por antorcha
iluminando ese renglón, mas la llama se extinguía
antes que lo abarcaras, quizá con tu aliento,
quizá por el temblor de tu mano, acaso
por sí sola, como a menudo se extinguen las llamas.
Nunca lo has leído. Pero nosotros no osamos leer
a través del dolor y desde lejos.
Nosotros sólo vemos los poemas que aún
sobre el declinar de tu sentimiento
llevan las palabras que tú elegiste. No,
no todas las elegiste tú. A veces era un comienzo
que se te imponía como un todo, y lo repetías
como si fuera un mensaje. Y te parecía triste.
¡Si de ti mismo lo hubieras oído!
Tu ángel lo recita aún ahora, acentuando
el mismo texto de otro modo, y en mí rompe
el júbilo por esa manera de decirlo,
el júbilo sobre ti; pues era tuyo:
¡Qué todo lo placentero cayese de ti,
y que viéndolo hayas reconocido
la renuncia, y en la muerte tu progreso!
Eso era tuyo, oh tú, artista, estas tres
formas abiertas. Mira, he aquí el vaciado
de la primera: espacio en torno a tu sentimiento;
y de aquella segunda te esculpo el contemplar
que nada apetece, el contemplar del gran artista,
y en la tercera, la que tu mismo muy temprano
quebraste, cuando apenas entraba el próximo chorro
de temblante lava de tu corazón al rojo –,
fue una muerte formada por un buen trabajo
en bajo relieve, aquella muerte propia
que tanto nos necesita, porque la vivimos,
y en la que en ningún sitio estaremos tan cerca como aquí.
Todo esto fue tu bien y tu amistad;
a menudo lo habías presentido; mas luego
te espantó la oquedad de aquellas formas,
quisiste hacer presa en ellas y sacaste el vacío,
y te quejaste. Oh antigua maldición de los poetas,
que se lamentan en lugar de dejar oír su voz,
que siempre opinan sobre el sentimiento
en vez de configurarlo, que siempre creen
que lo que en ellos es triste o alegre
lo sabían y les era dado deplorarlo
o celebrarlo en el poema. Como enfermos
se valen quejumbrosos del idioma
para señalar donde les duele
en vez de transformarse implacables en palabras,
como el cantero de una catedral, que tenaz
se identifica con la impasibilidad de la piedra.
Eso era la salvación. Si una vez hubieras
visto cómo el destino se adentra en los versos
y allí se asienta, cómo se hace figura en su interior,
y nada más que figura, a la manera de un antepasado
que en el marco, cuando levantas hacia él la vista,
tiene y no tiene contigo parecido –:
si hubieras perseverado.
Pero es de poca monta
pensar lo que no fue. En la comparación hay también
un vislumbre de reproche que a ti no te toca.
Lo que sucede lleva tal adelanto
a nuestro juicio que siempre nos deja atrás,
y jamás sabremos cómo realmente apareció.

No sientas vergüenza de que te rocen los muertos,
de aquellos muertos que perseveraron
hasta el fin (¿Qué quiere decir fin?).
Cambia tranquilo la mirada con ellos, como
es uso, y no temas que a ti nuestra tristeza
te abrume en exceso y llames entre ellos la atención.
Las grandes palabras, pronunciadas en los tiempos
cuando el suceder era aún visible ya no nos pertenecen.
¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo.

***
Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Montreux, 1926) Antología poética. Madrid: Espasa, 2016.
Versión de Jaime Ferrero

/

Requiem für Wolf Graf von Kalckreuth

Sah ich dich wirklich nie? Mir ist das Herz 
so schwer von dir wie von zu schwerem Anfang, 
den man hinausschiebt. Dass ich dich begänne 
zu sagen, Toter der du bist; du gerne, 
du leidenschaftlich Toter. War das so 
erleichternd wie du meintest, oder war 
das Nichtmehrleben doch noch weit vom Totsein? 
Du wähntest, besser zu besitzen dort, 
wo keiner Wert legt auf Besitz. Dir schien, 
dort drüben wärst du innen in der Landschaft, 
die wie ein Bild hier immer vor dir zuging, 
und kämst von innen her in die Geliebte 
und gingest hin durch alles, stark und schwingend. 
O dass du nun die Täuschung nicht zu lang 
nachtrügest deinem knabenhaften Irrtum. 
Dass du, gelöst in einer Strömung Wehmut 
und hingerissen, halb nur bei Bewusstsein, 
in der Bewegung um die fernen Sterne 
die Freude fändest, die du von hier fort 
verlegt hast in das Totsein deiner Träume. 
Wie nahe warst du, Lieber, hier an ihr. 
Wie war sie hier zuhaus, die, die du meintest, 
die ernste Freude deiner strengen Sehnsucht. 
Wenn du, enttäuscht von Glücklichsein und Unglück, 
dich in dich wühltest und mit einer Einsicht 
mühsam heraufkamst, unter dem Gewicht 
beinah zerbrechend deines dunkeln Fundes: 
da trugst du sie, sie, die du nicht erkannt hast, 
die Freude trugst du, deines kleinen Heilands 
Last trugst du durch dein Blut und holtest über. 

Was hast du nicht gewartet, dass die Schwere 
ganz unerträglich wird da schlägt sie um 
und ist so schwer, weil sie so echt ist. Siehst du, 
dies war vielleicht dein nächster Augenblick; 
er rückte sich vielleicht vor deiner Tür 
den Kranz im Haar zurecht, da du sie zuwarfst. 

O dieser Schlag, wie geht er durch das Weltall, 
wenn irgendwo vom harten scharfen Zugwind 
der Ungeduld ein Offenes ins Schloß fällt. 
Wer kann beschwören, dass nicht in der Erde 
ein Sprung sich hinzieht durch gesunde Samen; 
wer hat erforscht, ob in gezähmten Tieren 
nicht eine Lust zu töten geilig aufzuckt, 
wenn dieser Ruck ein Blitzlicht in ihr Hirn wirft. 
Wer kennt den Einfluss, der von unserm Handeln 
hinüberspringt in eine nahe Spitze, 
und wer begleitet ihn, wo alles leitet? 

Dass du zerstört hast. Dass man dies von dir 
wird sagen müssen bis in alle Zeiten. 
Und wenn ein Held bevorsteht, der den Sinn, 
den wir für das Gesicht der Dinge nehmen, 
wie eine Maske abreißt und uns rasend 
Gesichter aufdeckt, deren Augen längst 
uns lautlos durch verstellte Löcher anschaun: 
dies ist Gesicht und wird sich nicht verwandeln: 
dass du zerstört hast. Blöcke lagen da, 
und in der Luft um sie war schon der Rhythmus 
von einem Bauwerk, kaum mehr zu verhalten; 
du gingst herum und sahst nicht ihre Ordnung, 
einer verdeckte dir den andern; jeder 
schien dir zu wurzeln, wenn du im Vorbeigehn 
an ihm versuchtest, ohne rechtes Zutraun, 
dass du ihn hübest. Und du hobst sie alle 
in der Verzweiflung, aber nur, um sie 
zurückzuschleudern in den klaffen Steinbruch, 
in den sie, ausgedehnt von deinem Herzen, 
nicht mehr hineingehn. Hätte eine Frau 
die leichte Hand gelegt auf dieses Zornes 
noch zarten Anfang; wäre einer, der 
beschäftigt war, im Innersten beschäftigt, 
dir still begegnet, da du stumm hinausgingst, 
die Tat zu tun -; ja hätte nur dein Weg 
vorbeigeführt an einer wachen Werkstatt, 
wo Männer hämmern, wo der Tag sich schlicht 
verwirklicht; wär in deinem vollen Blick 
nur so viel Raum gewesen, dass das Abbild 
von einem Käfer, der sich müht, hineinging, 
du hättest jäh bei einem hellen Einsehn 
die Schrift gelesen, deren Zeichen du 
seit deiner Kindheit langsam in dich eingrubst, 
von Zeit zu Zeit versuchend, ob ein Satz 
dabei sich bilde: ach, er schien dir sinnlos. 
Ich weiß; ich weiß: du lagst davor und griffst 
die Rillen ab, wie man auf einem Grabstein 
die Inschrift abfühlt. Was dir irgend licht 
zu brennen schien, das hieltest du als Leuchte 
vor diese Zeile; doch die Flamme losch 
eh du begriffst, vielleicht von deinem Atem, 
vielleicht vom Zittern deiner Hand; vielleicht 
auch ganz von selbst, wie Flammen manchmal ausgehn. 
Du lasest's nie. Wir aber wagen nicht, 
zu lesen durch den Schmerz und aus der Ferne. 


Nur den Gedichten sehn wir zu, die noch 
über die Neigung deines Fühlens abwärts 
die Worte tragen, die du wähltest. Nein, 
nicht alle wähltest du; oft ward ein Anfang 
dir auferlegt als Ganzes, den du nachsprachst 
wie einen Auftrag. Und er schien dir traurig. 
Ach hättest du ihn nie von dir gehört. 
Dein Engel lautet jetzt noch und betont 
denselben Wortlaut anders, und mir bricht 
der Jubel aus bei seiner Art zu sagen, 
der Jubel über dich: denn dies war dein: 
Dass jedes Liebe wieder von dir abfiel, 
dass du im Sehendwerden den Verzicht 
erkannt hast und im Tode deinen Fortschritt. 
Dieses war dein, du, Künstler; diese drei 
offenen Formen. Sieh, hier ist der Ausguss 
der ersten: Raum um dein Gefühl; und da 
aus jener zweiten schlag ich dir das Anschaun 
das nichts begehrt, des großen Künstlers Anschaun; 
und in der dritten, die du selbst zu früh 
zerbrochen hast, da kaum der erste Schuss 
bebender Speise aus des Herzens Weißglut 
hineinfuhr -, war ein Tod von guter Arbeit 
vertieft gebildet, jener eigne Tod, 
der uns so nötig hat, weil wir ihn leben. 
und dem wir nirgends naher sind als hier. 

Dies alles war dein Gut und deine Freundschaft; 
du hast es oft geahnt; dann aber hat 
das Hohle jener Formen dich geschreckt, 
du griffst hinein und schöpftest Leere 
und beklagtest dich. - O alter Fluch der Dichter, 
die sich beklagen, wo sie sagen sollten, 
die immer urteiln über ihr Gefühl 
statt es zu bilden; die noch immer meinen, 
was traurig ist in ihnen oder froh, 
das wüssten sie und dürftens im Gedicht 
bedauern oder rühmen. Wie die Kranken 
gebrauchen sie die Sprache voller Wehleid, 
um zu beschreiben, wo es ihnen wehtut, 
statt hart sich in die Worte zu verwandeln, 
wie sich der Steinmetz einer Kathedrale 
verbissen umsetzt in des Steines Gleichmut. 

Dies war die Rettung. Hättest du nur ein Mal 
gesehn, wie Schicksal in die Verse eingeht 
und nicht zurückkommt, wie es drinnen Bild wird 
und nichts als Bild, nicht anders als ein Ahnherr, 
der dir im Rahmen, wenn du manchmal aufsiehst, 
zu gleichen scheint und wieder nicht zu gleichen -: 
du hattest ausgeharrt. 

                  Doch dies ist kleinlich, 
zu denken, was nicht war. Auch ist ein Schein 
von Vorwurf im Vergleich, der dich nicht trifft. 
Das, was geschieht, hat einen solchen Vorsprung 
vor unserm Meinen, dass wirs niemals einholn 
und nie erfahren, wie es wirklich aussah. 

Sei nicht beschämt, wenn dich die Toten streifen, 
die andern Toten, welche bis ans Ende 
aushielten. (Was will Ende sagen?) Tausche 
den Blick mit ihnen, ruhig, wie es Brauch ist, 
und fürchte nicht, dass unser Trauern dich 
seltsam belädt, so dass du ihnen auffällst. 
Die großen Worte aus den Zeiten, da 
Geschehn noch sichtbar war, sind nicht für uns. 
Wer spricht von Siegen? Überstehn ist alles. 

jueves, 25 de mayo de 2017

fernando quilodrán / de averiguación del tiempo











Soledad advertimos en las miradas que se huyen en los andenes cotidianos
Donde abordamos a tientas el postrero carro porque a cualquier azar preferimos entregarnos
A cambio del destino que clavó ya sus zapatos al desconsuelo.
¡Oh, la especie maldita irremediablemente maculando los rasos del tiempo para martirizarse!
Como si se pesara en exceso
Como si no bastara el instante en que cada uno hemos sido dioses dotados de olvido.

***

Fernando Quilodrán (Curepto, 1936-Santiago de Chile, 2017) Averiguación del tiempo y otros poemas. Santiago de Chile: Editorial Mosquito, 2009.


miércoles, 24 de mayo de 2017

safo / la pasión











Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas.

y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.

Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,

me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.

***
Safo (Lesbos, 650/10-Léucade, 580 a.C) Antología de la poesía lírica griega. Madrid: Alianza, 1986.
Versión de Carlos García Gual

Imagen: "En los días de Safo" (1904), por John William Godward

martes, 23 de mayo de 2017

tomas tranströmer / lamento














Él dejó la pluma.
Quedó quieta en la mesa.
Quieta en el vacío.
Él dejó la pluma.

¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar!
Está paralizado por lo que sucede muy lejos
aunque la prodigiosa mochila late como un corazón.

Afuera, es el comienzo del verano.
Del verdor llegan silbos -¿personas o pájaros?
Y cerezos en flor que palmean los camiones que llegaron a casa.

Pasan semanas.
Se hace lentamente noche.
Las polillas en la ventana:
pequeños, pálidos telegramas del mundo.

***
Tomas Transtömer (Estocolmo, 1931-2015) El cielo a medio hacer. Madrid: Nordica Libros, 2010.
Versión de Roberto Mascaró.

/

Han lade ifrån sig pennan.
Den vilar stilla på bordet.
Den vilar stilla i tomrummet.
han lade ifrån sig pennan.
För mycket som varken kan skrivas eller förtigas!
han är lamslagen av något som händer långt borta
fast den underbara kappsäcken dunkar som ett hjärta.
Utanför är försommaren.
Från grönskan kommer visslingar – människor eller fåglar?
Och körsbärsträd i blom klappar om lastbilarna som kommit hem.
Det går veckor.
Det blir långsamt natt.
Malarna sätter sig på rutan:
små bleka telegram från världen.

lunes, 22 de mayo de 2017

eduardo anguita / de venus en el pudridero












Hasta el más rústico busca poseer la Belleza.
Si el gañán toma a la mujer por la cintura,
no deja la mano allí en reposo:
desciende a la cadera, y aquí,
aquí tampoco permanece:
regresar a la cintura,
en sucesivo y veloz movimiento
aprecia y acaricia
y cintura y cadera,
anhelando abarcar ambas
y aprehender no una y otra
sino su mutua proporción dorada:
5 es a 8, que a las dos vuelve bellas.
Seducidos, exasperados, no logramos
hacer nuestra la relación armónica,

Tú crees que es el cuerpo el que apeteces.
¡Gusano, son los números!

Amemos con furor, odiemos con vehemencia
5 es a 8, 5 es a 8... rápido, rápido,
hagamos música y locura.
¡Te danzo, sección áurea!

¿Puedo yo poseerlo? ¿Puedes tú destruirla?

Hambrientos, vaguemos juntos esta noche
entre números dulces e inasibles.

¡Que no hay mayor soledad que la del hombre
frente a la Belleza!

***

Eduardo Anguita (Yerbas Buenas, 1914-Santiago de Chile, 1992) Venus en el pudridero. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2011.

Fotografía: el poeta en 1988, memoriachilena.cl

domingo, 21 de mayo de 2017

william carlos williams / el ogro













Dulce niña,
pequeña chica de piernas bien formadas
tú no puedes ni rozar los pensamientos
que maquino en torno y bajo y sobre ti.
Y es mejor así porque de lo contrario
te reducirían a cenizas.
Tus pétalos se encresparían un tanto.

Todo esto está fuera de tu alcance, sin duda,
a pesar de lo cual acusas el roce
de las finas agujas de los pinos;
los contornos tentativos de tu cuerpo entero
me lo muestran;
lo mismo ocurre con el miedo que me tienes,
con tu timidez;
igual que el carrito con la pequeña muñeca
que empujas...
Y además tu madre ha empezado
a recogerte el pelo en un moño.
Estas son mis disculpas.

***

William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963). Antología bilingüe. Madrid: Alianza, 2009.
Versión de Juan Miguel López Merino

/

The Ogre

Sweet child,
little girl with well-shaped legs
you cannot touch the thoughts
I put over and under and around you.
This is fortunate for they would
burn you to an ash otherwise.
Your petals would be quite curled up.

This is all beyond you—no doubt,
yet you do feel the brushings
of the fine needles;
the tentative lines of your whole body
prove it to me;
so does your fear of me,
your shyness;
likewise the toy baby cart
that you are pushing—
and besides, mother has begun
to dress your hair in a knot.

These are my excuses.

***
Fotografía: pasaporte del poeta, 1921.

sábado, 20 de mayo de 2017

oswaldo reynoso / he caído y ya no podré agitar









He caído y ya no podré agitar
mis alas ni mostrar mi corazón
como cerezo ardiente.

Lo único que me queda
es machacar mis ojos con la luz
y comer el fuego de la tierra.

He caído y el mar ha perdido
su inocencia y la ciudad
se ha convertido en impúdica
durmiente bendecida en el amor.

He caído un ángel ha quemado
el templo y un niño ha llorado
ahogándose en mis sueños.

He caído cuando dos cuerpos
desnudos
se matan en la noche.

***
Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931-Lima, 2016) Luzbel. Lima: Estruendomudo/San Marcos, 2010.

viernes, 19 de mayo de 2017

armando rubio / biografía anónima













Soy un oscuro ciudadano
abandonado en medio de las calles
por el cuchillo sin pan de mediodía,
despojado y marchito
como el reloj de las iglesias,
sin otro oficio que vagar entre disfraces.

Soy el familiar venido a menos,
enraizado a las tabernas
y a la complicidad del bandolero.
Mi voz naufraga en los cristales de las tiendas,
y he perdido la vista en los periódicos,
pero tengo los pies bien puestos sobre la tierra
y una almohada que vuela por los hospitales
y por los dormitorios del oscuro hogar de nadie.
Tengo una celda amable en las comisarías,
y suelo bailar a hurtadillas bajo la noche
con mi camisa blanca
y mi corbata deshojada.

Soy un oscuro ciudadano
extraviado por el mundo:
voy cogiendo colillas de cigarros,
y canto en los tranvías,
y me peino hacia atrás, valientemente,
para mostrar mi noble frente anónima
en los baños públicos y en los circos de mi barrio.

Soy un oscuro habitante; no soy nadie;
en nada me distingo de algún otro ciudadano;
tengo abuelas y parientes que se han ido
y una espalda ancha que socava
la pared amiga de las cervecerías.

Soy una ola entre todas las olas,
una ola que se levanta
a las seis de la mañana
porque ya no puede
oler el polvo de su casa,
una ola que se alza, alborozaba
hacia las playas
para un retorno interminable al centro de las cosas
donde las olas todas
se empujan mutuamente
estériles y solas.

Porque no soy digno de mi semen,
Señor, yo no soy nadie;
estoy en medio de las calles
girando como un organillero
con mi camisa gastada, inamovible,
mirándome la punta del zapato
por si alguien quiere darme
una moneda que no quiero,
aunque nadie me ha visto pasar
esta tarde ni nunca,
porque nunca soy alguien,
ni siquiera un oscuro ciudadano
resucitado por el hombre.

Mi voz ha muerto en los cristales de las tiendas,
y tengo una espuma de mar aquí en la boca, ebrio,
porque soy una ola entre todas las olas,
que viene a morir en esta arena de miseria
decentemente con su traje de franela
y su ciega corbata
como buen hombre que era.

Fui un oscuro ciudadano,
Señor, no lo divulgues,
cesante, ¡sí!
Hasta aquí llegó la vida,
pero recuerda al fin:
yo nunca pedí nada
porque tuve camisa blanca.

***
Armando Rubio (Santiago de Chile, 1955-1980) Ciudadano. Santiago de Chile: Ercilla, 1983.

jueves, 18 de mayo de 2017

tilo nurmi / sueño desnudo









podría desaparecer en un silencio
y dejar que el sol me inunde,
mezclarme con el aire y ser la arcilla que moldea el
borde de las rocas,

levantar un precipicio entre Él y mi futuro,
olvidarme de las horas, de los libros, los placeres.

volver a ser un lienzo o el tapiz de una silla,
y ver rodar mi cuerpo entre las hojas de un otoño,
en soledades infinitas de gente sin nombre,

ser el sueño desnudo de un hombre que se duerme
en el ojo de un volcán.

***
Tilo Nurmi (Santiago de Chile, 1979)








Estaciones. 
Santiago de Chile
Edición Independiente, 2015.
93pp.

Fotografía por Claudia Jofré

miércoles, 17 de mayo de 2017

ian curtis / décadas










Aquí están los jóvenes, el peso sobre sus hombros
Aquí están los jóvenes, bueno, ¿dónde han estado?
Golpeamos las puertas de la oscura cámara del infierno
Empujados hasta el límite, nos arrastrábamos
Desde las alas vimos como las escenas se repetían
Nos vimos a nosotros mismos como nunca nos vimos
Retrato del trauma y la degeneración
Las penas que sufrimos y nunca fuimos libres

¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?

Cansados por dentro, ahora nuestro corazón está perdido para siempre
No se puede reemplazar el miedo ni la emoción de la persecución
Cada ritual develó la puerta para nuestras peregrinaciones
La que se abre y se cierra, luego nos golpea en la cara.

¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?
¿Dónde han estado?

***
Ian Curtis (Manchester, 1956-Macclesfield, 1980)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Decades

Here are the young men, the weight on their shoulders
Here are the young men, well where have they been?
We knocked on the doors of Hell's darker chamber
Pushed to the limit, we dragged ourselves in
Watched from the wings as the scenes were replaying
We saw ourselves now as we never had seen
Portrayal of the trauma and degeneration
The sorrows we suffered and never were free

Where have they been?
Where have they been?
Where have they been?
Where have they been?

Weary inside, now our heart's lost forever
Can't replace the fear, or the thrill of the chase
Each ritual showed up the door for our wanderings
Open then shut, then slammed in our face

Where have they been?
Where have they been?
Where have they been?
Where have they been?


martes, 16 de mayo de 2017

teresa wilms montt / inquietudes sentimentales, xlix













Mundo. Si a mis ojos no se les hubiera agotado
el llanto, ellos se derramarían para conmoverte
hasta formar una vertiente donde tú pudieras apagar
tu sed inextinguible de crueldad.
Mundo, si pudiera hacerte comprender toda mi
amargura, no vacilaría en partirme el corazón y
tirarlo a tus pies.
Pero ya sé que la Piedad es una frase, como sé
también que el Dolor es para ti una mentira.

***
Teresa Wilms Montt (Viña del Mar, 1893-París, 1921) Inquietudes sentimentales. Buenos Aires: Mercatali, 1917.

lunes, 15 de mayo de 2017

ernesto cardenal / cuatro epigramas









Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

~~~

Ésta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas

~~~

Nuestro amor nació en mayo con malinches en flor
—cuando están en flor los malinches en Managua—.
Sólo ese mes dan flores: en los demás dan vainas.
Pero los malinches volverán a florecer en mayo
y el amor que se fue ya no volverá otra vez.

~~~

Tú eres sola entre las multitudes
como son sola la luna
y solo el sol en el cielo.

***
Ernesto Cardenal (Granada, 1925) Antología Esencial. Santiago de Chile: LOM, 2009.

domingo, 14 de mayo de 2017

emily dickinson / ¿habrá realmente un mañana?













¿Habrá realmente un mañana?
¿Habrá una cosa semejante al día?
¿Podría verlo desde las montañas
si yo fuese tan alta como ellas?

¿Tiene pies las Ninfeas?
¿Tiene plumas como un pájaro?
¿Lo traen de países célebres
de los que nunca oí hablar?

¡Erudito! ¡Marinero!
¡Hombre sabio del cielo!
¡Por favor vengan a decir a un pequeño peregrino
en dónde está el lugar llamado mañana!

Emily Dickinson (Amherst, 1830-1886) Poemas. Buenos Aires: Tusquets, 2006.
Versión de Silvina Ocampo

/

Will there really be a "Morning"?

Will there really be a "Morning"?
Is there such a thing as "Day"?
Could I see it from the mountains
If I were as tall as they?

Has it feet like Water lilies?
Has it feathers like a Bird?
Is it brought from famous countries
Of which I have never heard?

Oh some Scholar! Oh some Sailor!
Oh some Wise Men from the skies!
Please to tell a little Pilgrim
Where the place called "Morning" lies!

sábado, 13 de mayo de 2017

carmen berenguer / de bobby sands desfallece en el muro









Vacío es la lengua seca
Habla porque es lo único
digna lengua

***

Carmen Berenguer (Santiago de Chile, 1946) Bobby Sands desfallece en el muro. Santiago de Chile: Autoedición, 1983.

Fotografía: MAGO Editores

viernes, 12 de mayo de 2017

thurston moore / vapor de color rosa









Solo vengo a someterte
Solo vengo a verte temblar
Nena, puedes venir, puedes entrar en mí.
Nena, ojos asesinos y un corazón en llamas.
¿acaso no sabes que no necesitas a otro?
Soy el hombre que ama a tu madre.
Muchacha, ábreme tus brazos,
Muchacha, déjame oír latir tu salvaje corazón
labios dulces, flores y crema.
Enamoradísima, ríndete al vapor de color rosa
Enamoradísima, no necesitas a otro.
Enamoradísima, tu amante solitaria.
Amante solitaria, siente latir tu salvaje corazón,
Madre solitaria, ábrete a mí
tus labios dulces en los míos como flores y crema
Oh, ojos asesinos, ríndanse al vapor de color rosa.

***

Thurston Moore (Coral Gables, 1958) Stereo Sanctity. Lyrics and Poems. Londres: Ecstasy Peace Library, 2015.
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Pink Steam

I just come by to run you over
I just come by to see you quiver
You can come you can slip inside babe
Killer eyes and a burnin heart babe
Don't you know you need no other
I'm the man who loves you mother
Open up your arms to me girl
Let me feel your wild heart beat girl
Sweet lips flowers + cream
Deep in love surrender pink steam
Deep in love you need no other
Deep in love yr lonely lover
Feel your wild heart beat lonely lover
Open up to me lonely mother
Yr sweet lips on mine like flowers + cream
O killer eyes surrender pink steam

jueves, 11 de mayo de 2017

vicente huidobro / para llorar














Es para llorar que buscamos nuestros ojos
Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas
Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
Y sobre nuestra memoria de carne
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada
                                                                                    [junto a la novia
Escondemos nuestra voz de todas las noches
Porque acarreamos la desgracia
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
Tenemos miedo

Nuestro cuerpo cruje en el silencio
Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

La muerte está atornillada a la vida
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
El viento abre los ojos de los ciegos
Es para llorar para llorar

Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
Paloma de nube y de noche
De nube en nube y de noche en noche
Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido

Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
Es para poder llorar es para poder llorar
Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

Es para llorar que la vida es tan corta
Es para llorar que la vida es tan larga

El alma salta de nuestro cuerpo
Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
La noche llega a paso de montaña
Sobre el piano donde el árbol brota
Con sus mercancías y sus signos amargos
Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
La ciudad cae en el saco de la noche
Desvestida de gloria y de prodigios
El mar abre y cierra su puerta
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
Y la cabellera ardiente de la dicha
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana

Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
Y que no apagamos el fuego del cerebro

Es para llorar que la muerte es tan rápida
Es para llorar que la muerte es tan lenta

***
Vicente Huidobro (Santiago de Chile, 1893-Cartagena, 1948) El ciudadano del olvido. Santiago de Chile: LOM, 2001.

Imagen: El poeta por Pablo Picasso (1921)

miércoles, 10 de mayo de 2017

sylvia plath / últimas palabras









No quiero una caja cualquiera, quiero un sarcófago
con rayas de tigre, y una cara redonda
como la luna para poder contemplar.
Quiero estar mirándolos cuando vengan
juntando los minerales estúpidos, las raíces.
Ya los veo - con las caras pálidas, lejanas como estrellas.
Ahora no son nada, ni siquiera bebés.
Me los imagino sin padre ni madre, como los primeros dioses.
Se van a preguntar si fui importante.
¡Tendría que azucarar y conservar mis días como frutas!
Mi espejo se está empañando --
Unas pocas respiraciones, y no reflejará nada más.
Las flores y los rostros se blanquean como sábanas.

No confío en el espíritu. Se escapa en sueños
como vapor, a través de la boca o del ojo. No puedo detenerlo.
Un día no volverá. Las cosas no son así.
Se quedan, sus brillitos especiales
se calientan de tanto uso. Casi ronronean.
Cuando se me enfríen las plantas de los pies,
el ojo azul de mi turquesa me va a consolar.
Dejen que me lleve mis ollas de cobre, dejen que mis potes de rouge
florezcan sobre mí como flores nocturnas, perfumadas.
Me van a envolver con vendas, van a guardar mi corazón
bajo mis pies en un paquete prolijo.
Difícilmente me reconoceré. Va a estar oscuro,
y el brillo de estas pequeñas cosas será más dulce que la cara de Ishtar.

***

Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963) The Collected Poems. Nueva York: Harper, 2008.
Versión de Sandra Toro.

/

Last words

I do not want a plain box, I want a sarcophagus
With tigery stripes, and a face on it
Round as the moon, to stare up.
I want to be looking at them when they come
Picking among the dumb minerals, the roots.
I see them already–the pale, star-distance faces.
Now they are nothing, they are not even babies.
I imagine them without fathers or mothers, like the first gods.
They will wonder if I was important.
I should sugar and preserve my days like fruit!
My mirror is clouding over —
A few more breaths, and it will reflect nothing at all.
The flowers and the faces whiten to a sheet.

I do not trust the spirit. It escapes like steam
In dreams, through mouth-hole or eye-hole. I can’t stop it.
One day it won’t come back. Things aren’t like that.
They stay, their little particular lusters
Warmed by much handling. They almost purr.
When the soles of my feet grow cold,
The blue eye of my turquoise will comfort me.
Let me have my copper cooking pots, let my rouge pots
Bloom about me like night flowers, with a good smell.
They will roll me up in bandages, they will store my heart
Under my feet in a neat parcel.
I shall hardly know myself. It will be dark,
And the shine of these small things sweeter than the face of Ishtar.

martes, 9 de mayo de 2017

fernando pessoa / la espantosa realidad de las cosas












La espantosa realidad de las cosas
Es mi descubrimiento de todos los días.
Cada cosa es lo que es
Y es difícil explicarle a alguien todo lo que eso me alegra
Y cuánto eso me basta.

Basta existir para ser completo.

He escrito bastantes poemas.
He de escribir, naturalmente, muchos más.
Cada poema mío dice lo mismo
Y todos mis poemas son diferentes,
Pues cada cosa que hay es una manera de decirlo.

A veces me pongo a mirar una piedra.
No me pongo a pensar si ella siente.
No me pierdo llamándola hermana mía.
Pero me gusta que sea una piedra,
Me gusta porque no siente nada,
Me gusta porque no tiene conmigo ningún parentesco.

Otras veces oigo pasar el viento,
Y encuentro que sólo para oír pasar el viento vale la pena haber nacido.

No sé lo que pensarán otros leyendo esto;
Pero encuentro que debe estar bien porque lo pienso sin maña
Ni idea de otras personas oyéndome pensar
Porque lo pienso sin pensamientos
Porque lo digo tal como mis palabras lo dicen.

Una vez me llamaron poeta materialista
Y yo me admiré, pues no creía
Que se me pudiese llamar de alguna manera.
Ni siquiera soy poeta: veo.
Si lo que escribo tiene valor, no soy yo el que lo tengo:
El valor está ahí, en mis versos.
Todo ello es absolutamente independiente de mi voluntad.

(Alberto Caeiro)

***

Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) Poemas inconjuntos y otros poemas. Santiago de Chile: Dolmen, 1997.
Versión de Andrés Ajens

/

A espantosa realidade das coisas

A espantosa realidade das coisas
É a minha descoberta de todos os dias.
Cada coisa é o que é,
E é difícil explicar a alguém quanto isso me alegra,
E quanto isso me basta.
Basta existir para se ser completo.
Tenho escrito bastantes poemas.
Hei-de escrever muitos mais, naturalmente.
Cada poema meu diz isto,
E todos os meus poemas são diferentes,
Porque cada coisa que há é uma maneira de dizer isto.
Às vezes ponho-me a olhar para uma pedra.
Não me ponho a pensar se ela sente.
Não me perco a chamar-lhe minha irmã.
Mas gosto dela por ela ser uma pedra,
Gosto dela porque ela não sente nada,
Gosto dela porque ela não tem parentesco nenhum comigo.
Outras vezes oiço passar o vento,
E acho que só para ouvir passar o vento vale a pena ter nascido.
Eu não sei o que é que os outros pensarão lendo isto;
Mas acho que isto deve estar bem porque o penso sem esforço,
Nem ideia de outras pessoas a ouvir-me pensar;
Porque o penso sem pensamentos,
Porque o digo como as minhas palavras o dizem.
Uma vez chamaram-me poeta materialista,
E eu admirei-me, porque não julgava
Que se me pudesse chamar qualquer coisa.
Eu nem sequer sou poeta: vejo.
Se o que escrevo tem valor, não sou eu que o tenho:
O valor está ali, nos meus versos.
Tudo isso é absolutamente independente da minha vontade.

lunes, 8 de mayo de 2017

raúl zurita / la vida nueva










(Escrito en el cielo. NY, junio 2, 1982)

MI DIOS ES HAMBRE
MI DIOS ES NIEVE
MI DIOS ES NO
MI DIOS ES DESENGAÑO
MI DIOS ES CARROÑA
MI DIOS ES PARAÍSO
MI DIOS ES PAMPA
MI DIOS ES CHICANO
MI DIOS ES CÁNCER
MI DIOS ES VACÍO
MI DIOS ES HERIDA
MI DIOS ES GHETTO
MI DIOS ES DOLOR
MI DIOS ES
MI AMOR DE DIOS

***

Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) Tu vida rompiéndose. Santiago de Chile: Lumen, 2015.

Fotografía: Editorial Delirio

domingo, 7 de mayo de 2017

stéphane mallarmé / túmulo de edgar poe












En cuanto la Eternidad a sí mismo lo vuelve
el poeta convoca con un puñal desnudo
al siglo horrorizado de no haber comprendido
sino, en su voz extraña, la triunfadora muerte.

Ellos, cual vil zarpazo de la hidra sobre el ángel,
—dar más puro sentido a su lengua de tribu
proclamaron muy alto beber el sortilegio
en aguas deshonradas de negras mescolanzas.

¡Oh, sus garras hostiles para el sol y la nube!
Si con ello mi idea no esculpe una guirnalda
con que la deslumbrante tumba de Poe se adorne

—calmo bloque caído desde oscuro derrumbe
que al menos el basalto su figura le muestre
al vuelo de la negra Blasfemia del futuro.

Stéphane Mallarmé (París, 1842-Valvins, 1898) Obra poética. Buenos Aires: Ediciones del Mediodía, 1967.
Versión de Blas Matamoro.

/

Le tombeau d'Edgar Poe

Tel Qu´en Lui-même enfin l`eternite le change.      
Le poëte suscite avec un glavie nu                              
Son siècle épouvanté de n`avoir pas connu                
Que la mort triomphait dans cette voix étrange!          
Eux, comme un vil sursaut d´hydre oyant jadis lánge
Donner un sens plus pur aux mots de la tribu              
Proclamèrent très haut le sortilège bu                          
Dans le flot sans honneur de quelque noir mèlange.  
Du sol et de la nue hostiles, ô grief!                            
Si notre idée avec ne sculpte un bas-relief                  
Dont la tombe de Poe éblouissante s´orne,                
Calme bloc ici-bas chu d´un désastre obscura,          
Que ce granit du moins montre à jamais sa borne      
Aux noirs vols du Blasohème épars dans le futur.      

sábado, 6 de mayo de 2017

louise glück / nieve de primavera








Mira el cielo nocturno:
en mí poseo dos personas, dos clases de poder.

Estoy aquí contigo, en la ventana,
observando tu reacción. Ayer
la luna se alzó sobre la tierra mojada del jardín.
Hoy la tierra brilla igual que la luna,
como materia muerta, encostrada de luz.

Ahora puedes ya cerrar los ojos.
He escuchado tus llantos, también
los llantos anteriores a los tuyos,
y he sido sensible a sus demandas.
Te mostré lo que querías:
no la convicción sino el sometimiento
a la autoridad, que descansa en la violencia.

***
Louise Glück (Nueva York, 1943)
Versión de Eduardo Chirinos

/

Spring Snow

Look at the night sky:
I have two selves, two kinds of power.

I am here with you, at the window,
watching you react. Yesterday
the moon rose over moist earth in the lower garden.
Now the earth glitters like the moon,
like dead matter crusted with light.

You can close your eyes now.
I have heard your cries, and cries before yours,
and the demand behind them.
I have show you what you want:
not belief, but capitulation
to authority, which depends on violence.

viernes, 5 de mayo de 2017

pablo neruda / hago girar mis brazos












Hago girar mis brazos como dos aspas locas...
en la noche toda ella de metales azules.

Hacia donde las piedras no alcanzan y retornan.
Hacia donde los fuegos oscuros se confunden.
Al pie de las murallas que el vien
to inmenso abraza.
Corriendo hacia la muerte como un grito hacia el eco.

El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche
y la ola del designio, y la cruz del anhelo.
Dan ganas de gemir el más largo sollozo.
De bruces frente al muro que azota el viento inmenso.

Pero quiero pisar más allá de esa huella:
pero quiero voltear esos astros de fuego:
lo que es mi vida y es más allá de mi vida,
eso de sombras duras, eso de nada, eso de lejos:
quiero alzarme en las últimas cadenas que me aten,
sobre este espanto erguido, en esta ola de vértigo,
y echo mis piedras trémulas hacia este país negro,
solo, en la cima de los montes,
solo, como el primer muerto,
rodando enloquecido, presa del cielo oscuro
que mira inmensamente, como el mar en los puertos.

Aquí, la zona de mi corazón,
llena de llanto helado, mojada en sangres tibias.
Desde él, siento saltar las piedras que me anuncian.
En él baila el presagio del humo y la neblina.
Todo de sueños vastos caídos gota a gota.
Todo de furias y olas y mareas vencidas.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano.
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en mi vida.
Y en él cimbro las hondas que van volteando estrellas!
Y en él suben mis piedras en la noche enemiga!
Quiero abrir en los muros una puerta. Eso quiero.
Eso deseo. Clamo. Grito. Lloro. Deseo.
Soy el más doloroso y el más débil. Lo quiero.
El lejano, hacia donde ya no hay más que la noche.

Pero mis hondas giran. Estoy. Grito. Deseo.
Astro por astro, todos fugarán en astillas.
Mi fuerza es mi dolor, en la noche. Lo quiero.
He de abrir esa puerta. He de cruzarla. He de vencerla.
Han de llegar mis piedras. Grito. Lloro. Deseo.

Sufro, sufro y deseo. Deseo, sufro y canto.
Río de viejas vidas, mi voz salta y se pierde.
Tuerce y destuerce largos collares aterrados.
Se hincha como una vela en el viento celeste.
Rosario de la angustia, yo no soy quien lo reza.
Hilo desesperado, yo no soy quien lo tuerce.
El salto de la espada a pesar de los brazos.
El anuncio en estrellas de la noche que viene.
Soy yo: pero es mi voz la existencia que escondo.
El temporal de aullidos y lamentos y fiebres.
La dolorosa sed que hace próxima el agua.
La resaca invencible que me arrastra a la muerte.

Gira mi brazo entonces, y centellea mi alma.
Se trepan los temblores a la cruz de mis cejas.
He aquí mis brazos fieles! He aquí mis manos ávidas!
He aquí la noche absorta! Mi alma grita y desea!
He aquí los astros pálidos todos llenos de enigma!
He aquí mi sed que aúlla sobre mi voz ya muerta!
He aquí los cauces locos que hacen girar mis hondas!
Las voces infinitas que preparan mi fuerza!
Y doblado en un nudo de anhelos infinitos,
en la infinita noche, suelto y suben mis piedras.

Más allá de esos muros, de esos límites, lejos.
Debo pasar las rayas de la lumbre y la sombra.
Por qué no he de ser yo? Grito. Lloro. Deseo.
Sufro, sufro y deseo. Cimbro y zumban mis hondas.
El viajero que alargue su viaje sin regreso.
El hondero que trice la frente de la sombra.
Las piedras entusiastas que hagan parir la noche.
La flecha, la centella, la cuchilla, la proa.
Grito. Sufro. Deseo. Se alza mi brazo, entonces,
hacia la noche llena de estrellas en derrota.

He aquí mi voz extinta. He aquí mi alma caída.
Los esfuerzos baldíos. La sed herida y rota.
He aquí mis piedras ágiles que vuelven y me hieren.
Las altas luces blancas que bailan y se extinguen.
Las húmedas estrellas absolutas y absortas.
He aquí las mismas piedras que alzó mi alma en combate.
He aquí la misma noche desde donde retornan.

Soy el más doloroso y el más débil. Deseo.
Deseo, sufro, caigo. El viento inmenso azota.
Ah, mi dolor, amigos, ya no es dolor de humano!
Ah, mi dolor, amigos, ya no cabe en la sombra!
En la noche toda ella de astros fríos y errantes,
hago girar mis brazos como dos aspas locas.

***

Pablo Neruda (Parral, 1904-Santiago de Chile, 1973). "El hondero entusiasta", en El habitante y su esperanza... Buenos Aires: Losada, 1957.

jueves, 4 de mayo de 2017

lucy oporto / la humanidad nadificante










Los fragmentos silenciosos no cruzan la línea. No pesan. No pesan. Por eso, la interioridad de las cosas se desvanece en el extrañamiento. Y el mutismo se cierra como una luz sagrada y sangrienta.

Las puertas más estrechas se cierran tras el cruce vertiginoso. Y el relieve se torna transparente e inhumano, como si la multitud despeñada y sombría de los mundos cesara.

Siento el dolor de la deformidad en el descenso, como si mi cuerpo no fuese más que una mancha en medio de imágenes partidas, descerebradas: sin nombre, ni fuego.

No ceso. Mas la distancia se agolpa en mi frente, como una luz ácida y reptante. Los otros códigos, anhelos y estados, devienen incomprensibles y vanos. Es la señal del desprendimiento último, de una soledad ulcerada como las cosas. Y sólo mi incompatibilidad con la vida y la naturaleza ha de permanecer en la criba, a modo de residuo. Pues la música de esos lenguajes vitales pareciera trasuntar la perturbación de inhumanas fuerzas, como en una venganza silenciosa y vacía: una explosión, un grito esbozado por bocas esparcidas, una maraña de sangre entre amores falsos.

Vida. Naturaleza. Creación. Fe. Esperanza. Amor.

Adulteraciones.

Mis ojos sólo oyen el crujido de la morada carcomida de liendres y escupitajos: animales serviles ante una fuerza ciega, cuyo núcleo se ha desintegrado. La vida se reproduce a sí misma con la pesada desazón de un mecanismo espurio y abandonado, petrificado como la milenaria luz de los astros muertos. Y la vida humana es la mueca sombría de ese mecanismo roto, la burla, la renuncia y el silencio de los dioses tarados.

Humanidad. Naturaleza. Dios. Nociones angulares de la podredumbre. La farsa continúa, en virtud de un dolor residual, frío y transparente, como una joya olvidada o una lucidez sin espíritu. Ciego, como la larga luz esclerótica de las estrellas desterradas.

Demasiadas calcinaciones sin destino. Demasiados dioses despeñados. Demasiada esperanza y fe en la Vida suicidada. Los ejes se partieron mucho antes de que la desesperación fuese el único rostro humano.

La deformidad vulnera las ilusiones acerca de un mecanismo muerto. Pues los signos vitales y la capacidad reproductiva humana son el asco de la Nada: sólo un montón de desperdicios apareados. La peste, la ruina de todo lo sublime.

***
Lucy Oporto (Viña del Mar, 1966)








La inteligencia se acrecienta en la nada.
Valparaíso
Ediciones Inubicalistas, 2016.
184pp.

Fotografía: archivo autora.