Anuncio

El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

lunes, 20 de mayo de 2024

david huerta / dos poemas











Aguas iluminadas

*

1

El espíritu de las aguas iluminadas
brilla ante la raspadura de la muerte.

2

Detrás de aguas inundadas
por el esplendor de los dioses,
anillos de humo cruzan
delgadas vasijas
repletas de savia.

3

En la delgada noche los antílopes
huelen fantasmas luminosos, vacíos:
el holograma erizado en la encrucijada,
la silueta evanescente de Faustine
que surge de la novela de Bioy,
el claroscuro
de la mala conciencia: un niño calvo,
el estupor alucinatorio
de la deriva alcohólica: dieciocho niños calvos,
la navaja que nunca
llegó al pecho
de la furia vengativa
y es ahora una obsesión
de malas noches,
de madrugadas lentas.

4

El amor cruza
relampagueando
la memoria
de la isla.
Faustine se despierta
en los brazos
del náufrago.
El mar brilla
bajo el amanecer unánime.

5

Las aguas iluminadas sueltan el fuego del espíritu.


Cruce

*

Una mujer cruza de un punto a otro esta habitación.
La nieve de sus manos y el lirio de sus ojos
forman un arco sobre su paso.
Un pie adelante, luego el otro. Caminar
sobre la arena del tiempo o sobre
la arena de la playa o sobre el mármol
de una mansión junto al lago verde o azul. Caminar
así, como esta mujer de un ejemplaridad misteriosa:
como si en el mundo no pudiera hallarse
una actividad de mayor eficacia y densidad
metafísica. Un paso en el tiempo y en el espacio,
como cualquier otro paso –pero aquí, en este acto
de una diafanidad incomparable, con una agonía
de cumplimiento último, de voluntad fatal,
de una belleza hecha de serenidad y recogimiento.
Pasa la mujer de aquí a allá: es su propio fantasma.
Labios en el aire, cejas en la intimidad
de un recuerdo que va formándose. La mujer
habita esta estancia y otros espacios, simultáneamente.
 
El frío la cruza de parte a parte. Va enfriándose
a cada paso: es como si muriera, como si
su vestidura fuese una túnica de quietas llamas.

***
David Huerta (Ciudad de México, 1949-2022)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario