lunes, 16 de julio de 2018

natalia figueroa / de "una mujer sola siempre llama la atención en un pueblo"











Symi

*

Volvía por un largo ascenso rural
pavimento trizado, un auto cada tanto
el sonido de una grúa.
Al costado del camino un árbol
empujado hacia delante y atrás.
Su tronco, una columna dórica.

Era una grúa pequeña
el conductor no me vio.

Del otro lado de los alambres
un carnero masticando pasto
dejaba oír su campana al inclinarse.
Atado a una cuerda.
Su enfurecido amo
quizás le dio una lección.
Por algo lo apartaron:
tendría que aprender a comportarse.

Tal vez se negó a seguir el sendero
se expuso a un riesgo
o simplemente se levantó ese día
sin ganas de seguir al ganado.
Lo cierto es que hubo un pastor lleno de ira
un lazo, un cordero sometido.

Era abril y hacía calor.
El conductor se quitó el sudor con una toalla.
Yo comenzaba a sentir tristeza
por el momento cada vez más próximo
en que el tronco cedería al empuje de la grúa
y sería materia sola
interrumpido el ciclo del agua en su savia
sin comunicar ya la luz del cielo
con lo oscuro.

Como si se quebrara una columna vertebral.

Seguí cerro arriba
esperé largo tiempo el bus.
Una mujer sola siempre llama la atención
en un pueblo.
Pero no reparé en las miradas
Seguía junto a ese carnero
que al menos estaba de verdad atado
aunque también sobre esa grúa
mis manos eran fuertes y seguras
al manejar la pala que empujó finalmente el tronco al costado
donde también yo caía.

Tal vez fue convertido en leña

Habrán ampliado el camino
y tapado los restos con cemento.
Si pasara de nuevo por ahí
no sabría que camino sobre un árbol cortado.

~~~

Rodas

*

Vi pastar a un cordero atado de sus cuernos
a una grúa empujar al árbol
castillos, mercaderes, turistas
a un hombre rechazar a la que amaba
demasiadas escaleras
y en este momento a una mujer pasar sus dedos por la arena
(deseo que se acerque a mí)

A un viajero ciego bajarse del bus
antes de estar frente a él
y dejarlo tocar mi cara.

(Ahora ella pasa junto a mí, sonríe.
Me doy cuenta después,
no alcanzo a saludarla).

~~~

Camarines

*

A mamá no le gustaba
que entrara a los camarines del gimnasio:
mujeres grandes andan desnudas
tú eres pequeña.

Siempre tuve curiosidad
pero al entrar me sentí incómoda:
hermosas mujeres reían.
Intentando no mirar
deseaba desplante,
dejar mi toalla caer
descubrir mis pechos
comentar insignificancias.
Mirar cuerpos firmes resplandecer contra azulejos
figuras de senos caídos
y grasa abultada.
Y las duchas, ay, las duchas
cuando ciertas mujeres
restregaban la esponja o el jabón
o peor aún sus manos
contra sus partes íntimas.

Me paralizaba.

Volvía a casa
repitiéndome la imagen de sus manos
subir y bajar
por esas vaginas
llenas de vello.
Hacían esto con tal naturalidad
que sentía ganas de acercarme
y lavarles cuidadosamente
todos los males del mundo.

~~~

Adolescencia

*

En Lubczyna, un pueblo al noroeste de Polonia
el dueño de un Ford Escort pidió disculpas
por su forma de manejar.
Aburridos de que se comportara
como si no existieran más autos que el suyo
de que metiera ruido con el tubo de escape
y levantara polvo
los vecinos decidieron castigarlo:
Zbigniew Filo, veinticuatro años
odiado por transeúntes y automovilistas.

Uno de los vecinos tomó su grúa
y subió el automóvil a un sauce de nueve metros.
Dulce e ingeniosa venganza
informó el diario local “Fakt”:

cuando Zbigniew salió de su casa al otro día
y vio su auto entre las ramas
llamó a la comisaría para que hicieran algo.
Pero los residentes prometieron jamás dar el nombre
del vecino que subió el automóvil.
Pese a que muchos se rieron
otros no estuvieron de acuerdo con el castigo:
Nuestro pueblo es tranquilo
dijo María, Es estúpido hacer algo como eso
afirmó Wioleta, de 25 años.

Zbigniew reconoció su error
aunque dejó claro que a sus vecinos
se les pasó la mano: Entiendo el mensaje
pero fue un poco duro
declaró el joven luego de ofrecer disculpas
y jurar no volver a conducir como antes.

Pero la policía lo castigó por manejar sin licencia
y le ordeno además bajar el automóvil del sauce.
En la maniobra el Ford Escort cayó con el techo hacia abajo
quedando abollado por completo.
Zbiegniew sólo atinó a sentarse sobre un tronco,
llevar las manos a su cara.

***
Natalia Figueroa (La Serena, 1983) Una mujer sola siempre llama la atención en un pueblo. Santiago de Chile: Das Kapital Ediciones, 2015.

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