viernes, 26 de octubre de 2018

lord byron / dos poemas













Ella camina en la belleza

*

Ella camina en la belleza, como la noche
De climas sin nubes y cielos estrellados,
Y lo mejor de lo oscuro y lo brillante
Convergen en sus rasgos y en sus ojos
Así, suavizados bajo la tierna luz
Que el cielo al llamativo día niega.

Una sombra más, un rayo de luz menos,
Mermada a medias la gracia sin nombre
Que ondea en cada trenza azabache
Alumbra con tenue luz su rostro,
Donde los pensamientos con serena dulzura expresan
lo pura y querida que resulta su morada.

Y sobre esa mejilla y ese ceño
Tan suave, calmo y elocuente,
Sonrisas que arrebatan, tonos que relucen,
Mas hablan de días transcurridos en bondad,
Una mente en paz con las bajas pasiones,
Un corazón cuyo amor es inocente.

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Canción del corsario

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En su fondo mi alma lleva un tierno secreto
solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo respondiendo,
como antes vibra y tiembla de amor, desesperado.

Ardiendo en lenta llama, eterna pero oculta,
hay en su centro a modo de fúnebre velón,
pero su luz parece no haber brillado nunca:
ni alumbra ni combate mi negra situación.

¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi tumba,
tu pensamiento un punto reclina en mí, perdido...
La pena que mi pecho no arrostrara, la única,
es pensar que en el tuyo pudiera hallar olvido.

escucha, locas, tímidas, mis últimas palabras
-la virtud a los muertos no niega ese favor-;
dame... cuanto pedí. Dedícame una lágrima,
¡la sola recompensa en pago de tu amor!...

***
Lord Byron (Londres, 1788-Mesolongi, 1824)
Versiones de Ricardo José Gómez Tovar y F. Maristany, respectivamente

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El poeta por Thomas Phillips

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She walks in Beauty

*

She walks in beauty, like the night 
Of cloudless climes and starry skies; 
And all that’s best of dark and bright 
Meet in her aspect and her eyes; 
Thus mellowed to that tender light 
Which heaven to gaudy day denies. 

One shade the more, one ray the less, 
Had half impaired the nameless grace 
Which waves in every raven tress, 
Or softly lightens o’er her face; 
Where thoughts serenely sweet express, 
How pure, how dear their dwelling-place. 

And on that cheek, and o’er that brow, 
So soft, so calm, yet eloquent, 
The smiles that win, the tints that glow, 
But tell of days in goodness spent, 
A mind at peace with all below, 

A heart whose love is innocent!

~

Song of the Corsair

*

Deep in my soul that tender secret dwells,
Lonely and lost to light for evermore,
Save when to thine my heart responsive swells,
Then trembles into silence as before

There, in its centre’ a sepulchral lamp
Burns the slow flame, eternal, but unseen;
Which not the darkness of despair can damp,
Though vain its ray as it had never been.

Remember me-Oh! pass not thou my grave
Without one thought whose relics there recline
The only pang my bosom dare not brave
Must be to find forgetfulness in thine.

‘My fondest, faintest, latest accents hear-
Grief for the dead not virtue can reprove;
Then give me all I ever ask’d-a tear,

The first-last-sole reward of so much love!’

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