viernes, 19 de abril de 2024

enrique verástegui / de "tratado sobre la yerbaluisa"










El arte de la yerbaluisa 

Beber un sorbo, después otro sorbo, como si probara suspiros limeños. El primer sorbo, no muy caliente, llena todo el paladar, impregnándolo de un sabor delicado mientras se escurre por la garganta hacia el estómago. Ese primer sorbo, definitivo, como el big bang, llena de excelsitud al ser y ayuda a comprender la estetización mental de la biología. El segundo sorbo, probado cuando se ha llegado a la excelsitud del ser, rememora el sabor del primero y ayuda a comprender la infinitud del universo. El tercer sorbo, y los siguientes, hasta agotar la taza de porcelana oriental, sitúan la mente en el mundo y al cuerpo en su máximo de comodidad. Esta planta se puede recortar y, colocada bajo los rayos del sol, ponerse a secar para utilizar luego en la infusión. Un puñado de trozos de oro en la mano. Si se desea, se puede echar en la taza de yerbaluisa tres cucharaditas de azúcar.

~

II
Arte / Ciencia 

El arte de preparar la yerbaluisa es también una ciencia exquisita que permite contemplar el burbujear del agua cuando hierve, llenando la olla entonces con hojas de yerbaluisa cortadas que, al instante, apenas se ha entremezclado con el agua hirviente, producen un color dorado intenso que recuerda el oro líquido que bebían los incas en Machu Picchu, e impregna los ambientes de la cocina donde se lleva a cabo el ritual de la yerbaluisa. 
    Se hace necesario recortar la yerbaluisa en trozos agradables de modo que, si no se agota con el uso constante, la planta al secarse recuerda los trozos de oro que constituyen nuestro patrimonio. 

La yerbaluisa brota espontáneamente en todos los canales y acequias de Cañete, lo mismo que en todas las tierras cultivables del Perú. 
    La yerbaluisa, lo mismo que este no tan farragoso escrito, es patrimonio cultural del Perú y de la humanidad. 

~

III 
Perú / Tahuatinsuyo 

Tomar yerbaluisa -una acción que, por lo demás, llena de placer nuestra existencia y produce buena suerte- forma parte del ritual de la élite incaica que, en sus momentos de máximo poder -el momento en que se contempla la infinitud del mundo, desde lo más alto de los Andes-, contemplaba ondear el arcoíris en el horizonte y reflexionaba sonbre el líquido que serenaba la consciencia. 

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VII 
El arte del sexo 

Cuando, debido a que tienes que trabajar, alejarte de tu casa, viajar porque eres agente médico, ingeniero en la especialización que sea, técnico, revolucionario, ama de casa, militar, profesional liberada; dejas de hacer el amor y la consciencia que ello implica, aunque sin perder el tedioso instinto sexual que lleva a la conquista sexual del universo, desnudarse, amplia sonrisa de felicidad en los labios, y mientras la amante se va arrodillando ante el enamorado con las puntas de los pezones erotizadas bajando rítmicamente por el cuerpo del amado, prepararse mentalmente para hacer el amor como si nunca se hubiera hecho. Ese acto necesita un ritual que, como todo ritual, está basado en la proporción matemática del ADN, lo mismo que de todo el cuerpo. Descrito de muchas maneras, al hacer el amor, siempre habrá -como un sol distinto cada día, según dice Heráclito-, lo quieras como no, un coito novedoso diferente a lo largo de tu vida. Bajo el pubis, existe un músculo maravilloso que -si no has hecho el amor durante años, o durante meses-, una vez terminado el furioso acto sexual, produce la sensación extrañísima de dolor, cansancio y placer, mientras se percibe la fresca brisa de primavera modelándote el rostro. Ese músculo, diseñado bajo el pubis, descubierto por los médicos y erotólogos, ciencia sofistas/krisolistas, se llama la conciencia del plexo solar, y significa la radiación del falo erecto si puede haber orgasmos sin eyaculación, como dice el taoísmo, también es verdad que ello se reproduce por retención del semen. De ese modo el descubrimiento de la consciencia del plexo solar es percepción, análisis, y aporte peruano, como la ceremonia de la yerbaluisa.

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Simetría 

Tan bello como hacer el amor es pensar simétricamente al mover las piezas del ajedrez: 64 cuadros fundan la variación infinita de la mente, tanto como el placer causado por las 64 posturas fundamentales del Kamasutra. Tanto el perfume francés Chanel como el pachulí hindú, convenientemente usados, constituyen un despertar espléndido de la poderosa sexualidad armonizada en todas las chakras del cuerpo humano. Si mis trabajos filosóficos son superiores a Platón y Aristóteles no es por otra cosa más que por la invención magnánima de mis matemáticas que expresa la riqueza hecha universo.

***
Enrique Verástegui (Lima, 1950-2018) Tratado sobre la yerbaluisa. Lima: Caja Negra, 2012.

jueves, 18 de abril de 2024

magda portal / canto proletario









"la vida es de los felices"
amanece en todos los pregones callejeros —
rueda la mañana sobre el asfalto de
la tierra ululante y caliente
 
al extremo de la ciudad
los árboles saludan al obrero
con sus ramas estremecidas
por la alegría del viento vagabundo
               el gran libertario
 
como un dolor sigue la sombra
la silueta del hombre
que desemboca en la ancha
puerta de la fábrica
allí —el humano acecido de las máquinas
el gemido de las poleas
bajo la presión del pensamiento humano
 
balcones a la eternidad
los ojos siguen la labor constructora
i toda la fábrica es una sola
maquinaria de empuje formidable
como un titánico organismo
que mueve "el motor maravilloso"
de los cerebros de 100 hombres unidos
el hermoso espectáculo del cerebro
I el músculo en acción!
 
el sudor se decora la cara
como otra sonrisa
que se tuesta en los labios apretados
de anhelo
la fábrica lo es todo:
               la ESPERANZA i la CARCEL
 
Todos los días son MAÑANA
para el obrero que los lleva apretados
al corazón
                 como la imagen de la madre
 
L I B E R T A D!
        estandarte del Hombre!
 
                                   —
 
el Sol espera la salida de la fábrica
desde el horizonte sus anchos brazos de luz
saludan el dolor del obrero
                 vencedor de la Vida

***
Magda Portal (Barranco, 1900-Lima, 1989)

miércoles, 17 de abril de 2024

victoria guerrero peirano / dos poemas









Rompecabezas de mí

*

He regresado a Lima y estoy montada sobre una bicicleta rosa
Alguien me dijo a la volada que la poesía había muerto
Y yo me sonreí
Porque era como decir que yo también estaba muerta
O que todo lo que me acontecía era falso

Yo seguí pedaleando
Siempre por las veredas o por los parques
Porque me recuerdan mi infancia
Aprender a montar bicicleta
Tener fe ciega en aquel que va detrás de ti
Y mantiene tu equilibrio
Y tú sigues y sigues pedaleando hasta que te das cuenta
Que ya nadie te sostiene

Exactamente en ese punto es cuando caes a tierra

La poesía ha muerto
Volví a escuchar sus palabras
Ya nadie me sostenía
Era una mujer independiente
Y me derrumbé en la puerta de la casa familiar
Y mis vecinos se rieron al verme caer

Hay caídas que son graciosas
Hay gente que ríe sobre los caídos
Y gente también que llora

Recogí mis partes y metí mi bicicleta a casa
Allí va tomando el color del óxido
Secretamente se resiste a salir
Porque el futuro está lleno de sentencias de muerte en las calles
De automóviles que pasan raudos a tu lado
De escritores que alguna vez soñaron con escribir

La poesía ha muerto
Repiten
Aquellos que cambiaron
un paseo en bicicleta
por la fama

~

La casa roja

*

La casa roja es un poema:
Tuve un esposo que se fue a la guerra
Trajo cosas de ella
Cosas antiguas de un saqueo
Entre ellas un libro de Anna
Anna Ajmátova
Todo estaba en ruso
Él sabía ruso
Era la época
Todos querían estar en la guerrilla
Escribir poemas
Hacer una película irse a Moscú
Yo no hice ninguno
Bueno a veces escribía poemas
Pero me fui a los Estados Unidos
A Nueva Inglaterra
Con gran culpa después de todo

En las calles de mi juventud
Las paredes decían “Yankees go home”
Esa era la consigna
El inglés machacado a la fuerza
El francés fue mi lengua
El uniforme plomo de escuela mi traje de batalla
Y los sueños de la Comuna mi bandera

No hice la guerra
Ni aprendí ruso ni llegué a Moscú
Pero leí a Anna Ajmátova

Hablaban francés en San Petersburgo
Ciudad de derroche y refinamiento
Allí empezó la revolución

Allí también me perdí con Roxana en la estación del metro
En camino a la casa de Dostoievski
(El alfabeto cirílico me mareaba)

La familia de Anna fue perseguida
Asesinado su esposo
Se pasaba horas al pie de la cárcel
Para visitar a su hijo en Leningrado
Igual le pasó a Marina
Marina Tsvietáieva
Los hijos muertos
El esposo deportado

Yo escribo ahora después de un siglo
La poesía ha muerto
Mi esposo ha muerto
Y la casa roja está llena de cosas antiguas
Objetos de guerra
Objetos de vida & poesía
Mi inglés es absurdo
Y los dueños del mundo ya no nos temen

***
Victoria Guerrero Peirano (Lima, 1971)

martes, 16 de abril de 2024

violeta barrientos / las imposibles orquídeas









Vago sobre un vientre andrógino criador de bestias
guardián secreto de grutas negras
escondrijos en que hurgo buscando aromas subterráneos
perdiéndome en el fondo más oscuro y húmedo.
Orquídeas bajo tierra
donde manos no alcanzan sus venas violáceas.

Contemplo el jardín de mi deseo insatisfecho:
leves mentiras como un beso robado y devuelto
fugaces caricias corriendo bajo la piel.
Mas en el fondo voy de bruces
enredándome en cabellos, melenas,
anchos brazos como ríos, troncos, curvas ramas
hasta cubrirme de maleza y ya no ver
las simples florecillas,
cuerpos amables ofreciéndose a mis pies.

Se entumecieron mis dedos tras lo imposible de tocar
y sin ojos de ver, creyéndome diosa desde mi altura,
comparé distancias
pareciéndome cada cual más corta,
más fácil de superar.
Perdió el mundo su color, las flores,
se hizo de sombras
y creció mi abismo dejándome en roca desnuda
de rara vegetación.
Dormida en el agobio de esa soledad
soñé permanecer en una flor intensa,
en la fragancia carnosa de una orquídea enterrada
introducirme en pisadas nocturnas sin ser descubierta
alimentando mis fuerzas de sus entrañas
Y ya no comparé distancias,
no existían nombres ni medidas
y la única belleza fue la imposible de tocar,
de contemplar, de retener
porque el deseo, no se puede nombrar
sólo padecer.

***
Violeta Barrientos (Lima, 1963)

lunes, 15 de abril de 2024

césar vallejo / la paz, la avispa











La paz, la avispa, el taco, las vertientes,
el muerto, los decílitros, el búho,
los lugares, la tiña, los sarcófagos, el vaso, las morenas,
el desconocimiento, la olla, el monaguillo,
las gotas, el olvido,
la potestad, los primos, los arcángeles, la aguja,
los párrocos, el ébano, el desaire,
la parte, el tipo, el estupor, el alma...
 
Dúctil, azafranado, externo, nítido,
portátil, viejo, trece, ensangrentado,
fotografiadas, listas, tumefactas,
conexas, largas, encintadas, pérfidas...
 
Ardiendo, comparando,
viviendo, enfureciéndose,
golpeando, analizando, oyendo, estremeciéndose,
muriendo, sosteniéndose, situándose, llorando...
 
Después, éstos, aquí,
después, encima,
quizá, mientras, detrás, tanto, tan nunca,
debajo, acaso, lejos,
siempre, aquello, mañana, cuánto,
¡cuánto!...
 
Lo horrible, lo suntuario, lo lentísimo,
lo augusto, lo infructuoso,
lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal.
lo todo, lo purísimo, lo lóbrego,
lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo profundo...

***
César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938)

domingo, 14 de abril de 2024

francisco bendezú / dos poemas










Máscaras

*

¿Qué baila detrás de nuestras frentes?

¿Quién vela al otro lado? ¿Qué nos espera?
Nadie. Nada

Solamente una luz fuliginosa.
O nuestros brazos como remos de inmóviles mareas.

Ni punto ni círculo ni línea
ni la barca del tiempo.

(Yo no sé si la voz no es más que un sueño
Ni si el amor es un casto paroxismo de amapolas.)

Yo sé que las estatuas sorben llanto en la arboleda.
Yo sé que el otoño acumula silencio en las botellas.
Yo sé que en la estación los guardagujas duermen.

Solamente un solsticio de sordas mariposas,
o inútiles carruajes con teas de tinieblas,
o esqueletos de gallos
cantando eternamente por albas que no rayan.

Mujeres sin sombra, apariciones,
espejos insondables con lentos naufragios a distancia,
y fuegos fatuos, y en las landas
el tierno gemido de las mandrágoras recién arrancadas,
y el siempre y el jamás ardiendo juntos.

Ni torres ni molinos
ni el tórax misterioso de las tardes.

¿Para qué las cabelleras desplegadas
como estelas sobre el mundo?

¿Para qué los púlpitos, las bazas,
los óvulos, los cascos, los marbetes?
(¿Y las águilas inmunes de alta mar?
¿Y los granos - óleo y luz – de los sarcófagos?)

¿Para que los mástiles, los cables,
las epístolas, las gafas, las briznas de los nidos,
el agua magnetizada, los muñones,
las escuadras de cuencas vacías, los gramiles,
las sinuosas membranas briscadas de los armarios,
las filacterias , la sal, los meteoros?

¿Es caso, inútil la esperanza?

¡Embestid contra las rodillas doradas de la muerte!
¡Combatidla cuerpo a cuerpo!
¡Ella corta con su espada el alambre que nos ata al fuego puro!

¡Nuestra insomne navaja de alaridos
contra su hilo indestructible de silencio!

~

Twilight

*

                                          A Mercedes

Yo soy el granizo
que entra aullando
por tu pecho desquiciado.
Soy tu boca.

Yo atesoré a ras del sueño,
debajo de las horas,
el latido de tus pasos por el polvo de Santiago,
y tu densa fragancia de magnolia,
y tu lenta cabellera
con perfil de éxtasis o algas,
y el ardor fulmíneo de tus ojos, que de noche,
como naves sobre el mar,
la bruma iluminaban.

Como guijarros de playa,
o nostálgicos boletos entre cintas y violetas olvidados,
enterré en mi corazón la línea de tu frente,
la piedra gastada de tus codos, tus sílabas nocturnas,
el fulgor de tus uñas, tus sonrisas,
la loca luz de tus sienes.
¿No sientes trasminar mi dolor a través de tu cuchara?
Mi memoria quedó tal vez en ti
como las ediciones vespertinas
en las bancas de los parques desahuciadas.

Tu sombra es mi tintero.
Juventud.
¡Juventud mía!
¿Qué tumbos socavaron
la torre más alta de mi vida?

¡No habrá nunca
hilo más puro
                        que tu larga mirada
desde lo alto de las escaleras,
ni lampo de cometa comparable
a la curva nevada de tus dientes!
Cantaba la mañana
en las pálidas cortinas y la hierba.
El tiempo cintilaba en tus vidrieras
como sólo una vez el tiempo parpadea.
Ya no estás entre las flores. Ni volverás
jamás a estarlo. ¿Qué tu amor sino labios
que escrituras en el viento fueron?

¡Yo quiero que me digan
si el amor, como los pájaros,
se va a morir al cielo!

Me acuerdo de una noche de trenzas y peldaños,
y óxido, y collares,
me acuerdo, como ayer, de lo futuro.

¡Quiero acuñar, como el otoño,
medallas en las calles,
o beberme llorando tu ausencia en los teléfonos,
o correr, correr a ciegas por
los tejados de todas las ciudades
hasta perderme para siempre o encontrarte!
¡Otra vuelta estar contigo!
¡Oh día de verano
extraviado en alta mar
como una mariposa!
Contra el flujo incoercible de los años
los días, uno a uno,
absurdamente buscan tu lámpara en las sombras,
no la penumbra, no el espejo de la muerte,
sino el cristal de la esperanza:
tu ventana que sólo está en la Tierra.

¡Aspersiones de ceniza para tu boca cerrada!
Otra vez tengo veinte años, y sonámbulo, y en llanto
a la puerta de tu casa estoy llamando,
al pie de tu reja, como antaño,
bajo la lluvia sin telón ni máscaras ni agua.
¡Oh zumbantes calendarios
que en vano el cierzo,
como a encinas,
deshojara!

¡No me digas que te quise! Te quiero.
Te debía este lamento, y aunque un grito
mi sangre apenas sea,
también te lo debía: un solo interminable
de un corazón en las tinieblas.

***
Francisco Bendezú (Lima, 1928-2004)

sábado, 13 de abril de 2024

jorge eduardo eielson / dos poemas








Foro romano

*

todas las mañanas cuando me despierto
el sol arde fijo en el cielo
el café con leche humea en la cocina
yo le pregunto a quien me acompaña
¿cuántas horas he dormido?
pero nadie me responde

abro los ojos y los brazos buscando un apoyo
toco mi mesa de madera y la noche cae con violencia
un relámpago apaga la luz del sol
como la luz de una vela
vuelvo a preguntar
¿el café con leche de hace siglos humea aún en el polvo?
pero nadie me responde

en la oscuridad me levanto y lo bebo
pero compruebo que la leche está helada
y el café encendido yace como el petróleo
a varios kilómetros bajo tierra:
una silenciosa columna se desploma entre mis brazos
convertida en cenizas
bruscamente el sol vuelve a elevarse
y a declinar rápidamente
en una tempestad de hojas y pájaros rojizos
dentro de mi habitación el crepúsculo brilla un instante
con sus cuatro sillas de oro en las esquinas
trato de recordar mi infancia con las manos
dibujo árboles y pájaros en el aire como un idiota
silbo canciones de hace mil años
pero otra columna de cenizas se desploma entre mis brazos
y mis manos caen cubiertas de repentinas arrugas

claramente ahora el agua del lavabo
me recuerda mis primeros baños en el río
vagos rumores desnudez perfumes viento
cerdos empapados bajo la sombra de los naranjos
¿mi memoria es quizás tan inmortal como tu cuerpo
cuando te desnudas ante mí
tú que no eres sino un pedazo de mármol
montaña de polvo
columna
reloj de ceniza
hueso sobre hueso que el tiempo avienta en mis ojos?
¿no recuerdo acaso las últimas horas de la noche
cuando te besaba enfurecido sobre mi catre de hierro
como si besara un cadáver?
yo le pregunto a quien me acompaña
amor mío velocísimo
¿cuánto tiempo ha pasado desde entonces
cuántas horas
cuántos siglos he dormido sin contemplarte?
pero nadie me responde


Me gustaría escribir

*

Me gustaría escribir
Como si cantara como si bailara
Como si subiera y bajara
Una escalera cualquiera
En una ciudad cualquiera
Me gustaría escribir
Como si durmiera como si jugara
No escribo yo sin embargo
Sino el otro el que verdaderamente
Canta y baila sube y baja
Una escalera cualquiera
En una ciudad cualquiera
Siempre rodeado de espuma
De palpitantes objetos rosados
Que sollozan y que gozan
Siempre provisto de una pluma
Una hoja de papel inmaculado
Miserable criatura
Que parece de carne y hueso
Porque respira tose se desespera
Escribe versos sombríos
Sin razón y sin sentido
Vetustos adjetivos y verbos
Que ya nadie conjuga
Que hace millares de años
Eran quizás estrellas
Que ahora son palabras
Puntos comas y latidos
Quizás poesía

***
Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924-Milán, 2006)