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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

miércoles, 16 de agosto de 2023

sylvia plath / canción de la mañana







El amor te puso en marcha como un robusto reloj de oro.
La partera manoteó las plantas de tus pies, y tu grito calvo
Tomó su lugar entre los elementos.

Nuestras voces resuenan, magnificando tu llegada. Estatua nueva.
En un museo descampado, tu desnudez
Oscurece nuestra seguridad. Te rodeamos impasibles como paredes.

No soy tu madre más
Que la nube que destila un espejo para reflejar su propia y lenta 
Desaparición entre las manos del viento.

Toda la noche tu aliento de polilla
Titila entre las insípidas y rosadas rosas. Me despierto a escuchar:
Un mar lejano se mueve en mis oídos.

Un grito, y me tropiezo de la cama, pesada como vaca y floral
Con mi camisón victoriano.
Tu boca se abre limpia como la de un gato. El marco de la ventana

Palidece y se traga sus opacas estrellas. Y ahora compruebas
Tu puñado de notas; 
Las vocales cristalinas se elevan como globos.

***
Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963)
Versión de Juan Carlos Villavicencio

/

Morning Song

*

Love set you going like a fat gold watch.
The midwife slapped your footsoles, and your bald cry   
Took its place among the elements.

Our voices echo, magnifying your arrival. New statue.
In a drafty museum, your nakedness
Shadows our safety. We stand round blankly as walls.

I’m no more your mother
Than the cloud that distills a mirror to reflect its own slow
Effacement at the wind’s hand.

All night your moth-breath
Flickers among the flat pink roses. I wake to listen:
A far sea moves in my ear.

One cry, and I stumble from bed, cow-heavy and floral
In my Victorian nightgown.
Your mouth opens clean as a cat’s. The window square

Whitens and swallows its dull stars. And now you try
Your handful of notes;
The clear vowels rise like balloons.

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