miércoles, 31 de mayo de 2023

hernán lavín cerda / la autocrítica













Cuando te mientes a ti mismo
tú eres el enemigo
y no cuando reconoces que el enemigo
tenía en parte la razón: pues solamente de este modo
lo aniquilas y con el peso de tu vergüenza lo desarmas.

Pero no habrá perdón para quienes sólo ahora
decimos "sí, es verdad lo que él ha dicho",
y sin embargo hasta ayer manteníamos un silencio cómplice
por temor a que lo supiera el enemigo.

***
Hernán Lavín Cerda (Santiago de Chile, 1939)

martes, 30 de mayo de 2023

efraín barquero / la familia diezmada










En esta hora somos la familia diezmada
y tú, madre, eres la sombra más espesa
donde un niño viene a sentarse en un rincón
con un gallo moribundo entre los brazos.

Llora la madre como una casa destruida,
llora con todo aquello que no sabe llorar:
la mesa, el lecho, la piedra de moler.
Porque tiene el pecho apretado con los nombres
de los que cayeron en un lugar desconocido.
Brillarían ahora los muertos en su boca desdentada.

Escarba la madre con sus uñas partidas
entre la soledad sin rostro de los muros,
mientras revuelve algo muy lento en una olla,
algo como un pájaro, como un hondo recuerdo,
cubierta enteramente de plumas chamuscadas.

***
Efraín Barquero (Piedra Blanca, 1931-Santiago de Chile, 2020)

lunes, 29 de mayo de 2023

pablo de rokha / romance de emigraciones


Piedra de olvido, un sol de maldición ladra a la espalda de los migratorios como un Rey asesinado; aún se escucha el lamento colosal de la palmera, cuando el simoun la azota, en el grande árabe despedazado como maleta de viajero, sudando copioso espanto por lo infinitamente arcaico en lo contemporáneo, y los despavoridos fantasmas, tal como los muñones de civilizaciones podridas y formas sociales náufragas como jáquimas de animal pisoteado por un dios antiguo, los patean; el camello de Mahoma o el águila de Juan de Patmos, que relumbran en la montura del materialista piadoso, dan vino con oro a los antepasados de aquesta gente soberbia que tiene humilde voz con truenos ardiendo; son frutos llagados y despavoridos de las grandes hambres bíblicas, del látigo de pánico que levantó las pirámides abofeteando lo infinito, de las castas marcadas en las nalgas en las cloacas del Ganges, de la política general de los Señores de Horca y Cuchilla, edificada a patadas sobre la miseria de los Siervos, de la religión que los humilló con la caridad pública santificando las cadenas, y traen los antiguos genes bramados y acuchillando contra todas las cosas, contra todas las formas, contra todas las sombras; su horror ancestral y acusatorio es lúgubre como el moho de los sepulcros o los abandonados patíbulos, y existe un galo terrible e indescriptible, un ombriense, un edo, un bitúrico, un auverno, conducido por Belloverso o Sigoverso, o un Kimris bárbaro en los subterráneos migrantes de estos viejos ecos sangrientos de los grandes éxodos.

Todos son ancianos como de nacimiento y lágrimas, los ganados y los caballos le enseñaron a plantear el problema del mundo a las generaciones, y la personalidad iconoclasta del patriarca los coronó de jefaturas frustradas y sepulturas sagradas o primogenituras lúgubres y voluntad de poder herido, aún en los desvanes apolillados, aún en los tristes comercios, aún en los dolientes, envilecidos, feroces negocios del horrendo afán de la vida; es una gran guantada a la quijada de Dios y un escupo a la soledad del hombre, la carroña del emigrante, el cual no alumbró jamás la estrella roja de los temerarios; mordiendo los imperios como un lobo social, abofeteando las civilizaciones con los brazos cortados, aquellos no vinieron galopando, salteando, guerreando épicamente como el Conquistador, llegaron por debajo, arrastrándose contra las costras de la domesticidad y la miseria, ni fueron héroes desarrapados y grotescos, ni mártires de aquella ruin pelea por la comida, que revienta y relampaguea su corneta de horror desde el origen del hombre, errados, agusanados, el espantapájaros de EL les araña las espaldas y traen adentro los ghettos del siglo XVI, rugiendo como carneros de fuego; el pollerón de hierro del beduino hecho con cuero de culebra y sol, la chaleca de balas y paja del nórdico y los zapatos oceánicos del Mediterráneo comedor de miseria con polenta, el sombrero de espadas del español, el paletó con bolsillos-maletas-lacrimatorios del ajo, el cerdo y la escuela de la moneda enronquecida del poblador de Francia, el ojo de vidrio internacional del chino, forjado con andrajos huracanados y la única y última muela del japonés, cuyo tambor negro está tocando una gran marcha fúnebre en el corazón del mundo, y al cual le oímos únicamente los chilenos del extremo-océano del Sur la gotera coral del llanto de Hiroshima, dan resplandor con estupor a la criminalidad burguesa, como un hocico de chacal adentro del infierno; indiscutiblemente, hay sensación de escupos y cadenas sobre sus lomos, y un yugo colosal, de luto, sudado de feroces yuntas de mujeres, de bueyes, de serpientes o de esclavos en la pupila gris, a la manera de la ceniza, la carcajada de la hiena-macho, como espantoso aldabón de panteón les patea el pecho, las monturas conquistadoras los andan mordiendo y persiguiéndolos, y los huesos de los cuerpos dan un rugido que se parece al de la caída de un ataúd al mar, porque, por dentro del esqueleto acerbo están ardiendo los piojos de las emigraciones, con intención de chacales en celo, y las estepas y los pantanos los hicieron a dentelladas de huracán, cuando además la lengua les cuelga como campanada de funeral o badajo despavorido, golpeándose el corazón; el fenicio, el hebreo, el vikingo y su hermano total el normando, vestido de pellejo rojo, son murciélagos de acero que les aprietan la garganta a los contemporáneos con las mandíbulas del pasado, y todo es copretérito y pospretérito e infinitamente arcaico en sus asuntos irremediables, que devienen migración a la espalda de los carneros mitológicos, por las aguas y los pastos o el pan tremendo. 

Buscando los tramos de la historia o a Dios, de alto-abajo, la invasión se derramó como jarra de vino en una borrachera, y nunca tornarán a su patria sino marcados, pateados, despedazados con furor tremendo por el Señor de los Ejércitos, ladrón y titiritero de la humanidad, con su gran pingajo de sangre; la humillación les arde como un tajo en la cara, y empuñan acordeones como puñales de rufianes en las bodegas de los barcos, porque la hombría petrificada los convirtió en carbón ardiendo, si no les hubiese azotado, y ensuciado y arrastrado tanto el destino y la ofensa social no fuera tan horrenda, enfrentados como enemigos de la sociedad canalla, pudieron ser héroes o líderes, pero, desvencijados como carretones de atorrante, nocturnos, miserables, celosos, son el muérdago que abraza y corroe, que agranda y corrompe, que aparta y desoye como una dual bandera vil, (aunque las más negras banderas también son sagradas), encadenando a sus verdugos y organizando una gran familia oportunista de gitanos del Estado de Las Tinieblas, y todos los perros los mordieron como a los antiguos apátridas.

Por padecimiento social los aprecio y los desprecio, porque la lástima y la misericordia ofende a la criatura; sin embargo, son desventurados en tal manera e infrahumanos y sobre-humanos en la misma medalla, que la humanidad les arrastra como corbata de tormenta, enarbolándolos por encima de La Bestia Humana más roñosa y envilecida, si ello es posible, ya que la desgracia total no los convirtió en estatuas, como al solo y terrible socio de los abismos que emigró atardeciendo en la cubierta del Infierno Mundial de los trasatlánticos: el desterrado; el hueso de fuego del resentimiento del ratón con volición de león, les está royendo el tormento y se levantan como palancas desde la miseria, enmascarados de tigres civiles y de capitalistas-verdugos en la tercera generación, enmohecidos como fierro viejo, son acero triste y mortal de desván de invierno y posadas sin entrañas, condición humana y veneno, flor de la carroña y balazo de caballo en las batallas democráticas, vocabulario de esclusa, de la cual se extrae una gran substancia fundamentalmente heroica, como un gran aroma del estiércol, poza de agua y cisterna feliz de los camelleros sedientos, como mordiendo los desiertos, la soledad les roerá los talones polvorosos y andariegos, con su can obscuro y un silbido de culebra enrollándoseles a la garganta como bufanda de oro, o como espada de fuego, les va a otorgar una dignidad que no entienden; arrinconados entre la heroicidad sangrienta, aterradora, proterva de las caballerías y el comercio del infierno del buhonero, los «caseros», los «coños», los «gabachos», los «gringos», los «paisanos», los «bachichas», le pelean a la existencia sacos de años, y se derrumban como basuras en los sepulcros ultramarinos que parecen ultraterrenos, o como mirando la eternidad con ojos vacíos, en la miseria como poetas, los unos, en la riqueza como horteras, los otros, en el desierto eternamente, solos contra solos, envejecidos, apolillados, embrutecidos por el dolor del terror animal y el trabajo, infinitamente cargados de familia y de vestiglos, después de haber sufrido y haber querido lo que pudiere ser imprescindible para ser jefes de hombres, y la patada bestial del pasado sobre ellos cae; comprendo que aquellos que sufrieron tanto y tanto comerciaron y ensuciaron y arrasaron su corazón con el dinero, no saben qué sucede adentro del espíritu, pero como fueron eternamente viejos e inocentes, completamente inocentes porque creyeron en la inocencia, la infinita poesía realista de la domesticidad ensangrentada se les enredó en las arrugas, adentro de la gran aventura criminal de existir, en la cual los siento viajeros de mi embarcación, vecinos y paisanos del tren terrible de la vida épica, camaradas y criaturas sin énfasis del afín medular haciendo el comercio irreparable de todas las vidas, con las tripas afuera; ¡oh!, hermanos míos!...

Emigraron los germanos, los vándalos, los alanos, los suevos, los normandos, los godos, los visigodos y los ostrogodos, los judíos y los pelasgos y los mahometanos y los mongoles, y los galos y los vascos, no emigró el grande hereje y patriarca Job, pero el toro enorme y rojo denominado Moisés fue capitán de emigraciones, por cruz y entroncamiento de emigrantes con emigrantes, crecieron los pueblos y las Metrópolis; y guerreando en ciudades tentaculares, naciones contra naciones, de los antiguos mitos de la sangre emergió el porvenir relinchando como caballo en libertad, y el olor a pólvora dilató perfumó las camas de los héroes, y atrajo a las doncellas al canto de gallos de los guerreros, porque el hombre es la primera bestia de presa que empuña los brazos armados y escribe; y la invasión fue migración frecuentemente a cuchilla, o asalto de mendigo o de bandido, gran cruzada de Religión a la cabeza del mercado y sus mercaderías, a espaldas del cañón, el mesón y las marmitas del Mercado Persa, baratijas y pacotillas, la compra-venta y las sucias monedas del negocio del héroe en pelotas de las recovas: burgueses de Calais o súbditos de Constantinopla, los piojos furiosos de la migratoriedad les escarban las entrañas y las vituallas como sepultureros, cavando los osarios de los viejos en función de los nuevos ciudadanos de la Humanidad; o plantando por debajo de la sociedad, con azadón de ayer alegres álamos...

A la orilla del mar de la muerte, todos son escombros: ellos nos trajeron cuando se hicieron comerciantes, las especias y la botellas y murieron en condición de emigración o inmigración tremenda; tronaban sus garrotes en domesticidad siguiendo al alcohol furioso, o eran las hienas del arenal infinito sus amarillos cómplices hogaño, como antaño los vientos ardiendo las grandes y feroces nieves que parecen y son osos remotos, o la esterilidad agraria que aúlla de hambre; pero el sudor comercial y el funeral del mundo los arrasó en su ventarrón de horror, y restan sus pellejos; a las hembras cansadas de parición en parición, heridas por la edad remota, envejecidas como monedas de tristeza, les responden los varones desvencijados como el mostrador de las viejas tabernas o el pabellón de las viejas leyendas, como catres de hoteles ignominiosos, como rufianes muertos, como bacinicas de verdugo o de krumiro o de traidor a su patria y a su clase, como valijas de espías en fusilamiento, como colchón de puta vieja, como bastón de mendigo sin mendrugo ni parientes que siquiera lo escupan; la tierra entera es huella de vagabundaje, y los zapatos desvencijados de los seres humanos se gastaron contra la historia del mundo; se arrojó la capitanía a la matanza mundial de las conquistas porque el hambre la empujó, y robando, asesinando, violando, saqueó culturas y civilizaciones, y a la espalda del héroe-criminal, chorreado como espantajo colosal de escupos y relámpagos, arrastrándose, el emigrante traía la cocina y las artesanías menores, de donde emerge el arte; analfabeto, dio civilización y técnica, porque extrajo de la domesticidad sublime y útil, pacificadora, la heroicidad gris del asno de llanto y ceniza de los pobres y tristes comercios; como dios roto y pateado de la quincallería y la astucia putañosa y sudorosa de escupos, este iracundo ente hecho con cebo y huesos de perro, se levanta detrás de la clientela, grandioso y abominable, goteado de epitafios y relación humana; y de repente, se queda mirando un punto que no existe y es su destino; sin embargo, una gran caída de sol en el Imperio, frente a frente a las gordas barcazas de los plebeyos y los labriegos, al pie de los escampavías heroicos, un perro con llanto, un puñado de puertos logrado en plantación frutal, con pañuelos estremecidos y cárceles les arde, y se les caen las lágrimas a mis antepasados feudales; a patadas se hundirán en la tumba como un mendigo solo o un gran poeta; y los retratos de los generales o los coroneles tremendos, que eran soldados de caballería a pie, o fantasmas de la pequeño-burguesía en calzoncillos, con bigotazos de antiguo e ilustre difunto, han de ir rodando de remate en remate, como zapato de borracho derrumbándose en un abismo.

Ellos no fueron generosos de pólvora y sol, no comieron fuego y hierro y no vistieron cota de mallas de acero, montados a caballo por debajo de una gran luna asesinada, ni le partieron, ni le mordieron el corazón al enemigo, no patearon desesperados las entrañas del clan vecinal por ambición señorial o geográfica y apetencia de jerarquía; no; acorralados entre ratones tristes y casas de remate mandaron los andrajos emputecidos del dinero y la riqueza menor, o nadaron en la suciedad plutocrática, ya quebrados tardíamente, cuando los años trizaron las glándulas de secreción interna las vísceras crujieron como las bisagras enmohecidas del cementerio invierno muy adentro, lloviendo, a la hora tremenda del ladrón, y la familia oportunista renegó de los viejos romeros acorralados por la sequía y la esterilidad arcaica desde el sumerio al egeo exactamente; como y todo gran artista potencial, eran caudillos y gobiernos sin muchedumbre, que devienen acordeones o colchones enfurecidos, y cantaron las cosas grandiosas con el lenguaje de las obras remotas del aventurero sin porvenir ni fusilería; su actitud fue envejeciendo como sus pantalones sin esperanza, y cayendo en la orfandad de aquellos que araron las aguas, y se pudrieron «sin padre ni madre, ni perro que les ladre» a la orilla de las antiguas pipas, comidas de humo y desolación por contradicción histórica y régimen. 

Venían, como polillas, de familias en desintegración y anchas naciones, muertas o países sobrepoblados y hambrientos, traían la marca del hampa o el rumor nacional de los esteros, sufrían el complejo de migración del apátrida y el expósito en la callampa azul del alma; fracasaron como fracasaron todos o como líderes o como bribones o como ladrones o conquistando imperios con trasero de mujeres, o santificados; como el ser humano es exactamente horrendo en todas las patrias y estará solo aquí o allá o adentro de la multitud ensangrentada, los que partieron tras un pan hallaron la suerte y la muerte y el ventarrón de la desgracia desventurada les azotó el corazón empujándolos a los camposantos; comieron y bebieron precariamente, mirando el suceder en las botellas y se jodieron, como los Grandes-Duques de Jorge Manrique; cargados de batallas, agusanados de deberes y ocupaciones, las enfermedades obscuras del rico, les corroyeron los esqueletos aterradoramente y el bienestar póstumo les goteó la melancolía por aquellos copretéritos hambrientos en que el pasado les mordía las entrañas, porque tuvieron hambre del hambre; parecían naciones arrasadas en las que viviese un ratón terrible, o un campo de batalla con los zapatos puestos, llorando como un avión roto; un camino innumerable se les extiende infinitamente, horrorosamente, extranjeramente y se retuercen de angustia y perecen por ahorcamiento, ahogados y aplastados de carreteras; como equipaje loco arruinándose de horizontes son borrados; y restan las colillas de los cigarros estupefactos que, fumaron cuando lograron sobreponerse a la cadena de la faena ruin, despedazándola a dentelladas.

Andando con ellos adentro, fueron el retrato de El Hombre.

Huyeron de la Mongolia o la Mesopotamia, perseguidos del infinito, con el Judío Errante a la cabeza, rugieron con la migración abrahámica lanzando el viejo peñasco negro de la Kaaba de Mahoma al corazón del diablo, o mordieron los desiertos del Sinaí a la sombra del Arca de la Alianza, degollando, violando, asesinando por la voluntad de Jehová, «el Todopoderoso», o echando abismo abajo las murallas de Jericó, con el bramido colosal de las Trompetas; siguiendo los ríos marinos de la Oceanía o las corrientes enfurecidas y atrabiliarias los botaron como pedazos de naufragio a las playas desiertas, los asesinaron o los llevaron pacíficamente en sus terribles lomos desde el Callao a las palmeras polinésicas de las Islas Marquezas en las emigraciones arcaicas del Mar del Sur, bajo el timón del Barón de Humboldt, Gran Capitán del Océano Pacífico, y se suicidaron o se arrastraron agonizando, no como pioneros y aventureros de Thor sino como hijos de la vergüenza y las tinieblas de la vida y como mártires de la miseria, cargados de patadas y pingajos; no hicieron nunca de conductores de hombres, pero no hicieron nunca de segundones de hombres y nunca los mandaron, pero los marcaron humillándolos. 

Poetas de la ruina humana y el escombro social, su vocabulario es su espanto; comedores de escabeche y aceitunas, bebedores de aguardiente, degustadores de miel, aceite y leche ácida, el higo y el vino los acariciaron y el coyote y la hiena risueña y vil; o cruzaron el Mediterráneo gritando con una alfombra persa en la garganta; por el estrecho de Behring, en la península de Alaska, erraron los tramos de los arcos volcánicos de la espina dorsal andina, seguidos del perrito de los milenios y bajaron a Yucatán, en el gran culo del Caribe, en el cual fundaron el barroco insular americano; salen de Flandes a pata pelada y hambrientos; con el normando Igor llegaron a Constantinopla, soñando y sudando lo que no hicieron nunca ellos por ellos los rus nórdicos, o con Erico, el Rojo, vinieron a propagar la vid, madre al arte de sentirse dios entre los hombres, y adelantados de la más colosal capitanía en el ensueño; y trajeron a Chile una gran lágrima: la flor del Líbano. 

Los escupió el fantasma del paso del tiempo desde la Gran Muralla China, y las inmensas puertas de Jerusalén les vaciaron aceite hirviendo o excrementos, Esparta, Babilonia, Alejandría los besaron encadenados, y eran esclavos en la antigua ciudadanía imperial de la Roma anterior a Caracalla; judíos o mahometanos, los echaron de las Españas, que engrandecieron, como al Hebreo del Egipto, o al beduino de la Tierra Santa que Judá invadió y arrasó en emigraciones guerreras, y batallas de vagabundos con vagabundos; prisioneros de guerra o extranjeros en los imperios o en los incarios americanos, el azteca, el mejica, el huasteca, el quechua-aymara, el caribe, el maya-quiché, el pehuenche, los consideraron misterios, en recuerdo de los primeros hombres barbados que llegaron desde el Oriente o desde el Poniente ultramarino, pero no comieron, no bebieron, no durmieron con ellos, como hombres, sino como dioses blancos, encima de las hembras copiosas de las oceanías místicas; gentes de viaje, el horizonte los arrastró en su ímpetu azotándolos contra las rocas; oliendo a camello o león inferior, a brea marina y a navegaciones nocturnas, a catacumba o a sepultura, vagabundos, andariegos, trotamundos, asoman atardeciendo por los pueblos tremendos, entre un gran ladrido de canes; los chiquillos despavoridos les quedan mirando como a payasos o titiriteros y les sonríen; pero, como vientos terribles los arrasaron en las penurias de las embarcaciones y los transformaron en estropajos, los vencieron los tormentos. 

El Patriarca, el Señor Feudal o el Burgués los explotó y los ofendió con la caridad o la misericordia, que es el escupo de los débiles y como absolutamente todos los humildes fueron especialmente hechos por la Naturaleza maternal para la patada del fuerte, aqueste ser agreste y subterráneo de la quijada a la guantada y el trasero al puntapié caritativo.

No son gitanos ni rufianes, ni líderes, ni hampones, o santos de llanto, meadas y tinieblas enmascarados de Mesías, ni poeta-tonys con las babas caídas: entes de carne y sangre, apabullados y feroces, como funcionarios o como magistrados o todos aquellos que naufragan cohabitando a la manera de los perros, adentro de la agresividad comercial de los Diplomas; mordiendo, arañando la propiedad privada, se agarran a la inmunidad de la autoridad que otorga el dinero, exactamente como los murciélagos a las vigas heridas de las ruinas; y cuando van a dar a la miseria total los patean, como a obispos o bandidos en jubilación, como a ajadas, antepasadas y lúbricas cortesanas, al pie de las iglesias o entre los puentes de humo del recuerdo, como a Ministros de Estado caídos y al General sin generalato, como a la Sara Díaz y al tonto Urrutia, violado y capotizado antes de casarse, (los dos murieron por envenenamiento con dinero simoníaco robado a la familia en la antigua heredad licantenina), como a antiguos contrabandistas, en decrepitud que persiguen adolescentes, con dinero y sin hormonas, como a podridos antologistas errados y degenerados que componen crestomatías de pedagogía inferior, escribiéndolas en el pellejo del infierno con acerbo punzón de horror, como el carcamal de «Dios», las norias perdidas, que incendió en condición de eunuco, en los desiertos del alma… El sollozo de la vida marchita y el huracán de Jehová, que es temible, les siguen constantemente como el asesinato a la ametralladora, andando o llorando inmortalizan el andrajo desventurado que es el ser humano, y desde adentro del abismo se enfrentan al gran destino criminal, porque tan acerbos seres reflejan en su actitud de cruz ensangrentada, toda la historia del mundo.

***
Pablo de Rokha (Licantén, 1894-Santiago de Chile, 1968)

domingo, 28 de mayo de 2023

sophia de mello breyner andresen / revolución









Como casa limpia
Como suelo barrido
Como puerta abierta

Como puro inicio
Como tiempo nuevo
Sin mancha ni vicio

Como la voz del mar
Interior de un pueblo

Como página en blanco
Donde el poema emerge

Como arquitectura
Del hombre que yergue
Su habitación

***
Sophia de Mello Breyner Andresen (Porto, 1919-Lisboa, 2004)
Versión de Raquel Madrigal Martínez 

/

Revolução

*

Como casa limpa
Como chão varrido
Como porta aberta

Como puro início
Como tempo novo
Sem mancha nem vício

Como a voz do mar
Interior de um povo

Como página em branco
Onde o poema emerge

Como arquitectura
Do homem que ergue
Sua habitação

sábado, 27 de mayo de 2023

natália correia / quejas de las almas jóvenes censuradas









Nos dan un lirio y un canivete
y un alma para ir al colegio
más un letrero que promete
raíces, tallos y corola.

Nos dan un mapa imaginario
que tiene la forma de una ciudad
más un reloj y un calendario
donde no viene nuestra edad.

Nos dan la honra de maniquí
para dar cuerda a nuestra ausencia.
Nos dan un premio por ser así
sin pecado y sin inocencia.

Nos dan un barco y un sombrero
para hacernos el retrato.
Nos dan entradas para el cielo
llevado a escena en un teatro.

Nos peinamos los cráneos yermos
con las cabelleras de las abuelas
para que jamás nos parezcamos
a nosotros cuando estamos solos.

Nos dan un pastel que es la historia
de nuestra historia sin enredo
y no nos suena en la memoria
otra palabra que el miedo.

Tenemos fantasmas tan educados
que nos dormimos en su hombro
somos vacíos despoblados
de personajes de asombro.

Nos dan la portada del evangelio
y un paquete de tabaco
nos dan un peine y un espejo
para peinar a un mono.

Nos dan un clavo preso a la cabeza
y una cabeza presa a la cintura
para que el cuerpo no parezca
la forma del alma que lo busca.

Nos dan un ataúd hecho de hierro
con embutidos de diamante
para organizar ya el entierro
de nuestro cuerpo más adelante.

Nos dan un nombre y un periódico
un avión y un violín
pero no nos dan el animal
que clava los cuernos en el destino.
Nos dan marineros de cartón
con sello en el pasaporte
por eso nuestra dimensión
no es la vida, ni es la muerte.

***
Natália Correia (Fajã de Baixo, 1923-Lisboa, 1993)
Versión de Raquel Madrigal Martínez

/

Queixas das almas jovens censuradas

*

Dão-nos um lírio e um canivete
e uma alma para ir à escola
mais um letreiro que promete
raízes, hastes e corola.

Dão-nos um mapa imaginário
que tem a forma de uma cidade
mais um relógio e um calendário
onde não vem a nossa idade.

Dão-nos a honra de manequim
para dar corda à nossa ausência.
Dão-nos um prémio de ser assim
sem pecado e sem inocência.

Dão-nos um barco e um chapéu
para tirarmos o retrato
Dão-nos bilhetes para o céu
levado à cena num teatro.

Penteiam-nos os crâneos ermos
com as cabeleiras das avós
para jamais nos parecermos
connosco quando estamos sós.

Dão-nos um bolo que é a história
da nossa historia sem enredo
e não nos soa na memória
outra palavra que o medo.

Temos fantasmas tão educados
que adormecemos no seu ombro
somos vazios despovoados
de personagens de assombro.

Dão-nos a capa do evangelho
e um pacote de tabaco
dão-nos um pente e um espelho
pra pentearmos um macaco.

Dão-nos um cravo preso à cabeça
e uma cabeça presa à cintura
para que o corpo não pareça
a forma da alma que o procura.

Dão-nos um esquife feito de ferro
com embutidos de diamante
para organizar já o enterro
do nosso corpo mais adiante.

Dão-nos um nome e um jornal
um avião e um violino
mas não nos dão o animal
que espeta os cornos no destino.

Dão-nos marujos de papelão
com carimbo no passaporte
por isso a nossa dimensão
não é a vida, nem é a morte.

viernes, 26 de mayo de 2023

eugénio de andrade / es urgente el amor










Es urgente el amor.
Es urgente un barco en el mar.

Es urgente destruir ciertas palabras,
odio, soledad y crueldad,
algunos lamentos,
muchas espadas.

Es urgente inventar alegría,
multiplicar los besos, las mieses,
es urgente descubrir rosas y ríos
y mañanas claras.

Cae el silencio en los hombros y la luz
impura, hasta doler.
Es urgente el amor, es urgente
permanecer.

***
Eugénio de Andrade (Fundão, 1923-Oporto, 2005)
Versión de Raquel Madrigal Martínez

/

É urgente o amor

*

É urgente o amor.
É urgente um barco no mar.

É urgente destruir certas palavras,
ódio, solidão e crueldade,
alguns lamentos,
muitas espadas.

É urgente inventar alegria,
multiplicar os beijos, as searas,
é urgente descobrir rosas e rios
e manhãs claras.

Cai o silêncio nos ombros e a luz
impura, até doer.
É urgente o amor, é urgente
permanecer.

jueves, 25 de mayo de 2023

irma cuña / neuquina












Nací en Neuquén, oasis del desierto. 
Inmenso reino del potente viento, 
millonario de arenas y de piedras, 
Arauco triste de gente nueva:  

tengo el alma aborigen y labriega.   

Nací en Neuquén, nostálgico del indio 
para quien fue "el audaz y el atrevido"; 
el extranjero lo pobló de arados, 
de frutales, de viñas y de álamos,  

pero él siguió soñando con las tribus.  

Nací en Neuquén y por las noches hondas, 
cuando todo se acalla, mi alma loca 
trepa las bardas, atraviesa el río, 
y tras la Cruz del Sur halla el camino  

que conduce al secreto primitivo.  

Y cuando lejos parta no habrá olvido 
para mi valle, mi arenal, mis ríos, 
ni el salvaje furor del viento terco: 
nací en Neuquén, sonrisa del desierto
y en él quiero dormir el largo sueño. 

***
Irma Cuña (Neuquén, 1932-2004)

miércoles, 24 de mayo de 2023

ernesto carrión / tres poemas









Los hijos de Charly García

I

Somos ninguno. La tradición nunca nos conocerá. Por eso nunca nos comerá la boca. Estamos en los bordes. Siempre nivelándonos en los bordes vitales. Buceamos y nos asoleamos desde allí. Somos ninguno.

De jóvenes tuvimos un piso pobre y raro que olía a pura hierba. En vano tratamos allí de santiguarnos sin tener pruebas de que la luz amarilla era una luz demasiado falsa.

No queríamos bronca, pero nos encontraba siempre.
La bronca. Así sucede. Cuando uno menos cree en las cosas el mundo se indispone.

 

II

No nos enamoramos porque solo teníamos permiso para rompernos. El estampido de los huesos cayendo sobre la fusta fría de la noche. La noche completa era una obra que nadie había visto nunca.

Éramos ninguno pidiendo pruebas a otros para empezar a arder. Hacíamos el amor con los amantes de nuestros padres para hacer el amor con nuestros padres. Y estábamos de acuerdo en que los perros y nosotros estábamos de acuerdo.

Aunque luego reclamábamos por caer en deducciones, en ideas vertiginosas. Dibujando unos versos pegados a tu estropeada garganta en lugares públicos.

No queríamos bronca. Así sucede. Había aceleración y tranzas para entretenernos.
Era lo mismo la oscuridad que formar parte de todo.

 

III

Si fuera chileno te diría que nos hiciste mucho daño, concha de tu madre. Y que eras polvo, tierra, y la madre junto a los hijos tendidos en la estera donde resurge un sueño.

Te diría que éramos apenas unos niños cuando escuchamos la promesa de una vida sin futuro en algunas de tus canciones.

Y que mucho antes de la imagen se mastica un lápiz. Aunque, en lo que respecta a la música, nuestros sueños eran casi la totalidad de un grafiti. 

Ningún sol nos transfería todavía sentimientos confusos. Sin embargo, aprendíamos a desmecharnos y a perder el calcio con tonta dureza.

Éramos ninguno, antes de ninguno. Y éramos el resto, después del resto. Blanda y tiesa guarida con puertas siempre abiertas a la calle.

 

IV

Si supieras lo que tus hijos aprenden en la sangre, pasándola súper bomba con doscientos fantasmas.

Si supieras que no hay drogadicto bello, pero tampoco mal conservado.

Si al menos contestaras una sola de nuestras cartas, con tantos años y tierra de por medio.

Exploramos la parte brava cayendo en la poesía, una y otra vez, con una esperanza borrosa.

Vivimos de la música y de unas letras flotando en la bañera, llena de mugre rosa, cubiertos de sal.

Tu creciste con Videla. Nosotros con videojuegos.

Somos una porción de bruma mal calculada que despertó en una fábula extraña donde nadie sabe al final cómo acabar con todo.

Paseando por autopistas donde el Diablo y Jesús son otra pareja de militares vestidos de lentejuelas, perdiéndose en la noche.

 
~
 
I can't breathe since I can't breathe


Y traen cazadores para nacer. Hay que matar primero. Por nueve minutos el rocío no resplandece sobre los escarabajos del jardín.

Hay máscaras de Ulises invadiendo las aguas, los cañaverales.

Por nueve minutos la piel como un tambor cruje en un corral sudoroso, de espaldas al cielo.

Hocicos escondidos bajo tierra disparan a los pájaros, buscan otro jefe para su tribu.

Nacer es dejar la tierra para entrar en la herida.
Nacer es caer del útero si hay hambre como una res que grita en cámara lenta frente a un espantapájaros.

George Floyd es un toro vendado que respira con su corazón negro: crece como un eco de Motown y Jaimaca.

George Floyd cultiva colmillos contra el dolor.

Hay máscaras de Sebastián de Benalcázar, de Hitler y Hernán Cortés comiendo huesos educadamente en un zoológico.

Traen cazadores para nacer, para arrancar las ramas de cualquier bambú.

Por nueve minutos la tierra inconquistable se emborracha de puñales y herederos.

Millones de esqueletos desnudos descubren sus estatuas de sal encadenadas.

Sus sueños serán cenizas sobre el pavimento.

~

Cementerio de poetas I

*

Vi poetas muertos trepando por el alambrado. Pidiendo para revivir una maldita llanura.

No se parecían a nadie y eran todos idénticos a unos obispos de hierro.

Poetas muertos que traían sus encefalogramas colgándoles del cuello como una credencial especial para ingresar al mundo.

Haciendo versos adictivos entre las ondas peligrosas de sus enfermedades.

Poetas muertos que juraban que, si les dábamos esa llanura, la muerte se llevaría finalmente a la muerte por un precipicio.

Cargaban con el temblor en sus mandíbulas herradas. Abrían los ojos para llorar mejor. Y dormían alcoholizados sobre tejados y patios para defenderse.

Vi poetas muertos sedientos de poesía.

Poetas que querían destruir la poesía para escribir sobre ella.

Poetas que recortaban poemas contra el viento sintiéndose muy felices por la desnutrición emocional.

Caminando de espaldas y sudando frente a los muertos futuros de la política y la pólvora policial.

Poetas que en sus vidas anteriores habían escrito en hogares sin tener cómo pagar la luz: escribían como si esos poemas pudieran pagarles la luz.

Olvidando a sus amores; abandonando a sus hijos; dejando incluso de comer con tal de alimentar al poema.

Maldiciendo a otros poetas, pero besándolos en silencio.

Peleando contra los delirios de la vejez. Arrastrando galaxias. Soplando música dentro de sus calaveras. Quemándose enteros.

Vi poetas muertos planeando su retorno. Pidiendo una llanura maldita donde sentarse a escribir.

Porque ahora que habían muerto eran conscientes de que esto era el Infierno. Y que nadie había estado a salvo de cometer una injusticia. Ni de morir en las manos de un hombre con poca paciencia.

Vi poetas muertos robando lo que le pertenece al abismo. Triunfando.

Cargando una rosa en el pelo. Y con un tigre de bengala que los miraba desde el corredor de unos ojos sin córneas, como de vampiro.

Ellos me conocieron. Yo también fui su amigo. Claro que los vi sudar como aéreos actores, alrededor de un arpa. Espantándonos cuando queríamos realmente amarnos.

Y tan muerto como ellos, pude finalmente recordar mi infancia, mi juventud y mi vejez.

Pidiendo revivir un día más, sediento de poesía.

***
Ernesto Carrión (Guayaquil, 1977)

martes, 23 de mayo de 2023

ángela figuera aymerich / la cárcel













Nací en la cárcel, hijos. Soy un preso de siempre.
Mi padre ya fue un preso. Y el padre de mi padre.
Y mi madre alumbraba, uno tras otro, presos,
Como una perra perros. Es la ley, según dicen.
Un día me vi libre. Con mis ojos anclados
En el mágico asombro de las cosas cercanas,
No veía los muros ni las largas cadenas
Que a través de los siglos me alcanzaban la carne.
Mis pies iban ligeros. Pisaban hierba verde.
Y era un tonto y reía
Porque en los duros bancos de la escuela
Podía pellizcar a los vecinos,
Jugar a cara o cruz y cazar moscas
Mientras cuatro por siete eran veintiocho
Y era Madrid la capital de España
Y Cristo vino al mundo por salvarnos.
Sí, entonces me vi libre. Las manos  me crecían
Inocentes y tiernas como pan recién hecho
Pues no sabían nada del hierro y la madera
Soldados a sus palmas cuando el sudor profuso
Igual que un vino aguado
Apenas nos ablanda la fatiga.
Hoy los muros me crecen más altos que la frente,
Más altos que el deseo, más altos que el empuje
Del corazón. Arrastro
Unas secas raíces que me enredan las piernas
Cuando voy, como un péndulo de trayecto inmutable,
Desde el sueño al cansancio, del cansancio hasta el sueño.
Soy un preso de siempre para siempre. Es el orden.

***
Ángela Figuera Aymerich (Bilbao, 1902-Madrid, 1984)

lunes, 22 de mayo de 2023

chrystian zegarra / tres poemas










Resurrección

*

Guardo entre mis objetos personales
los clavos que dejó en mi lecho
el resucitado
 
El madero crucifica la pared vacía
ante la vela oval
te asombras por las sandalias de cuero
por la  mochila de piel
por la osamenta de hombre o lagarto
y yo que no sé del misterio de la carne
sólo puedo mirar la reja abierta
los tres clavos de sangre clavados
en el horizonte de mis ojos de hierro
 
Antes de la cena escuchamos lejanas voces
ecos de ancianos que abandonaban su querencia
para irse a clamar el caos al desierto
(cuentan los niños desnudos de la plaza
que a las tres de la tarde
bajo un sol carnicero
una silueta humana desolló las aves de la iglesia
vistiéndose de cuerpo con despojos recogidos
en el cementerio animal)
 
Toda sacralidad es un acto de locura
 
Ahora yacemos en esta cama de estacas
esperando un cadáver que llega nunca
un cadáver que—según falsos testimonios—
escupe en la mudez de su boca divina
palabras de humo
en el corazón de sus muertos

~

Campo minado


Me tiendo de bruces en esta ladera.
Una fila de hormigas trepa
Las lomas de mi espalda.
La hierba crece como fusiles al borde de este abismo.
Apago cigarrillos en los ojos de los buitres
Que merodean la carne acribillada,
Y acciono la luz de alerta
Ante la inminencia de una escritura negativa.
 
Mis camaradas buscan calzar la noche,
Que baila con cintura de ramera
Y la cuchilla al ras bajo el señuelo.
Es una contradanza que secciona
La ansiedad de los cuerpos.
Un desnudo móvil, cinemático, que se proyecta
Detrás de una escenografía de cadáver.
 
Todos habitan sin falta
Este reino de exterminio.

~

Arte poética


la mueca aún tatuada en el hueco de papel
el exorcismo
el lenguaje súcubo
manos rotas
el vuelo del insecto
el aterrizaje en medio-aire
una camisa de fuerza
una frase desmembrada
un pie mordiendo el borde del abismo
en caída libre
 
el sexo culpable en la raíz del árbol
el hijo del reflejo
la ceremonia enmascarada para nadie
planeta infierno
ojo anónimo
constelaciones de ceniza
y un objeto al alcance de la mano
un objeto para nuestra locura portátil
un objeto para atrincherarse en la batalla
un objeto nada más

***
Chrystian Zegarra (Trujillo, 1971)

domingo, 21 de mayo de 2023

vladimir nabokov / fusilamiento













Algunas noches, cuando me quedo dormido
mi cama se desliza hacia Rusia;
y entonces me llevan hasta el barranco,
me llevan hasta el barranco a fusilarme.
Me despierto y en la oscuridad, desde la silla
donde reposan las cerillas y el reloj,
una esfera fluorescente
como un cañón fijo, me mira a los ojos.

Me cubro con las manos el pecho y el cuello,
ahora, ahora disparan sobre mí -
no me atrevo a apartar la mirada
de la pálida esfera de fuego.

Se paraliza el tic-tac del reloj
de mi aturdida conciencia,
pero nuevamente vuelvo a sentir
el amparo del afortunado exilio.

Sin embargo corazón, cómo hubieras deseado
que todo hubiera ocurrido de verdad:
Rusia, estrellas, noche de fusilamiento
y el barranco lleno de flores de aliso.

***
Vladimir Nabokov (San Petersburgo, 1899-Montreux, 1977)
Versión de Macarena Carvajal

sábado, 20 de mayo de 2023

yuliana ortiz ruano / madre o el retrato de lo insular










Madre sentada al pie de la cama:

Una isla pensando en otra isla. Nacer sobre una tierra que se parte eso es llevar el apellido materno. Como un cargamento de liebres que al caer al mar vuelan mantarrayas. He pensado siempre en la sonrisa de Madre como una abertura en un cartílago sin nombre. Pronuncio su nombre en el idioma de los erizos de mar, único vínculo entre sus vísceras y mi lengua, para preguntar la caída del imperio inexistente.

Hablar es hacer territorio insular sobre la cama, dijo. Hablar es gestar un volcán dentro de la nueva isla inserta en el mar como un ojo devorable.

Madre abre la boca: Limones se hace y rehace en una construcción impecable de génesis-éxodo y apocalipsis. Madre dice que todo trayecto es circular o no es: por ello aguardo con las piernas atadas. Me quito a diario la necesidad de lo recto como única posibilidad del tránsito. Pero no puedo visualizar mi cuerpo: bailarín sufi elevando un vuelo imperceptible.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

*

Retornar a la Madre es hacerse añicos:

He querido ocuparle otra casa que no sea esta de piel de perro y mentira ¿Qué es lo que no ha sido palpado? Habías dicho que solo a través de los dedos podemos mirarnos con certeza por eso me dejabas repasar los poros de tu pecho uno a uno. Doce millones de estrellas durmiendo en la constelación de tu plexo. Madre dormida es una isla en el borde del continente de la cama. Una prolongación de la metástasis del mundo. Una piel que no es negra ni blanca ni amarilla. Un color todavía no dicho por ello existente.

Retornar a la Madre es un acto involutivo. Entonces cada vez que meto mis dedos en mi cráneo invisible, retorno al nombre del primer poblado de la isla de donde vinieron los míos. Si acaso algo me pertenece es el aullido de los que murieron devorados por el incesto, el hambre y los mosquitos.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

*

Nunca te he hablado de la belleza que posees ni de todas las veces que me soñé comiendo de tu carne:

Devorar a la Madre es el único acto involutivo. Tampoco he abierto la puerta de mi vientre para guiarte al mausoleo de los nuestros. Todos los que murieron se encuentran aquí. Abuela construyó un palacio de aguamala y barro de mangle. Abuela baila dentro como una hélice en principio de elevar un algo pesado y tú, doblemente viva, eres ese adentro-afuera que no consigo nombrar. Aún no estoy segura si en esta bóveda vives tú o soy yo la bestia aislada. Aún no he podido atravesar mi piel para mirarme por dentro. Temo encontrar mi propio rostro incrustado en tu rostro es decir, tiemblo por saberme isla. Madre e hija: una isla en el medio de otra isla.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

*

Madre come mientras se derrite el hielo sobre el océano de vidrio de la mesa:

En sus molares transitan los pulmones de la bestia negando su condición alimentaria.

Madre no es asesina, sus molares no destruyen; transforman las piezas del animal en un cúmulo de tierra que será pronto una isla nadando en peróxido de hidrógeno. Una isla nadando en otras islas que me niego a ver. Solo si atravieso a Madre con las yemas de los dedos podré verla realmente, como una víscera sin agua en una isla no descubierta. También quisiera ser comida y triturada. Habitar los intersticios de sus molares. Me urge ser comida, triturada y digerida para saberme isla.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

*

Conozco de memoria la cartografía inscrita en las palmas de sus manos:

Sé por ejemplo que esa línea dibujada un dedo abajo del dedo meñique es el camino que me lleva de vuelta a Pangea. Única isla en mitad de todos los mares. También sé que el remolino de líneas dibuja un mar subterráneo. Música que se escucha a través de los ombligos. He recorrido tus manos tensas y debilitadas por el miedo de que las bocas de tus hijas no digan amor, como un globo de helio infinito apilado para siempre sobre la cama.

Conozco tus manos cuando se hacen puño que rompe una red que no sostiene nada: en eso también se parecen tus manos y las mías: nunca hemos podido tomar las riendas del todo-mundo y del caos que nos otorgaron.

Conozco tus manos que trenzan caminos a través de la hiedra. Tus manos que guardan direcciones que no puedo reconocer por la imposibilidad de mis piernas atadas. Madre me ha enseñado que para caminar en círculos no hacen falta piernas sino dejar que la lengua construya su propio universo a través de las bocinas. Madre me ha enseñado que para caminar en círculos no hace falta más que lengua, una docena de hijas estériles

y un vientre inflable: cadáver de la edad que nos asignan.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

*

Desde el otro lado de mi cráneo han venido los parientes a hablarme de mi condición de ancla pero no han dicho una sola palabra, al contrario, han comunicado silenciosamente que soy lo único que tiene a Madre (isla por excelencia esclavizada) atada aún a este océano que es el mundo.

He decidido soltarte Madre, te dejo que flotes. He decidido soltarte y ya no obligarte a que seas tierra. Aquí todavía te necesitan el plancton, las conchas y las anguilas, sin embargo dejo de anclarte al universo del cual nunca recibiste una palabra legible.

Amar es permitirle al otro no ser para siempre una isla.

Todavía. Y eso es lo terrible.

Nos espera el incendio de las máscaras antes de habitarnos mutuamente.

***
Yuliana Ortiz Ruano (Esmeraldas, 1992)

viernes, 19 de mayo de 2023

jean jacques pierre-paul / cuatro poemas













Nada existe sin un poco de soledad

(Para Damaris Calderón)


hoy descubrí que hay una felicidad eterna,
eterna e incorruptible
dura menos que una rugosa cadencia
 
hoy descubrí que la vida es una nostalgia infinita
cada vez que la primavera se dirige hacia el sur
tenemos todos la posibilidad
de proclamar una vida distinta
aprendí también que detrás de tus ojos
hay poemas desesperados por nacer
las manos solitarias bailan
para defenderse del amor sin fuego
tu mirada nos enseña que la soledad
es desgraciadamente una casa
que nadie habita solo
eres ese verso que nunca pudiste escribir
por eso las grandes aguas del mundo
defienden tu cadencia
como la más impecable de las virtudes
(somos todos nostálgicos de algún delirio)
aquí estoy vecina tratando de ser indeseable
vivir nunca será suficiente
por eso existen los abismos
despertarse consiste en mirar un abismo
hasta abrir los ojos
ningún poeta puede sangrar
más que el río que cruza todos los días
siempre es tarde para hablar
no practicas ninguna táctica de autodestrucción
excepto escribirte
no hay nada más bello
de sobrevivir a nuestra propia autodestrucción
soy el errante cazador de dictadores
eres mi vecina mirando hacia el sur
los dos sabemos que las islas también mueren
los dos sabemos que naufragar
en nuestra propia agua
ya no se llama revolución

~

Puerto-Príncipe on my mind

*

1

Goudougoudou 
cuando una ciudad muere mueren todas las ciudades
goudougoudou
Puerto Príncipe estás en mente 
como un silencio insoportable
estás en mi columna vertebral
en cada uno de mis pelos

goudougoudou
tengo una ciudad de rodillas en el vacío de mis manos
una flor febril
para derribar los colores del mundo
padezco del delirio existencial de las ciudades invisibles

2

Desengaño los caprichos de los cuerpos
olvidados en mi memoria
con la sinfonía de la mano derecha como estrategia
busco tus ojos que todavía desencantan
debajo de los escombros
mi sueño todavía baila desnudo en la calle de los hombres
los perros vagabundos dejan de ladrar
ya no corren detrás de las piedras vertiginosas

el tiempo no tiene sentido
pues en nuestras sienes
se resume todo el deseo de vivir
y las palabras poco a poco se transforman en cataclismos
desde ahora la noche es un seísmo cotidiano

3

Unos hombres de rodillas delante de la puerta del vacío
dan gracias a la vida soñando con palingenesia
mientras que otros maldicen el alba desaparecida
perdiendo poco a poco la fe en la muerte honrada

goudougoudou
Puerto-Príncipe capital de nadie
capital de todo el mundo
capital de todas las artes

el arte hasta el fondo de la nada 
el arte de caer
el arte de levantarse

mientras que los sobrevivientes
exigen el regreso de sus estaciones
mis pasos se pierden en las acequias
y la tierra se vuelve un monstruo 
que devora a sus hijos mis hermanos mis vecinos

mientras que mis islas tratan 
de reponerse de sus metáforas sangrantes
la tierra abre grande su boca
traga a una niña camino a la escuela
una voz desflora la noche debajo de los escombros
para cantar sus lamentos a los dioses

un niño acaba de morir con un sueño azul en sus manos
el poeta esconde en su boca
la canción más antigua de los mundos
“…bella, bella, la vida es bella como un domingo…”

4

Enfurecido contra Dios
contra sí mismo
y principalmente contra los suyos
un sobreviviente deambula sobre los mendrugos del sol
come algunos poemas abandonados en la vereda

luego encuentra a otro sobreviviente 
que apenas le sonríe

con el miedo atrapado en el cuello
espera los primeros delirios del alba
para transformarse en héroe o inocente
la esperanza es el último sueño de un sobreviviente

5

(Puerto Príncipe on my mind: diálogo con una cuidad desesperada)
—¿Has escuchado la ópera de los huesos fracturados? No sé qué hacer, desde el seísmo paso la noche sólo con la muerte. Respiro
constantemente las heridas del silencio. La herida de las heridas.
—Morir es una flor de arritmia que crece irreversible en el camino y la esperanza, una ciudad que desaparece bruscamente
bajo mis pasos de tanto abrazar el vacío. Aquí la muerte es el nombre impronunciable de la vida.
—Los humanos mueren todos los días. Pero un país es un sueño que nunca muere.
—El corazón de la ciudad palpita débilmente porque los horizontes han envejecido. El derrumbamiento de la última catedral
agudiza los últimos gritos. Se acabó el mito de las encantaciones. Se acabaron los cantos ambiguos. Morir es demasiado fácil.
—¿Sabías que el hombre que cada mañana se precipitaba hacia su ventana para asistir al concierto de las nubes no tuvo
tiempo de escribir tu nombre en el libro de las metamorfosis? Se llama Georges Anglade, el iluminado o el incomprendido.
—Entré en una iglesia, había solamente hombres de rodillas. Y pienso: el día que este caos de a luz a la luz tan esperada le
diré al mundo que ya no es mi cobijo.

—Nadie muere por nadie. Nadie muere sin nadie. No hay dolor individual donde la tierra tiembla sin avisar. Oh gran
soñador, algo siempre respira en el fondo de las fallas. Los lugares tienen más memoria, más cantos que los humanos.

6

Mi ciudad vive y muere de pequeñas esperanzas
hoy día vivo en una ciudad sin locura
un sol sin sol
ahora entiendes por qué ya no me asombra
la vehemencia de las estaciones crudas
ahora entiendo porque sangro sin heridas
vivo porque mis sueños viven en mí
porque mi ciudad herida
ha renacido en mis besos

no pienso quedarme
en mi casa de errante nostálgico
esperando que el mundo cambie de nombre y color
tengo que plantar un árbol en tus manos 
debo enseñar a llorar a mis pájaros

sé bien que mi país no es mi destino

soy yo el destino de mi país

los humanos mueren todos los días
sus revoluciones también
pero un país es un sueño que nunca muere.
los inmortales mueren todos los días
los árboles, los ríos también
los edificios, los egos se derrumben todos los días
las soledades se multiplican todas las noches 
pero un país es un sueño que nunca muere
un sueño que nunca muere

goudou-goudou
goudou-goudou- goudou
goudou-goudou
la noche es un seísmo cotidiano

~

La muerte de un país

*

Mi país ha muerto

Y yo también
¿Dónde se guarda el corazón de un país muerto?
¿Qué hacen con sus secretos?
¿Qué se hace con la belleza de las mujeres en un país agonizante?
Mi vida y la vida están llenas de preguntas sin respuestas
Cuando murió mi país
Me fui a llorar en un rincón
A escuchar jazz y morir de vergüenza
Te volviste un hombre sin identidad, sin horizontes
Me gritaron en las calles
Algunos hombres mueren agonizados en el paraíso
Otros recorren naufragios y diluvios sin descansar
Tal vez soy uno de estos
Es difícil aprender a ser alguien
Que viene de un país que ya no existe
Nadie sabe cómo nombrar o descifrar
un país hecho de políticos, escombros y sangre
¿Cuál de tus países ha muerto? Me preguntó el poeta Rendón
Tenemos al menos dos países
Uno externo, físico, aparentemente real
Y muchas veces herido o agotado
Otro íntimo, espiritual, rebelde, soñado e inexplicable

Albergado entre los sueños infinitos
Pegado en las entrañas y llevado hasta el fondo de la nada
Mi pasado ha sido siempre una isla solitaria
Fulgor silente oculto en besos ancestrales
Cuando murió mi país
(y no sabía cuál de los dos)
Era tan profunda
Pero tan y tan profunda mi tristeza
Que ni las palabras
Ni los silencios podían acompañarme
Me preguntaba:
¿Cómo amar un país muerto que sigue soñando?
Yo seguía pensando en la pregunta de Rendón
Más tarde Esquivel me confirmó lo mismo
Los países profundos nunca mueren
Mientras más profundo, más resistente es tu país
Mi mejor opción era entonces transformar este dolor (es decir mi país)
En algo luminoso
Incapaz de sofocarme
Un poema infinito que sabe llorar, bailar, cantar y soñar

Sé que mi corazón no es un país
Pero sus habitantes serán siempre
Grandes luchadores y soñadores
¡Oh mi país infinito ¡
¡Ven a vivir conmigo!

~

Nadie es poeta hasta que la muerte lo confirme

*

Los poetas no nacen ni mueren

Eso parece cierto para algunos lugares
En el litoral central chileno
dicen que el mar habla silenciosamente con el viento
las tumbas son palabras inhabitadas
también cuentan que las mujeres que inventaron las estrellas del sur
no son las mismas que llenan hoy día la catedral del vacío
 
vive hace un siglo bajo una extraña luna
un vecino llamado Nicanor Segundo Parra
cada año él entierra una cruz en el jardín de su casa
para no olvidarse de su teoría vigente
según la cual el humano todo humano que habla es un poeta
el que sangra no tiene nada que contar ni esconder
 
dejó de hablar el idioma de los cultos
eligió el idioma de las hojas secas de su país profundo
como hacen habitualmente los viajeros fracasados
 
ayer mientras él esperaba el nacimiento del nuevo sol
en su jardín lleno de cruces paralelas
le pregunté a Don Nicanor
cuántas vidas habría en una vida
y me contestó que hay dos vidas en la vida:
el capitán y su naufragio
ninguna puede existir sin la otra
pretender elegir entre dos vidas imposibles
es el origen mismo de la desesperación

si prefieres la ausencia de los dioses triviales
si dislocas en tu corazón la profunda música del silencio
si te caes una vez y te levantas cien veces
serás un vecino universal
me dijo el hombre degastado por el viento marino
cien años no son suficientes
para desmitificar tantas locuras
enamorarse del túnel al salir
y reírse de la muerte en su cara
casi todos los naufragios son azules
no todos vemos el sol antes de dormir
mientras el mundo giraba alrededor de su propia cintura
Nicanor se dedicaba a bailar la cueca más alegre de Chile
de pronto vio al último hijo de Cristóbal Colón
dictando leyes en una plaza pública
y se dio cuenta de que toda vida es una patria
o sea un mito que se corrompe por la realidad que engendra
 
ningún país muere antes que su poema
y nadie ama mejor que un poeta que sangra
ningún poeta muere antes que su sombra
de hecho, nadie muere antes que nadie
pues toda muerte es un rumor
 
al que está leyendo o escuchando este homenaje
debo recordar que las palabras no significan nada

si no se reinventan según cada necesidad
mi vecino universal y yo podemos decir
que nadie es poeta hasta la muerte lo confirme
nadie sabe porque está vivo o muerto
hasta que la belleza lo traicione

***
Jean Jacques Pierre-Paul (Jacmel, 1979)

jueves, 18 de mayo de 2023

virginia benavides / de "viaje a los campos sin fónicos"













He cavado en todos mis recuerdos para encontrar tu mirada, Apu. No he visto sino un sol que giraba como cortadora, preciado como negro diamante inexplorado, que me hacía verte des apareciendo, que me hacía escucharte cuando el carro pitaba en las curvas para anunciarse, Apu. Tu estar fugaz en mi sueño entrecerrado en los desvelos como penitencia para escuchar tus pasos, anuncian una metamorfosis. Transpiración y olor a mosca en las casas, cautiverio. Mi pequeño desastre es vivir sin quietud, volar entre los seres para no sucumbir, traumatorio. Y adentrarme en los espejos para retornar con el espíritu de gracia del tiro en flashback. Y así mirarte, Apu, como si me quisieras

~

Descampado ritual de la noche. La invención de la fuga hace que detengas vuelo y encalles en el accidente. Salvación de nadie, el peligro como un pozo sin fondo. Blanca suerte de lo místico: retirarse a tiempo y vivir entre las lilas del campo mental 

~

Pensar el riesgo. Acantile disentido, piedras que se afinan entre lenguas de agua. Liminalearse. Hacer la que se tropieza y ahoga. Río vocal. Memoria freática trazando el paisaje que se deshace al ser leído. Descamparse como atajo o fábula de desapariciones. Escriherirse

~

Escarba la voz un antro de cantos donde aparece la herida. El ojo es un sol que vaga entre los trigales buscando una cuenca para su desorbite de sentido e irradia desesperado por incendiar todo lo que palpita. No sabe que está cerca de encontrarse consigo y su reflejo de astro que alteriza y soslaya altares del tiempo en universos que aún no encuentran retina. Acecha la herida. El campo no solo era un paisaje. Era una palabra líquida, un trapecio que unía cada monte y lago por donde tú andabas naciendo un camino hasta perderte en él, en los puentes invisibles que tienden los estrellados, mudanzas donde nadie te busca

~

Viajero interior. Nada hay en él que pueda alterarse o cesar, ser supernova en camino a una estrella de neutrones o agujeros lumínicos. La fe como emplasto para tus grietas de sentido. Tal certeza entrecorta la respiración de los acantilados donde hay buzos que no salen a flote sino es pensando que se observan desde orillas del magma corazón. El agua se ralentiza y medita en una cosmogonía de seres sombrilucientos en corrientes transmutables con solo pensarlas. Los peces pensamientos se aquietan y danzan las branquias como anguilas ideas mientras nosotros nos seguimos sumergiendo y avistando nados en un mundo cuántico donde nada es verdad pero tampoco mentira. Manantializarse y ser la profundidad del agua y el abandono en nebulosas corrientes. Respiras. Los universos se expanden. Gotea en la intravenosa vía la vida

***
Virginia Benavides (Lima, 1976) Viaje a los campos sin fónicos. Lima: Alastor, 2023.

miércoles, 17 de mayo de 2023

pier paolo pasolini / tres epigramas











A los literatos contemporáneos

*

Os veo, existís, continuamos en ser amigos
    felices de vernos y saludarnos en cualquier cafetería,
en las casas de las irónicas señoras romanas...
    Pero nuestros saludos, sonrisas, las pasiones en común
son actos de una tierra de nadie: una... waste land,
    para vosotros. Un margen, para mí, entre una historia y la otra.
Ya no podemos realmente estar de acuerdo: me estremece
    pero está en nosotros que el mundo sea el enemigo del mundo.

~

Al príncipe

*

Si vuelve el sol, si cae la tarde,
    si la noche tiene un sabor de noche futura,
si una tarde de lluvia parece volver
    desde tiempos tan queridos y nunca temidos del todo,
yo ya no soy feliz, ni gozo ni sufro:
    ya no siento más delante de mí, a toda la vida...
Para ser poeta, se necesita tener mucho tiempo:
    horas y horas de soledad son solo el modo
para formar algo que es fuerza, abandono
    vicio, libertad; para dar estilo al caos.
Yo ya para esto tengo poco: por culpa de la muerte
    que se me viene, en el atardecer de la juventud.
Pero también por culpa de este nuestro mundo humano,
    que a los pobres quita el pan y a los poetas, la paz.

~

A Gerola

*

¡Estilístico también tú! ¡Incluso filólogo!
Hasta ayer eras uno de los cien poetas inciertos:
ahora haces listas de adjetivos, fijas orígenes,
eres sensible al clic, identificas espías;
y descubres cómo es implícito lo explícito
demuestras que los míos no son poemas.

***
Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975)
Versiones de Nicolás López-Pérez
Otra versión de "Al príncipe" en la comparecencia infinita

/

Ai letterati contemporanei

*

Vi vedo: esistete, continuiamo ad essere amici,
felici di vederci e salutarci, in qualche caffè,
nelle case delle ironiche signore romane…
Ma i nostri saluti, i sorrisi, le comuni passioni,
sono atti di una terra di nessuno: una … waste land,
per voi, un margine, per me, tra una storia e l’altra.
Non possiamo più realmente essere d’accordo: ne tremo,
ma è in noi che il mondo è nemico al mondo.

~

Al principe

*

Se torna il sole, se discende la sera,
se la notte ha un sapore di notti future,
se un pomeriggio di pioggia sembra tornare
da tempi troppo amati e mai avuti del tutto,
io non sono più felice, né di goderne né di soffrirne:
non sento più, davanti a me, tutta la vita…
Per essere poeti bisogna avere molto tempo:
ore e ore di solitudine sono il solo modo
perché si formi qualcosa, che è forza, abbandono,
vizio, libertà, per dare stile al caos.
Io tempo ormai ne ho poco: per colpa della morte
che viene avanti, al tramonto della gioventù.
Ma per colpa anche di questo nostro mondo umano,
che ai poveri toglie il pane, ai poeti la pace.

~

A Gerola

*

Stilistico anche tu! Anche tu filologo!
Fino a ieri eri uno dei cento poeti incerti:
adesso fai elenchi di aggettivi, fissi origini,
sei sensibile ai clic, individui spie;
e scopri come implicito l’esplicito,
dimostri non poesia le mie non poesie.

martes, 16 de mayo de 2023

raúl zurita / la noche muerta










A Rodrigo Marquet / En Memoria

Tu cara Rodrigo Marquet, la cara más hermosa
que han visto mis ojos:
elegantísimo, camisa verde de seda, corbata gris,
chaqueta también de seda.
Así te vistió tu hermano Teo, Pablo, para la
última pose, para mi última mirada,
.                                                                tus ojos
de flores entreabiertas.
Y yo trataba de besarte sobre el cristal y era como
si tú también trataras
y un rouge imaginario se me pegaba al vidrio
y mis lágrimas y mi saliva se iban quedando
encima, pegajosos,
igual que aguadas de nubes sobre la mirilla.
Nunca se publicaron tus poemas
y acerca de los detalles técnicos: suicidio,
accidente, qué se sabe del último minuto.
Trataba de besarte en la boca y el rouge se me
Iba quedando pegado al cristal
y era como si tú, sonriendo, abrieras tus labios
diciéndome bien, está bien, besémonos.
En cuanto a si habrías estado o no en la noche
de las banderas,
tampoco son cosas fáciles de responder;
tú de bruces
sin amor, en un cuarto pequeño dos meses antes.

Y sobre tus poemas: me importaban más tus labios
y la dureza del vidrio,
tú sabes; todos los poetas somos amantes e inéditos.

***
Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950)