Anuncio

El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

jueves, 18 de mayo de 2023

virginia benavides / de "viaje a los campos sin fónicos"













He cavado en todos mis recuerdos para encontrar tu mirada, Apu. No he visto sino un sol que giraba como cortadora, preciado como negro diamante inexplorado, que me hacía verte des apareciendo, que me hacía escucharte cuando el carro pitaba en las curvas para anunciarse, Apu. Tu estar fugaz en mi sueño entrecerrado en los desvelos como penitencia para escuchar tus pasos, anuncian una metamorfosis. Transpiración y olor a mosca en las casas, cautiverio. Mi pequeño desastre es vivir sin quietud, volar entre los seres para no sucumbir, traumatorio. Y adentrarme en los espejos para retornar con el espíritu de gracia del tiro en flashback. Y así mirarte, Apu, como si me quisieras

~

Descampado ritual de la noche. La invención de la fuga hace que detengas vuelo y encalles en el accidente. Salvación de nadie, el peligro como un pozo sin fondo. Blanca suerte de lo místico: retirarse a tiempo y vivir entre las lilas del campo mental 

~

Pensar el riesgo. Acantile disentido, piedras que se afinan entre lenguas de agua. Liminalearse. Hacer la que se tropieza y ahoga. Río vocal. Memoria freática trazando el paisaje que se deshace al ser leído. Descamparse como atajo o fábula de desapariciones. Escriherirse

~

Escarba la voz un antro de cantos donde aparece la herida. El ojo es un sol que vaga entre los trigales buscando una cuenca para su desorbite de sentido e irradia desesperado por incendiar todo lo que palpita. No sabe que está cerca de encontrarse consigo y su reflejo de astro que alteriza y soslaya altares del tiempo en universos que aún no encuentran retina. Acecha la herida. El campo no solo era un paisaje. Era una palabra líquida, un trapecio que unía cada monte y lago por donde tú andabas naciendo un camino hasta perderte en él, en los puentes invisibles que tienden los estrellados, mudanzas donde nadie te busca

~

Viajero interior. Nada hay en él que pueda alterarse o cesar, ser supernova en camino a una estrella de neutrones o agujeros lumínicos. La fe como emplasto para tus grietas de sentido. Tal certeza entrecorta la respiración de los acantilados donde hay buzos que no salen a flote sino es pensando que se observan desde orillas del magma corazón. El agua se ralentiza y medita en una cosmogonía de seres sombrilucientos en corrientes transmutables con solo pensarlas. Los peces pensamientos se aquietan y danzan las branquias como anguilas ideas mientras nosotros nos seguimos sumergiendo y avistando nados en un mundo cuántico donde nada es verdad pero tampoco mentira. Manantializarse y ser la profundidad del agua y el abandono en nebulosas corrientes. Respiras. Los universos se expanden. Gotea en la intravenosa vía la vida

***
Virginia Benavides (Lima, 1976) Viaje a los campos sin fónicos. Lima: Alastor, 2023.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario